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Irak, una guerra ciega

Fuentes: Rebelión

El primer ministro iraquí Mustafa al-Kadhimi sigue intentando gobernar su país, como si fuera Suiza, creyendo que todo lo que está en su lugar podrá seguir estándolo a la mañana siguiente. Quien conozca la historia de ese país, desde la malhadada hora que se entrecruzó con el apellido Bush, sabrá que Irak no es Suiza, sino todo lo contrario, es Irak.

Mientras al-Kadhimi pretende mantener un equilibrio imposible entre las presiones de Estados Unidos y la buena vecindad con Irán, por ejemplo, Turquía continua atacando posiciones del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) declarado como organización terrorista por Turquía, Estados Unidos y la Unión Europea, y que cuenta con el apoyo de algunos grupos kurdos-iraquíes, pero no de las autoridades de la región autónoma del Kurdistán iraquí. Con la excusa de perseguir al PKK, con quien Ankara libra una guerra sucia desde 1978, habiendo producido al pueblo kurdo miles de muertos y desaparecidos, sin que ningún organismo internacional se dé por enterado.

Los turcos han ubicado quince kilómetros dentro de territorio iraquí, importantes contingentes militares, habiendo establecido más de cincuenta puestos de vigilancia, realizando de manera habitual incursiones terrestres y aéreas. Tanta presión produjo infinidad de episodios entre los “invitados” turcos y las fuerzas armadas de Irak, el último de estos incidentes que se conoció se produjo el pasado once de agosto, cuando un dron turco atacara por error un contingente militar iraquí, asesinando al comandante de la II Brigada de la guardia de frontera y al comandante del III Regimiento de esa misma división en lo que se conoce como Zona 1.

A pesar de que Bagdad ha pedido en reiteradas oportunidades el fin de estas acciones y reclamado la cooperación de Ankara para garantizar la seguridad en la frontera, continúa su guerra genocida contra el pueblo kurdo. El ataque del día once generó alguna tibia respuesta oficial por parte del gobierno de al-Kadhimi, casi obligado por las importantes protestas populares anti-turcas en Bagdad, en el norte y en los espacios kurdos.

Aunque en verdad el primer ministro iraquí tiene poco margen de maniobra frente a la prepotencia del presiente turco Recep Erdogan, ya que la situación económica de Irak depende y mucho del comercio con Turquía, que el año pasado le aportó 15 mil millones de dólares.

El 19 de agosto, en medio de esa crisis, al-Kadhimi voló a Washington donde se reunió con el presidente Donald Trump, quien lo ha definido como un “»caballero muy respetable” además de reconsiderarlo un “amigo”. Claro está, siempre y cuando el rubicundo presidente consiga neutralizar la influencia iraní y acercarlo a sus vecinos wahabitas del golfo. Por su parte, el secretario de Estado Mike Pompeo dijo que su país ayudaría a la estabilización, la prosperidad y la independencia, y ofreció para asistencia en las áreas de salud, educación y empleo poco más de 200 millones de dólares. En su viaje, al-Kadhimi cerró acuerdos con petroleras y eléctricas, al tiempo que consiguió un subsidio para elevar las cuotas del racionamiento alimentario.

Washington es muy consiente que el único camino para “liberar” a Irak de la influencia persa es fortalecerlo económicamente, con más apoyo presupuestario y la asistencia en una importante cantidad de rubros, como la economía, energía, salud y medio ambiente, seguridad, contraterrorismo y educación.

La visita de al-Kadhimi a Washington, sin duda, no habrá sido la mejor noticia para Teherán, más cuando todavía está muy vivo el dolor por el asesinato del general Qassem Suleimani que junto a varios líderes de la milicia chiíta iraquí, en enero último, a la salida del aeropuerto de Bagdad, por un dron norteamericano. (Ver: Suleimani ¿quién detendrá a la muerte?), los que según fuentes occidentales eran responsables de los ataques con misiles contra objetivos norteamericanos en Irak. Irán todavía no se ha repuesto de la muerte del general y mucho menos vengado, a pesar de que el “cerebro” de la operación que terminó con Suleimani, el agente de la CIA Mike D’Andrea, fue derribado en un vuelo sobre Afganistán pocos días después (Ver: Suleimani, un oscuro día de justicia). Además de otra deuda que al-Kadhimi mantiene con sus vecinos del sur es que antes de su asunción en mayo, era casi un hecho que expulsaría a los norteamericanos de Irak, cosa que no solo no se ha producido, sino que por lo visto todo apunta a lo contrario.

En estos días, al-Kadhimi recibió la visita del presidente de Francia, Emmanuel Macron, en una breve gira por Medio Oriente, quien en una conferencia conjunta entre ambos mandatarios, en la que prácticamente han puesto la soga al cuello de la alianza que Irán, pensaban mantener con Irak. Macron dijo que su presencia era para respaldar “la soberanía iraquí frente a la injerencia extranjera”.

Esos… los de siempre

En su viaje a Washington, obviamente, el Primer Ministro iraquí no pudo evitar referirse al más acuciante de los muchos problemas de su país, el terrorismo integrista y se refirió a las “células durmientes” de Daesh, señalando su acuerdo por la continuidad de la presencia en Irak de tropas estadounidenses, que según anunció el Pentágono, serán reducidas en un tercio.

De las “células durmientes” de las que hablaba el primer ministro en Washington no se sabe si contabilizadas a los muyahidines de lo que en apariencia es una nueva formación (Guardianes de la sangre), quienes se presentan como parte de la llamada Resistencia Islámica de Irak o Saraya Awli al-Dam, un colectivo que tiene diferentes nombres que usan como fachada para parecer más numerosos y se acaban de adjudicar los dos ataques del 24 de agosto contra un convoy militar estadounidense que desde el campamento Taji se dirigía a la base de Ain al-Assad. En un video difundido el pasado 30 de agosto se ve el ataque contra dicha caravana, aunque no hay datos que se puedan precisar la fecha y el lugar de dicha filmación. El “nuevo grupo” también se responsabilizó del ataque a un vehículo presumiblemente de la CIA, entre Erbil y Mosul al norte de Bagdad. Medios locales confirmaron que dicho ataque existió, pero que el objetivo alcanzado no fue un vehículo de la CIA, sino perteneciente a la Organización Mundial de la Salud de las Naciones Unidas (OMS).

Por su parte el mando norteamericano reconoció que en los últimos meses se han reproducido este tipo de ataques en las rutas del país, pero especifican que: “Los convoyes atacados de hecho son conducidos por iraquíes, en camiones iraquíes que si transportan equipos norteamericanos para uso civil”.

También el pasado miércoles se confirmó que el ataque con dos cohetes Katyusha que cayeron dentro de la Zona Verde de Bagdad el domingo por la noche, uno de ellos cayó cerca de la embajada de Estados Unidos, sin conocerse si se produjeran victimas

Desde octubre pasado han sido varios los ataques a la Zona Verde, donde se encuentran la mayoría de las embajadas y edificios gubernamentales.  Al tiempo que también recibieron cohetería algunas bases norteamericanas diseminadas en distintos puntos de Irak, los que el Pentágono se encargó de encubrir la posibilidad de bajas norteamericanas.

En Irak hoy se libra una guerra ciega donde todos los informes son tergiversados para interés de alguno de las muchos bandos que participan, y que al parecer, ninguno tiene la posibilidad cierta de la victoria.

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.