La inesperada decisión demuestra apuro y voluntad política -no jurídica- de condenar el ex presidente
La inesperada prisa sorprendió hasta a los sectores de la derecha más ensañada de los medios de Brasil, que suponían que el juicio iba a tener lugar sólo en marzo o abril de 2018. Según el periódico Folha de Sao Paulo, uno de los enemigos declarados de Lula, «este fue el proceso que más rápidamente subió de instancia. João Pedro Gebran Neto [el ponente del proceso] concluyó su resolución en 100 días cuando la media en otras resoluciones para otros procesos de la Lava Jato fue de 275 días».
En julio pasado Lula había sido sentenciado en primera instancia -sin pruebas, pero con convicciones [en alusión a la frase del fiscal de la operación Lava Jato, Deltan Dallagnol, quien afirmó que contra Lula no había pruebas, sino convicciones]- por el justiciero Sergio Moro a nueve años y medio de prisión por los crímenes de corrupción pasiva y lavado de dinero por supuestos beneficios de la empresa contratista OAS en el caso del departamento triplex en Guarujá, en el litoral de São Paulo. En la ocasión, los abogados de la defensa de Lula presentaron innumerables documentos que comprobaron que el apartamento nunca fue propiedad de Lula. El juez mediático Sergio Moro, que siempre ha sido muy amable con el senador Aécio Neves y otros miembros de PSDB [Partido de la Social Democracia Brasileña] implicados en denuncias de corrupción, descartó las pruebas y ahora el caso irá a segunda instancia. En el mismo golpe, el TRF4 demostró de inmediato su voluntad política -y no jurídica- de condenar el ex presidente.
Como señala la revista Carta Capital, «el caso se tramita en tiempo récord en el TRF4. Fueron 42 días entre la condena de Lula por Moro y el inicio de la tramitación del proceso en segunda instancia. El juez de segunda instancia João Pedro Gebran Neto tardó solamente 36 días en concluir su resolución. El revisor de la acción, Leandro Paulsen, finalizó la suya en apenas seis días hábiles». La intención política de los jueces es evidente. Todo lo que hacen es tratar de abortar la candidatura de Lula – que lidera los sondeos para las elecciones presidenciales ante todos los candidatos a la sucesión presidencial. En teoría, si el TRF4 ratifica la decisión de Sergio Moro, Lula no podría ser electo, pues el STF [Supremo Tribunal Federal] recién autorizó que los efectos de una condena pasen a valer a partir de la decisión en segunda instancia.
En un país donde vivimos algo semejante a un estado de excepción, el juicio es una farsa armada. El «juicio» del 24 de enero va a servir solamente para aguzar el ensañamiento de los medios corruptos y de los sectores que apoyaron el golpe que llevó al poder la pandilla de Michel Temer. Sin embargo, la batalla no ha terminado. Como consecuencia de las innumerables ilegalidades que se cometieron en la operación mediática Lava Jato, aún hay oportunidades para apelación judicial en instancias superiores.
Pero lo más importante será la movilización de los sectores democráticos de Brasil y de todo el mundo contra este nuevo golpe contra la democracia. Las cautivadoras caravanas de Lula y los resultados de todas los sondeos muestran que el juego sigue. No hay razones para desencantos o vacilaciones.
Traducción: Luiza Mançano, para Brasil de Fato.
Fuente (de la traducción): https://www.brasildefato.com.br/2017/12/14/opinion-or-justicia-adelanta-el-juicio-de-lula-da-silva-para-enero/