Unos 2.000 millones de personas de los países en desarrollo no reciben el tratamiento médico que requieren, por culpa, principalmente, del elevado coste de las medicinas. La carencia de fármacos hace que 11 millones de niños mueran cada año por enfermedades curables, denunció ayer Intermón Oxfam.Esta ONG hizo público un informe en el que reclama […]
Unos 2.000 millones de personas de los países en desarrollo no reciben el tratamiento médico que requieren, por culpa, principalmente, del elevado coste de las medicinas. La carencia de fármacos hace que 11 millones de niños mueran cada año por enfermedades curables, denunció ayer Intermón Oxfam.
Esta ONG hizo público un informe en el que reclama a las multinacionales farmacéuticas que inviertan más en los países pobres y ofrezcan sus productos a precios más bajos. Intermón Oxfam les pide también que se comprometan a respetar las normas éticas en los ensayos clínicos y que se permita una mayor flexibilidad en las leyes que rigen la protección de las patentes.
Las reglas de la Organización Mundial del Comercio permiten retener las patentes durante 20 años. Durante ese largo periodo, la industria de los medicamentos genéricos no puede producir sus fármacos, entre 3 y 15 veces más baratos.
Intermón Oxfam teme que la situación se agrave aún más cuando se desate la anunciada epidemia por el virus de la gripe aviaria. De momento, sólo hay un fármaco, el Tamiflu, para reducir el riesgo de contagio. La patente de este medicamento es de la multinacional suiza Roche, y sólo ella puede decidir a quién concede licencias de producción del medicamento. La empresa, que en el 2004 tuvo unos beneficios netos de 4.880 millones de euros (811.964 millones de pesetas), de momento ha cedido la licencia a tres industrias de EEUU y a ninguna de los países en desarrollo.
Intermón Oxfam cree que con la gripe aviaria pasará algo parecido a lo que ocurrió con el virus del sida. En el 2000, cinco grandes empresas rebajaron el precio de los antirretrovirales de 8.317 euros (1,38 millones de pesetas) a 831 euros (138.000 pesetas) anuales. Fue un logro de la presión internacional y de la industria de los genéricos, que ofrecía un tratamiento similar por 300 euros (50.000 pesetas) y que permitió doblar el número de africanos seropositivos bajo tratamiento.
Pero la historia del VIH no ha terminado bien. El virus del sida se ha hecho más resistente y se ha tenido que buscar un segundo tratamiento que la industria genérica no puede producir porque las patentes están en manos de las multinacionales.
Teniendo en cuenta que 40 millones de personas (dos millones de ellos, niños) viven con el VIH, el problema es de envergadura. Las farmacéuticas justifican sus altos precios por los gastos de investigación. Pero, cuando Intermón Oxfam indagó entre las 11 principales multinacionales, ninguna fue capaz de especificar cuánto dedica a investigación para tratar los problemas de los países pobres. De hecho –explica la ONG–, admitieron que ese gasto es mínimo, porque no da beneficios.