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Irak, tan lejos de Alá, tan cerca de EEUU

Fuentes: El Mundo

Parece EEUU empeñado en destruir lo que queda de Irak. No le ha bastado arrasar el país, provocar la mayor hecatombe humanitaria de los últimos años y fracturar socialmente a una sociedad entera. Ahora, con el asesinato, que no ejecución, del ex presidente Sadam Husein, ha roto uno de los pocos diques que retenían el […]

Parece EEUU empeñado en destruir lo que queda de Irak. No le ha bastado arrasar el país, provocar la mayor hecatombe humanitaria de los últimos años y fracturar socialmente a una sociedad entera. Ahora, con el asesinato, que no ejecución, del ex presidente Sadam Husein, ha roto uno de los pocos diques que retenían el odio interétnico. No fue Sadam juzgado por un tribunal imparcial, sino por uno integrado por chiíes y kurdos, enemigos a muerte de ex dictador. No existieron nunca garantías procesales mínimas que permitieran validar el juicio. No tenia legitimidad ninguna un tribunal designado por un gobierno impuesto por una potencia invasora, que con la invasión había roto todas las reglas esenciales del Derecho y la Moral internacionales.

El juicio fue, de principio a fin, una burda pantomima que buscaba darle forma y apariencia legal a lo que era un ajuste de cuentas, una descarnada venganza contra el hombre que, por casi tres décadas, gobernó Irak a sangre y fuego. Nadie creyó nunca en el juicio y, por eso mismo, nadie esperó que el espurio tribunal osara hacer efectiva la ejecución de un hombre privado de las más elementales garantías procesales y derechos. Ya por último, un elemental sentido de oportunismo político aconsejaba mantener viva a una persona que, por su significado e influencia, hubiera podido, en un momento dado, contribuir a la pacificación de Irak y al restablecimiento de la concordia entre chiíes y suníes. Ninguna consideración ha servido para atemperar el ciego deseo de venganza.

La ejecución de Sadam Husein, en secreto y sin mas testigos que los mismos que le condenaron, constituye un paso más en el atroz proceso de degradación de la ley y la moral internacionales propiciado por EEUU. Primero fue la cárcel infame de Guantánamo, donde centenares de seres humanos permanecen apresados sin derecho a juicio, abogado ni defensa. Luego las pavorosas torturas en la prisión de Abu Ghraib. Le siguieron los vuelos secretos de la CIA, con la complicidad vergonzante de muchos gobiernos europeos. En medio, cárceles secretas donde son trasladadas individuos sospechosos de terrorismo, para ser torturados a fin de que confiesen lo que sea. Le sigue la ejecución de un ex presidente, capturado por tropas invasoras sin legitimidad alguna.

No es preciso ser vidente para imaginar las consecuencias de este crimen. El odio de los suníes contra los chiíes se acrecentará y con ello los atentados indiscriminados y las muertes. Nuevos puentes de diálogo quedarán dinamitados y los deseos de vengar el ahorcamiento del ex presidente iraquí se convertirá en objetivo esencial de las fuerzas políticas que le respaldaban. La guerra podría volverse todavía más brutal y enconada.

Bush podrá seguir engañándose sobre su obra en Irak. Sadam fue ahorcado por la muerte de 148 chiíes. Bush ha provocado la de centenares de miles de iraquíes. Las cifras hacen absolutamente superfluos los comentarios. Parafraseando al ex dictador mexicano Porfirio Díaz, podría decirse: «Pobre Irak, tan lejos de Alá y en manos de Estados Unidos».

Augusto Zamora R. es profesor de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales en la Universidad Autónoma de Madrid.