Recomiendo:
0

La caída del dólar y la economía global

Fuentes:

«History is not an infallible guide to the future,» Alan Greenspan, nov.2004. «The dollar is not what it used to be» The Economist, Dec 2, 2004. En estos días la situación de todo el sistema monetario y los mercados globales viven bajo la peor amenaza terrorista representada por la caída del dólar. Que es la […]

«History is not an infallible guide to the future,» Alan Greenspan, nov.2004.

«The dollar is not what it used to be» The Economist, Dec 2, 2004.

En estos días la situación de todo el sistema monetario y los mercados globales viven bajo la peor amenaza terrorista representada por la caída del dólar. Que es la caída no sólo del signo monetario de un país, sino de una moneda que ha estado cumpliendo el papel de dinero mundial.

El fondo de la cuestión es el asombroso desbalance comercial de EEUU, una economía acostumbrada a importar mucho y a exportar muy poco, y que sin embargo nos ofrece el espectáculo de una búsqueda todavía más escabrosa de recursos. Según Lawrance Sommers, ex secretario del Tesoro, actual Presidente de Harvard, hablando el 16 de Octubre en Yale, el déficit americano suma ya los 660 mil millones, igualando el 5,7 % del Producto Bruto y el uno por ciento del producto bruto global, y absorbe los dos tercios de la cuenta corriente acumulada de todos los países del mundo. Una situación insostenible que sin embargo parecía todavía equilibrarse sobre «algo», que cuando se empezó a levantar el oscuro manto que lo cubría, vino a revelar la existencia de una serie de círculos viciosos de proyecciones espantosas, difíciles todos de siquiera tocar, dada su extraordinaria fragilidad.

Para enfatizar este curso, el Congreso eliminó este mes las restricciones a los cortes de impuestos, y ha elevado el techo de la deuda federal en $800 mil millones, lo que la lleva a totalizar los $8. 18 trillones (en números inteligibles para los economistas y matemáticos norteamericanos, donde en el trillón americano, la unidad es seguida por 12 ceros, equivalente al billón español).

En el punto en que está, la deuda norteamericana sólo puede crecer. Cualquier disminución es problemática. Peor, catastrófica. Y sin embargo ya están sobre la mesa muchos proyectos para rebajarla, siendo el principal precisamente la devaluación del dólar-que muchos países han seguido mediante la práctica del pegue. China, como ejemplo. Otros no, Europa, como ejemplo, que el último año ha visto una valoración del euro en un 30%. El punto es que ahora las presiones sobre el dólar se han ido haciendo más fuertes y una nueva devaluación es inevitable. Claramente es ya la política adoptada.

Pero la economía americana se venía sosteniendo-se sustentaba, oh!-a través de una captura fenomenal de recursos financieros. En algún momento, tras la crisis asiática y las demás, posteriores a 1997-fue una economía de refugio desde donde se podía esperar la llegada de condiciones de repunte… Por un tiempo, altas tasas de interés favorecían ese movimiento que podía apoyar el crecimiento del consumo. El Tesoro podía ver la llegada de una extraña complicidad hasta desde China, que adquiría sus bonos y los acumulaba. (China y Japón han acumulado cerca de 900 billones en bonos del Tesoro). La acumulación mundial, estimada en trillones de dólares seguía ese camino. Y el ritmo de crecimiento de otras deudas y el pago de intereses vitaminizaban al sistema. En algún momento, el 80% del ahorro mundial estuvo dirigido a sostener la estabilidad americana.

Con la llegada de las tasas bajas, se comenzó a enfriar ese flujo. Ya la inversión en EEUU no es rentable. La devaluación escogida ha tornado más aguda esta situación. Como agregar a la tisis una hemorragia. Es cierto, devaluando, EEUU podría estar estafando a sus acreedores, pero también hace difícil que alguien se interese en contratar con el verde documento que pregonaba la confianza en Dios. En estos días hay una desesperada conversión de las reservas de los bancos centrales. Rusia se deshace masivamente de sus dólares, en Asia ocurre otro tanto. Chile expide bonos de deuda en euros. Otros que principalmente tenían deudas en dólares, prolongan las negociaciones. Y empieza a levantarse el fantasma de la conversión de los dólares petroleros en euros petroleros. La OPEP se resiente ya, con la devaluación ocurrida en estos meses anteriores, de pérdidas por un tercio en el valor del petróleo que tratan de equilibrar mediante aumentos en el precio del petróleo en razón a la pérdida de valor del dólar. Excepto México, que al parecer ha decidido regalar su producción petrolera.

