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Islamofobia y Cristianofobia

Fuentes: Rebelión

En lo posible vamos a tratar de no caer en lugares comunes, o sea, en lo ya dicho y repetido desde el momento que se produjo el hecho luctuoso de Charlie Hedbo. En las notas de prensa y artículos de comentaristas y analistas, figura la palabra «Islamofobia». Se utiliza el vocablo sin dar su definición, […]


En lo posible vamos a tratar de no caer en lugares comunes, o sea, en lo ya dicho y repetido desde el momento que se produjo el hecho luctuoso de Charlie Hedbo.

En las notas de prensa y artículos de comentaristas y analistas, figura la palabra «Islamofobia». Se utiliza el vocablo sin dar su definición, en el supuesto que el lector sabe qué es «Islamofobia». Pero hasta ahora – que yo sepa – nadie la ha definido con pelos y señales.

En ese interés, traté de hacerlo y me encontré ante la dificultad de seleccionar el vocablo más apropiado. Ensayé con varios: «rechazo», «discriminación», «racismo», «fundamentalismo», «exclusión», «repudio», «desprecio» «¿odio?» y otros. Escogí «desprecio» y ensayé mi definición:

Islamofobia es el desprecio que la población europea y estadounidense siente contra la población musulmana, producto de la campaña mediática y el fundamentalismo que comenzó con Las Cruzadas durante los siglos XI al XIII, organizadas por el Occidente cristiano (Papado), con el objeto de reconquistar los «Santos Lugares», que se encontraban bajo el poder musulmán. Las cruzadas fueron expediciones horrendas de exterminio de la población árabe. En esos doscientos años se realizaron ocho cruzadas. Resulta difícil diferenciar cuál fue más cruel y genocida.

Luego de transcurridos siglos de «civilización», encontramos que de nuevo, en el siglo XXI, la campaña mediática/fundamentalista, enerva las conciencias contra el Islam (Islamofobia), y realiza guerras de exterminio contra Afganistán, Irak, Libia, Siria, Irán, Líbano, Mali, Sudán, Somalia, Yemen, con el urdido pretexto de combatir el «terrorismo», vocablo que hasta ahora, ningún organismo internacional ha definido con claridad. ¿Qué es el terrorismo?

En las constituciones de todos los países figura el derecho de los pueblos a rebelarse contra los gobiernos que los esclavizan o les niegan los derechos humanos, cívicos, políticos (Colombia). O el derecho de los pueblos a constituirse en Nación y formar su propia República (Saharaui). Ese derecho que en su momento lo ejerció Cuba, Nicaragua, Argelia y otros países, ahora lo consideran «terrorismo».

Este es un aspecto del problema, por cuanto tiene otra cara más horrenda, la invasión, destrucción, demolición de países por el «delito» de la autodeterminación. Dentro de esa geopolítica estadounidense, se realizó la invasión a Granada, Panamá (1990), Yugoeslavia, Afganistán, Irak, Libia, Siria, Malí, Sudán, Somalia, la lista pudiera ser más larga por las amenazas que llueven contra Irán, Corea del Norte, Cuba, Nicaragua, Bolivia, Ecuador, Venezuela.

Según la ley de los contrarios, si existe la Islamofobia, tiene que existir la Cristianofobia, vamos a tratar de definirla.

Cristianofobia es el desprecio que la población musulmana tiene contra la población cristiana, por la permanente agresión que durante mil años (1000 al 2015) han realizado contra la población árabe/musulmana, calificada de hereje, y en consecuencia, según la teología cristiana, deben morir en la hoguera como lo dispuso la Santa Inquisición o Santo Oficio, ahora encubierta bajo el eufemístico nombre de Congregación para la doctrina de la fe.

Es necesario dejar sentado que, la Cristianofobia, tiene su fundamento en las agresiones que, durante mil años, han padecido los pueblos árabe/musulmanes – ya lo explicamos – por Las Cruzadas, y más reciente, por las guerras genocidas del imperialismo, EE.UU/OTAN, contra los países del Norte de África y el Medio Oriente.

En contrario, los pueblos árabe/musulmanes nunca organizaron Cruzadas contra el Occidente cristiano. Tan sólo invadieron España, permanecieron durante 700 años y cuando se retiraron dejaron muestras de su extraordinaria cultura con aportes al idioma castellano, el arte, la ciencia, la arquitectura, la filosofía griega que había sido rescata por los filósofos árabes de Alejandría. No impusieron ni su religión ni su idioma ni sus costumbres. En España no se habla árabe ni se le reza a Alá ni se honra al profeta Mahoma, pero, se come cerdo en chuleta de sabor exquisito. No ocurre igual ahí donde llegó el cristianismo e impuso por la cruz, la espada, el caballo y el arcabuz, la religión, el idioma, las costumbres. En América esa imposición dejó 70 millones de aborígenes muertos por diferentes causas. Verdadero holocausto y no el que proclaman los judíos.

