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La burocracia del capital, la cuestión de género y étnica y el golpe de Estado en Brasil

Fuentes: Rebelión

1. La objetividad que nos faltaNuestra incapacidad de ser históricamente objetivos nos está llevando al abismo. ¿Cómo así? ¿Lo que viene primero es la cultura, las identidades o la economía? Ustedes podrán respondernos (y es verdad, aunque parcial): los tres vienen primero, como si se tratase de una santísima profana trinidad (real, además: no inventada […]

1. La objetividad que nos falta
Nuestra incapacidad de ser históricamente objetivos nos está llevando al abismo. ¿Cómo así? ¿Lo que viene primero es la cultura, las identidades o la economía? Ustedes podrán respondernos (y es verdad, aunque parcial): los tres vienen primero, como si se tratase de una santísima profana trinidad (real, además: no inventada como la del cristianismo, luego del catolicismo) porque es imposible tratar de economía, si no tratamos de cultura y de identidad: los tres términos conforman un mismo aglomerado social e histórico.
¿Podemos avanzar objetivamente en la discusión? Preguntamos a propósito: la economía, que es una cultura económica, que presupone um régimen racista y patriarcal de identidad, está o no históricamente constituida? ¿O fue la providencia divina que la creó? ¿Si la respuesta fuera no para la providencia divina y sí para el «históricamente constituida», cuál es el nombre del sistema político y económico que conforma esta economía, que es un régimen machista y racista de identidades?
¿Es el capitalismo o el socialismo? ¿O, para huir de la historia: es la civilización o es la barbarie?
No existe otra respuesta objetiva al respecto: es el capitalismo, porque es el único sistema mundialmente (e históricamente) constituido y realmente existente, que comanda todas las relaciones de producción y todas las relaciones sociales a escala planetaria. Incluso si hay resistencia, y la hay, lo que importa es: el capital tiene la hegemonía; el capital contra el trabajo, incluso y sobre todo el trabajo de la resistencia [1].
2. La falta de objetividad histórica y el eterno retorno del chivo expiatorio
Preguntamos objetivamente de nuevo: ¿podemos tomar en serio la postura dominante del contemporáneo que insiste en transformar todo en un asunto de rostro, dentro de un modelo reactivo implicado con el retorno del chivo expiatorio? «¿¡Cómo así!? Dejen de ser pedantes, pregunten objetivamente». Es cierto: ¿podemos tomar en serio la cultura actual que dice que, cuando hay racismo, es culpa de un acto individual de Pedro, de Joaquín, de María? ¿O cuando hay una manifestación machista, es culpa de Juan, de Manuel? Esto es, ¿cuando hay racismo es cosa de blanco y solo de blanco? De la misma forma, ¿cuando hay machismo es cosa de hombre heterosexual?
¿Resolveremos el problema cuando encontremos al culpable, individualmente hablando? ¿Basta entonces castigarlo ejemplarmente, teniendo en cuenta la cultura del chivo expiatorio, que las demás personas pensarán dos veces cuando fragüen siquiera cometer actos racistas y machistas? ¿Funciona realmente así? Si la cuestión fuera realmente esa, ¿cómo explicar los ejemplares y cotidianos casos en los que el racismo y el machismo son protagonizados por mujeres y negros, por ejemplo? ¿En este caso es un asunto de dominio cultural blanco? ¿Pero ese dominio no es antes el de un sistema, el capitalista? ¿Son nuestras preguntas injuriosas, por sí mismas, abominables formas de machismo y de racismo? ¿Por qué? ¿Serán el machismo y el racismo una cuestión de la naturaleza humana y muy especialmente de la naturaleza de blancos y de hombres? ¿Está en el DNA? ¿Debemos eliminar a todos los hombres y a todos los blancos? 

3. El papel de Carmen Lucia y ahora el de Raquel Dodge en el golpe de Estado en Brasil
Está bien. ¿Entonces, cómo explicar la participación de la ministra Carmen Lucia, presidente del STF, en el presente golpe? ¿Su participación en el golpe perjudica objetivamente o no a mujeres y a negros? ¿Siendo el prejuicio objetivamente económico (miseria y abandono de millones de mujeres y de negros, por ejemplo) puede eso no ser considerado machismo ni racismo? ¿Solo hay racismo y machismo cuando sea una manifestación civil, individual, del blanco, para el primer caso, y del hombre para el segundo? ¿Carmen Lucia puede ser acusada o no de machista y de racista, al apoyar un golpe contra el pueblo brasileño y, por lo tanto, también contra mujeres y negras del Brasil? ¿O esta última pregunta no viene al caso porque personalmente ella nunca (por lo que se sabe) dijo siquiera una frase racista o machista? 

Por otro lado, ustedes podrán alegar: «¡Las preguntas realizadas, son en sí absurdas porque Carmen Lucia es mujer y una mujer no puede ser racista ni tampoco machista!» ¿Por un asunto de naturaleza femenina? Pero, ¿no somos seres de cultura, que es al tiempo, seres de economía e identidad? ¿No somos seres históricamente constituidos? Volveremos así a la pregunta inicial: ¿somos, los humanos, en tanto humanos dotados de conciencia y de lenguaje y con capacidad de elegir entre el bien y el mal, seres naturales o históricamente constituidos?
¿Cómo explicar la reciente denuncia, exigiendo la destitución de mandato al STF, por parte de la Procuradora General de la República Raquel Dodge, contra la senadora y presidente del PT, Gleisi Hoffman? ¿Gleisi Hoffman no es mujer porque es peteísta (sic)? ¿Objetivamente, Raquel Dodge, presentó alguna prueba, además de delaciones de corruptos confesos, para exigir del STF la destitución de su mandato de senadora? ¿Cómo será la reacción de la presidente del STF, Carmen Lucia? ¿Va a manifestarse favorablemente al actuar, como presidente del STF, contrariamente a las pretensiones de Raquel Dodge de condenar implacablemente a una mujer que ha sido una valiente luchadora contra el actual golpe, como Gleisi Hoffman? 