Esto empieza a parecerse a la devaluación de la libra esterlina en los años treinta. También queda el recuerdo de la devaluación del dólar de los años 70, que originó una considerable alza del petróleo. Entonces la devaluación fue solo de un 20%. (para ser exactos, un 22% contra el franco suizo y un 21.5 contra el yen), claro ,todo eso en contextos económicos muy diferentes. Y vaya que originó cambios en la estructura financiera mundial. Ahora las pérdidas se avisan mayores entre los países petroleros.

Hay quienes sostienen que todo depende de la gradación que pueda tener la caída en el valor de cambio. Pero una vez comenzado este proceso, la experiencia dice que es difícil sostenerlo, sobre todo cuando discurre en un espacio global, en donde tienden darse gigantescas reacciones. En este momento, los europeos perciben la devaluación como una amenaza para su comercio, pero se dan cuenta que una moneda fuerte puede tener otros atractivos en la lucha por la hegemonía. Eso, hasta un límite, es cierto. Para los chinos, ya lanzados en una fuerte carrera expansiva y en un sobrecalentamiento de su economía, la devaluación del dólar afecta fuertemente sus reservas, hasta un porcentaje importante de su producto bruto, y la reacción posible con relación al precio del yuan también puede traer consecuencias, sea en el sobrecalentamientio, sea en una detención demasiado brusca. Por otra parte su propio sistema crediticio se encuentra socavado por un exceso de créditos no saldables, que de no sostenerse sobre el flujo acrecido de inversiones, mayor crédito y expansión comercial, puede conducir a una severa contracción. Lo que pasara en Asia, bajo esta tendencia, no sería tampoco en beneficio de la expansión económica mundial. Una contracción sólo en China, ni decir en India y otras regiones, tocaría al 20% del la base industrial de Occidente. Sin embargo, la devaluación del dólar va a tener que definir decisiones difíciles, que tocarán muchos intereses, en esos países como en el resto del mundo.

EEUU ha tratado de escaparle a la llegada de este momento mediante el sobre estímulo de inversiones. Se notó eso desde el 9/11, y el salto que experimentó el presupuesto militar-hoy día elevado a los 500 mil millones, con lo que se ingresaba de plano en un «keynesianismo militar» que se fijaba como objetivos inmediatos un cierto mantenimiento del empleo y el abastecimiento de energía barata que diera nuevo esplendor el crecimiento americano como fortaleza financiera e industrial.

Pero ese movimiento no cuadró con su desastre comercial, ni logró tampoco sus objetivos. Sólo prolongó la agonía. Y probó que las inyecciones fiscales ya eran por sí mismas demasiado débiles. No podían reemplazar a la inversión directa o especulativa extranjera que estaba en retirada. Al fin y al cabo los déficits norteamericanos venían siendo financiados por la banca internacional. Sólo los bancos del Este de Asia, ponían 1,8 trillones de dólares en la función (en números: 1.800.000.000.000). Por eso se vino a revelar en la guerra de Irak ese otro trasfondo bélico, algo más fantasmal, de una guerra entre el dólar y el euro. Y la estrategia de EEUU es descargarse sobre los intereses de su enorme deuda.

La perspectiva devaluatoria y EEUU

La elección de Bush ya era un problema para el pueblo americano, ahora con un alto grado de inadvertencia le viene cayendo encima esta devaluación acompañada de un recitado sobre la deuda trillonaria. El efecto se resume en que cada dólar en el bolsillo del ciudadano, y sobre todo del trabajador norteamericano y de los muchos migrantes, se transformará rápidamente en tres quarters, y que por ende, en este sólo sentido mecánico, (o de derretimiento), su nivel de vida comenzará a experimentar un fuerte estrechamiento. Esto no tardará en repercutir en una nueva contracción de las tasas de ganancia y en un crecimiento del desempleo. No se duda que el alza de los intereses y algo de inflación serán parte de la procesión en este país con tasas de ahorro casi inexistentes y grandes afanes de consumo.

