El grupo Santander ganó 6.220 millones de euros en el pasado ejercicio, más de un billón de las antiguas pesetas, poniendo el broche de oro a unos resultados bancarios en España que sólo pueden ser calificados de espectaculares. Concretamente, los beneficios de la entidad financiera presidida por Emilio Botín constituyen un récord histórico en nuestro […]
El grupo Santander ganó 6.220 millones de euros en el pasado ejercicio, más de un billón de las antiguas pesetas, poniendo el broche de oro a unos resultados bancarios en España que sólo pueden ser calificados de espectaculares. Concretamente, los beneficios de la entidad financiera presidida por Emilio Botín constituyen un récord histórico en nuestro país; nunca antes una empresa, de cualquier sector, había ganado tanto.
Rápidamente hay que añadir que en el ejercicio del primer banco español concurren circunstancias ciertamente atípicas. Por un lado, se incorporan por primera vez a sus cuentas los resultados de la entidad británica que adquirió, el Abbey National; por el otro, incluyen plusvalías verdaderamente extraordinarias, las resultantes de enajenar sus participaciones en el banco Royal Bank of Scotland, en la eléctrica Unión Fenosa y en la compañía de telefonía Auna. Es extremadamente difícil, por no decir imposible, que en futuros ejercicios puedan presentarse beneficios atípicos similares.
Eso no quita para que el 2005 haya sido un gran año para las entidades financieras españolas. Las cinco primeras, Santander, BBVA, La Caixa, Popular y Caja Madrid, ganaron conjuntamente 13.240 millones de euros, un 52% más que en el año anterior. En Catalunya, las entidades financieras que ocupan el segundo y tercer lugar del ranking, Sabadell y Caixa Catalunya, ganaron 453,1 y 269,4 millones respectivamente, con crecimientos en ambos casos superiores al 20% con relación al 2004 y sin beneficios atípicos relevantes.
Con independencia de las opiniones sobre el papel del sistema financiero en la competitividad de una economía -los recientes acontecimientos en Italia revelan, por ejemplo, un panorama bancario desolador, a años luz del español-, hay que reconocer que el Banco de España y otros organismos reguladores han llevado a cabo una tarea realmente meritoria, tanto para garantizar la solvencia de las instituciones como para exigirles los mayores niveles posibles de transparencia.
Dicho esto, las entidades financieras tienen unos públicos objetivos a los que satisfacer, clientes, empleados y accionistas en el caso de la banca y los dos colectivos citados en primer lugar, más la obra social, en el caso de las cajas. Conseguir un equilibrio entre intereses tan diversos no es fácil, como demuestra el último escenario de la competencia financiera, la batalla de las comisiones. Todo es perfectible, pero el sistema financiero español goza de una salud excelente.