Aportes para una caracterización de la coyuntura nacional venezolana en el primer semestre del 2014 A Consuelo Rodríguez Martín (QPD), quien nos enseñó a andar espabilados, en el año centenario de su nacimiento. 1.- El Golpe de Estado que está en marcha, auspiciado y concebido en el Departamento de Estado norteamericano, pero con participación […]
Aportes para una caracterización de la coyuntura nacional venezolana en el primer semestre del 2014
quien nos enseñó a andar espabilados,
en el año centenario de su nacimiento.
1.- El Golpe de Estado que está en marcha, auspiciado y concebido en el Departamento de Estado norteamericano, pero con participación subalterna de sectores políticos de la oposición venezolana y de todas las oligarquías y fuerzas de derecha de Latinoamérica, y cuyo objetivo estratégico es detener y revertir el proceso latinoamericano de cambios que se inició en Venezuela en diciembre de 1998, con la victoria electoral de Hugo Chávez Frías, y que tiene como primera tarea el derrocamiento del Gobierno Bolivariano que preside el compañero Nicolás Maduro Moros, es un difícil examen político-militar que se le está haciendo al pueblo venezolano y a los pueblos que en el mundo apuestan por que otro mundo es posible.
Si respondemos con la misma moneda de violencia que la oposición golpista ha desatado, les entregamos en bandeja de plata la guerra civil por la que ellos suspiran. Si no respondemos, los «freedom fighters» del momento («luchadores por la libertad», como llamaba el presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, a la contra nicaragüense de finales de los ochentas y principios de los noventa) nos incendian el país para CNN, protegidos por las policías de las alcaldías y gobernaciones opositoras, que les llevan café, hamburguesas de Mc’Donalds y sándwiches de Subway.
El precio de la paz no puede ser la impunidad.
Es necesario procesar colectivamente los datos de la realidad para poder hacer, entre todos, la lectura entrelíneas de lo que nos está pasando y tener así posibilidad de desmontar el guión que la dominación imperial norteamericana ha decidido para Venezuela.
Una guerra de baja intensidad ha sido declarada. Es guerra en tanto que ya tenemos un parte diario de víctimas fatales, es guerra en tanto en cuanto parte del desconocimiento del ámbito constitucional, justamente porque mucho más que salir del Presidente Nicolás Maduro, les interesa salir de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
2.- Cuando en Francia, o en España, Hollande (del Partido Socialista Francés) sucede a Sarkozy (del partido de la centro-derecha), o Rajoy (del Partido Popular, que viene siendo el Primero Justicia español) sucede a González Zapatero (del Partido Socialista Obrero Español, que viene siendo el Acción Democrática de España), el pueblo espera cambios de gobierno pero no de Estado, ni de sistema económico, ni de forma de vida. Para estos países ya se llegó al llegadero, la historia se terminó y ganaron los malos. El capitalismo y el interés por la maximización de la ganancia se transmutaron en el sentido común, en el curso inexorable de la naturaleza humana. Y por eso están como están los nietos, luchando por las condiciones de vida que tenían sus abuelos. En tanto en cuanto ese sentido común que ganó, el de la maximización de la ganancia, les está royendo a ellos, a los nietos, las condiciones de vida de su futuro, al que llegarán con condiciones mucho peores de trabajo, sin salud ni educación públicas, y haciéndole venias a la señora Merkel, no sea que vaya a disgustarse. Ojalá que la insurgencia del Movimiento de los Indignados y el PODEMOS español sea una razón para dejar de creer que lo anterior sea inexorablemente así.
En Venezuela, en diciembre de 1998 no optamos por un cambio de gobierno. El candidato ganador, Hugo Chávez Frías, había resumido en una propuesta, dicha y repetida a lo largo de su campaña electoral por todo el país, el punto de partida de su programa de gobierno: La Asamblea Nacional Constituyente. La refundación de la República sobre otro acuerdo social, sobre otro piso jurídico, sobre otra idea de nosotros mismos, ahora multiétnicos y pluriculturales, cuando en el pasado no teníamos forma ni memoria.
