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Interpretación Geopolítica del Subdesarrollo

Fuentes: Rebelión

Las áreas subdesarrolladas se localizan y establecen en un marco geográfico y político preciso. Este artículo incide en la posición marginal de los estados subdesarrollados respecto al centro de gravedad del sistema económico mundial, y su escaso o nulo valor estratégico, como factor determinante, aunque no exclusivo, de su deplorable situación económica y social. El […]

Las áreas subdesarrolladas se localizan y establecen en un marco geográfico y político preciso. Este artículo incide en la posición marginal de los estados subdesarrollados respecto al centro de gravedad del sistema económico mundial, y su escaso o nulo valor estratégico, como factor determinante, aunque no exclusivo, de su deplorable situación económica y social.

El subdesarrollo como marco de referencia no es una situación global, por el contrario se circunscribe, especialmente en su máximo exponente, a áreas geográficas determinadas y precisas. Esencialmente el África subsahariana, partes muy concretas del sur de África, y América Latina.

Se da, además, la extraña circunstancia de que todos los estados que partiendo de una situación colonial y subdesarrollada han alcanzado cierto grado de progreso económico se sitúan en áreas geográficas precisas, Oriente Medio, y el sudeste Asiático. Resulta interesante observar cómo las áreas que han desarrollado y estructurado sus economías de una forma positiva, o viable, se encuentran precisamente en el marco de referencia de lo que Occidente considera sus intereses estratégicos vitales.

Esta situación, lejos de ser aleatoria, obedece a una lógica y a una formulación teórica precisa. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial el desarrollo de las áreas subsidiarias del centro del sistema económico mundial se realiza de acuerdo al interés estratégico que éstas poseen para la estabilidad global del sistema, y en función de la importancia de dichas zonas respecto a la formulación de la estrategia geopolítica internacional del bloque occidental capitalista. Estrategia geopolítica que desde el final de la Segunda Guerra Mundial viene dictaminada por la política exterior de Estados Unidos.

El final de la Segunda Guerra Mundial supuso el declive definitivo de las potencias coloniales europeas como factores de influencia política mundial. El surgimiento de un rival ideológico al sistema liberal-capitalista que amenazaba la estabilidad y las bases del sistema económico mundial forzó a Estados Unidos a hacerse con el lideradgo del bloque occidental; ante la imposibilidad de las potencias tradicionales, Francia, Gran Bretaña, de constituir un freno creible para la amenaza del comunismo marxista soviético.

Es decir; la situación internacional al término de la II Guerra Mundial forzó a los EE.UU. a abandonar su aislamiento y a asumir el liderazgo, y sobre todo la financiación de un sistema defensivo internacional que viniese a fomentar la promoción de sus intereses económicos y políticos en todo el mundo, entendidos estos en un sentido amplio como los de todo el bloque occidental capitalista.

Este sistema debía materializarse orientado hacia el control de un área geográfica concreta, Eurasia, debido al origen geográfico de la amenaza ideológica al sistema dominante: la Rusia soviética. De esta manera la formulación de la política exterior de Estados Unidos en las post Segunda Guerra Mundial se organizó en base a una estrategia cuyo objetivo fue el control de Eurasia. Y esto se hizo en función de una formulación teórica concreta; concretamente realizada por el profesor de estudios internacionales de universidad de Yale Nicholas Spykman.

Durante la década de los años 20 y 30, el sentimiento predominante en la población norteamericana fue de uniforme rechazo hacia la participación de su país en los asuntos internacionales, particularmente en los asuntos europeos.

Su tardía, y básicamente económica, participación en la I Guerra Mundial fue seguida, a su término, de un intento de retracción a la situación de aislamiento de preguerra, situación que se prolongó hasta el final de la década de los años 30, en que las circunstancias internacionales fueron imponiendo a sus sucesivos Gobiernos una mayor participación internacional, más acorde con su propio poder y necesaria para perpetuar la posición de primera potencia económica mundial que los EE.UU. habían alcanzado al final de la Primera Guerra Mundial.

Los medios intelectuales norteamericanos suelen desconocer y rechazar la validez de las interpretaciones geopolíticas del comportamiento internacional de su país; en parte por el uso que el nacionalsocialismo alemán hiciese de este tipo de interpretaciones. Sin embargo, los planteamientos desarrollados en la década de los años 30 por el autor norteamericano Nicholas Spykman coinciden sospechosamente con la forma que han adoptado las sucesivas estrategias norteamericanas respecto a Eurasia en concreto y respecto al mundo en general.

