Intervención en el seminario sobre la auditoría de la deuda celebrado en Fráncfort el 18 de mayo de 2012. Traducido por María Piedad Ossaba
Desde el principio de la crisis de la deuda en Grecia, la auditoría ciudadana de la deuda pública ha sido un argumento de debate político pero sobre todo un actor de actualidad político y social. Esta particularidad griega es el producto de dos factores: en primer lugar el hecho de que desde diciembre de 2010 se hizo una intensa campaña sobre la auditoría ciudadana de la deuda, primera campaña de este tipo no solo en Europa sino en todo el hemisferio norte. El segundo factor es el hecho de que dicha campaña ha tenido desde el principio un gran éxito popular lo que hace de la auditoria de la deuda una cuestión inevitable.
Un reciente e importante acontecimiento político confirma esta afirmación. Me refiero a la inclusión «de la formación de una Comisión Internacional de auditoría de la deuda» entre los cinco puntos programáticos básicos, formulados por el líder de la Coalición de la Izquierda Radical (SYRIZA), Alexis Tsipras al inicio de su tentativa – abortada- de formar un Gobierno de izquierda. Lo acontecido a esta declaración de Tsipras ilustra bien el importante lugar que ocupa la cuestión de la auditoría ciudadana de la deuda, en la actual confrontación política de Grecia. En primer lugar, Antonis Samaras, presidente de Nueva Democracia, de la derecha tradicional, que alterna el poder con el PASOK socialdemócrata, seguido por Fotis Kouvelis, presidente de la Izquierda Democrática, que es el resultado de una fractura de derecha de SYRIZA, quienes hicieron de esta Comisión de auditoría un verdadero Casus Belli contra SYRIZA, ¡la más «descabellada» y «extremista» de sus propuestas, «aquélla que conduce a Grecia fuera de la Europa Unida y la lleva a la destrucción»!!!
Aunque la secuencia de los acontecimientos sigue siendo imprevisible, una cosa es cierta: la cuestión de la auditoría independiente de la deuda griega pesa sobre las peripecias de la lucha de clases griega, trazando una línea de demarcación entre aquellos que están a favor o contra las políticas de austeridad, los que están a favor o contra el cumplimiento de los diversos compromisos asumidos entre la Troika, el FMI y los responsables del estado griego. ¡No es pues una casualidad si las formaciones de derecha y de extrema derecha que comparten este rechazo de los planes de austeridad (incluso los neonazis), se declaren favorables, llegando incluso a hablar de la deuda ilegítima y odiosa, o a citar detenidamente el CADTM y a Eric Toussaint!
Esta situación puede ser comprendida si se tiene en cuenta que, de acuerdo a un sondaje realizado el verano pasado, más de 3 millones de griegos (cerca del 30% de la población griega) no sólo se declaran partidarios de la auditoría ciudadana de la deuda pública, sino que dicen compartir la «filosofía» y los objetivos de la Campaña para una Comisión de auditoría! Obviamente, ello no se debe solo a la actividad de nuestra campaña, pero si ilustra bien su impacto entre la población. Creo que en este punto se impone la siguiente reflexión: aunque aparentemente es más bien fastidiosa y reservada a los especialistas (economistas, juristas…), la campaña para la auditoría ciudadana de la deuda siempre inspiró el entusiasmo y atrajo muchedumbres, incluso aquellas otras cuyas causas, a primera vista, parecen «más comprensibles» y más próximas a las preocupaciones de los ciudadanos. Esta constatación se hizo en primera instancia en Grecia, pero lo que está ahora sucediendo en países como Francia o España consolida nuestra certeza de que nos encontramos ante un fenómeno generalizado.
La explicación a esta inesperada reacción por parte de extensos sectores de la población es doble: en primer lugar, la deuda en sí misma es considerada «la madre de todos los problemas» actuales, tanto para «los de arriba» como para «los de abajo». Por lo tanto, todo lo que se dice respecto a este problema y a su solución, debería necesariamente despertar al menos el interés y la participación de la gente. Luego está la «filosofía», núcleo duro de la potencial dinámica alrededor de la auditoria ciudadana de la deuda pública. En momentos de crisis profunda como actualmente sucede en Grecia, esta crisis obliga a gran parte de la sociedad a considerar seriamente la posibilidad de tomar en sus manos su propio destino, con el fin de poder sobrevivir… asistimos al siguiente fenómeno: la simpatía ya existente de las masa por la auditoría ciudadana se transforma en necesidad profunda de apropiarse de su «filosofía» con el fin de transformarla en acciones en los lugares donde los ciudadanos viven, trabajan, estudian, se divierten, se ocupan, comunican, se mueven… en resumen, allí donde viven, respiran y actúan colectivamente.
En Grecia se asistió a la transformación de la simpatía en acciones, fue justo el punto en donde el movimiento popular alcanzó su paroxismo. Es decir, en la cumbre del movimiento de los Indignados, de los Aganaktismeni griegos, en junio de 2011. En ese momento, la campaña griega de auditoría de la deuda fue verdaderamente asediada por millares de personas movilizadas que nos preguntaban que había que hacer y nos ofrecían sus servicios para revelar escándalos. Momento oportuno para que los ciudadanos tomaran la iniciativa de crear Comités con el fin de ejercer su derecho de control sobre las actividades de «los de arriba» en los barrios, los municipios, los lugares de trabajo, las escuelas y las universidades, los hospitales, etc., etc.
Desgraciadamente, este estímulo no fue aprovechado por la Campaña de auditoría, y se perdió una gran oportunidad de llevar a cabo una iniciativa ejemplar de autoorganización y movilización popular. Hubo un movimiento de reflujo y las consecuencias para la campaña de auditoría fueron bastante negativas. Privada de los voluntarios «anónimos» que podrían ayudarles a obviar los problemas que encontraran (por ejemplo aquellos voluntarios que trabajan en los ministerios, que no solo conocían de primera mano los «negocios» sino que también podrían obtener documentos que revelaran responsabilidades), la Campaña griega de auditoría fue forzada a retirarse sin poder cumplir sus promesas iniciales .
Para nosotros, la lección que nos deja la experiencia griega es muy clara: si desea cumplir su misión liberadora que consiste en poner en movimiento a la población autoorganizada, la campaña de auditoría ciudadana de la deuda no puede ser ni un tema para los especialistas ni limitarse a un control (lo que es prácticamente imposible), de la deuda pública. Ella deberá, desde el principio, asociarse a la población y a su trabajo, incentivando las personas a poner en práctica sus propias auditorías, es decir, «abrir los libros» en los lugares en donde viven y trabajan, comunican y viven. Sin extender sus raíces hasta lo más recóndito de la sociedad, la campaña de auditoría está condenada desde su inicio, a detenerse a mitad del camino permitiendo que el entusiasmo inicial vaya siendo gradualmente sustituido por el desanimo.
Exactamente porque no estamos en otros lugares y porque el movimiento de las campañas de auditoría está aún en plena extensión por casi toda Europa, es necesario utilizar las experiencias de los otros para no repetir los mismos errores. Ya que, y no lo olvidemos, estas campañas representan hoy una gran esperanza y abren caminos en el movimiento europeo unitario y de masa que solo podrá dar a los trabajadores y a los pueblos de Europa la capacidad de enfrentar y vencer la coalición de sus adversarios de clase…
Fuente: http://www.cadtm.org/L-audit-citoyen-de-la-dette-au
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