Recomiendo:
0

Balance de un año

Iraquíes sin esperanzas

Fuentes: IPS

Los iraquíes confiaban en que su situación mejoraría en 2006, de acuerdo con las promesas de su gobierno y del estadounidense. Pero este año fue el peor del que tengan memoria, con violencia, fragmentación social y religiosa y una economía desintegrada. Las autoridades de este país y de la potencia que lo ocupa Iraq auguraron […]

Los iraquíes confiaban en que su situación mejoraría en 2006, de acuerdo con las promesas de su gobierno y del estadounidense. Pero este año fue el peor del que tengan memoria, con violencia, fragmentación social y religiosa y una economía desintegrada.

Las autoridades de este país y de la potencia que lo ocupa Iraq auguraron el año pasado que en éste se abriría el camino hacia un Iraq próspero, democrático y unificado.

Según estas promesas, el parlamento elegido en las urnas y el gobierno de unidad se dedicarían a consolidar la paz y a reconstruir Iraq, devastado primero por las sanciones de la comunidad internacional y luego por la invasión y la ocupación encabezadas por Estados Unidos.

Pero la enorme mayoría de los iraquíes coinciden en que ahora la situación es peor que nunca. Sólo difieren en el reparto de responsabilidades por el colapso de la seguridad, que empeoró la calidad y continuidad de los servicios públicos y las condiciones de vida.

El primer ministro Nouri al-Maliki, al igual que los integrantes del gobierno iraquí pertenecientes a la mayoritaria comunidad chiita, culpa de la situación a la red terrorista Al Qaeda y a los «saddamistas».

«Esos terroristas odian la democracia porque les hace perder poder. Lo que hacen es matar iraquíes para recuperar el que perdieron tras la liberación de Iraq», dijo Al-Maliki, haciéndose eco de declaraciones del presidente estadounidense George W. Bush.

Digan lo que digan los líderes, la gente simplemente mira hacia atrás, ve un año infernal y teme que se aproxime otro igual.

«Ojalá pudiera huir a cualquier país del Tercer Mundo y trabajar como recolector de basura en vez de quedarme aquí y vivir como una rata asustada», dijo a IPS Adel Mohammed Aziz, un profesor de Bagdad. «Vivimos temiendo por nuestras vidas. La muerte nos acecha.»

La crisis de refugiados de Iraq es la de más rápido crecimiento del mundo, según la organización humanitaria Refugees International, con sede en Washington.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) calcula que al menos 2,3 millones de iraquíes abandonaron sus hogares por la violencia, 1,8 millones al exterior y el resto a áreas más seguras dentro del país. Cada mes, unas 40.000 personas se dirigen a Siria solamente, según la ONU.

Este año, los escuadrones de la muerte se convirtieron en una amenaza para todos los iraquíes, particularmente los musulmanes sunitas.

La ONU calculó que se registró un mínimo de 100 muertes por motivaciones políticas al día por día, la mayoría de ellas luego de torturas monstruosas.

«No podemos ir a trabajar, no podemos ir a rezar a nuestras mezquitas y no podemos enviar a nuestros hijos a la escuela», dijo a IPS la joven madre Um Rheem, del barrio bagdadí de Shaab.

«Muchos sunitas fueron muertos por escuadrones de la muerte chiitas que cuentan con pleno apoyo del gobierno y de los estadounidenses», afirmó.

Los temores son generalizados en muchos barrios de Bagdad donde los sunitas son minoría. En otros barrios se registran otros problemas.

«En áreas de mayoría sunita, los escuadrones de la muerte atacan de a cientos, aprovechándose de los toques de queda y usando vehículos policiales», declaró a IPS Mahmood Abdulla, de Jihad, uno de esos barrios de la capital.

«Cuando nos defendemos, nos bombardean con morteros y misiles Katyousha. Todo esto ocurre ante los ojos de estadounidenses y de funcionarios del gobierno iraquí», añadió.

Por su parte, los iraquíes chiitas se quejan de que no pueden ir a áreas por sunitas para trabajar ni viajar por la autopista que conduce a Siria y Jordania por temor al ataque de las milicias.

«Los sunitas que perdieron a miembros de sus familias matarían a cualquier chiita. Nosotros no podemos atravesar sus áreas», dijo a IPS Sa’arat Hassan, verdulero del mercado de Jameela, en Bagdad.