Cuando se juzga la situación venezolana con los raseros europeos, o de los pobrecitos Estados Unidos de Norteamérica, que jamás tendrán un presidente que las grandes corporaciones del complejo financiero-industrial-militar no aprueben, que conviven silenciosa y dócilmente con esa dictadura estalinista del dinero, se tienen grandes posibilidades de no entender un carajo.
Aquí se pretendió, y todavía se pretende, cambiar de vida.
3.- Hilvanar los hechos que siguen al designio que se desató a partir del 12 de febrero, pues el 12 de febrero fue el día en que el plan de desestabilización del Gobierno Bolivariano articulado a una guerra de baja intensidad se puso en marcha, exige que se lleve a cabo la incumplida tarea de caracterizar el panorama nacional que se abrió al día siguiente de las Elecciones Municipales del 8 de diciembre de 2013. Muchas apuestas estaban engatilladas y su desenlace no era previsible.
Henrique Capriles Radonsky, con el apoyo irrestricto de Leopoldo López y María Corina Machado, pretendieron transformar a unas elecciones municipales, que eligen a alcaldes y concejales en 335 municipios de todo el país, en un plebiscito que determinara la legitimidad del Gobierno Bolivariano que preside el compañero Nicolás Maduro Moros. Y lo perdieron.
Lo perdieron al interior de unas elecciones históricas, porque es histórico que Mervin Méndez (Copei), haya ganado las elecciones del Municipio Lagunillas del Edo. Zulia por trescientos y pico de votos, y nadie haya levantado su voz para decir esta boca es mía.
Con esa minúscula diferencia, ganar una alcaldía tan importante políticamente en el Zulia como lo es el Municipio Lagunillas, no sólo es un precedente histórico sino además una auténtica radiografía del país. Gracias al sistema electoral venezolano, se pueden determinar ganadores por diferencias muy estrechas y seguir la vida en paz. El 8 de diciembre de 2013 el sistema electoral venezolano, el poder electoral venezolano, aprobó un examen que no requirió de auditoría.
La jugada desestabilizadora había perdido, y se había tragado la fuerza que podía haber impulsado a la oposición democrática venezolana a unas condiciones mucho más sólidas, a ser una referencia política alternativa en amplias y complejas responsabilidades de gobierno estatal y municipal.
Como la sumatoria nacional de votos favorecía al Gobierno Bolivariano , el plebiscito convocado por Henrique Capriles, Leopoldo López y María Corina Machado operó en el sentido diametralmente opuesto. No sólo porque consolidó nacional e internacionalmente al Gobierno Bolivariano presidido por Nicolás Maduro Moros, sino porque transformó a Henrique Capriles Radonsky, de máximo líder del proyecto político de la oposición venezolana, en un Gobernador susceptible de Referéndum Revocatorio a partir del 2015.
Entonces Leopoldo López y María Corina Machado deciden que esa derrota, que podía haber sido victoria, porque por encima de cualquier maquillaje la oposición creció y el chavismo decreció, no era con ellos, y que le pertenecía por entero a su mentor fundamental: Henrique Capriles.
A partir del 9 de diciembre de 2013, la redefinición de las diferentes agendas políticas es una de las pistas de análisis más iluminadoras y sobre las de Leopoldo López y María Corina Machado será necesario volver, pero antes un ejercicio de autocrítica.
Del lado del Gobierno Bolivariano se incurrió en un grave error que consistió en respirar más de la cuenta en el oxígeno que representó la derrota de la oposición en el presunto plebiscito. No niego que eso fuese muy celebrable, lo que creo es que no podía ocultar una nueva pérdida de apoyo electoral en comparación a las elecciones municipales inmediatas anteriores, que es lo que todo balance está obligado a hacer. Se creyó ilusamente que la derrota de la oposición era victoria del Gobierno Bolivariano cuando eso no era así. Habría bastado con que Henrique Capriles y sus aliados de entonces, Leopoldo López y María Corina Machado, no hubiesen cometido el error de polarizar unas elecciones municipales, para que hubiese quedado patente una nueva pérdida de terreno electoral por parte del chavismo.
Es su metida de pata, y no nuestra fuerza, lo que nos da la victoria. Con victorias así no se puede fanfarronear mucho.
