Los mecanismos de dominación utilizados por las corporaciones transnacionales en sociedad con los sectores empresarios locales están presentes en toda la región sudamericana y caribeña. En cuanto a la producción, procesamiento, y puesta en venta de los alimentos, varios son los instrumentos empleados por las empresas para elevar artificiosamente los costos de producción y aumentar […]
Los mecanismos de dominación utilizados por las corporaciones transnacionales en sociedad con los sectores empresarios locales están presentes en toda la región sudamericana y caribeña.
En cuanto a la producción, procesamiento, y puesta en venta de los alimentos, varios son los instrumentos empleados por las empresas para elevar artificiosamente los costos de producción y aumentar los precios de manera desproporcionada.
El control e imposición de tecnologías incluye la protección por patentes sobre las semillas, la fijación oligopólica de pseudo-calidades, la creación de marcas como estrategia de aumento de precios, el desabastecimiento, el acaparamiento, el sabotaje y el terrorismo alimentario.
El enemigo imperialista sabe donde golpear para desestabilizar y crear zozobra en las poblaciones que necesitan el arroz como alimento esencial para subsistir. Algo similar ocurre con otros alimentos incluido el agua (negocio que en el mundo ya supera al del petróleo y que debe regularse)
En el capitalismo corporativo, la producción de energía es estratégica para mantener sus niveles elevados de consumo bajo patrones depredadores, necesitando saquear los recursos naturales que no posee en sus territorios más allá de sus fronteras, básicamente combustibles fósiles y alimentos.
Controlada la producción a escala global y asegurada la provisión a sus poblaciones a quienes también expolia, desarrolla en los países colonizables la apropiación de ganancias utilizando sofisticados mecanismos de creación de plus valor a través de la propiedad intelectual.
Este aparente instrumento de protección de productos comercializables, promoción de inversiones y desarrollo de la ciencia y la tecnología ha resultado uno de los principales soportes del sistema capitalista al incorporarse a los procesos productivos bajo la forma de capital fijo. La tecnología es el conocimiento que se incorpora a estos procesos y las leyes de patentes aparecen en su estratégico papel de elevar los costos de producción que las empresas alegan en la elaboración de su estructura, justificando así la «venta a pérdida»: una aberración en el caso de alimentos y medicamentos.
Otro eficiente instrumento de creación de mega-ganancias empresariales bajo la fachada de «marketing» es la creación de marcas múltiples para un mismo producto. Este mecanismo ha sido denunciado en varios países de la región por asociaciones de consumidores.
Las variedades de calidades ficticias de alimentos procesados introduciendo pequeñas modificaciones en la composición de los productos (como un saborizante al arroz blanco), son un método más en la captación de ganancias de las corporaciones alimenticias, verdaderas mafias refinadas del siglo XXI.
Como en todo negocio ultra-rentable, aparecen en las sombras los laboratorios de «inteligencia internacional», en todas su variantes, para crear las condiciones que aseguren las remesas saqueadas hacia los países centrales y paraísos fiscales, creando además escenarios de temor, irritación y zozobra cuando el momento político lo requiera a través de situaciones de desestabilización por sabotaje y terrorismo alimentario.
Las acciones desarrolladas esta semana por el gobierno revolucionario del Presidente Hugo Chávez y el nuevo Ministro de Comercio, Eduardo Samán, fijando porcentajes y supervisando la producción de arroz blanco a precio regulado (junto a otros 11 productos alimenticios básicos), expropiando una planta transnacional arrocera (Cargill y tal vez otras), y vendiendo directamente a la población el arroz producido, constituyen un tremendo contragolpe a los intereses del poderoso cartel mundial de los alimentos y sus lacayos empresarios nacionales golpistas.
Al mismo tiempo abre un frente de batalla de largo aliento que debe ser apoyado por los pueblos, organizaciones sociales y políticas, y gobiernos más amigos de Centro-Sudamérica y El Caribe en el permanente combate contra el más cruel y perverso sistema político, económico y social que aún impera entre nosotros.