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La bomba biopolítica en las elecciones brasileñas y la bomba idem en la cotidianidad colombiana

Fuentes: Rebelión

El pasado sábado, 29/sept/2018, día de las manifestaciones callejeras del Movimiento #Elenão (#Él no), conversando con una familia que vota por Bolsonaro, podemos percibir que hemos sido rehenes de un proceso de dominación que designamos como «proceso de dominación por bomba biopolítica». En Colombia, esa misma (anti)idea la representa el Innombrable, sobre quien ya es […]

El pasado sábado, 29/sept/2018, día de las manifestaciones callejeras del Movimiento #Elenão (#Él no), conversando con una familia que vota por Bolsonaro, podemos percibir que hemos sido rehenes de un proceso de dominación que designamos como «proceso de dominación por bomba biopolítica». En Colombia, esa misma (anti)idea la representa el Innombrable, sobre quien ya es bueno ir pensando en hacerlo depositario de otro movimiento Él no, como quiera que la filiación nazifascista que lo une con Bolsonaro es irrefutable. Desde luego, él ya tiene lista su defensa: como es el dueño de la justicia colombiana, su campaña, de forma automática se autodenomina, Él sí. Y la gente, aunque no crea en él, termina por ser obligada a creer en él, aunque nadie más lo crea, já. Como se ve, una oscura y enrevesada hipótesis filosófica, que por fortuna se aclara por sí sola.

Antes de tratar sobre esto, queremos describir brevemente la referida conversación. Estábamos delante de una estructura tipicamente edípica y patriarcal, bajo un formato actual: una joven, que dice tener maestría en ingeniería civil y ser professora de una facultad privada en Vila Velha; un hombre, que tiene un perfil menos escolarizado, siendo un típico obrero de la periferia, tomada por religiones agringadas, con la vida orientada por la relación entre la creencia en Dios, garantía de protección sobrenatural para la familia, y por el sueño de volverse empresario. Todo esto visto como cierto por un asunto de inmunidad/protección divina.

En el caso colombiano, no hay, por contraste, conversación con familia alguna: hay un tácito/unánime silencio con relación al (supuesto) liderazgo uribestial, casi bolsonarista, perdón, bolsonarista a ultranza: ambos son nazifascistas. Y así hubiera diferencias de una familia a otra, los medios se encargarían de desdibujarlas pues eso es «muy perjudicial», dicen ellos, claro, para el país, pues este es un país, como el actual Brasil, «democrático, autónomo e independiente», de cualquier injerencia extranjera, léase EE. UU. Como lo confirma un titular de El Espectador (25/sept/2018), que reseña la visita de Duque a Trump, en la que aquél fue usado de puente para una eventual/casi segura intromisión de los gringos en Venezuela y en la que acató las indicaciones para el «nuevo combate contra las drogas»: eufemismo por mayor represión e ídem libertad para el comercio de ellas. https://www.elespectador.com/noticias/politica/trump-duque-el-enfoque-prohibicionista-articulo-814157

