El presidente argentino, Néstor Kirchner, llamó hoy a un »boicot nacional» contra Shell, al criticar con dureza a algunas empresas privatizadas, como la petrolera anglo-holandesa, que el martes pasado dispuso fuertes aumentos en los combustibles. »Los argentinos no le tienen que comprar (a Shell). No le compremos nada, ni una lata de aceite, no hay […]
El presidente argentino, Néstor Kirchner, llamó hoy a un »boicot nacional» contra Shell, al criticar con dureza a algunas empresas privatizadas, como la petrolera anglo-holandesa, que el martes pasado dispuso fuertes aumentos en los combustibles.
»Los argentinos no le tienen que comprar (a Shell). No le compremos nada, ni una lata de aceite, no hay mayor acción que ese boicot nacional que le puede hacer el pueblo argentino», dijo el presidente durante un acto de entrega de uniformes escolares en la Casa Rosada, sede del gobierno.
Algunas empresas tomaron el camino de los aumentos de sus servicios, justo en momentos en que se festejaba aquí la salida del default, después de una complicada negociación para el canje de deuda.
Los aumentos dispuestos por Shell, que controla 16.5 por ciento del mercado local de combustibles líquidos, oscilan entre el 2.6 y 4.2 por ciento, aunque la española Repsol-YPF y la brasileña Petrobras decidieron aumentos.
»Que se den cuenta que los argentinos ya no soportamos este tipo de acciones», dijo Kirchner, quien anoche, en una entrevista televisiva, había anunciado que su gobierno tomaría medidas para evitar que un rebrote inflacionario causado por la actitud de ciertas empresas afectara la dura recuperación del país.
Acusó además a empresarios de ciertos sectores, como el de la carne, de especular con los precios, y advirtió que no habrá aumento de tarifas de servicios públicos.
Al hablar con los alumnos que recibían los uniformes, Kirchner atribuyó el aumento de precios que hicieron subir el índice de inflación en febrero pasado a que algunos sectores »no quieren cambiar el sistema de distribución del ingreso».
Empresarios organizaron una protesta frente a la sede de la petrolera anglo-holandesa Shell en el centro de Buenos Aires, como respuesta al llamado del presidente a boicotear la empresa FOTO Reuters
Anoche, el mandatario y el ministro de Economía, Roberto Lavagna, se reunieron para evaluar las medidas que pueden evitar brotes inflacionarios que pongan en peligro la difícil recuperación del país, tras la crisis que estalló a finales de 2001.
La inflación llegó este año a 2.5 por ciento, mientras el año pasado el Indice de Precios al Consumidor fue del 6.1 por ciento para todo el año. Una subida mayor del costo de la canasta familiar dispararía nuevamente el aumento de la pobreza.
Kirchner atribuyó los aumentos a una búsqueda »desmedida» de rentabilidad de las empresas, al tiempo que hizo una advertencia a los »sectores monopólicos que nos quieren imponer condiciones».
Según analistas, el presidente salió a »jugar duro» para evitar los aumentos, y poco después de su llamado al boicot contra Shell, un grupo de pobres y desocupados se reunió frente a la sede de la firma para protestar y apoyar el boicot.
»No vamos a permitir este golpe de mercado que intenta afectar la vida de los argentinos y sabotear la política del gobierno», sostuvo un dirigente piquetero.
En cambio, algunos empresarios de lugares de venta de combustible de la Shell consideraron que ese no era el camino y que debía regularse el tema de las empresas de hidrocarburos, que desde los años 90 no seguían reglas, tras las llamadas privatizaciones salvajes, hechas en un marco de corrupción.
Además, el gobierno argentino mantiene abierto un frente de conflicto con las empresas privatizadas de servicios públicos, que reclaman aumentos tarifarios para mantener los grandes márgenes de ganancia de los años 90.