La depreciación del dólar afecta a salarios, pensiones, cuentas de ahorro, valor de bonos-y así afectará a amplios sectores sociales, con excepción quizás de un estrecho sector especulativo. Pero aún ahí da que pensar el hecho de que los diez más importantes bancos de EEUU tengan comprometidos préstamos de sobre el 100% de sus activos sólo en América Latina. Es cierto, la apuesta paralela de ellos es el alza de tasas.

En el nivel de los negocios, la cuestión en las primeras fases de esta devaluación -que ya lleva algún tiempo-ha sido adecuar las cotizaciones de la bolsa y los precios de tantos productos a la nueva realidad monetaria. Pero bajo condiciones más explosivas, o más allá de cierto techo puede llegarse a condiciones muy difíciles.

Alan Greenspan se plantea así:

«This situation suggests that international investors will eventually adjust their accumulation of dollar assets or, alternatively, seek higher dollar returns to offset concentration risk, elevating the cost of financing of the U.S. current account deficit and rendering it increasingly less tenable,»… «It seems persuasive that, given the size of the U.S. current account deficit, a diminished appetite for adding to dollar balances must occur at some point,»

E indica también el rumbo de sus preocupaciones:

«More will need to be done in Europe as well as in the United States to ensure that our economies are sufficiently resilient to respond effectively to all the shocks and adjustments that the future will surely bring,»

Greenspan ,cuando dice esto, también se dirige a los grupos transnacionales. Al fin y al cabo casi todo lo que se produce en el mundo ha estados siendo apreciado en dólares. Pero también constituye el mundo económico de las reservas. Todo lo que los países fondeaban para contingencias futuras estaba convertido y amontonado en dólares o bonos del Tesoro norteamericano. Ese era el respaldo real de todas las otras divisas, cuando ya no existía el respaldo de oro o plata de las épocas anteriores a Breton Woods. En una devaluación tan brusca como la que se está presentando los Bancos Centrales pierden la fe en el dólar y comienzan a devolverlo al mercado en cantidades que pueden ser fabulosas, amenazando así con hundir aún más al signo verde. El Gobierno de EEUU, que parece ver con cierta complacencia sadomasoquista esta deriva, ha desoído hasta ahora los clamores de otros Gobiernos que lo llaman a establecer un nuevo acuerdo monetario. Definitivamente cree que este es el camino para resolver su déficit. Una suma de déficits de presupuesto y déficits comerciales que concluye en una cifra trillonaria.

Quienes apoyan la sanidad de la devaluación suponen varias cosas: que se puede sostener un crecimiento de cerca del 4% hasta el año 2008, que el déficit podría crecer hasta entonces todavía en un 8%, y que bajo esas condiciones la demanda podría crecer y el ahorro y la inversión continuar haciendo lo suyo produciendo tasas de ganancias moderadas, o también mayores en el caso de las inversiones extranjeras que verían llegar una reevaluación de sus bienes. El comercio se vería tonificado al mejorar su competencia, y el sector financiero recibiría alborozado un alza de tarifas. Se volvería así a la edad de oro, con todos los sectores del poder económico unificados tras una política expansionista. Todo esto dicho en buen neoliberalismo presbiteriano.( Véase : Wynne Godley A. Izurieta,G. Zezza» PROSPECTS AND POLICIES FOR THE US ECONOMY ¨ CERF – – University of Cambridge July 2004, http://www.cerf.cam.ac.uk/publications/files/USJul04.pdf

Es cierto, la devaluación aparentemente podría detener este crecimiento deficitario, pero el resultado de la operación tiene un potencial de venta acelerada de reservas en dólares y de retiro de capitales asiáticos y europeos, que podría conducir el aparecimiento de una situación que haría imposible continuar manejando el mercado y la economía norteamericana en los términos que conocíamos. No habría una quiebra en términos de una declaración de insolvencia de los negocios privados, pero si puede sobrevenir un crash. El hecho es que la devaluación ya soltó sus amarras, y en vano se recordará en el futuro algunas objeciones que pudieron hacerse valer:

.Que las importaciones superaban en un 40% a las exportaciones

Que tasas más altas de interés aumentarían las deudas de pagos a inversionistas extranjeros.

Que hay que pagar las guerras de Bush

Que en la estabilidad norteamericana tiene una fuerte incidencia la inversión internacional que se está viendo afectada.

Que hay una disminución o detención del crecimiento mundial

Y que están aumentando los precios del petróleo.

