«Wal-Mart se opone a la sindicalización de sus empleados. Cualquier sugerencia de que la empresa es neutral en el asunto, o que permite a sus em- pleados organizarse laboralmente, es una mentira. Como miembro del mando administrativo, usted se encuentra en primera fila contra la sindicalización», se arenga en un manual de la empresa, titulado […]
«Wal-Mart se opone a la sindicalización de sus empleados. Cualquier sugerencia de que la empresa es neutral en el asunto, o que permite a sus em- pleados organizarse laboralmente, es una mentira. Como miembro del mando administrativo, usted se encuentra en primera fila contra la sindicalización», se arenga en un manual de la empresa, titulado Las relaciones laborales y usted en el centro de distribución Wal-Mart, a los gerentes y mandos medios.
El mensaje es inequívoco: «Esta caja de herramientas (como se autodefine el documento) le ofrece información valiosa para mantenerse libre de sindicatos, en caso de que los promotores de la sindicalización elijan su sucursal como blanco».
En ese lenguaje gerencial-militar, tan común en la iniciativa privada, el instructivo es conspirativo, policiaco, represivo, casi candoroso. Por algo Wal-Mart es la quintaesencia del neoliberalismo a nivel supermercado. Y sin embargo, tan parecido a los «malos» en las películas de Elia Kazan y John Ford, las crónicas mineras de John Reed o las novelas de John Steinbeck.
Como señalan los editores de Harper’s Magazine (octubre de 2004) al dar a conocer esta «caja de herrmientas», Wal-Mart es el primer em-pleador privado en Estados Unidos y paga a un millón 300 mil trabajadores un promedio de 8 dólares la hora, 2.35 dólares menos de lo que reciben los sindicalizados en otras tiendas.
Wal-Mart ha extendido sus prácticas a México, al asociarse (eufemismo de devorar a) con la mayor cadena de tiendas de descuento en el país. La erupción silenciosa de una sucursal más en el perímetro de Teotihuacán, corazón simbólico de las civilizaciones mesoamericanas, ha provocado una creciente ola de indignación ciudadana, si bien tardía, pues los hechos están prácticamente consumados. Dio la voz de alarma el frente de pobladores de esa zona, pero al principio no fue escuchada.
El involucramiento del gobierno mexiquense del priísta Arturo Montiel y del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), además del sospechoso silencio del obispo de Ecatepec, Onésimo Cepeda, dejaron claro que, del lado del gobierno y la Iglesia, a nadie le interesaba proteger Teotihuacán. Por algo salieron todos a defender su actuación al hacer público el escándalo y de inmediato lo minimizaron.
Las prácticas de Wal-Mart para adquirir terrenos, inmuebles y empresas, y para contratar personal, representan la cara más real y «actualizada» del capitalismo de mercado. Hasta se han hecho libros y denuncias importantes sobre el tema. ¿Y qué? Nada impide que sus propietarios po- sean una de la mayores fortunas familiares del planeta y se salgan con la suya dondequiera.
El prontuario antisidicalista de la empresa, firmado por un tal Orson Mason, gerente de la tienda Wal-Mart en Greencastle, Indiana, no se anda por las ramas. Analiza tres aspectos del problema. Las «primeras señales de alerta» son cuando ciertos empleados muestran «creciente curiosidad en las ganancias» o reciben «atención inusual» de los demás. Se encienden los focos rojos cuando los empeados se hablan en voz baja o «abusan de las visitas al sanitario». Lo mismo si pasan «un tiempo anormal en el estacionamiento antes o después de trabajar», o cuando se empiezan a juntar los que antes no lo hacían y forman «alianzas extrañas».
El segundo punto es la tipología de los sospechosos, ya que los sindicatos «han aprendido a identificar a los individuos más susceptibles de ser explotados (sic) por el sindicato». Los patos les tiran a las escopetas y Orwell se rinde.
»Uno, el empleado ineficiente, que descubre que no alcanza los estándares de la empresa y sabe que será despedido; los sindicatos le prometen ‘seguridad laboral’. Dos, el rebelde, atraído por el sindicato pues se opone a cualquier gerente o patrón. Tres, el ‘peor es nada’, que siempre se anda lesionando y busca arreglos, y cree que el mundo está obligado a mantenerlo. Cuatro, el eterno inconforme, a veces un empleado productivo, pero nada le parece suficiente; es una persona infeliz que vive y muere infeliz, y es infeliz mientras tanto. Cinco, el inclinado a tener causas, y se trepa a cualquier carreta que pasa por ahí; de estudiante participó en protestas y alguna vez viajó a la India en pos de su gurú. Y seis, el elemento sobrecalificado, doctor o profesional que, ya en la decadencia de la vida, su vanidad sufre, quiere ser respetado otra vez y cree que el sindicato le devolverá su vida anterior.»
Por último, Wal-Mart dice a sus gentes »cómo responder» a las demandas de los empleados. »NO DEBE establecer contacto con ninguna organización laboral, ni reconocer a ningún representante de la mayoría, ni atender exigencias de aumento, ni permitir que un tercero determine si alguien tiene mayoría».
El gerente no debe recibir documentos de ninguna organización, e inmediatamente después de entrevistarse con algún representante sindical debe comunicarse al teléfono de emergencia (‘Union Hotline’) 501-273-8300″. Evitar la organización de los empleados »es un compromiso de tiempo completo». Todo un programa de lucha: »sólo si cada miembro de la administación está dispuesto a invertir tiempo, dinero y esfuerzo, se cumplirá el objetivo de Wal-Mart de mantenerse libre de sindicatos».