Y aun así, el plebeyo Duque persiste en insinuar que sigue su propia bitácora, cuando, en realidad, aparte de estar sometido, implícitamente, al diktat gringo, al mismo tiempo sigue el libreto del único personajete que no necesita ser nombrado porque de antemano se sabe quién es, como se infiere del titular en el que el dirigente del ELN Pablo Beltrán, señala, con precisión: «Duque está cumpliendo al pie de la letra el guión del expresidente Uribe». Y sostiene, además que «el Gobierno debe llevar sus exigencias a la negociación y que está haciendo ‘trizas’ la paz». Y aquí cabe citar dos párrafos de sus declaraciones: «Antônio Guterres, el secretario general de la ONU, recientemente dijo que en Colombia ‘no se trata solo de consolidar el proceso de paz con las FARC sino también de generar credibilidad a efectos de posibles negociaciones futuras con otros agentes armados’. Si observamos la falta de cumplimiento a lo acordado con las FARC y el asedio y hostigamiento del régimen contra el nuevo movimiento creado por los desmovilizados, tenemos que sacar una conclusión: el modelo de pacificación que aplican las élites es para desaparecer [a] la guerrilla y para no dejarla llegar a ser un partido fuerte. Pese a estas adversidades, hay que persistir en el camino de la solución política aprendiendo de las lecciones del pasado.» En otro párrafo, señala: «A Gustavo Bell, el último jefe negociador del Gobierno anterior, le propusimos que si pactábamos unas transformaciones para Colombia, el Estado debía firmar un compromiso explícito por ellas, pero manifestaron que no podían suscribirlo. También le propusimos adoptar un criterio de reciprocidad para el cumplimiento de los acuerdos, que implica que si el Estado cumple, presiona a la guerrilla a cumplir; pero si incumple, pierde autoridad moral para exigirle a la guerrilla que ella cumpla. Este criterio un día lo aceptaron, pero al día siguiente dijeron que no podían asumirlo. Esto ejemplifica cómo interiorizamos las lecciones de lo aprendido.» https://colombia2020.elespectador.com/pais/duque-esta-cumpliendo-al-pie-de-la-letra-el-guion-del-expresidente-uribe-pablo-beltran

Sentencia que trasciende su sentido más lato, para revelar, sin querer queriendo, como diría El Chavo, la postura preter-intencional, deliberada, del mal llamado «Acuerdo de Paz» del gobierno Santos, cuando simplemente se trató de un cese parcial de la guerra, cuyo fracaso se dibujaba, solo, en el aire, puesto que no era más que el engaño que se veía venir, como ahora se puede inferir al leer la entrevista con el filo-duquista alto consejero para la Estabilización, Emilio Archila, quien señala, según el medio citado, que «alguien no hizo bien su trabajo en el anterior Ministerio para el Posconflicto, pues aún no hay una salida para cumplir con lo acordado». https://colombia2020.elespectador.com/politica/no-hay-recursos-para-implementar-el-acuerdo-de-paz Es decir, lo que se sabía antes de la farsa/ntista. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=222754   Muy parecida, cómo no, a las farsas de EE.UU para sustituir a la lucha de clases. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=231042

Todos los estereotipos que circulan en los medios y especialmente sobre Bolsonaro fueron esgrimidos por ellos durante la charla, pero nos fijaremos apenas en uno: Boçalnaro, ungido por Dios, representa la protección de la familia, razón por la cual acierta en combatir el peligro de la devastación moral, representada por el identitarismo liberal. Uribe/Duque superan en pretensiones a Bolsonaro pues buscan representar al padre (tirano, maltratador, pero padre al fin, ya) y al hijo (pródigo: pero, en abusos y en nombramientos de ministros con prontuario antes que con CV) de la familia nacional. Vimos allí, en el primer caso, el de la Family At the Street, de forma nítida, la actual tragedia brasileña: el conflicto no es entre capital vs. trabajo ni tampoco entre independencia político-económica brasileña vs. imperialismo estadounidense, que nos golpea, impide, criminaliza, excluye; y captura: véase Lula da Silva.

