Un film, hable del futuro o hable del pasado, siempre habla del presente. Pero cuando evoca hechos históricos, puede hacerlo con más o menos veracidad. Así, Espartaco es pura invención hollywoodiense (como lo es El Cid de Mann con Charlton Heston) mientras que Senderos de gloria es muy verídica. Imagen promocional de Kirk Douglas en […]
Un film, hable del futuro o hable del pasado, siempre habla del presente. Pero cuando evoca hechos históricos, puede hacerlo con más o menos veracidad.
Así, Espartaco es pura invención hollywoodiense (como lo es El Cid de Mann con Charlton Heston) mientras que Senderos de gloria es muy verídica.
Imagen promocional de Kirk Douglas en Espartaco
En efecto, ni Espartaco ni los otros esclavos luchaban contra la esclavitud. En aquel mundo, muy pocos (quizá solo alguna mente privilegiada) concebían un mundo sin ella.
Espartaco no pensaba que debiera abolirse. Se rebeló contra «su» esclavitud porque consideraba que, según las leyes romanas vigentes, él no debía ser esclavo. No le quito mérito a su atrevimiento, pero la historia es la que es.
Y los que lo siguieron, lo hicieron por desesperación, por huir de una muerte cercana y cierta (una cosa eran los esclavos domésticos y otra los que trabajaban en las minas, por ejemplo). Prefirieron morir viendo la luz del día. Pero no es creíble que concibieran un mundo sin esclavitud (salvo que procedieran de una tribu africana donde la esclavitud era desconocida). Y digo como antes, no les quito méritos, pero la historia es la historia.
Pero una mirada crítica sobre ese film nos invita a reflexionar en cómo los derechos humanos tardan siglos en abrirse paso. Y cómo hay derechos humanos que aún siguen siendo pisoteados sin que una mayoría de la población se inmute. Ocurre con la prostitución, sin ir más lejos. Frente a los que sostienen: «Siempre la hubo y siempre la habrá», conviene recordar que con la esclavitud, hasta hace cuatro días, se decía lo mismo…
Y, a propósito de prostitución, el episodio con el personaje de Jean Simmons es de crema pastelera ¿alguien imagina a los dueños de esclavos «echándoles» prostitutas a los gladiadores para que tuvieran «una alegría» antes de morir? Y, caso de hacerlo ¿pondrían a su disposición a una chica tan guapa, tan bien comida y vestida, con todos sus dientes?
La cruel realidad es que la prostitución era una de las peores formas de esclavitud. Y, cierto, Jean Simmons (su personaje) hubiera podido ser esclava prostituta, primero en casa de un rico, luego, en burdeles también para ricos, y, a medida que se fuera degradando físicamente (o sea, en poco tiempo) irían rebajando su categoría. ¿En qué estado llegaría a «puta para esclavos»?
Kirg Douglas en Senderos de Gloria
Por el contrario, Senderos de gloria sí es bastante verídica. Cierto que, cuando se rodó, solo habían pasado cuarenta años de los hechos narrados. Aún había supervivientes de la Primera Guerra Mundial.
El film, aunque se presenta como ficción, está ampliamente basado en la realidad. Y, en concreto, en la batalla del Sentier des dames .
Los hechos fueron estos: esa batalla, que duró cinco meses, fue una brutal carnicería. Por las cartas y otros testimonios de los soldados franceses, se sabe que, al empezar, muchos estaban henchidos de patriotismo. Pero, solo en 15 días (concretamente desde el 16 al 30 de abril) murieron 30.000 (sí, 30.000). Los lanzaban al ataque y caían decimados.
Algunas compañías se rebelaron. El general Robert Nivelle (de siniestra memoria) mandó reprimirlos por las armas. Se sabe que los amotinados cantaban La internacional (recordemos la posición de Jaurés y de Rosa Luxemburgo a la guerra).
Al final, cuando los dominaron, detuvieron a 130 y, al día siguiente, fusilaron a cinco para que los demás tomaran nota.
De hecho, durante esta batalla, los tribunales militares condenaron a 3.427 soldados de los que 554 fueron fusilados.
Se calcula que, en total, murieron más de 200 000 franceses y otros tantos alemanes.
Al cabo de cinco meses, el ejército francés consiguió el objetivo fijado por sus obcecados y desvergonzados mandos (bien guarecidos en el Estado Mayor). Pero, poco después, los alemanes volvieron a la carga y desalojaron de nuevo a los franceses … Una escena de La grande illusion de Renoir (1937) refleja esos siniestros vaivenes: tras una intensa batalla-carnicería se consigue conquistar un lugar que, luego, es de nuevo reconquistado por los alemanes. Los prisioneros franceses comentan: «Para lo que debe quedar del pueblo»…
En resumen, Senderos de gloria , sí refleja la realidad de lo ocurrido. Y nos invita a reflexionar sobre la guerra, el poder, el nacionalismo: ¿por qué se declaró? ¿a quién beneficiaba? ¿quién moría? ¿cómo se «trabajó» y se exacerbó durante meses el sentimiento nacionalista antes de llegar a la declaración de guerra? ¿cómo y por qué fueron asesinados los líderes socialistas y comunistas que se oponían a la guerra (Jaurés y Luxemburgo, citados antes)?
Y también plantea asuntos ligados a la memoria histórica. En Francia, solo muy recientemente se ha empezado a hablar de manera crítica sobre esa y otras carnicerías. La censura funcionó desde el primer momento. La chanson de Creonne ¡estuvo prohibida hasta el 76! Algo similar ocurrió durante la guerra de Argelia con Le déserteur , que Boris Vian.
Senderos de gloria contrarresta el baño de «heroicidades» violentas y brutales que habitualmente difunden los films, videojuegos y series.
Nos da una magistral clase de historia que sirve para el presente. Y ahí reside el interés de estudiar el pasado ¿no?
Pilar Aguilar Carrasco es analista y crítica de cine.
Fuente: https://blogs.publico.es/otrasmiradas/29022/kirk-douglas-espartaco-o-senderos-de-gloria/