En todo caso, ese momento en el que al Gobierno Bolivariano se le abren, a los efectos de gestión, los primeros 24 meses sin elecciones en mucho tiempo, es también el escenario que elige el imperio para lanzar su ofensiva. ¿Por qué? ¿Hicieron en el Pentágono un análisis con la matriz FODA (fortalezas y oportunidades; debilidades y amenazas) para determinar que era el 12 de febrero la fecha indicada para el inicio de la operación de cerco y asedio?
El 12 de febrero, a tan sólo 65 días de las elecciones municipales, a partir de una manifestación con los muertos anticipados, como estaban anticipados los muertos del 12 de febrero, se lanzó la operación de provocación/desestabilización/ataque selectivo que lleva hasta la fecha de hoy 140 días, 43 muertos específicamente atribuidos a estos hechos, genéricamente conocidos como «guarimbas», y cuya víctima más significativa, políticamente hablando, es el Mayor Eliécer Otaiza, cuyo asesinato tiene como preámbulo el hecho de que, en la entrevista al Ministro del Poder Popular para las Relaciones Interiores y Justicia, Gral. Miguel Rodríguez Torres, por parte del periodista y político José Vicente Rangel, en su habitual programa dominical, al ser preguntado por este último sobre las que eran sus previsiones para el futuro, el Ministro Rodríguez Torres contestó que preveía una escalada que incorporaba asesinatos selectivos.
Eso que arrancó el 12 de febrero, concita la articulación de la prensa de derecha capitalista de toda la bolita del mundo empezando por CNN y El País de Madrid. Se desarrolla con la desembozada e impúdica presencia activa del Gobierno y el Congreso de los Estados Unidos de Norteamérica, incluyendo desgarradas declaraciones del Gral. John Kelly, Jefe del Comando Sur, quien clama que Venezuela se cae a pedazos frente a sus ojos y ellos allí, cruzados de brazos, varias groserías del Secretario de Estado, John Kerry y por lo menos dos declaraciones del Presidente Obama, que en su oportunidad George W. Bush jamás se permitió, en las que interviene descaradamente en los asuntos internos de Venezuela.
Digámoslo con todas sus letras: El 12 de febrero de 2014 arrancó un operativo político militar tan maquiavélico, que Leopoldo López aceptó entregarse al Poder Judicial que lo requería cuando Diosdado Cabello, Presidente de la Asamblea Nacional, le presentó a sus padres un audio en el que, en una conversación, se adelantaba el asesinato de su hijo Leopoldo López, de modo que el movimiento opositor golpista tuviera un mártir que galvanizara el sentimiento de toda la oposición. Así sería la conversación, así serían los interlocutores de la misma que, tras escuchar el audio en cuestión, Leopoldo López aceptó entregarse a sabiendas del contenido de protección de su integridad física, por parte del Gobierno Bolivariano, que tenía todo el procedimiento. A pesar de lo demoledor de este hecho, aquí todo el mundo con su cara tan lavada. Si eso no es un Golpe de Estado en marcha, ¿qué cosa lo es?
4.- Hay momentos en los que los pueblos viven circunstancias que significan profundas transformaciones de su noción de sí mismos, de la historia en que viven y de su papel en ella. Eso que en el pasado llamábamos saltos en el nivel de conciencia.
Los cuatro días de abril de 2002, del 11 al 14, son el mejor ejemplo que puedo y debo dar. Sería mezquino decir que los aprendizajes que se realizaron sobre la incidencia de los medios de comunicación social en la vida del país se hicieron sólo del lado chavista, pero no del lado opositor. Eso sería absurdo. La «Carmonada» nos pasó a todos independientemente si nos gustó, o no, lo que terminó pasando. El 15 de abril de 2002 todos y todas amanecimos diferentes porque eso que había pasado había tenido capacidad de impactar y transformar nuestra conciencia.
