En Iraq, país bombardeado y posteriormente ocupado por Estados Unidos y Gran Bretaña desde hace 26 meses, se han vuelto una constante los casos de corrupción mientras la población sufre los embates de una miseria que se acentúa con el decursar de los días y que al parecer no tiene visos de mejorar. El último […]
En Iraq, país bombardeado y posteriormente ocupado por Estados Unidos y Gran Bretaña desde hace 26 meses, se han vuelto una constante los casos de corrupción mientras la población sufre los embates de una miseria que se acentúa con el decursar de los días y que al parecer no tiene visos de mejorar.
El último caso reportado por los diarios The Washington Post y The Angeles Times denuncia que alrededor de 100 millones de dólares destinados a la reconstrucción de la nación árabe, han desaparecido de una cuenta bancaria controlada por funcionarios estadounidenses.
Como ha ocurrido desde que personal del Pentágono y del gobierno de Estados Unidos comenzaron a administrar Iraq, el dinero extraviado se desvanece sin indicar a los culpables directos y solo se habla en sentido general de corrupción y malversación.
Una auditoría federal, explicaron los periódicos, determinó que el desfalco se cometió por el personal estadounidense que labora en una oficina en la ciudad de Hillah cuyo presupuesto estaba destinado a la reconstrucción de obras de infraestructura en el sur de Bagdad.
Nuevamente aparecieron los llamados «trabajadores fantasmas» pues los pagos a los empleados físicamente comprobados no se correspondían con la abultada plantilla.
El Post señaló que de siete millones de dólares no se sabe nada, y de otros 89 400 000 los justificantes no son suficientes.
Como era de suponer, la suma acumulada en la cuenta provenía de las ventas del petróleo iraquí, y de créditos del país árabe, recibidos desde antes de la invasión de marzo de 2003.
En enero pasado, una auditoría solicitada por el Congreso estadounidense, realizada por Stuart Bowen, Inspector General de la Reconstrucción de Iraq, determinó que la antigua administración norteamericana en Iraq, conocida por la Autoridad Provisional de la Coalición (CPA) permitió la desaparición de 8 800 millones de dólares entregados a ministerios iraquíes.
El personal de las instituciones estaba dirigido y controlado por la CPA, encabezada por el entonces gobernador Paúl Bremer (gobernó ese país de mayo del 2003 a junio del 2004).
A pesar de que el informe al Congreso señalaba que el órgano presidido por Bremer no ejerció control sobre los miles de millones de dólares entregados a ministerios iraquíes donde laboraban cientos de expertos estadounidenses, lo cual significaba una corrupción generalizada, el hecho quedó solo en papeles y se desvaneció sin sanción alguna.
Bremer y el Departamento de Defensa rechazaron las conclusiones de Bowen bajo el alegato de que no se podía tener gran control en situación de inseguridad y guerra en esa nación árabe.
En un solo Ministerio, los pagos registraban a 8 206 guardias de seguridad y solo se identificaron a 601. Las denuncias sobre malversaciones, robos, corrupción y entrega de millonarios convenios en Iraq a empresas norteamericanas han sido una constante desde la ocupación.