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Medios y pensamiento colectivo

La amenaza detrás del mensaje

Fuentes: APM

Dominan el escenario comunicacional. El mensaje se convierte en consigna. Los medios y el colectivo, peligrosa dependencia cuando el fin último se aparta de lo real.

Una mañana Ana encendió su televisor sin saber que lo transmitido por el noticiero definiría su comportamiento de ese día. Llegó a la entidad financiera y retiró del estatal Banco Industrial de Venezuela los ahorros de más de una década. La intervención de esta institución ya en lo medios sonaba a quiebra. La llamada del día y el acostumbrado café matutino estuvo plagado de: «retiren su dinero de ese banco porque leí que el cierre es inminente». El rumor empezó a correr. Y es que como afirma el psiquiatra y profesor titular de la venezolana Facultad de Medicina de la Universidad de los Andes, Heriberto González, los medios usan técnicas de manipulación de conducta que llegan incluso a lograr comportamientos inducidos.

La realidad de la entidad bancaria era otra. Una intervención de la que oficialmente se informó no afectaría a los ahorristas. Pero radio, prensa y televisión -no estatal- ya hablaba de cierre. Lo más cercano a la gente, el medio.

El psiquiatra explica que «las técnicas empleadas por los medios sirven para cerrar las mentes de muchas personas y difundir conductas incluso en contra de lo que la realidad muestra». Esto, es lo que le ocurrió a Ana.

En Venezuela los medios de comunicación privados ocupan más del 70 por ciento de todo el sistema comunicacional. El alcance por señal abierta y cerrada, el tiraje y el espacio radioeléctrico es dominado por los tradicionales medios que han sabido mantener su «hegemonía» desde aquel 1958 cuando se instaura el sistema democrático en la ahora llamada República Bolivariana de Venezuela.

El periodista y escritor Aram Aharonian explica que en una democracia, cuando «un solo sector tiene demasiado poder, sobre todo en la vida económica y mediática, se crea un desequilibrio. Los medios controlan la mente, hacen la opinión pública, por lo tanto, influyen en la democracia».

Aharonian relata que hasta el advenimiento del gobierno bolivariano (1999), a muchos sectores de nuestras sociedades les había sido fácil defender el estado de derecho, porque no se metía con sus intereses económicos, sus intereses corporativos. Pero aquellos intereses que se sintieron perjudicados por la Constitución de 1999 y por la serie de nuevas leyes, organizaron, apoyaron, financiaron, publicitaron y aplaudieron el golpe de Estado (2002) contra la institucionalidad y sobre todo el proceso de cambio que significara desconocer los privilegios de tantas décadas.

Agrega, que «los medios se convirtieron en el campo de batalla y en el arma de lucha, prepararon con detenimiento la violencia, con el apoyo de laboratorios de guerra sucia -con asesoramiento extranjero- que intentaban preparar a la población para una inevitable confrontación final».

De lo expuesto por este connotado periodista cabe destacar que de esta confrontación inducida y reforzada por los medios de comunicación privados, existe en Venezuela una larga lista. No sólo el golpe de Estado de 2002 que sacó del poder por 48 horas al presidente constitucionalmente electo Hugo Chávez Frías, evidencia el rol de los medios en la definición de las conductas sino que a diario los ciudadanos de a pie se encuentran frente a la «verdad» que se publica.

Es importante señalar que desde los medios se convoca abiertamente a marchas y se esgrimen consignas que desacreditan la existencia de una mayoría que se pone en evidencia en los al menos 15 procesos electorales ejecutados en Venezuela, bajo observación internacional. Se minimizan los actos positivos del Gobierno y magnifican los errores. Ejemplo de esto, la mínima o casi inexistente cobertura que se dio el 29 de octubre de 2008 y los días posteriores al lanzamiento del Satélite Simón Bolívar, con el que medios privados intentaron generar la matriz de que a través de este sistema se podía espiar en la casa de los venezolanos o que tenía fines bélicos.

Al respecto, el periodista Aram Ahranoriam advierte que los medios «cartelizados» tergiversan la información, estafan al público al pasar suposiciones, opiniones, medias verdades y deseos como si fueran noticias, omitiendo hechos políticos, invisibilizando la acción del Estado y suplantando a los actores políticos en una especie de secuestro de la democracia.

Comenta que la televisión privada introdujo señales subliminales de violencia política en la programación para niños, en una verdadera guerrilla mediática. «La guerrilla se propone desgastar y desmoralizar al enemigo con ataques por sorpresa y con hostigamiento permanente. Los medios pusieron en marcha un dispositivo de agresión sistemática para ir debilitando al gobierno, que sólo supo o pudo ofrecer respuestas espasmódicas a este bombardeo».