No, estamos muy lejos de esto. El conflicto es moral/maniqueo; es el bien contra el mal y cada lado representando el bien (y a la vez olvidando lo que ya señaló el neurofisiólogo colombiano Rodolfo Llinás: «El bien y el mal son pendejadas nuestras. Todo lo que hace el hombre lo hace por conveniencia»). Del lado identitarista, el bien es combatir la caricatura del patriarcado, del machismo y del racismo, que es Bolsonaro; del lado de la familia en cuestión, el bien es defender la familia patriarcal/heterosexual/homófoba contra ese identitarismo que huye de las supuestas normas o de la norma creada, no por la sociedad desigual, sino por Dios. En el simbiótico caso Uribe/Duque hay identidad total con Bolsonaro, salvo en que la sociedad desigual ha sido creada por ellos, sin la intervención de un dios: salvo, eso sí, que ese dios sea el de la perversidad. ¿Y la bomba biopolítica? Sí, ya la estamos describiendo. Si la categoría biopolítica puede ser definida como el poder marcado en el cuerpo de las personas: un poder subjetivo, personalizado, implicado por un proceso de inmunización subjetiva, la bomba biopolítica es la personalización moral del conflicto de clase brasileño. Esta bomba, por lo tanto, tiene el siguiente objetivo: eliminar el conflicto de clase y poner en su lugar el conflicto moral, que se volvió el lugar de la supuesta garantía de inmunidad: la inmunidad de la protección divina (que en el caso doble Uribe/Duque emana de ellos mismos, según ellos, claro, que se creen dioses: he ahí la otra bomba biopolítica) contra el peligro de la supuesta diversidad de género y étnica; y la inmunidad del multiculturalismo liberal contra el patriarcado caricaturizado.

El conflicto (en ambos casos: Bolsonaro y Uribe/Duque) es, pues, del bien contra el mal, como en los seriados gringos. Ahora entendemos por qué cuando conversábamos, la Red Globo ligada al fondo hacía su reportaje sobre los dos lados del conflicto: fue ese reportaje el que motivó nuestra charla. Para mostrar las manifestaciones (mucho mayores, en número de personas) de las izquierdas identitaristas (unidas con el citado mote «Elenão») no casualmente el reportaje se fijó en la expresión «Elenão», escrita, como un tatuaje, por un joven, de forma amorosa, en las espaldas desnudas de un muchacho probablemente gay. Mira ahí la biopolítica, comprendida como el poder escrito en el cuerpo subjetivo-identitario. Para mostrar, de forma capciosa, el lado de las manifestaciones a favor de Jair Bolsonaro, la Red Globo destacó la cuestión familiar, definiendo así el conflicto como un conflicto entre el identitarismo liberal/multicultural vs. identitarismo familiar/patriarcal.

Es este conflicto el que pretenden llevar a la segunda vuelta, con el objetivo de subsumir con Lula da Silva, así como hizo el ministro del Supremo, Luiz Fux, en la noche que precedió a las manifestaciones del 28/sept/2018, al no permitir, de forma dictatorial, absolutamente fascista, dos reportajes en la cárcel, con Lula, legalmente garantizados por el ministro Ricardo Lewandowski, de lejos el mejor ministro del Supremo Tribunal Brasileño, que se volvió la trinchera jurídica del golpe, en asociación directa con la Operación Lava Jato.

Como hipótesis, a modo de conclusión, pensamos lo siguiente: al asumir nosotros (nos referimos a las izquierdas) este conflicto fabricado biopolíticamente, corremos serios riesgos de elegir, incluso negándolo, a Bolsonaro, porque no tengan dudas de que muchas familias (sin razón, es evidente, ¿pero, acaso estamos hablando de «razón»?) optarán, a la hora de votar, por sus inmunidades religiosas.

De las que, a propósito no están exentos Uribe ni Duque, salvo que ellos solo creen en Dios porque les conviene… (de ahí, el bien y el mal son pendejadas nuestras), o ellos mismos se han ungido como mesías, enfrente de esa fe que es apenas una creencia en la falta de evidencias: que en su caso, por contraste, es la abundancia de evidencias: de impunidad, corrupción, abuso, violencia y muerte. Las que se dibujan en el rostro también nazifascista (él mismo dijo, no le importa ser comparado con Hitler) mesiánico/misógino («Muy fea para violarla», es uno de sus para-digmáticos, jejeje, insultos) y homófobo (le ofende si lo llaman gay) del no en broma Jair Messias Bolsonaro, el casi seguro e insufrible perdedor, frente al carismático ex ministro de Educación de Lula y Dilma y ex alcalde de São Paulo, Fernando Haddad, en las elecciones del 7/oct/2018. https://www.elespectador.com/noticias/el-mundo/jair-bolsonaro-el-mesias-de-las-redes-articulo-815408

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