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Pocas cosas, a nivel de dignidad personal, son tan vergonzantes como ver a un coro de sacristanes ser más papistas que el Papa y hacer más alharacas de campanas que el Vaticano cuando anuncia a un nuevo Pontífice.
Andaban ciertos círculos políticos y periodísticos occidentales especulando sobre el silencio de China en la crisis entre EEUU y Rusia, con la OTAN y la UE –que son lo mismo hasta que se demuestre lo contrario- de polichinelas y comparsas.

Horas de llanto y de crujir de dientes (Lucas, 13,28) transcurren en estos pagos del así llamado Occidente, por el descalabro sin paliativos de EEUU y sus aliados en Afganistán. Entendámoslos. En Afganistán terminó de naufragar, de manera estrepitosa, el sueño imperial de EEUU, de imponer al mundo un “New American Century”, en la euforia generada por el suicidio de la Unión Soviética.

Mientras una generalidad de países se esfuerza en combatir como puede la pandemia del covid-19, otros, además de combatir la pandemia, no cesan de prepararse para combatir en otros escenarios que nada tienen que ver con el indeseado virus.
Hemos asistido, como si de tragicomedia griega se tratara, a las negociaciones para formar gobierno entre PSOE y Unidas Podemos (UP), con un resultado final que sabe a triunfo para unos y a tragedia para otros. Para quienes entiendan algo de negociaciones, por haber dedicados numerosos años de vida a tan antiguo medio de resolver […]