Hablar de las señales subliminales que llegan al colectivo permite plantear en este artículo la interrogante del efecto que éstas producen en los individuos y en la formación de conductas. Nos referimos entonces a la existencia de una influencia real de los medios de comunicación en la construcción de los mundos posibles de un colectivo. En el caso venezolano, la idea generalizada en sectores que adversan la gestión del primer mandatario Hugo Chávez, es una Venezuela sin Chávez, idea reforzada desde los medios privados.

Consultado sobre el tema, el periodista, escritor y especialista en análisis de medios Pascual Serrano, afirma que los medios influyen en la construcción de imaginarios colectivos al crear una determinada realidad. Aclara que en la medida que lo hagan con eficacia conseguirán que la ciudadanía la suscriba y la considere propia.

En el caso venezolano, según Serrrano, «los medios incorporan elementos que consideran capaces de inculcar en los ciudadanos: que no existe libertad de expresión, que el presidente tiene un poder absoluto, que sus intenciones es abusar de esos poderes para crear una dictadura, que su política es de agresión hacia todos los países y gobiernos que no la comparten».

Sobre este punto analizado por Serrano, añadimos que los teóricos de la comunicación recuerdan que la información que los medios desean sea conocida, se coloca en un discurso con redacción, visualización (imagen) y construcción simbólica. Se buscan los actores idóneos, y las estrategias necesarias para obtener el efecto deseado lo que configura una agenda progresiva de información a lo público. Con esto se persigue generar dentro de un colectivo un «temario» hasta el punto de que lo que dicen los medios permite conformar conductas previsibles.

Para el periodista venezolano, Licenciado en Letras, con más de 15 años de experiencia en televisión, José Cordero, los medios de comunicación son los grandes formadores de opiniones en todos los países del mundo. Ahora bien, dice, hay una delgada línea que sólo la sostiene la ética del periodista, «si se cruza esa frontera se pueden enviar contenidos fuera de la realidad y se manipula descaradamente el mensaje y viceversa».

José Cordero acota que hay que tener claro que en términos informativos la neutralidad, tanto de los contenidos como de la línea editorial, es imperativa. En cuanto a la opinión el debate de distintas posturas es necesaria. «Si no se hace de esta manera hay una distorsión del mensaje y no se deja a los ciudadanos, que son receptores del mensaje, se formen su criterio».

Comenta que «cuando la información pasa a formar parte del imaginario colectivo se hace manipulable, porque pasas de la información a la interpretación de la misma, lo que hace que el contenido del mensaje lleve un juicio de valores de manera intrínseca».

Los medios son conscientes de su poder pero, según este periodista no existe una consciencia real del asunto más sí una claridad en los objetivos que se persiguen, lo que hace todo algo más pernicioso y aberrante, porque se está influyendo en la conducta de un colectivo.

El periodista, sociólogo y catedrático venezolano Mariano Alí, explica que en toda su programación el medio presenta el esquema de valores que entiende como necesarios para la población. Cita como ejemplo a la cadena internacional CNN «para la que el libre mercado es necesario y así lo plantea en sus mensajes y programas; para TELESUR, por su lado, el libre mercado está en crisis y es necesaria una nueva forma de entender la economía como se plantea en el ALBA, PETROCARIBE, MERCOSUR».

En Venezuela, comenta, como en muchos países que han girado hacia la «izquierda», no se habla de quién es el partido o «líder» de oposición que tiene más popularidad en la gente; no, se habla más bien de quién es el candidato que negocia con los medios privados para que estos proyecten de él o ellos, un aura de popularidad en la población. Es de alguna manera «jugar» con el principio de Descartes que dice: «Pienso luego existo», que en este caso en particular sería, pacto con los mass media privados, luego existo como «líder carismático».

Ante lo expuesto por los consultados en este artículo, las palabras del escritor mexicano Octavio Paz, sirven de referencia para entender el rol que sobre la conducta que tienen los medios. Dice este escritor: «Las palabras son inciertas y dicen cosas inciertas. Pero digan esto y aquello nos dicen». En conclusión, los medios de comunicación son los grandes formadores de opiniones en todos los países del mundo.

Si Ana empleara la vieja técnica de la duda, quizás sus ahorros continuarían ganando intereses en el Banco Industrial de Venezuela, pero la ecuación Medio es igual a Verdad ha desplazado la técnica y dejado de lado las estrategias. Puede entonces surgir la pregunta: la crítica real del colectivo hacia los discursos que buscan manipular a la sociedad, daría fin al proyecto ideológico de los grupos mediáticos? Quizás Ana mañana pueda responder a esta pregunta si se pone al lado de la crítica.

(*) La autora de este artículo cursó el Seminario Virtual de Postgrado «Periodismo en Escenarios Latinoamericanos», de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP.