El año pasado se produjo un resurgimiento de la acción colectiva entre los trabajadores. Más de 16,2 millones de trabajadores estaban representados por sindicatos en 2023, un aumento de 191.000 respecto a 2022. Los trabajadores presentaron peticiones para elecciones sindicales en cifras récord y obtuvieron importantes mejoras salariales mediante paros laborales y negociaciones contractuales. Además, prosiguieron los esfuerzos de organización en diversos sectores, como la sanidad, las organizaciones sin ánimo de lucro, la enseñanza superior, los museos, el comercio minorista y la industria manufacturera (Shierholz et al. 2024).
Las huelgas fueron una de las formas más destacadas de acción colectiva en 2023. Una huelga significa que los trabajadores no realizan su trabajo para su empleador durante un conflicto laboral. Al retener su mano de obra -la mano de obra de la que dependen los empresarios para producir bienes y prestar servicios- los trabajadores pueden contrarrestar los desequilibrios de poder existentes entre ellos y sus empresarios. Las huelgas proporcionan a los trabajadores una baza fundamental a la hora de negociar con los empresarios unas condiciones salariales y laborales justas, cuando los empresarios infringen la legislación laboral o cuando los empresarios se niegan a reconocer voluntariamente a los sindicatos.(1)