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Iraq, desastre económico tras la invasión

Fuentes: Rebelión

Desde la invasión estadounidense-británica iniciada en marzo de 2003 Iraq ha caído en una profunda crisis económica que afecta a la mayoría de sus habitantes y a todos los sectores del país. Las promesas de reconstruir esa nación árabe después de los prolíferos bombardeos de la aviación aliada contra innumerables instalaciones de la infraestructura, no […]

Desde la invasión estadounidense-británica iniciada en marzo de 2003 Iraq ha caído en una profunda crisis económica que afecta a la mayoría de sus habitantes y a todos los sectores del país.

Las promesas de reconstruir esa nación árabe después de los prolíferos bombardeos de la aviación aliada contra innumerables instalaciones de la infraestructura, no han llevarse a cabo debido a la resistencia que han mantenido diferentes grupos contra la invasión y a la prolifera corrupción entre el personal y las compañías estadounidenses y de las nuevas autoridades iraquíes.

El London Review of Book señaló que las auditorias realizadas por organismos del gobierno estadounidense y de la comunidad internacional permitieron conocer la manera en que las autoridades de ocupación entregaban grandes sumas de dólares, que ni ellas ni los receptores consideraban necesario contabilizar.

Las auditorias fueron realizadas a instancias del demócrata Henry Waxman, miembro del Comité de la Cámara de Representantes para las Reformas del Gobierno, y determinaron numerosas irreguralidades financieras entre las que se destacaban los enormes pagos realizados a la compañía estadounidense Halliburton y a su filial Kellogg Brown & Root (KBR).

Esas dos entidades cobraron servicios que no habían hecho como el abastecimiento de comida a compañías del ejército de ocupación, y la elevación artificial en los precios del petróleo que importaban de Kuwait, entre otras.

También los auditores detectaron la entrega de miles de millones de dólares pagados por ministerios e instituciones donde las plantillas eran muy inferiores al personal en activo.

El robo de las riquezas arqueológicas, las anomalías y desfalcos económicos han sido profusos desde la ocupación y se han convertido en un cubo sin fondo para la economía del país, en detrimento de sus pobladores.

La corrupción y las constantes acciones de la resistencia tienen prácticamente paralizados los trabajos de reconstrucción y, según cifras extraoficiales, el desempleo ronda al 70 % de la población.

Los iraquíes, que antes de la invasión recibían del Gobierno una ración mensual de productos básicos que incluía azúcar, arroz, te, detergente, aceite de cocina, frijoles y leche para los niños, ahora solo Obtienen algún estipendio monetario para paliar la apremiante situación.

Pero, la escasez de productos incrementa la inflación y se hace casi imposible para las familias adquirir azúcar, pan, te, arroz y hasta la gasolina es el doble y hasta 10 veces más cara.

La pobreza, que ya alcanza a casi 4 millones de personas, se pasea por todas las ciudades de la nación árabe al desaparecer los pequeños negocios y las fuentes de trabajo.

El índice de desnutrición infantil se elevó en un 10 %, según informe de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidos.

La falta de agua potable es una constante en barrios y ciudades y hasta en Bagdad los habitantes en ocasiones pasan días sin poder obtener el líquido. Desesperadas, varias familias han abierto pozos que han provocado envenenamientos y enfermedades digestivas.

La rehabilitación del sistema eléctrico, destruido desde los ataques de marzo de 2003, no se ha podido realizar a pesar del dinero gastado. Los más afortunados iraquíes solo tienen electricidad cuatro horas al día como promedio.

La producción petrolera tampoco se ha logrado restablecer debido a los constantes ataques de la resistencia y ya los ocupantes no saben qué medidas tomar para resguardar las instalaciones y los oleoductos.

El caos y el desastre económico son dos características inseparables que han acompañado a los iraquíes desde que Estados Unidos y Gran Bretaña invadieron a esa nación y por el momento no existe una perspectiva cercana que pueda revertir la situación.