Spykmam, corrigiendo la propuesta del británico Mackinder, cuya influencia en la política exterior británica es comparable a la de Spykman en la norteamericana, indicó que el aserto de Mackinder «…Quien controla Europa Oriental controla el Heartland; quien controla el Heartland controla la Isla Mundial; quien controla la Isla Mundial controla el Mundo…«, es falso. Según Spykmam si debiera haber un eslogan para la política de poder en el Viejo Mundo, éste debe ser «…Quien controla el Rimland controla Eurasia; quien controla Eurasia controla los destinos del mundo…».

En la visión de Spykman, el Rimland, -objeto central de la estrategia para el control mundial-, está conformado por Europa Occidental, Medio Oriente, la Península Arábiga, Irán, Turquía, India y Pakistán, Sudeste de Asia, parte de China, Corea, Japón y la parte costera de Rusia Oriental. La sola enumeración de estas regiones pone de evidencia el parentesco entre esa teoría geopolítica y los acuerdos y compromisos defensivos adquiridos y mantenidos por los sucesivos gobiernos norteamericanos durante la Guerra Fría y que continúan vigentes en la actualidad.

Como la ubicación de cada país respecto a este Rimland es lo que determina su valor estratégico relativo, de manera que esto orientó todos los esfuerzos políticos, militares y económicos de los EE.UU. principalmente hacia Europa Occidental, Japón, Oriente Medio y Sudeste Asiático.

El ordenamiento geopolítico posterior a la II Guerra Mundial conllevó, y aún conlleva, la marginalidad política, estratégica, y económica de América Latina y África; al ser regiones excéntricas y distantes respecto al sistema sociopolítico mundial con centro de gravedad en Europa Occidental y Estados Unidos -sistema Atlántico-.

El sistema geo-económico mundial de postguerra fue organizado por EE.UU. en base a 4 principios básicos, principios que de manera paralela determinaron el flujo de las relaciones económicas mundiales, las políticas prácticas respecto a algunas zonas concretas del planeta y el grado de desarrollo económico alcanzable -o deseable- en otras.

1.- Apertura económica, la cual idealmente tomaría la forma de un sistema general no discriminatorio de comercio e inversiones, la que sin embargo, por razones estratégicas, amenaza del comunismo soviético, se redujo a Europa y parte de Asia, zonas en las que se concentraron todos los esfuerzos iniciales de desarrollo económico al ser estratégicamente relevantes y susceptibles de caer bajo la influencia soviética. (en definitiva partes del Rimland cuya estabilidad era prioritaria para la estabilidad del sistema mundial)

2.- Administración conjunta del orden político-económico de Occidente entendido éste como la gestión concertada entre los estados democráticos industrializados en vistas a mantener la estabilidad y progreso del conjunto del bloque occidental desarrollado -aunque esto significase de manera implícita renunciar al desarrolló de las aéreas que no formaban parte de dicho bloque occidental desarrollado-. .

3.- Las reglas e instituciones económicas del mundo Occidental debían ser organizadas para apoyar el orden económico y la seguridad social interna de los socios; es decir: se debía evitar a todo coste el riesgo de estallidos sociales y movimientos revolucionarios en los países desarrollados del bloque occidental; pero sin alterar la distribución general de la riqueza. En las palabras de Cordell Hull, que fuera secretario de Estado de los propios EE.UU.; se trataba de «…aumentar el tamaño del pastel para que las porciones pequeñas fuesen suficientes…«.

Esto determinó de manara paralela la necesidad de una transferencia general de riqueza Sur-Norte, al objeto de propiciar un incremento del nivel de vida en el bloque occidental desarrollado. Incremento general de renta que, sin alterar la distribución general de la riqueza, permitiese a la clase obrera occidental acceder a unas condiciones de vida que la alejasen de tentaciones revolucionarias.

4.- Afianzar los compromisos dentro del bloque occidental mediante la concertación de un conjunto de mecanismos institucionales de obediencia obligatoria para todos sus miembros; pero que a la vez se configurasen como organismo en los cuales EE.UU. debía tener la capacidad última de decisión y veto antes sus aliados.

La adopción de una estrategia global por parte del bloque occidental basada en los postulados de Spykman determino la marginalidad económica de África y América Latina, y la necesidad de una transferencia masiva desde dichas zonas hacía el occidente desarrollado.

Las bases de la política exterior norteamericana continúan basándose en la escuela geopolítica de Spykmam, lo que sigue implicando la marginalidad económica y política de América Latina y África, su exclusión del sistema económico mundial y su situación generalizada de subdesarrollo. En la actualidad para afianzar su posición de control y preeminencia dentro del sistema Atlántico Estados Unidos busca afianzar su control sobre el flujo de los recursos económicos mundiales abordando una reestructuración integral de Oriente Medio, lo que sigue, y seguirá, derivando la marginalidad económica y social de otras áreas