Desterrar un tópico de nuestro subconsciente es infinitamente más complicado que asentarlo. Vivimos rodeados de tópicos en nuestra vida diaria, desde que nos desperezamos bajo el agua de la ducha a primera hora hasta que logramos conciliar el sueño, evitando el incordioso insomnio, bien entrada la noche. Es más cómodo agarrase al tópico para justificar […]
Desterrar un tópico de nuestro subconsciente es infinitamente más complicado que asentarlo. Vivimos rodeados de tópicos en nuestra vida diaria, desde que nos desperezamos bajo el agua de la ducha a primera hora hasta que logramos conciliar el sueño, evitando el incordioso insomnio, bien entrada la noche. Es más cómodo agarrase al tópico para justificar una posición personal que intentar descubrir lo que se esconde tras de ellos.
¿Quién no ha oído hablar de las españoladas? ¿Quién no ha despreciado, en alguna ocasión, el trabajo de ciertos profesionales del cine, por el mero hecho de que estos poseían la nacionalidad española y de que rodaron películas durante la dictadura? ¿Porque metemos en el mismo saco a dignos artesanos y a bastardos mercaderes? Estas preguntas, que cualquiera de ustedes podrá sustituir por otras igual de válidas, reflejan una idea muy extendida entre nosotros, españolitos del nuevo siglo.
Hubo de todo, cómo en botica. Cine propagandista del fascismo victorioso (no por ello exento de calidad estética), filmes de epopeyas nacionales con hedor a naftalina, comedias simplonas con las que no podías parar de reír. Hasta puede que hayan oído hablar de las tres bes del cine español: Bardem , Berlanga y Buñuel , por estricto orden alfabético.
Sin lugar a dudas, este trío magnífico rompe con el topicazo , demostrando que en aquella España, roída y carcomida por una oligarquía asesina, también se hicieron buenas películas. Por supuesto, no podemos caer en la imbecilidad de negar la indudable pericia de otros directores, cómo el falangista hedillista José Antonio Nieves Conde o el dandy franquista Edgar Neville . Pero, parece que estos tres realizadores, y en esto coinciden la inmensa mayoría de cinéfilos, suponen lo mejor que le ha pasado a nuestro cine desde que los hermanos Lumière patentaron el inventito .
Hoy voy a hablarles de Juan Antonio Bardem , voy a centrarme en el más comprometido de los tres. La trayectoria profesional de Bardem , militante comunista desde la posguerra, no fue un camino de rosas, ni mucho menos. Problemas con la censura, falta de financiación, necesidad de dirigir películas de las conocidas cómo alimenticias. Esta montaña de obstáculos no impidieron que pudiera realizar obras maestras cómo Muerte de un ciclista (1955), Calle Mayor (1956), Nunca pasa nada (1963); y filmes correctos cómo La Venganza (1957), Las Sonatas (1959) o Siete días de enero (1979). No puedo dejar de decir, que aunque no figure en los datos recogidos en las antologías del cine, Bardem fue codirector junto a Luis García Belanga , de Bienvenido Míster Marshall (1953).
Desde el principio de su carrera, los mandamases culturales del régimen le zancadillearon en bastantes ocasiones. Cuando descansaba la tijera del censor era la policía la que lo enchiqueraba por su condición de pecero . Bardem , trabajador infatigable, participó además en la creación de UNINCI (Industrial Cinematográfica, SA ), la productora que financió las mejores películas españolas de los años 50 y primeros 60.
UNINCI acabó siendo el brazo cultural del PCE , un polo de atracción de sectores intelectuales, algunos de lo cuales ingresarían posteriormente en el partido. Dirigida por Ricardo Muñoz Suay (crítico, guionista , dirigente del PCE en la clandestinidad), Domingo Dominguín (torero, apoderado, propietario de Vistalegre , hermano del maestro Luis Miguel, comunista apasionado y bon vivant ) y por el propio Bardem , en su Consejo de Administración figuraba la flor y nata del cine patrio: Berlanga , Rabal , Fernán Gómez , Fernando Rey, Saura , …
En 1976, tras la muerte del dictador y su correspondiente estancia en prisión, Bardem dirigió El Puente, una novedosa road movie con fuerte contenido social, que pasó sin pena ni gloria por las taquillas. Basada en unos relatos cortos del escritor Daniel Sueiro , protagonizada por Alfredo Landa, relata la toma de conciencia política de un obrero desclasado durante un puente vacacional .
Sin necesidad de aburrir al personal con largos silencios y discursos enrevesados, con sentido del humor, Bardem desmonta el landismo con la inestimable ayuda del propio actor que dio nombre a aquel fenómeno cinematográfico. El navarro está insuperable, se come la película, demostrando su versatilidad cómo intérprete. El Puente supuso el despegue de Alfredo Landa cómo actor dramático. Landa siempre ha agradecido a Bardem la confianza que depositó en él para participar en esta película, paso previo para alcanzar la gloria con El Crack (José Luis Garci , 1981), Los Santos Inocentes (Mario Camus , 1984) o El Bosque Animado (José Luis Cuerda, 1987).
Recomiendo de viva voz, cómo se decía antes, el visionado de este filme. Recorre de manera magistral los principales problemas de la clase trabajadora en aquellos años lampedusianos , anticipando en una memorable canción la futura Transición-Transacción. Cómo he señalado antes, no es una película con ínfulas intelectuales, de esas que invitan al ronquido en el sofá. Aprovechen y se la descargan de las redes p2p, que para eso las tenemos.
Retomando la peripecia humana de Juan Antonio Bardem , sólo señalar aquí que publicó sus memorias en el verano de 2002, ya octogenario, justo antes de su fallecimiento en el mes de octubre de aquel mismo año.
Treinta días escasos antes de su muerte, fue homenajeado en la Fiesta del PCE , arropado por su familia y por amigos cómo Eduardo Haro Tecglen , Francisco Umbral, Agustín González o Marcelino Camacho . El artículo posterior de Umbral, sobre el homenaje a un Bardem gravemente enfermo, postrado en una silla de ruedas, provocó la ruptura de la amistad del primero con Haro Tecglen y con Fernando Fernán Gómez . Censurado en el franquismo, vetado en la democracia (cómo bien ha recordado en un comentario al borrador de este post el compañero Toni Esteban), molesto para los eurocomunistas, demasiado rojeras para la factoría Prisa, Juan Antonio Bardem fue ante todo un trabajador del cine, un intelectual marxista al servicio de su pueblo.