La escena no deja de tener su pimienta: Kirchner cierra un acuerdo con Chávez, un enemigo político del gobierno de Bush, para seguir pagando la deuda argentina con el FMI. El presidente argentino pretende continuar su ‘resistencia’ contra los dictados del Fondo pagando todo lo que debe, incluso con una yapa.
Porque la política de emitir bonos para pagarle al Fondo, que son comprados, sea por Venezuela u organismos del Estado argentino, como los fondos fiduciarios, sirven al mismo tiempo para alimentar la especulación financiera internacional con la deuda pública argentina.
Como los títulos de esta deuda suben, ingresan capitales del exterior para participar de la calesita financiera. Los parásitos de los ’90 se vuelven a llenar de plata a costa del presupuesto nacional que sostienen 15 millones de pobres, que pagan los impuestos al consumo.
De paso cañazo, el peso sube y el dólar baja, lo que multiplica el beneficio de la especulación cuando se la mide en dólares. Pero nadie se engaña: El Cronista y Ambito Financiero saludan en primera plana la jugada de Kirchner en la patria de Bolívar. No en vano los títulos en pesos, precisamente los que compra Venezuela, se han valorizado un 10% en menos de dos semanas.
Este culebrón ‘antiimperialista’ para pagarle al imperialismo no es algo que deba sorprender a los argentinos. En 1979-80, el mismísimo Martínez de Hoz violó un embargo comercial de Estados Unidos contra Rusia, con motivo de la invasión rusa a Afganistán, para enriquecer a la ‘patria exportadora’ de cereales y a los banqueros que la financian.
El negocio sirvió, en aquel momento, para que el partido comunista justificara su apoyo a la dictadura de Videla.
De acuerdo a las informaciones conocidas, Kirchner fue a buscar a Venezuela una garantía de compra de bonos durantes dos años, o sea hasta las elecciones de 2007, para usarla como elemento en la puja con el FMI.
Semejante pedido entraña la contrapartida de concesiones de Argentina que resulten necesarias para Venezuela, pero no ha trascendido su naturaleza.
De cualquier modo, esto supone que los precios del petróleo no sufrirán una caída importante en ese período; como la operación no la hace el Banco Central sino la Tesorería de Venezuela, Chávez deberá inscribir ese compromiso en el presupuesto del Estado.
¿Es posible que, como sugiere algún diario, Chávez haya comprometido a Kirchner a respaldar una victoria electoral de Evo Morales en Bolivia a mediados de diciembre próximo?
Algunos cables sugieren que esto iría contra la política de Bush, quien incluso estaría dispuesto a apoyar una secesión de Santa Cruz de la Sierra contra una presidencia de Evo Morales.
Sin embargo, todo indica que tanto Kirchner como Lula ya han decidido que las elecciones bolivianas deben ir hasta el final y que una victoria de Evo debería ir acompañada de un gobierno de coalición que otorgue garantías suficientes y sólidas a las compañías petroleras.
El propio Chávez es muy ducho en el manejo con los pulpos del petróleo. Un ascenso de Evo Morales a la presidencia agregaría un golpe más a la serie que está debilitando al gobierno de la camarilla criminal norteamericana.
Para meter a Chávez en la ‘concertación’ internacional por Bolivia, Lula y Kirchner admitirían incorporar de palabra a Venezuela al Mercosur, dejando que las negociaciones económicas se tomen su tiempo.
El destino del Mercosur está condicionado a las negociaciones internacionales que apuntan a ingresar al mercado norteamericano en condiciones favorables respecto a China.
El Mercosur no es un proyecto autáquico y su inviabilidad ya se ha demostrado en forma reiterada en los últimos años. La integración latinoamericana debe ser antes que nada un planteo político, para reorganizar al continente sobre nuevas bases sociales. Las únicas clases históricamente interesadas en este proyecto son los obreros y los campesinos.
Lavagna, de todos modos, o sea la burguesía interesada en el peso devaluado, ya ha dejado entender que no lo entusiasma depender de una garantía venezolana. Chávez puede comprar bonos por un tiempo, pero la burguesía necesita financiamiento internacional.
De ahí que el ministro insistiera con el objetivo de llegar a un acuerdo con el Fondo. Los ‘acuerdos antiimperialistas’ pueden servir para la extorsión pasajera al imperialismo, pero no representan los intereses de la ‘burguesía nacional’. Lo que al sector contratista de obras públicas de esta burguesía sí le interesa es el flujo de los petrodólares de Venezuela para trabajos de infraestructura.
En torno a este sector de contratistas Kirchner y Lavagna han abierto una nueva disputa, con el ministro tratándolo de coimero y el presidente por su lado caracterizándolo como la representación misma de la burguesía nacional. El ministro De Vido es el agente viajero de la patria contratista.
Que Chávez ofrezca plata a Kirchner para pagar la deuda externa de Argentina es una elocuente manifestación de las limitaciones del nacionalismo burgués. Al mismo tiempo, el gobernador Solá ha mandado a sus emisarios a hacer un canje de la deuda externa de la provincia, que es un gigantesco negoción para los bancos y fondos financieros internacionales.
Simplemente les reconoce como deuda unos 800 millones de dólares de intereses impagos de la deuda en default, entre 2002 y 2005, lo que convierte al compromiso externo de 2.300 millones de dólares, a diciembre de 2001, en 3.100 millones al 2005.
A la ‘quita’ del 60% que exige Solá hay que restarle el ‘agregado’ del 35% de los intereses usurarios impagos -la deuda de 2.300 millones de 2001 baja a 1.850 millones. Pero los fondos compraron la deuda a sus tenedores minoristas por mucho menos, digamos por unos 600 millones de dólares (un 75% de descuento), por lo que harán una ‘diferencia’ sencillamente fabulosa.
¿Puede un capitalista financiero internacional sentir alguna disconformidad con el gobierno que le permite trapisondas de este tamaño?