Objeciones estas que quieren decir «el endeudamiento seguirá creciendo a pesar de la devaluación, sólo que ahora crecerán todavía más los problemas.»

Hasta ahora la línea de combate pasa por el Tesoro, pronto irá a la banca y a las bolsas de valores. Y la respuesta darwiniana de Greenspan es, «ya ganaron mucho, ahora, adáptense». Debe agregarse también a las consideraciones sobre este doble déficit, que tanto la conducción de un presupuesto fiscal deficitario como el déficit comercial, han estado hasta ahora dando una contribución muy efectiva al movimiento de los negocios, donde las ganancias privadas han tenido su contrapartida en pérdidas públicas. Contemplen nada más las compras masivas de armas, a cargo de déficits en presupuestos presentes y futuros durante la administración Bush. O las inyecciones fiscales a la bolsa de valores después del 11/9. Ahora la jugada es la devaluación que se intentará equilibrar con un alza de tasas de interés. ¿Cómo podrá toda esta negatividad fundar una nueva política de recuperación, que debería suponer un mayor fortalecimiento de la demanda, del empleo y del comercio ? ¿Cómo puede todo este desastre continuar relacionándose con los objetivos imperiales de la política exterior de Bush?

El recorte al ingreso masivo que viene a imponer la devaluación y el alza de tasas. deriva en contracción de la demanda, en una sinuosa baja del ahorro y de la inversión, y al fin, en el paro y el desempleo.

Nuevas conductas deficitarias sumadas a una inflación rampante no lograrán iluminar la salida del túnel. La idea de una expansión del Producto Bruto queda para mejores tiempos. Las estrategias monetarias que buscaban equilibrios en u n extremo, desequilibraron otros: tal así la baja de tasas en EEUU, mientras en Europa se mantenían más altas, drenó capitales hacia el Viejo continente. Y ya con estas precisiones el propio recurso al keynesianismo militar, a la extorsión de otros países y a la guerra efectiva es sólo un delirio y un disparate, que sólo podrá efectivizarse en la fascistización del gobierno y de la sociedad norteamericana.

El examen del manejo del déficit y la salida devaluatoria nos aproxima por otra parte a una nueva dimensión de la esencia imperialista de EEUU: es al servicio de su expansión que busca la reestructuración del mundo, aún empleando sus propias miserias, según el lema «todo al servicio de la acumulación». Forzando la competencia a través de su devaluación intenta aplastar a sus rivales, arriesgando a su pueblo busca explotar los ahorros de los demás –¡que sean los explotados de siempre los que paguen sus deudas!– , mientras asume militarmente la ocupación de los recursos que le permitan fundar un imperio -de nuevo-de mil años. Y para ello también despliega sus contradicciones.

Greenspan dice que no se aprende de la historia, pero en esta misma coyuntura, él mismo y los factotums de la política económica norteamericana parecen obsesionados por volver a la segunda posguerra, cuando construyeron su edad de oro luego de aplastar a sus rivales.

La devaluación y los países menos desarrollados.

Acá la caída del dólar tiene visos bastante funestos. En el plan puramente monetario, debe observarse que para blindarse frente a situaciones como la crisis asiática, se buscó manejar un excedente de reservas en dólares. Una gran acumulación, en la mayoría de los casos inerte, a la espera a lo sumo de la realización de pagos de intereses de deuda. Al producirse la devaluación, toda esta masa de dólares prácticamente se derrite, y la pérdida de valor viene a ser una parte importante de la riqueza de esos países. Uno no puede dejar de admirar la estolidez de los directivos de los Bancos Centrales que siguen adheridos al mantenimiento de su «superavit». Si se considera que los países en desarrollo tienen reservas que van del 10 al 20% del Producto Bruto esas pérdidas que siguieran a la presente devaluación pudieran alcanzar, según los casos, del 2 hasta el 5% del Producto Bruto. Suponiendo que el dólar baje, en el intento de reducir la deuda norteamericana, entre un 20 y un 30%. Es cierto, algunos han preferido echar por la borda las lealtades con el Tesoro americano y están afanados en comprar euros u oro. El oro está registrando precios records en estos días.

