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Una suerte que no haya premio Nobel para la estupidez humana porque resultaría imposible adjudicarlo de tan abundantes candidatos que habría, empezando por los gobernantes europeos.
Mensajes desde EEUU
Pocas cosas, a nivel de dignidad personal, son tan vergonzantes como ver a un coro de sacristanes ser más papistas que el Papa y hacer más alharacas de campanas que el Vaticano cuando anuncia a un nuevo Pontífice.