El pasado 10 de abril, la instalación del Diálogo Nacional en el palacio de Miraflores fue, guardando las distancias, una de esas ocasiones. Si hubiesen quitado la Cadena Nacional de Radio y TV que transmitía el evento desde Miraflores, la totalidad de la audiencia habría sintonizado al canal 8 de Venezolana de Televisión, porque la telenovela de esa noche no pasa todos los días. Ver a la oposición diciéndole de todo menos bonito al Gobierno Bolivariano encabezado por Nicolás Maduro, y ver al Presidente y al Gobierno Bolivariano contra argumentando, no era cualquier situación, no era algo banal; era el sustituto verbal a las bombas estallando, las granadas reventando, las ráfagas destrozando. En todo caso, uno pudo sentir al día siguiente en los comentarios de la gente en la calle, en el metro, al rememorar las incidencias del evento, que todos habíamos visto el mismo programa con el mismo interés y que a todas y todos nos había impactado aunque fuese en forma diferente. Fue sin duda un taller de Ciencias Políticas de Alto Nivel realizado por el país entero transformado en gigantesca aula colectiva.
Ese acto de paz que fue la convocatoria a Diálogo Nacional, produjo el inmediato rechazo de los partidos políticos Voluntad Popular y Proyecto Venezuela, demostrando su altísima eficacia pues, de manera precisa, clara y rápida, se le pudo presentar a todo el país, pero sobre todo a la propia oposición venezolana, cuáles son las fuerzas a las que no les importa tanto salir de un Presidente como salir de eso que llaman «el proceso». Unas fuerzas a las que las Elecciones Parlamentarias de diciembre de 2015 no les sirven ni ganando, porque lo que esas fuerzas necesitan es que se acabe la vigencia de la Constitución Nacional de la República Bolivariana de Venezuela, y las Elecciones Parlamentarias no harían otra cosa que fortalecerla. Más allá del estado en que ahora se encuentre esa iniciativa política del Diálogo Nacional, su solo intento demostró la existencia de fuerzas que tienen en un clima de paz a su más fiero enemigo. Voluntad Popular es el partido político que representa los intereses del Departamento de Estado norteamericano en Venezuela, y su rostro es Leopoldo López. Proyecto Venezuela es el partido político que representa los intereses del capital en Venezuela. A pesar de no ser su militante, María Corina Machado les da rostro. Esas fuerzas y esos rostros van a perseguir con todos los muchos recursos con los que cuentan que se desate una guerra civil en Venezuela que cumpla funciones en dos planos. En el plano internacional, en el nuevo marco de confrontación Estados Unidos-Europa vrs. Rusia-China, que balancee las contradicciones que en el otro extremo del mundo escenifican Ucrania contra Crimea y otros territorios y ciudades pro-rusas. En el plano nacional y continental, que cauterice el proceso bolivariano de cambios que le sigue cambiando el rostro a América Latina.
Así como los sucesos antes mencionados se desarrollaron en vivo y en directo, y el hecho comunicacional tuvo una importancia demoledora, la situación política de todo el país, pero en particular del ámbito que pudiéramos identificar genéricamente como el chavismo o el proceso bolivariano está fuertemente afectado por los eventos que se desataron a partir de la carta del compañero Jorge Giordani, ex-ministro de Planificación, fechada el 18-06-14 tras su salida del Gabinete Ejecutivo
El primer gran error que se pudiera cometer es no comprender que ese asunto, el primer enfrentamiento público del Gobierno Bolivariano presidido por el compañero Nicolás Maduro con el fantasma de la corrupción administrativa, es un asunto de interés nacional e internacional que ya está, irrevocablemente, en el foco de atención de los medios de comunicación social, de las redes sociales, pero sobre todo de los pueblos del mundo. Esa cifra de veinte mil millones de $ entregados a «empresas de maletín», es hoy un lugar del imaginario político venezolano.
Su referente anterior en la historia política venezolana es en 1978, con la lista de Piñerúa al final del primer gobierno de Carlos Andrés Pérez. En aquel año se enfrentaban electoralmente por la Presidencia de la República Luis Piñerúa por AD, impuesto por Rómulo Betancourt como candidato del partido de gobierno precisamente por estar abiertamente enfrentado al entonces presidente adeco, Carlos Andrés Pérez, acusado de haber forjado a punta de renta petrolera a la llamada «burguesía emergente» cuyos dos máximos representantes fueron Pedro Tinoco y Gustavo Cisneros; contra Luis Herrera Campins de COPEI, quien popularizó la consigna «¿Dónde están los reales?»
