Indudablemente preocupados por la presencia en el espacio informativo de un nuevo medio barato y poco controlable como es Internet, los medios clásicos continúan con su campaña de descrédito hacia la red de redes, basando sus ataques, principalmente, en la poca fiabilidad de la información aparecida en Internet; la falta de comprobación de las fuentes, […]
Indudablemente preocupados por la presencia en el espacio informativo de un nuevo medio barato y poco controlable como es Internet, los medios clásicos continúan con su campaña de descrédito hacia la red de redes, basando sus ataques, principalmente, en la poca fiabilidad de la información aparecida en Internet; la falta de comprobación de las fuentes, la dificultad de localizar «físicamente» a dichos medios, el acceso libre de cualquier «aficionado» con algo de interés y tiempo al sacrosanto mundo de los medios de comunicación son algunas de las críticas vertidas sobre los medios alternativos que usan la red como un medio de alcance para comunicar y comunicarse.
Resulta curioso comprobar estas mismos supuestos pecados en los medios que dominan la casi totalidad de la información que nos llega y que no desean, de ningún modo, dejar escapar la más mínima oportunidad de controlar dicha información. Podemos centrarnos en un caso flagrante de todos los argumentos citados anteriormente, grave tanto por lo el coste de vida humanas que ha supuesto como por la medida en que se han empleado todas las artimañas disponibles para manipular la información y, con ello, la opinión del público receptor de la misma: la invasión de Irak con la excusa de la presencia en dicho país de armas de destrucción masiva.
En cuanto a la poca fiabilidad de las noticias publicadas sería ocioso citar la enorme cantidad de noticias falsas aparecidas continuamente en los medios de masas para justificar la invasión de dicho país, basta con revisar las hemerotecas para comprobar como la inmensa mayoría de dichos medios alentaron y dieron cabida a las mentiras proclamadas (y posteriormente reconocidas como falsas) por Colin Powell ante las Naciones Unidas, con su falso discurso y sus pruebas amañadas; todo ello se apoyó desde cada rincón del mundo donde llegue la larga mano de los dueños las grandes corporaciones mediáticas. ¿Son estos medios fiables? Si han podido publicar tal cúmulo de noticias falsas, las cuales han ayudado a justificar la muerte de cientos de miles de personas, ¿en qué noticia de menor calado podemos fiarnos de ellos?.
La escasa o nula comprobación de las fuentes es otro de los argumentos empleados para atacar a los medios alternativos en la red; no podemos olvidar, entonces, que la presencia de Reino Unido en la invasión de Irak estaba, en gran medida basada, como reconoció su propio primer ministro, en un informe que aseguraba que las tropas iraquíes estaban preparadas para realizar ataques de alcance y a gran escala en alrededor de media hora…dicho informe tenía como autor a un becario..¿se comprobó la veracidad de la fuente antes de publicar este dato como hecho contrastado? ¿se publicó, igualmente, alguna clase de desmentido cuando se demostró la falsedad de este argumento?.
La preocupación, por otra parte, de las grandes corporaciones por tener localizados a los autores y colaboradores en los medios alternativos no responde nada más que al deseo de tener una diana sobre la que apuntar, un objetivo concreto al que poder tentar, en primera instancia, infiltrar, atacar o demandar, en un orden ascendente de acoso.
Por último queda la preocupación por parte de los medios corporativos no tanto de que un simple ciudadano pueda poner en marcha un proyecto alternativo de información, sino, más bien, de la tremenda y peligrosa, por estar aún poco controlada, capacidad de comunicarse entre si de miles de personas en todo el mundo para colaborar en ofrecer otra visión, documentada y rigurosa, de la realidad que nos rodea. Uno de los grandes problemas a los que se enfrenta esta esperanzadora posibilidad es la «respetabilidad» ante el público que, parece ser, aún no se ha ganado Internet: la opinión más extendida es que algo que aparece como noticia en la red no es tan serio como lo que aparece impreso en un periódico o en televisión; este estado de opinión es el que dichos medios desean mantener a toda costa, para poder seguir manipulando las conciencias de la gente sin el peligro que supone poner a este público ante la necesidad de escoger entre dos versiones, casi siempre contrapuestas, de una misma noticia.
Del mismo modo, todavía existe la creencia que se puede atacar a un medio alternativo con total impunidad, al contrario que ocurre con un medio corporativo, que cuenta con un gran poder económico en que apoyarse: nadie parece tener miedo de atacar a una publicación en Internet, pero muchos se lo pensarían antes de acusar de mentir a periódicos o televisiones de «reconocido prestigio». Este es uno de los papeles principales que llevan a cabo los medios corporativos: desacreditar a los medios alternativos, tachándolos de poco serios, mal informados y, en definitiva, de estar en manos de aficionados. Es triste pensar que el público se deje llevar de esta manera, sin hacer el menor esfuerzo por comprobar la veracidad de las noticias, en muchos casos bastaría con usar el sentido común, aparecidas en los grandes medios; sigue siendo opinión generalizada que un periódico o una televisión no se «atreverá» a publicar una noticia falsa a sabiendas, en todo caso habrá sido engañado, pero siempre actuando de buena fe. La ingenuidad de esta realidad es preocupante.
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