Los habitantes de Miami y Broward, en el sur de La Florida están enfrentados a una de las mayores crisis económicas de los últimos años debido a que la explosión de la burbuja inmobiliaria le ha afectado una de sus principales fuentes de ingresos y crecimiento. Estas ciudades han sufrido un impacto demoledor al estancarse […]
Los habitantes de Miami y Broward, en el sur de La Florida están enfrentados a una de las mayores crisis económicas de los últimos años debido a que la explosión de la burbuja inmobiliaria le ha afectado una de sus principales fuentes de ingresos y crecimiento.
Estas ciudades han sufrido un impacto demoledor al estancarse el mercado inmobiliario, una de las principales fuentes de ingreso, inversiones y empleo, y que ha provocado también que los embargos hipotecarios crecieran abultadamente (subprime o préstamos con riesgo), otras hipotecas continúan al alza y hasta propietarios con préstamos seguros y a tasa fija no han podido vender a tiempo para evitar un embargo.
Un especialista del Citybank asegura que nadie quiere comprar en esas condiciones de una economía golpeada y sin esperanzas de levantar en un tiempo cercano.
Con respecto al condado Miami-Dade, reportes de los tribunales indican que ha principios de 2008 se habían presentado 23 543 solicitudes de embargo, lo que es igual a una cada 33 casas y representan un aumento de 2.3% respecto a los 9 814 que tuvieron lugar en 2006.
A las recientes malas noticias, al condado se le suman otras que viene arrastrando desde hace años. Según el Buró del Censo de 2006, Miami-Dade cuenta con una población de 2,253,362 habitantes y un área de 6,297 km2. El 18.6% de sus habitantes y el 16.4% de las familias viven bajo el nivel de pobreza. Los más afectados son los menores de 18 años con un 22.2% en esa peyorativa lista y los que tienen más de 65 años, con un 22,7%.
En 2006, el valor de compra de una vivienda en Miami-Dade era de 308 500 dólares y el costo mensual ascendía a 1 425 dólares. Mientras en todo el Estado de la Florida el 44,9% de los propietarios gastaban más del 30% de las entradas mensuales del núcleo familiar en pagos relacionados con la hipoteca, en Miami-Dade, el por ciento ascendía al 57.9.
Ese año, el costo del alquiler promedio en el condado se situaba en 891 dólares mensuales y el 60,6% de los núcleos gastaban el 30% de sus entradas en sufragarlo.
La Asociación de Banqueros Hipotecarios (MBA) señaló que el porcentaje de propietarios en Florida que va rumbo a un embargo porque están retrasados en sus pagos es de 6.47%, por encima del promedio nacional de 5.81%
»Hay demasiados embargos hipotecarios debido a los préstamos que se refinanciaron durante los últimos seis años cuando las tasas de interés permanecieron bajas y ahora subieron abruptamente, explicó el abogado Stuart Gitlitz, que ha presentado mociones de embargo a nombre de prestamistas desde hace más de 20 años. El número de préstamos que ya están en proceso de embargo saltó 54 %, durante el mismo período.
En todo Estados Unidos actualmente existen 2 000 000 de familias amenazadas con ser desalojadas de sus viviendas, mientras el desempleo ya alcanza 5,2%. La recesión y la inflación se acompañan porque la crisis financiera coincide con la crisis energética que mantiene elevado el precio del petróleo y ha evaporado un billón de dólares en pérdidas financiera.
El director del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial, el cubano Osvaldo Martínez, «nunca antes se habían diseminado por el mercado financiero globalizado una cantidad tan astronómica de derivados financieros salidos de la avidez especulativa, muchos de ellos contaminados por la crisis inmobiliaria de Estados Unidos, a tal punto de ser llamados valores-chatarra y prestos a estalla en las manos de sus poseedores en una cadena de explosiones imprevisibles.
Esa fiebre inmobiliaria que en la pasada década llevó gran número de compradores de propiedades al sur de la Florida, está causando estragos entre inversionistas del sur del Río Grande que ahora buscan deshacerse de los contratos de preconstrucción.
Al afectar la crisis inmobiliaria a la economía estadounidense, la caída de los precios no se hizo esperar y ahora muchos compradores latinoamericanos buscan caminos legales para no completar la compra que soñaron convertir en segunda casa o vender con una buena ganancia.
En declaraciones a la prensa miamense, el abogado Michael Meriño especialista en bienes y raíces, puntualizó que cada vez recibe más llamadas de inversionistas de Latinoamérica que desean salirse de los contratos de preconstrucción de condominios en el sur de la Florida y no quieren completar la compra cuando los llaman los urbanizadores. Puso como ejemplo que uno de sus clientes argentinos que invirtió en dos apartamentos en Miami, uno en Brickell y otro en Kendall, ahora prefiere entregar los inmuebles al banco aunque eso dañe su crédito.
Magda Robles, de la firma de bienes raíces Americasa Foundation añadió que «el gran dilema que tienen muchos inversionistas extranjeros es que apostaron a comprar propiedades para multiplicar su dinero y en este momento ni siquiera pueden alquilar una casa por un monto similar al que deben pagar por la hipoteca; en algunos casos ha aumentado el costo del mantenimiento de los condominios y los seguros a las propiedades por ajustes después de los huracanes del 2004 y del 2005, lo que dificulta aún más la situación».
La realidad es que aún se desconoce la dimensión de la crisis inmobiliaria a nivel nacional’, vinculada a los préstamos hipotecarios de alto riesgo y a cuánto ascenderá la pérdida por estos créditos otorgados con base a un valor esperado del inmueble sin tomar en cuenta los ingresos del deudor.
El desplome en el número de nuevas construcciones, el aumento en el costo de las mercancías y de la gasolina provocan a su vez, que los empleos en Miami sean difíciles de conseguir.
Hoy en día resulta difícil conseguir ocupación en el sector manufacturero, de la construcción o los servicios y según estadísticas privadas, en el condado de Miami Dade, la actividad comercial ha disminuido 40%».
En Norteamérica uno de los Estados donde sus trabajadores reciben menos remuneración es el de Miami-Dade.
Los sectores económicos de la misma se caracterizan por pagar comparativamente bajos salarios. En gran parte esto se debe al predominio del sector de los servicios en la economía condal, el cual se caracteriza por pagar sueldos y salarios más bajos. Estas actividades representaban el 52.9% del empleo total del condado, pero solamente el 43.2% de la nómina total. Ello implica retribuciones relativa y absolutamente bajas, y por ello el 30% de esta empleomanía presenta ingresos inferiores al nivel de pobreza.
En Miami-Dade ocurre que muchos universitarios que emigran desde sus países de orígenes (cubanos, dominicanos, mexicanos, salvadoreños, etc) no encuentran empleos acorde a sus profesiones y tienen que colocarse como cocineros, dependientes en restaurantes o gasolineras, mientras el pago de los alquileres de las viviendas se les convierte en una verdadera espada de Damocles.
A diario se conoce el aumento en el número de propietarios e inquilinos que son desahuciados de las casas pero no que no se contabilizan son los que se «ahogarán» con la crisis de la burbuja inmobiliaria.