Cayendo abiertamente en la provocación política de su contrincante, y buscando forjar su imagen como adalid de la lucha contra la corrupción, Piñerúa le prometió al país una lista de corruptos que se habrían aprovechado del festín petrolero de aquellos años de la Gran Venezuela. La lista se convirtió en la primera promesa incumplida del candidato presidencial. Nunca la presentó y ésta, «la lista de Piñerúa», pasó a ser en el argot político venezolano la imagen de la hipocresía y del tener un «rabo de paja» que prefiere no acercarse a la candela.
Como creo que este asunto define el futuro de eso que conocemos como «proceso bolivariano de cambios» le abro punto aparte.
5.- De lealtad es el asunto.
Conociendo como conocemos las implicaciones de la corrupción en la distorsión y eventual desaparición de los procesos políticos de cambio y transformación, con estos veinte mil millones de $ es necesario ser muy cuidadosos. En su búsqueda se nos puede perder el proceso latinoamericano de cambios, pero también lo podemos hacer irreversible.
Comencemos por caracterizar a esos veinte mil millones de $ como un recurso del pueblo venezolano que debe ser recuperado.
Desde el momento en que la compañera Edmé Betancourt, en su carácter de Presidenta del Banco Central de Venezuela, denunció en forma reiterada durante el mes de julio de 2013, que «empresas de maletín» se habían llevado la delirante cifra de veintidós mil millones de $, fuimos impactados tanto por su denuncia como por su intempestiva remoción del cargo que ostentaba desde hacía sólo cien días. Aquello, de entrada, lucía muy mal. Edmé Betancourt había sido, durante los gobiernos del Presidente Chávez, una de las caras más representativas en el área económica. No era una improvisada, ni una trasnochada. ¿Era su remoción del cargo de Presidenta de Banco Central de Venezuela el castigo por denunciar el desfalco de más de veintemil millones de $ por parte de «empresas de maletín» favorecidas por decisiones de funcionarios públicos de alto nivel y de máxima confianza del Gobierno Bolivariano? Los medios de comunicación social, tanto del chavismo como de la oposición, hirvieron de denuncias por esos días, pero el asunto se perdió en el espiral inflacionario que por aquellos meses, de agosto a noviembre de 2013, culminó con las espectaculares intervenciones de DAKA y demás tiendas de electrodomésticos que especulaban con los dólares recibidos a 6,30 Bs por $ y vendidos en mercancía a más de 80 Bs. por $.
Diez meses más tarde, la remoción del compañero Jorge Giordani como Ministro de Planificación, motiva un texto que él tituló: «Testimonio y responsabilidad ante la historia» en cuyo primer párrafo, el compañero Giordani, le da carácter de rendición de cuentas ante el país.
Es un dato de la realidad que el texto del compañero Giordani fue inmediata y públicamente contestado en términos descalificatorios, entre otros, por el compañero Nicolás Maduro, Presidente de la República, por el compañero Diosdado Cabello, Presidente de la Asamblea Nacional y por el compañero Jorge Rodríguez, Alcalde del Municipio Libertador.
Las descalificaciones hechas, más al compañero Giordani que al texto en sí, aludían a una supuesta posición de reconcomio trasnochado. Corrupto nunca le dijeron.
Debo confesar que después de haber sido uno de los «habladores de paja» que por allá, por el 2007, reunió el Centro Internacional Miranda para debatir la coyuntura política nacional, las manifestaciones de disidencia crítica provenientes de tan altas esferas me tenían un tanto perplejo. Molesto quizás. Criticar ahora que nos están bombardeando, sin haber criticado nunca antes, no me quedaba claro. Con algunos compañeros y compañeras comenté en su momento mi rechazo a los elementos críticos del compañero Giordani en los términos que más comúnmente se hicieron: Él, el compañero Giordani, era responsable de haber desperdiciado el espacio y el momento de las denuncias que hoy hace. En base a la información disponible, así pensaba y así decía.
