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Irak: la democracia de las balas y los cañones II

Fuentes: Rebelión

Es conocida la estrategia norteamericana de invadir un país y «llegar para quedarse». De ello dan cuenta todas las intervenciones imperialistas en los países de América Latina y del Tercer Mundo por lo menos desde el siglo XIX y en el curso del siglo XX. En Irak las seudo elecciones del 30 de enero de […]

Es conocida la estrategia norteamericana de invadir un país y «llegar para quedarse». De ello dan cuenta todas las intervenciones imperialistas en los países de América Latina y del Tercer Mundo por lo menos desde el siglo XIX y en el curso del siglo XX.

En Irak las seudo elecciones del 30 de enero de 2005 que impusieron e impulsaron Estados Unidos y el gobierno títere del ex-agente de la CIA Iyad Allawi , pretenden legitimar la ocupación de las tropas de ese país. La estrategia consiste en «demostrar» a la opinión pública y a la llamada «comunidad internacional» que ahora sí el gobierno es legítimo y legal porque emanó de «elecciones democráticas». Pero, en el fondo, se oculta que dicho gobierno es un títere subordinado a Estados Unidos y que su primera acción legítima será (como afirman la dupla Bush- Blair ) la de hacer un llamado para que permanezcan las tropas de ocupación mientras se construye y consolida un «ejército» de corte pretoriano en Irak, cosa que pudiera suceder en el lapso de uno a cinco años según las circunstancias y la propia dinámica que la insurgencia anti-coalición le imprima a su lucha contra la ocupación neocolonial.

Pero no todo son perlas para Bush y cía. Si bien los voceros del gobierno títere se apresuraron a «informar» al mundo que la participación en las elecciones de las balas y los cañones había alcanzado rangos superiores al 60% de un presunto, desconocido y oculto «padrón electoral» controlado por el gobierno norteamericano, sin embargo, la realidad desmiente estas cifras que, por otro lado, nunca se conocerán con precisión simplemente debido a que la «elección» pro-chiíta y kurda se llevó a cabo en el contexto de la imposición de un estado de sitio, con las fronteras del país cerradas y custodiadas por las tropas extranjeras de ocupación, con una población aterrorizada y amenazada por los invasores y con «candidatos» desconocidos, los que sin duda serán elegidos por el bendito dedo norteamericano para ocupar un «escaño» en la futura » Asamblea Constituyente» que, lógicamente, habrá de legitimar la ocupación.

Sin embargo, en este contexto contradictorio la Alianza Patriótica Iraquí (API) denunció que «….es imposible realizar elecciones libres y democráticas bajo la ocupación imperialista…condenó la connivencia estadounidense-irakí-kurda que materializa, con la ocupación, los intentos de dividir Irak y la preparación de la guerra civil. Subrayamos lo siguiente: la guerra y la subsiguiente ocupación son ilegítimas, y por consiguiente cualquier proceso político derivado de ellas, incluidas las elecciones, es también ilegítimo.
­Las elecciones tienen como propósito legalizar la ocupación creando un parlamento y un gobierno iraquí con un claro objetivo: prolongar la ocupación.
­Esas elecciones pretenden legalizar e institucionalizar un sistema de cuotas religiosas y étnicas en Irak que alentará las divisiones étnicas y religiosas en el país.
­La resistencia armada iraquí es el único representante legítimo del pueblo iraquí» (véase: «Declaración de la Alianza Patriótica Iraquí sobre las ‘elecciones», en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=10700, 29 de enero de 2005).

Por su parte el Comité de los Sulemas de Irak, integrado por religiosos sunitas, cuestionó «…la legitimidad de las elecciones y estimó que su rechazo a la presencia extranjera encontraba mayor respaldo en el país. El índice de participación no es tan alto como se pretende y la imagen que dan los periodistas no es real, pues los representantes de la prensa solamente tuvieron acceso a cinco puestos de votación».

Esta declaración la hizo el portavoz del Comité, el jeque Omar Ragheb, y agregó que los suníes hubieran aceptado los resultados de las elecciones si se hubieran desarrollado en un país que no estuviera ocupado. También el vocero afirmó que el rechazo de la población a la ocupación va a aumentar tras las elecciones, siendo que más de 46 partidos y organizaciones y 180 personalidades se unirán a la convocatoria de su movimiento contra la presencia extranjera en el país» (véase: Jornal do Brasil on line: http://jbonline.terra.com.br/extra/2005/01/31/e31012315.html, 31 de enero de 2005).

Es probable que esta declaración tenga un gran eco en la población iraquí ya que algunos especialistas y agencias de noticias con tintes independientes revelan que en el fondo cualquiera que haya sido numéricamente la participación en las elecciones ―cuestión que nunca se sabrá simplemente porque el «secreto de las urnas» y del número de participantes lo tienen los estrategas estadounidenses―, éstas constituyeron la expresión política efectiva de un rechazo a la ocupación y a la presencia de todas las tropas y civiles extranjeros en ese país.

Por ello, resulta vergonzoso el cinismo con el que Bush y cía. proclamaron la «limpieza» de las elecciones» ―» éxito resonante», «desarrolladas en libertad» y con el sello del » compromiso con la democracia»―, y que no tiene parangón más que en la mente de los dictadores y en los regímenes autoritarios propios del sistema imperialista.

Antes del proceso electoral, la polémica se polarizaba en torno a que las elecciones sirvieran o no como una oportunidad para conquistar la soberanía del país y lograr la salida de las tropas de ocupación (al respecto véase en http://www.rebelion.org/ la interesante polémica entre Alex Callinicos y Gilbert Achcar).

Sin embargo, una vez pasado el impacto mediático y chocarrero pomposamente celebrado por la prensa internacional afín a Washington, queda claro que más bien dichas elecciones constituyen un mecanismo idóneo para ―intentar― legitimar la ocupación y, por tanto, la apropiación capitalista-imperialista del país y de sus enormes recursos petrolíferos.

Después de las amañadas e impuestas elecciones, así como de los resultados oficiales que den a conocer el imperialismo del pentágono y los voceros del «gobierno iraquí» y que respalden organismos internacionales incondicionales como la ONU, el gran desafío histórico que el pueblo y la resistencia organizada y legítima de Irak tienen frente a sí es el de recuperar su destino y la soberanía territorial, política, económica y cultural de su país.

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07-01-2005