La Islamofobia tiene su raíz en el fundamentalismo cristiano. Carece de otra motivación, por cuanto la cultura árabe como intermediaria entre Europa y Asia (China, India) creó vínculos pacíficos de ciencia y cultura. Por ello a la península arábiga se le da el nombre de bisagra, pivote de culturas entre África y Asia, por cuanto Europa no es un continente, sino una península del gran continente asiático.

No ocurre igual con la Cristianofobia que tiene su raíz en las agresiones militares, genocidas, que durante mil años ha padecido el pueblo árabe/musulmán. Los imperialismos europeos nunca les permitieron la autodeterminación a los pueblos árabes del Medio Oriente. Geopolítica asumida por el imperialismo estadounidense que ha desatado todo el poderío militar para destruir la infraestructura hasta los cimientos, según la orden dada por el general que comandó la segunda invasión de Irak. – «que no quede piedra sobre piedra».

Por similares motivos los pueblos latinoamericanos han cultivado el odio contra los Estados Unidos, por haber sido víctimas durante doscientos años de sus agresiones, invasiones, golpes de Estado. Sentimiento que definió con claridad la poetisa chilena, premio Nobel de Literatura (1945), Gabriela Mistral: «En América Latina lo que más une, además de nuestro bello idioma, es el odio contra los Estados Unidos». Aquí, no es la Cristianofobia lo que nos une y motiva, aquí es el derecho a la autodeterminación y a ser dueños de nuestras riquezas, arrebatadas por el saqueo y la rapiña imperialistas.

En los países árabes del Norte de África y el Medio Oriente, el odio contra las agresiones de los países europeos, a falta de poderío militar para rechazarlas, ha encontrado entre los luchadores más conscientes y audaces, formas de lucha elementales, que los pueblos, desde la más remota antigüedad, han utilizado contra sus agresores.

Paradójico, la Islamofobia tiene «derecho» a agredir a los países árabe/musulmanes para arrebatarles sus riquezas (petróleo, gas). Pero, la Cristianofobia no tienen derecho ni a defenderse, por cuanto, dichas acciones son calificadas de «terroristas».

Si colocamos en el Terrorisómetro, aparato parecido al Hijueputómetro, ideado por el canciller Raúl Roa, el cual, según decía, no se le puede aplicar a Estados Unidos porque lo revienta. Ahora bien, según el Terrorisómetro, la invasión a Irak causó la destrucción de su infraestructura física (acueductos, centrales eléctricas, carreteras, puentes. hospitales, universidades, escuelas, museos que guardaban el origen de la civilización asirio/caldea/ fenicio/mesopotámica; más el millón de habitantes asesinados; más el millón de niños muertos durante el bloqueo de diez años anteriores a la segunda invasión, más los gravísimos daños a la salud por el uso de «uranio empobrecido» que deja la secuela de cáncer y niños deformes. Esa segunda invasión fue realizada por n ejército de cobardes, por cuanto, durante esos diez años, destruyeron la posibilidad defensiva del pueblo iraquí. A pesar de esas ventajas militares, perdieron la guerra, salieron derrotados y ahora, para intentar un nuevo regreso, se inventaron lo del Califato, financiado y armado (Mosul), por Estados Unidos para poder continuar la agresión contra Irak y contra Siria, donde también han sido derrotados.

En todas estas guerras, agresiones, genocidios, torturas (Abu Ghraib, Guantánamo), ataques con drones a la población civil, está la raíz de la Cristianofobia, que tiene la obligación de dejarse agredir, sin ni siquiera intentar defenderse o vengarse, porque de inmediato recibe la condena de la comunidad internacional, esa misma que carece de humanismo o se hace de la vista gorda, para repudiar los crímenes contra los países árabe/musulmanes, cuya «desdicha» está en poseer el recurso natural de mayor ambición imperialista: petróleo y gas.

Las agresiones contra los pueblos incitan el odio. Las agresiones de los quince últimos años de EE.UU y la OTAN contra los pueblos del Medio Oriente, han fomentado el odio y elevado al clímax, que encuentra su trágica expresión en los hechos ocurridos en Paris esta semana. Estados Unidos está consciente de ese odio, de allí el temor a que un país árabe tenga capacidad nuclear, o la obtenga de algún país con desarrollo atómico. En lugar de cultivar el odio con las 700 bases militares que tiene dispersas por la mayoría de países, debería cultivar la paz para no tener que padecer la zozobra en que viven sus habitantes en los propios Estados Unidos o en el resto del mundo, cuando viajan como turistas. Han sembrado demasiado odio que sólo puede revertirse en tragedia. Ni Rusia ni China que son potencias nucleares, tienen bases militares en otros países.

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