Según una encuesta realizada por médicos estadounidenses e iraquíes para la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins Bloomberg, publicada en la revista médica británica The Lancet el 11 de octubre,

Al menos 654.965 iraquíes, es decir 2,5 por ciento de la población, fallecieron como consecuencia de la invasión y la ocupación, según una encuesta realizada por médicos estadounidenses e iraquíes para la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins Bloomberg y publicado por la revista especializada británica The Lancet en octubre.

El estudio halló que «de las muertes post-invasión, 601.027 se debieron a la violencia», en especial con armas de fuego.

Los dos meses que siguieron a la publicación de la investigación fueron los más sangrientos para Iraq hasta la fecha.

Las calles de Bagdad, otrora llenas de automóviles y comercios abiertos, ahora lucen desiertas la mayor parte del día.

«No podemos abrir los comercios por más de cuatro horas por día», explicó a IPS un vendedor de alfombras en la volátil calle Rasheed. «Muchos de mis colegas fueron secuestrados por rescates o asesinados por razones religiosas cuando se dirigían al trabajo. Esperamos la muerte a cada minuto».

El desastre económico es ahora una emergencia. Más de cinco millones de iraquíes viven bajo la línea de pobreza, cerca de la mitad de ellos en condiciones desesperadas, según un estudio del gobierno.

Funcionarios iraquíes y organizaciones no gubernamentales calculan que el desempleo supera el 60 por ciento.

El costo de los productos básicos se disparó en 2006, conformando la crisis del desempleo. La oficina central de estadísticas del gobierno calculó la inflación entre julio de 2005 y julio de 2006 en 70 por ciento, según reveló el no gubernamental Comité de Coordinación para Iraq.

El Programa Mundial de Alimentos señaló en mayo que 8,3 millones de personas (31 por ciento de la población) sufrirían inseguridad alimentaria si no se les brindaba sus raciones mensuales de alimentos. Las raciones fueron introducidas en el marco del programa Petróleo por Alimentos, establecido en el periodo de sanciones, en los años 90.

La violencia de motivación religiosa aumentó en Iraq tras el ataque con explosivos, el 22 de febrero, contra la Mezquita Dorada, santuario chiita en la ciudad iraquí de Samarra.

Escuadrones de la muerte chiitas replicaron con matanzas masivas de sunitas y prendiendo fuego a sus mezquitas.

Las fuerzas de Estados Unidos no lograron brindar protección a los civiles.

Mientras, las filas de la resistencia armada iraquí a la ocupación estadounidense se engrosaron rápidamente durante 2006.

«Los combatientes de la resistencia son iraquíes que intentan poner fin a esta ocupación viciosa», dijo a IPS un analista político de la Universidad de Bagdad que pidió mantener el anonimato.

«Los estadounidenses encendieron la guerra religiosa para desmovilizar la resistencia nacional, pero el resultado fue el opuesto. Han sido golpeados más a menudo y con más dureza», agregó.

Las áreas de Bagdad dominadas por los sunitas e Iraq occidental afrontaron este año las peores operaciones militares a cargo de Estados Unidos. La política de sitio, redadas y detenciones masivas es el origen de matanzas masivas de civiles en ciudades como Haditha, Karma y Ramadi.

«Esos estadounidenses nos toman a todos por terroristas», dijo a IPS el director de una organización no gubernamental de derechos humanos en Ramadi.

Hablando a condición de que no se difundiera ni su nombre ni el de su organización por temor a represalias militares de Estados Unidos, agregó que los delitos cometidos por el ejército de ese país en la central ciudad de Faluya en 2004 ya «quedaron expuestos».

«Pero cometieron muchos más en 2006, y el mundo permanece silencioso al respecto. En todas las casas del occidente y el norte de Ramadi hay gemidos por la pérdida de familiares».

Una encuesta realizada el mes pasado por la organización World Public Opinion mostró que 61 por ciento de los iraquíes apoyan ataques contra las fuerzas de Estados Unidos. El sondeo reveló que 83 por ciento de los iraquíes consultados quieren que Estados Unidos se retire completamente el año próximo.

También las víctimas estadounidenses aumentaron drásticamente en los últimos tres meses. Este año se produjeron al menos 812 muertes de soldados de la coalición en Iraq. Diciembre se perfila como uno de los meses más mortales para ellos, según el sitio web Iraq Coalition Casualties.

Hasta ahora, por lo menos 3.193 soldados fueron muertos en Iraq, 2.946 de ellos estadounidenses, según el portal. También sufrieron heridas como consecuencia de esos ataques 46.880 militares.

Sin cambios drásticos inminentes en la fallida política de Estados Unidos en Iraq, junto con un gobierno local cada vez más impotente, los iraquíes tienen escasas esperanzas de que la situación mejore en 2007.