Pero cuando uno de los cuadros más mediáticos del Gobierno Bolivariano y de la Dirección Nacional del PSUV, el compañero Héctor Navarro nos informa, ¡al fin!, no solo de que le «…constan los esfuerzos de Giordani para lograr que el Presidente lo recibiera con el objeto de plantearle muchos problemas y vías de acción…en un número importante de puntos de cuenta que fueron simplemente devueltos, después de meses, por el Presidente, con una firma y la marca’DIFERIDO’ (todos con la misma fecha de diferimiento) pero sin un comentario, recomendación, observación…» sino de que además «…El 14-2-2013 (nótese que todavía no había fallecido el Comandante Chávez), Jorge Giordani estuvo en la Dirección Nacional del PSUV y, de acuerdo a nuestros apuntes, planteó allí varias de las cosas que ahora plantea en su carta; resultado: Silencio absoluto.» Incluido el suyo, según nos lo cuenta el propio compañero Navarro, incluido el de él. Todos callaron.
Esta carta pública que el compañero Héctor Navarro tituló: «Contra la manipulación informativa en torno a la carta de Jorge Giordani» aparecida en Aporrea el 24 de junio de 2014, tiene la virtud de colocarnos creo que a todos, pero por lo menos a mí, en un serio problema ético. El problema ético de saber. No hay nada más complicado que saber. Si uno no sabe, no es responsable, y debe ser por eso que tanta gente protege su ignorancia, que no es inocencia sino astucia, ya que si uno sabe comienza a ser responsable, por el hecho mismo de saber, de cómo son y cómo deben ser sus actos sobre ese aspecto que ahora conoce. La primera consecuencia ética para mí, de la carta del compañero Navarro, es cambiar mi opinión sobre la que creía que había sido la actitud del compañero Giordani. Ahora caigo en cuenta de que no había desperdiciado ni el espacio ni el tiempo. Les dijo reiteradamente, en el seno del gobierno, a quienes él creyó que les tenía que decir lo que estaba pasando y, ante el silencio de éstos, él también calló. Hasta que la vicisitud de su remoción como ministro lo llevó a pensar en ese país que nunca antes había sido escenario de sus objeciones de conciencia. Después de tantos años como ministro se acordó de su deber de rendirle cuentas no a su jefe, el Presidente de la República, sino a los destinatarios de su esfuerzo, de su trabajo, el pueblo de Venezuela.
Pobre poder popular venezolano, que por encima de las gárgaras que hacen en su nombre, no ha logrado el poder de saber lo que hacen con sus recursos quienes los administran.
Después de la carta pública del compañero Navarro ocurre su suspensión como miembro de la Dirección Nacional y su sometimiento a juicio por parte del Tribunal Disciplinario del PSUV.
¿Cuál fue su delito? Junto a ese proceso hubo un conjunto de descalificaciones bastante genéricas y algo sobre lo que quiero focalizar este punto: El problema de la lealtad.
Tal parece que algunos dijeran la palabra lealtad y en su mente aparece la imagen de un escaparate. Escaparate no es lealtad. Tapar, cubrir, esconder no es lealtad, es complicidad que no es lo mismo. Sea cual sea la verdad que se esconde tras la lista de «empresas de maletín» que desfalcaron a la nación veinte mil millones de $, con la necesaria complicidad de altos cargos del Gobierno Bolivariano, lo que hoy debe constatarse es que la única lealtad pendiente es la del Gobierno Bolivariano presidido por el compañero Nicolás Maduro con el pueblo venezolano, tanto el que lo adversa desde el bando opositor, como quienes lo apoyamos en el seno del proceso bolivariano, o del Gran Polo Patriótico, o del chavismo, como se prefiera. La única lealtad que está por cumplirse, por realizarse, por hacerse efectiva es la del Gobierno que le garantiza al pueblo su derecho constitucional a manejar plenamente la información sobre los asuntos y las materias que le conciernen, como es el caso de esos veinte mil millones de $. Cantidad equivalente a las que son actualmente las reservas internacionales de la República Bolivariana de Venezuela. Cantidad que es hoy requerida por un país que importa una altísima proporción de lo que come. Cantidad que no tenemos posibilidad de perder porque es la plata de hacer mercado, por decirlo de alguna manera, la plata de los hospitales como lo recordaba el compañero Navarro en su carta.
