No es lo mismo una elección presidencial que un referendo constitucional (por lo pronto, la abstención en 2006 fue aproximadamente de un 25%, y ahora de un 44%) pero el elocuente paisaje electoral actual tiene por fuerza que hacernos reflexionar, sin olvidar antes algunos detalles: I) Idealmente, en el 2006 hubo una confrontación de ideas, […]
No es lo mismo una elección presidencial que un referendo constitucional (por lo pronto, la abstención en 2006 fue aproximadamente de un 25%, y ahora de un 44%) pero el elocuente paisaje electoral actual tiene por fuerza que hacernos reflexionar, sin olvidar antes algunos detalles:
I) Idealmente, en el 2006 hubo una confrontación de ideas, entre Chávez y Rosales (aunque hablar de ideas en el caso de Rosales es algo optimista).
II) En 2007, la confrontación no fue entre dos proyectos: proyecto sólo había uno, que debía ser aceptado o rechazado (la Reforma Constitucional). La oposición no ofrecía un proyecto en esta ocasión: simplemente censuraba el proyecto rival.
III) No requiere el mismo nivel de exigencia para un elector o electora votar a favor de una propuesta, presidente o proyecto (uno tiene que estar convencido) que votar en contra de una propuesta, presidente o proyecto (no es necesario estar convencido de nada: basta con no estarlo).
Aclarado esto, para que la comparación se entienda de un modo responsable y dentro de un contexto adecuado (es decir, sin olvidar que son procesos electorales distintos, pero dentro de un país polarizado entre dos opciones), pasemos a los datos.
En el siguiente cuadro comparo los votos revolucionarios con los opositores en la elección presidencial del 3 de diciembre del 2006, con los del Sí y el No en este referendo constitucional del 2 de diciembre del 2007. Muestro las diferencias de votos en ambos procesos para chavismo y oposición, así como los mismos datos, pero en porcentaje.
De este cuadro, y del mapa que hice hace un par de días, se pueden sacar muchas conclusiones, pero las más importantes a mi entender son las que siguen:
a) Los revolucionarios perdimos casi el 41% de nuestra fuerza electoral.
b) La oposición aumentó sus votos en un 7% (algo más que el crecimiento electoral).
c) Comparando esos datos, sólo se puede concluir que casi todos los votos chavistas de 2006 que no votaron por la Reforma ahorita pasaron a la abstención, no a la oposición. De haber sido como la oposición afirma -lo que como regla general es invariablemente falso o absurdo, o ambos- y siendo ambos procesos, 2006 y 2007, el enfrentamiento entre dos únicas opciones (Rosales-Chávez en 2006, Sí-No en 2007), esto es, si hubiera sido un trasvase de uno a otro, el porcentaje perdido por uno sería similar al ganado por el otro, lo que no es el caso.
d) Este corto aumento opositor desmitifica las banderas de sus éxitos: Baduel + estudiantes + PODEMOS + «cierre» RCTV + AD (no votó en 2006) + Comando Nacional de la Resistencia (no votó en 2006) + Rey manda a callar a Chávez + Uribe lo bota de la mediación humanitaria + errores de Chávez y el gobierno + Reforma poco/mal explicada/entendida + otros = 237.000 votos más. Un aumento electoral y una victoria pírricas, sobre todo si tenemos en cuenta todas las cosas que se le pusieron electoralmente a su favor en 2007.
e) En cambio, la persistencia de muchos problemas endógenos de la Revolución supusieron un castigo electoral para la Revolución: corrupción + ineficacia + inseguridad + Reforma poco/mal explicada/entendida + otros = 2.920.000 votos menos. Una derrota pírrica, sí: pero un derrumbe electoral amplísimo.
f) La Revolución perdió votos respecto a 2006 en los 24 estados. El Estado donde nos fue «menos mal» fue Trujillo: ¡y perdimos 33% de los votos! De cada tres trujillanos y trujillanas que votaron por Chávez en 2006, sólo dos apoyaron el Sí a la Reforma Constitucional. El Estado en que nos fue peor -comparativamente a 2006, pero a pesar de eso en 2007 todavía ganó el Sí- fue Sucre, donde perdimos 53% de la fuerza electoral del año pasado. La media, como dije en el punto a), fue de – 40.5%.
g) La oposición logró su más grande avance en Sucre (nuestro Estado más desmovilizado respecto al 2006) y sufrió su peor castigo en Apure, donde perdió el 17% de los votos que los apureños y apureñas dieron a Rosales hace un año. En los 24 estados, la oposición perdió votos en ocho de ellos, y ganó votos en los restantes. En promedio, aumentó sus votos respecto a Rosales en un 7%.
h) Ojo: la oposición sigue igual que siempre, un ligero aumento. Pero eso no puede ser un consuelo en ningún caso. Si seguiéramos en la misma tendencia catastrófica de este año, en un año la oposición tendría 4.700.000 votos, otro aumento mínimo, pero nosotros caeríamos a 2.600.000. Sí, que la oposición se preocupe por su aumento de votos a paso de morrocoy… ¡pero preocupémonos nosotros por nuestra disminución a velocidad de cohete !
i) El efecto Baduel sólo parece que se hizo notar verdaderamente en su Estado natal, Aragua, donde la oposición aumentó su presencia en un 38%, y la Revolución perdió 39%. No obstante, en Aragua, a pesar de esto, ganó el Sí con relativa facilidad (53% a 47%).
j) El efecto PODEMOS tampoco parece haber surtido gran efecto. De hecho, en los dos Estados con gobernadores del partido que encabeza Ismael García, que pasaron de la Revolución a la oposición durante este 2007, en ambos venció el Sí. Un bagaje muy pobre para un partido que, apoyando a Chávez, obtuvo casi 800.000 votos en 2006. Obviamente la mayoría de esos votantes no pasaron a la oposición, aunque su dirigencia lo hiciera: los que sufragaron por PODEMOS -que apoyaba a Chávez- en 2006, parece obvio que ahora, en su mayoría, no siguieron los consejos de Ismael «no-sé-criticar-la-Revolución-sin-correr-a-Globovisión-a-que-me-den-espacio» García, que llamó a votar por el No.
¿En resumen? Los errores del gobierno -de Chávez, de sus ministros, de todos nosotros- no han servido tanto para fortalecer a una oposición en la que creen siempre los mismos y sólo ellos (y no cambian su voto ni de casualidad) como para debilitar a un proyecto que ahora, más que nunca, tiene que revisarse en profundidad para seguir/volver a ser un ejemplo para América Latina.
Mi análisis de estos resultados son que no es que los que votaron por Chávez (que ya decía en 2006 que íbamos al socialismo) ahora hayan votado en contra de esa propuesta de sociedad. Simplemente se abstuvieron, como una forma de decirle al gobierno, ojo, no «no construyamos el socialismo» (como afirma la oposición), si no «construyamos el socialismo, sí: pero hagámoslo bien».
Un matiz nada trivial del que depende el futuro de esta Revolución, y con ella, la esperanza de todo el continente.