Los funerales y la siembra del Comandante Hugo Chávez fueron de ese tipo de manifestaciones populares que irradian el verdadero amor, la admiración y el dolor de un pueblo, para quien supo escucharlo y entenderlo. Yo no me pude despegar de la emisión continuada de Telesur, día tras día, como seguramente cientos de miles en […]
Los funerales y la siembra del Comandante Hugo Chávez fueron de ese tipo de manifestaciones populares que irradian el verdadero amor, la admiración y el dolor de un pueblo, para quien supo escucharlo y entenderlo. Yo no me pude despegar de la emisión continuada de Telesur, día tras día, como seguramente cientos de miles en todo el mundo. Su translado desde el Hospital Militar hasta su Alma Mater, la Academia Militar y desde allí hasta el Cuartel de la Montaña, fue una demostración multitudinaria de agradecimiento por los valores materiales recuperados para la Nación y el pueblo y los inmateriales que Chávez supo despertar, después de un largo letargo de casi 200 años.
Nos ponemos a pensar en lo hecho por este hombre en tan sólo 20 años de vida pύblica y comenzamos a sentirnos como microorganismos en una cajita de petri, por eso cuando se lo sustantiva como «Titán» o «Gigante», no se exagera.
A fines de Septiembre del año 2000, estando en Montreal, presencié las honras fύnebres de Pierre Trudeau, Primer Ministro de Canada por cuatro períodos, prácticamente, consecutivos. Muchos de los latinoamericanos presentes que etabamos muy cerca de las escalinatas de la Basílica de Notre-Dame, mas que la llegada del féretro, esperabamos ver la llegada de Fidel. Una bandera cubana con el rostro del Che flameaba incesantemente, casi sobre la misma monumental neo-gótica entrada ojival.
A decir verdad, la imagen me resulta hoy como sacada del realismo delirante.
Fidel pagaba tributo con su monumental presencia al coraje de Trudeau, cuando éste ύltimo visitó la Isla por 4 días a finales de Enero de 1976, en plena era de la Guerra Fría.
Hacía muy poco Cuba había comenzado a ayudar solidariamente a Angola ante la invasión del régimen racista de Sudáfrica. Cuatrocientos mil soldados, médicos, y educadores cubanos se presentaron voluntariamente como internacionalistas. Una de esas epopeyas, para la que no ha pasado suficiente tiempo para darnos cuenta de su dimensión histórica. La solidaridad cubana con Angola y Namibia fue el comienzo del fin del régimen racista sudafricano y la liberación de Nelson Mandela.
La visita con caracter oficial de Trudeau a Cuba desarmaba el andamiaje mundial de la derecha, hegemonizado por los Estados Unidos.
Trudeau afirmaba en Cuba que a pesar de mantener su posición de no intervención ante el ataque contra Angola, sería muy naif de su parte pretender cambiar la posición de Fidel Castro al respecto. También afirmó que Cuba es un Estado soberano y no como lo califica los Estados Unidos: títere de la Unión Soviética.
Canadá se convirtió en el tercer país más importante en el intercambio comercial con Cuba.
Trudeau: «Es una cuestión de los canadienses elaborar nuestra propia política exterior. Es algo que le concierne sólo a Canadá mantener relaciones con Cuba». El desaparecido Primer Ministro canadiense remató su visita con un discurso que finalizó con tres frases emblemáticas dichas en perfecto Español, «Viva Cuba y el Pueblo cubano», «Viva el Primer Ministro Comandante Fidel Castro» y «Viva la amistad cubano-canadiense».
Pierre Elliot Trudeau finalizó su ύltimo mandato como Primer Ministro para finales de Junio de 1984, luego de haber cimentado una fuerte política de soberanía nacional e independencia económica, no sólo frente a los Estados Unidos sinó también frente al Reino Unido. La misma fue paulatinamente socabada por los posteriores gobiernos, sumisos ante los poderosos, pero arrogantes contra los humildes y disidentes.
Los artífices del debilitamiento de la política exterior canadiense fue la seguidilla (posteriores a Trudeau) de mediocres y pusilánimes, que tienen, tal vez, como exponente más encumbrado a Stephen Harper, actual Primer Ministro de Canadá.
Posiblemente las lecturas de Rudyard Kipling y Joseph Conrad han influenciado al Premier canadiense, sobre la «superioridad moral» del «civilizado» frente a los pueblos y gobiernos a «civilizar» y esto lo haya llevado a incurrir en atropellos verbales y ofensivos, el ύltimo contra el Pueblo venezolano y contra el gobieno que mejor ha representado sus intereses en toda su historia, el de Hugo Chávez.
El mismo día de la desaparición física del lider bolivariano, el 5 de Marzo, Harper se largó a hablar incongruencias, que si no fueran ofensivas para todo un pueblo, llamarían a la carcajada por su absurdidad.
· «Espero que con la muerte de Chávez llegue un futuro más promisorio para el pueblo venezolano».
· «En este momento crítico, yo deseo que el pueblo de Venezuela, pueda ahora construir, por él mismo, un mejor y más brillante futuro, basado en los principios de la libertad, la democracia, el imperio de la ley, y el respeto a los Derechos Humanos».
· «Estoy en pos de trabajar con el sucesor (¿estaría pensando en Capriles?) y con otros líderes de la región, para construir un Hemisferio más próspero, seguro y democrático».
Por su parte el vocero de la Casa Blanca dijo: «…al comenzar un nuevo capítulo (¿el capítulo Capriles?) de la historia venezolana, los Estados Unidos se mantienen comprometidos a políticas que promuevan principios democráticos, de derecho, y de respeto a los Derechos Humanos.»
¿Quién habrá sido el ventrílocuo y quién el muñeco?
Durante la Cumbre de las Américas 2009 celebrada en Trinidad Tobago, Harper tampoco acertó en hacer coherentes sus ideas y su discurso con la realidad.
· «Chávez es el más izquierdista de los líderes del Hemisferio Occidental, y quien está opuesto a políticas económicas con sentido comύn. Chávez quiere volver al Socialismo de la Guerra Fría y quiere retroceder el reloj del progreso democrático que se ha construido en el Hemisferio».
Ante la inmensidad de la obra política, cultural, económica y social de Chávez, de su legado ideológico y ético, las palabras de Harper son doblemente ofensivas.
Si es cierto que el águila no caza moscas, más cierto es, que las moscas no pueden enseñarle al águila, a ganar altura.
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