4.  Mujeres y negros como burócratas del capital
Por primera vez en Brasil (caso raro en el mundo) dos mujeres ocupan los dos cargos más importantes de la estructura del poder judicial, Raquel Dodge, Procuradora General de la República, y Carmen Lucia, presidente del Supremo Tribunal Federal. ¿Será Temer menos machista por haber indicado, incluso ocupando el segundo lugar de la terna, a Raquel Dodge, como Procuradora General? En tanto Presidente de la República, Dilma Rousseff habría sido más o menos, en este caso, machista que Temer, al indicar solo hombres al cargo de Procurador General, con la disculpa de respetar al primer lugar de la lista?

Teniendo en cuenta el poder que, como mujeres, tienen Raquel Dodge y Carmen Lucia, principalmente la primera (que puede formular la acusación), ¿por qué no responden los actos administrativos (todos crímenes de lesa patria, queremos decir, de lesa matria) de los (muchas veces autodeclarados) machistas hombres del golpista Gobierno Temer? ¿Cómo explicar que hayan ignorado solemnemente (ya existen denuncias formuladas tanto en la PGR como en el STF) el escándalo del lobby de la Shell, petrolera inglesa acusada, con pruebas, de hacer lobby con congresistas y ministros del actual Gobierno golpista, con el objetivo (ya logrado) de tomar para sí el petróleo de excelente calidad del presal brasileño? ¿Cómo justificar «los bostezos» de Carmen Lucia frente a una acción colectiva (firmada mayoritariamente por mujeres) presentada hace meses al STF, pidiendo la cancelación del impeachment contra Dilma Rousseff, tras quedar comprobada la compra de votos en las sesiones de la Cámara y del Senado que la expulsaron del poder legitimado por más de 54 millones de brasileños y de brasileñas?
¿Cómo explicar que, frente a tantos escándalos de corrupción, con pruebas objetivas, en vez de eso, Raquel Dodge prefiera enfocar su odio acusatorio contra otra mujer, la senadora Gleisi Hoffman?

5. Consideraciones finales
Para finalizar, ¿es posible ser al mismo tiempo objetivo, históricamente hablando, y, aun así, combatir sin tregua al machismo y al racismo? Evidentemente que es posible. Basta que entendamos, con la objetividad necesaria, que el capitalismo, ese sistema de discriminación y de racismo, de maltrato y de exclusión (sobre todo de mujeres, negros, musulmanes, etc.) se divide en capital y trabajo y que ha sido y es siempre este último, el objetivo de todas las formas de racismo y de todas las formas de machismo.

Basta que comprendamos que los burócratas del capital (y del imperialismo, su gestor mundial), independientemente de si son hombres, mujeres, negros, indios, amarillos, gays, siempre actuarán contra el trabajo y sobre todo contra el trabajo emancipatorio de las alteridades de género, étnica y epistemológica, obrera.  
¿Y cuál es el efecto objetivo de esa comprensión históricamente constituida? Simple: tenemos el coraje de acusar, además de a los hombres y a los blancos, a las mujeres, a los negros y a los gays, de racistas y de machistas, cuando se vuelven servidores del capital. En esto nos ha faltado objetividad y nos ha costado mucho sufrimiento: el aumento sin fin del machismo y del racismo, además de la miseria de los pueblos. 
En conclusión, tener el coraje de decir en voz alta y con buen sonido: Obama fue racista y machista en su gestión, como presidente de los EE.UU, así como Raquel Dodge y Carmen Lucia han sido machistas y racistas, como gestoras (burócratas brasileñas del imperialismo estadounidense) del golpe en Brasil.  
Pero, ¿por qué ustedes pusieron aquí a Obama, en las consideraciones finales? Respondemos con otras tres preguntas: ¿quién era el presidente de EE.UU cuando ocurrió objetivamente el golpe de Estado en Brasil y por qué guardo un silencio cómplice al respecto? ¿No fue Obama asimismo cómplice, en su visita al presidente de Argentina, Mauricio Macri, de los intereses del capital financiero en contra de América Latina, como lo han sido en contra de Brasil? [2]. ¿Creen ustedes realmente que el golpe y el golpe dentro del golpe que Brasil está trágicamente viviendo no tienen nada que ver con el imperialismo gringo ni, por lo tanto, con sus burócratas dirigentes (elegidos o no), independientemente de que sean blancos, hombres, negros, gays, mujeres? 
Pasó la hora de ser objetivos. A pesar del color de la piel y del género, debemos ser implacable con los dueños del capital y también contra sus empleados, sean públicos o privados: no puede olvidarse sino, por el contrario, recordarse que Lula y Dilma tildaron, en su momento, a Chávez, de «exagerado» por hablarles de la posibilidad de una conspiración, de un golpe de Estado, dirigido por los EE.UU [3].

Notas
[1] En tal sentido, se recomienda el filme Le Jeune Karl Marx (2017) o El joven Karl Marx, del cineasta haitiano Raoul Peck que, además, habla de la histórica e irresoluta lucha de clases entre opresores (capitalistas) y oprimidos (sujetos históricos decididos a liberarse).
[2] https://mundo.sputniknews.com/americalatina/201604201058894630-eeuu-impeachment-brasil/
[3] https://mundo.sputniknews.com/firmas/201604201058889425-eeuu-golpe-dilma/ 

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