Cuando Condeleezza Rice se reunió con la junta editorial del diario Wall Street Journal el viernes pasado, los editores del periódico más influyente en el mundo financiero preguntaron: ¿qué pasó en la embajada de Estados Unidos en Bolivia y porque habían llamado el embajador Philip Goldberg a consultas? ¿Cuál es el problema con la relación […]
¿Qué, no sabías que la jefa (o el jefe) del Departamento de Estado se reúne todos los meses con las juntas editoriales de la prensa más importante de los Estados Unidos? Pués, claro, así transmiten como quieren que presenten la política exterior de Estados Unidos ante el mundo. A lo mejor tampoco sabías que todos – sin exclusión – de los dueños y editores principales de los medios más influyentes de Estados Unidos son miembros del Consejo de Relaciones Exteriores (Council of Foreign Relations «CFR»), junto con los y las jefes de las empresas más grandes e importantes, y los políticos más poderosos, incluyendo casi todos los que han sido (o serán) presidentes del país o miembros del alto gobierno. Es el CFR que realmente decide la política exterior de Estados Unidos y asegura luego que sea ejecutada de manera exitosa. Entonces, los editores y dueños de medios del país del norte toman la palabra de la Secretaria de Estado y la convierten en opinión pública, dando el ejemplo al mundo de lo que es una «prensa libre».
«El régimen en Bolivia tiene dificultades gobernando,» afirmó Rice, sin mencionar que tan difícil es gobernar cuando el país más poderoso del mundo esta metiendo encima de 120 millones de dólares anualmente para alimentar la oposición y fomentar un movimiento separatista en uno de los países más pobres del hemisferio. Ya este domingo, con la consulta autonómica en el departamento de Tarija, la media luna consolida su secesión de la República de Bolivia. Y aunque no han sido reconocidas por las autoridades bolivianos ni regionales, estas «consultas» autonómicas – ya realizadas en Santa Cruz, Beni y Pando – serán utilizadas para que los separatistas bolivianos sigan desestabilizando el gobierno de Evo Morales, todos con el apoyo financiera, estratégico y político de la Embajada de Estados Unidos en La Paz.
Si hubiesen capturado un francotirador con planes de asesinar a Álvaro Uribe, seguro que Condolezza y su combo hubiesen reaccionado con una condena dura, y un apoyo público al mandatario elegido por su pueblo. Pero cuando ese francotirador viene de un movimiento financiado y asesorado por Washington – la Unión Juvenil Crucenista – y sus acciones van en contra de un «régimen problemático», ni pío se escucha de la Rice. Tampoco el Wall Street Journal lo mencionará, ni ningún otro medio influyente del norte. Esa clase de noticia no es conveniente para la imagen diabólica que Washington quiere proyectar sobre Bolivia y su líder Evo Morales. Nunca lo quieren convertir en un objeto de simpatía en la opinión pública.
Por eso, cuando ven que todo ese tema de las computadoras de las FARC que «por fin» vinculaban a Hugo Chávez con el terrorismo están perdiendo credibilidad ante la opinión pública, pues, abren otro frente y esta vez tocan al corazón de terror de la sociedad estadounidense: el terrorismo árabe. Si no se puede con las FARC, y menos ahora que la prensa entendió que el Presidente Chávez nunca ha apoyado la lucha armada de las FARC ni los secuestros como munición, e incluso por fin reportaron que Chávez llamó explícitamente para que las FARC bajaran las armas y se unieran a la paz, entonces intentan vincular a Venezuela con otro grupo clasificado como terrorista por Estados Unidos: Hizbolá. Claro, un Chávez llamando por la paz en Colombia (a pesar de que lo ha hecho desde siempre) es una imagen que atrae simpatía ante la opinión pública, y no, no, no, serían años de trabajo duro con operaciones psicológicas simplemente perdidos, si dejan que con un simple llamamiento, Chávez se convierte en héroe en lugar del demonio que han ido inventando – exitosamente – en la prensa internacional.