Según cálculos del FMI, (Developing Country Losses Due to a Declining Dollar ) esas pérdidas podrían proyectarse hasta el equivalente de un 3.5% del Producto Bruto en Argentina, de un 5.8% en el caso de Chile, y de un 14.1% en Malaysia (¡). Economías que actualmente empujan con su dinamismo el crecimiento mundial, como China, podría perder el 10% de su producto. (Véase Mark Weisbrot, David Rosnick, and Dean Baker1 : «Going Down With the Dollar: The Cost to Developing Countries of a Declining Dollar» http://www.cepr.net/publications/dollar_reserves.pdf )

Las consecuencias para países que tienen su comercio dirigido al área del dólar podrían agravar todavía más su situación. Muchos países «exportadores» aparentemente hacen grandes negocios a través de la entusiasta alza que han experimentado el petróleos y otras materias primas, cuyos precios nominalmente han sido afectados al alza por la caída del dólar. A su vez ellos se hacen de un medio de cambio que lleva en si mismo un efecto de consunción. Y así también el alza de los productos mineros puede ser muy notable en países que intercambian con el dólar americano, pero no tan visibles para quienes lo hacen con el dólar australiano. Eso puede originar efectos diferentes en las manufacturas , en la distribución de los favores del consumo y en el empleo. En suma, el mercado ve acentuada su turbulencia.

Bajo este espectro de circunstancias, cuellos de botella y fuertes contracciones en la economía mundial son de esperar, y una recaída en la recesión y el encaminamiento de una extensa depresión vienen a ser prácticamente inevitables.

Las medidas que se están insinuando al parecer sólo actuarían como aceleradores. Una mayor apertura y liberalización de las economías, como se venía recomendando hasta la reciente reunión de APEC en Santiago sólo reforzarían la exposición a los efectos deletéreos de la devaluación. Ya veíamos que el ingreso de divisas debería ser selectivo. La moneda debilitada poco tendría que apostar en la disputa «libre» por el dominio de los mercados. La intervención en los mercados financieros se convierte así en una práctica recomendable. Y toma la forma de un escurrimiento de la esfera del dólar y de una eliminación de las reservas en esa moneda. Eso lleva a corto y mediano plazo a que muchos productos busquen su cotización en otros signos monetarios. En EEUU este conflicto se ha estado haciendo presente desde hace un tiempo. Primero se buscó abaratar el dinero, bajando los intereses, hasta el punto en que los préstamos dejaron de ser rentables. Ahora la recomendación es hacia el alza de las tasas. Lo que en una economía en gran parte empantanada en efectos recesivos, viene a ser una invitación a la depresión. En la formulación de cualquier medida de política económica, en estos círculos viciosos de la economía, gravitan las expresiones de una sociedad que se va trizando sin retorno. El sector financiero puede así estar reclamando algo que el empleo deberá soportar, mientras el comercio empuja otras soluciones igualmente contradictorias, y así también por sector o rama industrial. De las grandes visiones sobre la competencia internacional se cae a la competencia interna menuda.

Lo otro viene a ser el redoblamiento de las fricciones internacionales. Numerosos encuentros financieros no llegan a ningún acuerdo. EEUU utiliza entonces al Banco Mundial y al Fondo Monetario para aconsejar a algunos países a mantener el pegue de sus monedas y la «salud» de sus reservas, a otros -como China- al contrario, una reevaluación, y un alza de tasas, que pudiera enfriar su economía. Ese enfriamiento, como decíamos, en su brusquedad podría dislocar no sólo a la economía china.. Lo que importa a EEUU es el grado de apertura que pueda seguir mostrando China, y sobre todo su mantenimiento «tributario» a través de su aseguramiento de bonos del Tesoro. Un sudor frio recorrió a los financistas americanos cuando corrió el rumor hace una semana, de que China estaría contemplando alejarse de esa práctica.

