Cada año, más de 50 millones de niñas y niños no son registrados al nacer, lo que les niega luego el acceso a servicios básicos como la salud y la educación y los vuelve más vulnerables a todo tipo de explotación.
En su informe «Estado Mundial de la Infancia 2006: excluidos e invisibles», divulgado este miércoles, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) estimó que 55 por ciento de todos los nacimientos en el mundo en desarrollo, excluyendo a China, no son inscriptos en los registros oficiales.
La dificultad de acceso a las oficinas públicas es una de las principales razones por la que los padres no anotan a sus hijos.
«El registro de nacimientos debe ser simple, barato y cercano al hogar. Cuando esto no sucede, la familia tiene que viajar largas distancias para alcanzar las oficinas de gobierno», dijo a IPS Alexandra Yuster, consejera principal de Unicef.
«Estos viajes pueden ser imposibles de pagar y poco viables para los padres debido sus empleos y a sus obligaciones en la atención de otros hijos», añadió
Además de obstáculos prácticos como el analfabetismo, la simple falta de información también contribuye al alto número de nacimientos sin partidas de nacimiento.
«La inscripción es por lo general considerada nada más que una formalidad legal, sin vinculación alguna con el desarrollo del niño o niña, su salud, su educación o su protección», indica el informe.
Pero las consecuencias pueden ser desastrosas para los niños, ya que al carecer de documentos se les niega atención médica y otros tipos de asistencia social.
«No registrar un nacimiento puede afectar al niño el resto de su vida», dijo Yuster.
Una de las consecuencias puede ser «la exclusión de la escuela o de los exámenes finales, que les permiten a los niños y niñas que asistieron a clase todo el año obtener sus calificaciones», añadió.
En muchos países, los niños y niñas sin certificados de nacimiento pueden terminar siendo juzgados como adultos en un eventual conflicto con la ley.
La organización no gubernamental Plan Internacional, que trabaja en 45 países en desarrollo para aliviar la pobreza y ayudar a la infancia, citó como ejemplo el caso de dos adolescentes en Filipinas que fueron sentenciados a muerte tras no poder demostrar que eran menores de 18 años, ya que no tenían ningún tipo de documento.
Vivir sin un certificado de nacimiento impide a la persona disfrutar sus derechos a ciudadanía y a protección del Estado, subrayó la organización.
«Esto les afecta también su capacidad para obtener un trabajo formal o un pasaporte, casarse o votar», indicó Yuster.
En Bangladesh, sólo siete por ciento de todos los niños y niñas son registrados al nacer. La tasa de inscripciones en Afganistán, Tanzania y Uganda es aun peor, de entre cuatro y seis por ciento.
Además de ser excluidos de servicios esenciales, los niños y niñas no registrados son en extremo vulnerables a la explotación, la violencia y los abusos.
El informe de Unicef, que incluye a la discriminación, la pobreza y el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) como las principales causas de exclusión en la infancia, indica que los niños y niñas sin documentos son fáciles víctimas del tráfico de personas, del trabajo forzado, de la prostitución y de las organizaciones criminales.
Unos 171 millones de niños y niñas trabajan en condiciones riesgosas y con maquinaria peligrosa, haciendo gravilla en América Latina, fabricando ladrillos en Asia sudoriental o extrayendo piedras de cantera en África subsahariana.
El informe señala que 8,4 millones de niñas y niños están sometidos a las peores formas de trabajo forzado, incluyendo la prostitución y la esclavitud por deudas.
Entre los sometidos a trabajos forzados, los que hacen servicios domésticos son los más invisibles, siempre en riesgo de explotación sexual y física, añade.
Al trabajar recluidos en hogares, están por completo a merced de sus empleadores y reciben poco o nada de salario. Incluso la comida que les dan «es por lo general inadecuada desde el punto de vista nutricional, en gran medida inferior a la comida de la familia empleadora».
El informe señala que el servicio doméstico con frecuencia «se convierte en un trabajo de 24 horas, que los obliga a estar siempre en guardia y sujetos a los caprichos de todos los miembros de la familia».
En El Salvador, investigadores descubrieron que 66 por ciento de las niñas en el servicio doméstico habían sido abusadas psicológica y físicamente, y muchas de ellas también sexualmente.
Unicef también señaló que existen decenas de millones de niños y niñas sin hogar en el mundo. Sólo en la ciudad de México hay más de 11.000 viviendo y trabajando en las calles.
«La pobreza y la falta de acceso a la educación son los principales elementos que contribuyen al trabajo infantil, incluyendo el de la calle. Esos niños viven en un ambiente contaminado no sólo por el smog, el tráfico pesado y la extrema pobreza, sino también por la violencia y las drogas», dijo Yuster.
El informe también señala que más de un millón viven en detención, la vasta mayoría esperando un juicio por delitos menores. Muchos también son víctimas de desatención y violencia de parte de las autoridades.
«Cuando las sociedades permiten que la infancia sea tan excluida, al punto de que crezca en las calles, todos pierden, pues esos niños pudieron haber tenido un futuro como ciudadanos productivos. La exposición temprana a la violencia, al sistema de justicia penal y al desdén de la sociedad tiene este efecto negativo», dijo Yuster a IPS.
El informe llama a los gobiernos a crear sistemas para controlar la naturaleza y el grado de los abusos contra los niños, y a aprobar legislaciones acordes con los compromisos internacionales por la infancia.
Las leyes que fomentan la discriminación deben ser cambiadas o abolidas, y deben fortalecerse aquellas dirigidas contra los que dañan a niñas y niños, añade.
Unicef también recomendó presupuestos más «concentrados en la infancia», así como el fortalecimiento de las instituciones abocadas a estos problemas y la eliminación de los requisitos de certificado de nacimiento para asistir a la escuela.
Cumplir los Objetivos de Desarrollo de la Organización de las Naciones Unidas para el Milenio «depende de alcanzar a los niños y niñas vulnerables de todo el mundo» dijo la directora ejecutiva de Unicef, Ann Veneman, al presentar el informe en Londres.
«No puede haber progresos duraderos si seguimos ignorando a los niños que están en más necesidad, los más pobres y más vulnerables, los explotados y abusados», añadió.
Los Objetivos, adoptados por todos los países miembros de la ONU en 2000, incluyen la reducción de la pobreza extrema y el hambre a la mitad, la educación primaria universal, el abatimiento de la mortalidad materna en tres cuartos, de la mortalidad infantil en dos tercios, y el combate al sida, la malaria y otras enfermedades.
Las metas específicas deben cumplirse antes de 2015 y tienen como referencia los niveles de 1990.