Por fin habían logrado que cuando se habla de Chávez se habla de dictadores, tiranos y autócratos, regímenes desestabilizadores y peligrosos, hasta el terrorismo y la amenaza mortal (las bombas atómicas con Irán). Y ahora, con lo de las FARC, pierden terreno, y luego que Chávez deroga la Ley del Sistema Nacional de Inteligencia y Contrainteligencia porque «este es un gobierno de los derechos humanos y nunca será represor», carajo, todo se echa pa’ tras. ¿Cómo un dictador va a hacer eso? Entonces, buscan una salida, esta vez con el miedo colectivo que implica para los estadounidenses el simple pensar que terroristas árabes están presentes tan cerca de las fronteras estadounidenses (aunque los otros estaban dentro de Estados Unidos).
Un documento secreto del año 2003 que fue parcialmente desclasificado por el Departamento de Estado bajo mis investigaciones habla de la presencia de Hizbolá en Venezuela, además de grupos como las FARC, el ELN, la ETA, las Autodefensas Unidas de Colombia (paramilitares) y una organización nombrada Asbat Al Ansar. Según la embajada de Estados Unidos en Venezuela en abril del 2003, Hizbolá tenía una célula de apoyo financiero en Venezuela, sin embargo, no dicen que el gobierno venezolano lo apoyaba ni que estaba consciente de su presencia. Tampoco podemos tomar como cierto lo que dice el entonces Embajador Charles Shapiro sobre Hizbolá y otros grupos denominados terroristas por los Estados Unidos. También clasifican a la Coordinadora Simón Bolivar como un grupo terrorista (pero no anti-americano) y a las Jirajaras (estos si son terroristas y anti-americanos, según la embajada).
Sin embargo, habrá que preguntar porque, ¿si en el 2003, tenía datos sobre la presencia de Hizbolá en Venezuela, esperaron hasta junio del 2008 para anunciarlo públicamente? Tal vez porque estaban esperando el momento más adecuado para utilizar este fusíl propagandística contra el gobierno venezolano. Pero fracasarán otra vez. Los que nombran en su nota de prensa del Departamento de Tesorero, Ghazi Nasr al Din y Fawzi Kan’an, ya han salido a la luz pública negando su conexión con Hizbolá.
Hablando de propaganda de guerra y operaciones psicológicas, esto si es el colmo: Estados Unidos está construyendo Disneylandia en Irak. The Times de Londres reporta que un complejo multimillionario de entretenimiento de Disneylandia se esta construyendo en la Zona Verde en Baghdad. En el parque de diversión se destacaría un área para patines, diferentes juegos, un teatro para conciertos y un museo. Qué irónico, considerando que los soldados estadounidenses saquearon y destruyeron los museos históricos de Baghdad. ¿Ahora que contendrán estos museos de propaganda gringa, mickey mouse y donald duck? Según las «fuerzas de ocupación», a Baghdad «le hace falta un poco de entretenimiento». El General David Petraeus, encargado de las fuerzas estadounidenses en Irak, dijo apoyar enormemente la llegada de Disneylandia en Baghdad. Fox News comentó que es un señal de que «cosas buenas estan pasando en Irak». La empresa que construirá el parque, C3 de Los Angeles, es apoyado por el Pentágono.
Según el profesor canadiense, Michel Chossudovsky, el parque de diversión es «una parte integral de la propaganda de guerra». Establecer la cultura estadounidense en una región ocupada «sirve para mantener la legitimidad de los invasores y sus valores culturales.» La mayoría de la infraestructura cultural y educativa del país, incluyendo a los museos, escuelas, universidades, parques, teatros y cines han sido destruidos por los invasores, y ahora estan «ayudando reconstruirlo».
«El objetivo es reemplazar la realidad con un mundo de suenos». Según Chossudovsky, la realidad diaria de los iraquís de muerte, destrucción y tortura, será reemplazada con «Un Mundo de Sueños Made en USA.»
Esto es una operación psicológica dirigida a la destrucción total de la identidad iraquí.