Europa

¿Y Europa? En el diseño de la política devaluadora malgré lui de EEUU, existe la esperanza de dislocar que sea parcialmente la competencia comercial de Europa, y con eso otros proyectos relacionados con la expansión europea. Al fin y al cabo, en algún rincón aislado de la doctrina monertaria se supone que una moneda más barata -como mercancía más barata-podría conquistar mayores espacios del mercado. Esta dogmática, de ser universalmente compartida podría llevar a una carrera devaluatoria entre las grandes potencias. Pero al parecer las cosas no van perfilándose de esa manera tan mecánica. Se ve, por ejemplo, la preferencia que tiene el mercado por monedas más estables, o como buscan cambiar sus reservas en euros. Cambiando la moneda que se abarata por la que conserva su valor. O también la fuerte tendencia del grupo petrolero por realizar sus transacciones en euros. En alguna época también fue la estabilidad del dólar lo que le atrajo el favor del mercado. Pero el caso es que si en el año 2000 el euro estaba a $US 0.82, ahora está a 1.33 , y probablemente muy pronto esté a 1.60 dólares. En el último año ha tenido un alza del 57%. Sin que esto haya implicado que Europa esté encaminándose paralelamente a estas cifras, a un avanzado estado de depresión o de retroceso notable en su comercio. O todavía, en un más avanzado estado de endeudamiento, como lo está cada vez más EEUU, a pesar de que una violenta devaluación ya se hizo presente desde hace más de un año. EEUU tenía entonces 480 mil millones de deuda, ahora tiene 660. Es posible que el encarecimiento relativo del euro haga menos competitivas las mercancías europeas en el interior de EEUU. Pero hay que notar que el desbalance de EEUU se ha formado fundamentalmente como resultado de sus importaciones de países del Asia. Una participación importante de Europa es si en términos de capitales. Y no es menor la inversión de países árabes (antes del 11/9 los árabes tenían más de un trillón de dólares invertidos en EEUU de los que todavía permanece cerca de un 85%). Y su retirada puede hacer todavía más insostenible la posición norteamericana.

En todo caso toda la fábrica de la industria europea recibirá un shock, y en medio de las grandes reorganización de la Europa Expandida, deberá consultar una reorganización a fondo de su sistema productivo, en sus regulaciones, sistema laboral, mercados, buscando recortar costos y sostener los beneficios sociales. De lo que depende también el rumbo de su organización política.

De todos modos se debe considerar que la actual aventura devaluatoria, que tiene además del déficit un transfondo de competencia con el comercio europeo, debe tener en cuenta que si hay regiones en el mundo que tienen una interrelación muy fuerte son EEUU y Europa. El comercio transatlántico comprende el 20% del comercio total de cada una de las partes. Pero además cerca de un 60% de las inversiones en los EEUU provienen de Europa y un 45% de las inversiones norteamericanas en el exterior van a Europa.

Si la devaluación fuera deseada. no es la devaluación la mejor manera de competir, ya que hacia el interior puede desarrollar toda suerte de anomias económicas, inflación o estanflación, y hacia fuera, un desgaste notable de las fuerzas del mercado. La deseada baja de las exportaciones tanto europeas como asiáticas no sería precisamente algo que pudiera tonificar las exportaciones norteamericanas. Pero es algo que teme Europa. Es que es meridianamente patente que el avance de la crisis norteamericana terminará engullendo a Europa. Pero en el marco de la recaída en una verdadera crisis mundial.

(Ya en Octubre en el Congreso norteamericano, cuando se tocaba esta cuestión se estimaba que Europa tendría a fuerza, en un cierto punto, que seguir a EEUU en la depreciación monetaria… Con todas las consecuencias).

Sud Este Asiático

Bailando a estos compases se encuentra también Asia-hemos aludido a China-pero en el Sud este, ha sido notable en las últimas semanas el alza de las monedas vernáculas.

Analizando la situación en retrospectiva, el Economist señala en un articulo del mes de noviembre:

«El legado de la crisis todavía inhibe a los políticos de Asia. Habiendo pasado siete años desde entonces, han tratado de mantener sus monedas baratas y sus reservas de dólares abundantes. El won surcoreano, la rupia y el dólar de Taiwán, que cayeron en dominó después que el Baht. De Tailandia quedó fuera de pegue en julio de 1997, todavía buscan ganar sus pariedades anteriores a la crisis. El won todavía se mantiene devaluado en cerca de un 5% frente al dólar…el ringhit de Malaysia, que mantiene pegue con el dólar, está un 25% bajo su valor. Sin embargo en la semana pasada el won alcanzó su precio más alto desde la crisis…el Baht y el dólar de Taiwán se han fortalecido… pero las vastas reservas en dólares expone a Asia a enormes pérdidas (frente a esta nueva devaluación del dólar)». «Currency conundrums» http://www.economist.com/agenda/displayStory.cfm?story_id=3397847

El yen se ha apreciado en un 5%, el won (Coreano) en un 13.9% ,Taiwán, 5.6%. No son buenas noticias para los negocios. La leve recuperación japonesa con esto se encuentra otra vez en serios aprietos. Disloca exportaciones no sólo hacia EEUU, sino hacia el gran mercado chino que continúa (todavía) en su pegue con el dólar. En economías exportadoras como Corea del Sur esto genera actividades muy dispares. Como cada percentil de alza de su moneda es un percentil de baja de sus exportaciones, pues ha decidido comprar dólares, lo que en el desliz continuo de esa divisa, origina grandes pérdidas a la sociedad coreana. Otros países han inciado la diversificación de sus reservas.