Esa lealtad adeca de «los trapos sucios se lavan en casa» sirvió para lo que sirvió. Para levantar una organización que exigía solidaridades automáticas, incondicionalidades, silencios, cortinas de humo. La palabra lealtad sigue totalmente ajena a esos significados de complicidad en el delito. ¿Cuál era y cómo se expresaba esa lealtad que los compañeros Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y Jorge Rodríguez exigían al pueblo chavista al contestar la avalancha de críticas y protestas que las cartas de los compañeros Giordani y Navarro habían levantado?
El Gobierno Bolivariano verá cuándo y cómo cumple, verá si da o no explicaciones por el retardo de dos años en dar la información que por la Ley y la CRBV estaban obligados a dar, pero cada segundo que pase hasta que la lista de las «empresas de maletín» que desfalcaron veinte mil millones de $ sea, como tuvo que ser desde un principio, del dominio público, el que está en mora con lo de la lealtad es el Gobierno Bolivariano, y no el pueblo de Venezuela. El que tiene que practicar la lealtad es el Gobierno Bolivariano. Seguir encubriendo a quienes desfalcaron al pueblo veinte mil millones de $ es un acto de profunda deslealtad. Encubra quien encubra, el que está encubriendo es el que está ejerciendo la deslealtad. El proceso bolivariano no puede avanzar cargando a cuestas con los cadáveres de la transparencia y la probidad administrativa.
Otro elemento, fuertemente sospechoso, de esa exigencia de lealtad que hacían los compañeros antes mencionados, era ese latiguillo final con el que, una y otra vez, cerraban sus intervenciones. Palabra más, palabra menos, decían que a quien no le gustara cómo eran las cosas, que agarrara sus corotos y se fuera (del PSUV, se entiende). Hablaban como si cargaran al PSUV en el bolsillo chiquito del pantalón. Hablaban como si fuese de ellos, como si les perteneciera, como si fuera una franquicia de su propiedad. Como si la militancia no tuviera chance de levantar la mano y pedir la palabra para expresar la posición contraria de modo que al final la asamblea votase. Era el suyo un PSUV sin asamblea, un PSUV virtual. Pero sobre esto creo pertinente abrir el punto final.
6.- Después de haber colocado los elementos de reflexión que han quedado expuestos, el reto que el presente material se plantea en su título es, precisamente, el de intentar describir la actitud más adecuada para enfrentar la situación que se nos encima como pueblo que impulsa el proceso bolivariano de cambios.
Ya María Corina Machado ha demostrado no esperar a que termine el Mundial de Fútbol para empezar su campaña por la renuncia del compañero Presidente Nicolás Maduro. Campaña con la que espera generar provocación, desestabilización y guerra, pues ella no tiene duda de qué es lo que quiere y contra quién y, sobre todo, contra qué está. Ella está contra la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y necesita una guerra civil para ahogar en sangre la memoria de que habíamos salido otra vez, como pueblo, a cambiar el mundo. Para que nos dejemos de eso de una vez y para siempre. Para que volvamos a ser el dócil paisito que sus mandantes añoran. Aquél país que tenía por Norte a Miami.
Por su parte, Leopoldo López debe estar renegociando su cabeza con quienes había orquestado esa opereta criminal de «La Salida». Debe ser difícil para Leopoldo López volver a hablar con quienes lo presupuestaron como muerto en esa «operación», pero en todo caso ellos son los fondos de la chequera que tiene decidida para Venezuela una conflagración interna. Aprovechando la polarización, como en la España de 1936; ejercitando la provocación mercenaria y terrorista como la «contra» nicaragüense de finales de los años ochenta y principios de los noventa; aplicando la actual receta siria que involucra armas y mercenarios por parte de las monarquías y emiratos del Oriente Medio y la alcahuetería diplomática de esa Europa que supo dejar morir a la República española.