Como la situación parece agravarse, se inician movimientos proteccionistas en el entorno comercial Asia-Pacífico. Amplias fusiones trasnacionales, tratados comerciales acelerados, etc. Hace un par de días, por ejemplo,los miembros de la ASEAN firmaron un acuerdo con China que creará un Mercado abierto de 2000 millones de consumidores para competir con Europa y EEUU, y que entrará a tener efectos en el corto plazo. Es interesante anotar que vincula también a India, Nueva Zelandia y Australia, estos dos últimos desde tiempo en la esfera del dólar. Sin embargo, empieza a alzarse el temor de una nueva recaída en la crisis.

América latina y la devaluación del dólar

En América Latina algunos países hace un tiempo optaron por la dolarización (Salvador, Ecuador, Panamá) Estos «dolarizados» en el extremo de la colonia latinoamericana, ya no pueden con su pobreza y ahora, con la depreciación generada tan lejos de ellos, deberán afrontar una disminución mayor de su capacidad de compra. Algo pavoroso cuando más del 46% de la población ya vivía con menos de dos dólares diarios.

. Otros continuaron con sistemas intermedios que fueron luego evolucionando hacia flotación flexible o sistemas de pegue o semi pegue. El pegue permitía a las empresas americanas (que la mayoría de las veces son lo mismo que «los exportadores») hacer su agosto en materia de explotación de recursos humanos o materiales. El apreciado pegue argentino menemista fue un de las causas del desplome final de esa econonomia suramericana. México en una secuencia de gobiernos aperturistas ha preferido un «pegue flexible», que en medio de las depreciaciones del dólar frente a otras monedas, estoicamente mantuvo una cotización bastante pareja, conveniente para el exportador y el inversionista. Pero sobre todo, después de la «crisis de cartera» del 94, mantuvo una fuerte reserva que inmovilizó parte importante de su ingreso, que repartió entre pago de intereses de deuda y compra o venta de dólares para mantener su apreciación. En el último año el dólar osciló siempre en torno a un precio fijo de 11 pesos y fracción. En cambio en Chile, con inversiones y comercio un poco más repartidos, la devaluación del dólar comenzó a revelarse en las cotizaciones en su dimensión más real desde una época más temprana. Así, en el último año el dólar bajó de 750 pesos a 585. En Colombia, Bolivia, Argentina o Perú, el panorama es ocupado por sus propias devaluaciones . Situaciones de este orden han estado dirigidas por particularidades bastante dispares del comercio latinoamericano, donde en algunos casos cobra importancia el regional, EEUU, Europa o Asia.

Es el dinamismo de las economías centrales el marcador de los procesos de crecimiento de las economías coloniales como las de América Latina. La baja experimentada en ese dinamismo por parte de los EEUU en el período 2001-2002, condujo a un fuerte retroceso a las economías del patio trasero, incrustando a millones en la linea de pobreza. En el corto período que sigue se ha inventado en los medios cierta idea de «recuperación», pero el boxeador continúa en el suelo. Los índices del IED están a la baja, los índices de pobreza, al alza.

Durante ese período pasado tan recientemente, los signos monetarios latinoamericanos se desploman -a pesar de que se viene venir un período de depreciación del dólar. Muchos dirigentes latinoamericanos cruzan entonces alborozados la línea de la dolarización. El tema ya no es como en la década pasada el no pago de la deuda externa sino como buscar las estrategias, mediados por el FMI, para contraer nuevos préstamos y «renegociar» la deuda a cambio de reformas estructurales. Y ahora llega la depreciación en grande, acompañada seguramente de un alza de intereses sobre la deuda. Sin embargo los «líderes» latinoamericanos parecen estar en otro planeta y se esfuerzan por reforzar la vulnerabilidad de sus países retocando sus TLCs con EEUU y promoviendo el ALCA.

Pero los hechos son porfiados y durante el mes de noviembre del 2004-a pocos días de esta redacción– las principales economías latinoamericanas han estado valuando sus monedas en contra del dólar. México, Brasil y Chile valoran sus monedas entre un 4 y un 6% mientras algunos aumentan sus tasas de interés (sobre 8% en el caso de México), seguramente para atraer más inversiones cuando en «otros» lugares del mundo las cosas se ponen difíciles. En Brasil la cosa no es tan fácil y la leve valoración del real ha traído protesta de los sectores industriales y exportadores que reclaman una intervención del gobierno para «defender el precio del dólar». «Associações de indústrias criticam câmbio atual e querem que governo evite desvalorização maior da moeda americana»-titula el derechista Jornal do Brasil del 27 de noviembre..

En otros casos, el economicismo «pop» latinoamericano, que a veces llega a los Ministerios de Hacienda y Economía y a los sillones legislativos, también se repite en estos días con cierta satisfacción que la caída del dólar sería beneficiosa pues ayudaría a rebajar el monto de la deuda externa. A menos que EEUU alce las tasas. En la actual situación de caída del dólar todo el panorama crediticio de América Latina se complica (¿cuánto debo? ¿dónde obtengo nuevos créditos?¿bajo qué condiciones? ¿qué hago con mis reservas? ¿dónde colocar mis fondos? ¿de qué riesgos me hablan?) En 2003, la República Dominicana tuvo que obtener créditos por el 20% de su Producto Bruto para mantenerse en el desfile. Claro que allí el peso se depreciaba más rápidamente que el dólar, impulsado por una situación financiera generalizadamente fraudulenta.

http://www.eclac.cl/publicaciones/DesarrolloEconomico/5/LCG2255PI/Dominican%20Republic.pdf

Un articulo de no hace mucho, nos puede dar a entender las dinámicas harto risibles que se fondean en estos procesos, dice así:

«Banco Interamericano de Desarrollo obtuvo el equivalente a 7.200 millones de dólares de recursos netos en los mercados internacionales de capital durante 2003. Este monto asegura un sólido nivel de liquidez para satisfacer las cambiantes necesidades de su programa de préstamos para el desarrollo de América Latina y el Caribe.»

Y sigue:

«El fuerte interés de los inversionistas generó una demanda de bonos de alta calidad, lo que permitió al Banco acelerar su programa de financiamiento durante la primera mitad de 2003. Al avanzar el programa de financiamiento, el Banco no sólo satisfizo las necesidades de los inversionistas sino que también aseguró costos de financiamiento más favorables en 2003, comparados al año anterior, debido a las favorables condiciones de mercado.» (artículo de

Inventariando, 4 de marzo 2004).

Pero el BID sabía algo porque «El dólar estadounidense continuó siendo la divisa principal para operaciones, antes y después del intercambio de monedas, pero el Banco también diversificó sus oportunidades de financiamiento emitiendo bonos en una amplia gama de divisas.»

En verdad un mercado «notablemente favorable» es el que se nos venía encima.

Como en otras ocasiones, fue Fidel Castro quien tuvo la percepción más aguda e inteligente de lo que significaba la adquisición de dólares en este momento…y prohibió las transacciones en esa moneda.

En América Latina, los gobiernos , que han sido dóciles ejecutores de las «reformas estructurales» que ponían al continente en la bolsa de las transnacionales, sobre todo norteamericanas, en el momento de la explosión deficitaria de EEUU y de la devaluación del símbolo de su poderío, se sumen en la perplejidad y en la parálisis del subalterno falto de instrucciones. Las grandes uniones económicas que empujan Europa o Asia les llegan como metáforas en una lengua desconocida que no pueden decodificar desde la desmedrada situación colonial en que se encuentran. Pareciera ser que estas economías latinoamericanas seguirán mansamente el destino del de arriba, aceptando reestructuraciones, descubriendo en el camino nuevos escalones de crisis y de descomposición. Siempre entretenidos en la idea de que permitiendo el más franco saqueo de sus riquezas, siempre la «elite» tendrá un lugar donde ampararse. Por lo menos, como dicen, «hasta los próximos cincuenta años». Después parece que viene el fin del mundo.