De la cabulla de la desestabilización y el Golpe de Estado, los Estados Unidos tienen demasiados rollos. Es una materia para la cual no requieren de asesoría. Frente a esa amenaza, la actitud adecuada para enfrentar la situación tiene mucho de «pajarito en grama» esto es, mirar desconfiadamente a un lado y a otro, hacia atrás y hacia adelante, como quien no sabe cuándo ni cómo lanzan el zarpazo, para estar siempre preparados. Me parece, al mismo tiempo, que todo catastrofismo es negativo por inmovilizador. Que también se imponen conductas que aprovechen las maniobras de la llamada «guerra económica» para obligarnos a cambiar prácticas depredadoras. Que no tengamos que comprar a otros países esa materia prima para la fabricación de papel higiénico que es el cartón, porque seamos nosotros capaces de clasificarlo y procesarlo. Eso que parece tan tonto, todavía no lo hacemos y no hay nada ni nadie que nos lo impida.
En ese orden de ideas es pertinente darle vueltas a este trabalenguas: ¿No hacemos autocrítica porque nos están dando un Golpe de Estado, o nos están dando un Golpe de Estado porque no hacemos autocrítica? Creo que el imperio nos atacaría aún más si nuestra gestión fuese buena, pero también creo que nuestras fallas de gestión, que son muchas, engordan el caldo de cultivo que el Golpe de Estado requiere para ser efectivo. Cuando digo fallas de gestión no pienso sólo, aunque sí principalmente, en el Gobierno Bolivariano. Pienso en los Consejos Comunales que no rinden cuentas, pienso en los galpones cubiertos que se ven en la Autopista Regional del Centro, de los que no sale la producción agrícola que se esperaba, pienso en las Plantas de Tratamiento que construimos nosotros y que nosotros permitimos que quedaran inoperantes, sometidas a desvalijamiento. Pienso en todos los Ministros, Viceministros, Directores, Gerentes, Jefes que tienen la expectativa de ser obedecidos por sus subalternos, pero no hacen el menor esfuerzo para ser comprendidos por éstos. Pienso en el perverso mecanismo de la orden que se acata pero no se cumple, entre otras muchas cosas porque los jefes no discuten sobre su ejecución con los subalternos. Los jefes viven con el dedo de mandar bien paradito y así nos luce el pelo. La actitud correcta incorpora toneladas de sentido autocrítico pero éste escasea más que la leche o la harina PAN.
Al interior de lo que se conoce como el chavismo, cuya expresión política es el Gran Polo Patriótico, creo necesario reivindicar el proceso de crecimiento y maduración del pueblo bolivariano para impedir manipulaciones baratas como esa de que «quien no esté de acuerdo que agarre sus corotos y se vaya». Esa extraña forma de entender la democracia que ya denuncié antes, tuvo para mí su máxima expresión en la asamblea de las UBCH en el estado Guárico, la cual fue transmitida por VTV el 26-6-14, y en la cual el compañero Diosdado Cabello la repitió hasta la saciedad, como si sus genes políticos lo estuvieran traicionando. Él debería saber que esa fue la maniobra de provocación preferida por Rómulo Betancourt para hacer saltar y salir de Acción Democrática al sector de izquierda que por allá, por 1960, era liderado por Simón Sáez Mérida y Domingo Alberto Rangel. Pareciera que a ese PSUV de orígenes adecos le molestara esa posición de izquierda que tiene en la crítica constructiva un instrumento de lucha permanente. La actitud que se impone es la irreverencia necesaria para recordarle a quien sea que, quien no se muestra dispuesto a debatir en términos de igualdad y pretende chapear con unas charreteras autoimpuestas, es porque de entrada no tiene la razón.
Los que tuvimos el orgullo de impulsar los Gobiernos Parroquiales durante la gestión del compañero Aristóbulo Istúriz en la Alcaldía del Municipio Libertador, de 1993 a 1996, recordamos la que aprendimos como Primera Ley de Aristóbulo por las muchas veces que el compañero la repetía: «La democracia se ejerce entre ciudadanos igualmente informados.» Y continuaba diciendo que si el Gobierno sabe, conoce, está informado, pero el pueblo no, allí podrá haber de todo menos democracia. Si regresara esa actitud seríamos invencibles.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.