Irlanda es otro de los países situados en el epicentro de la crisis económica en Europa, otro país en el que cada nuevo ataque contra la población trabajadora y la juventud se justifica hablando de la necesidad de pacificar los mercados y pagar la deuda. Allí, el ‘rescate’ de la Troïka da un impulso aún […]
Irlanda es otro de los países situados en el epicentro de la crisis económica en Europa, otro país en el que cada nuevo ataque contra la población trabajadora y la juventud se justifica hablando de la necesidad de pacificar los mercados y pagar la deuda. Allí, el ‘rescate’ de la Troïka da un impulso aún más fuerte a las políticas anti-obreras que vemos aplicadas en todos los países.
Pero también hasta ahora, ha sido un país sobre el que se ha dicho que, a diferencia de Grecia o Portugal, sus trabajadores no querían luchar. Los poderosos de todos los países aplaudieron el ejemplo de Irlanda, en que los trabajadores ‘tomaron la amarga medicina’ sin responder ni tomar las calles. Esto, ciertamente, no ha sido más que una burda mentira: la historia de la crisis irlandesa es también una historia de protestas masivas e intentos de impulsar una lucha desde abajo. Y eso a pesar de los impedimentos, el mayor de ellos, la pesada burocracia sindical que lleva 3 años de crisis sin movilizar ni una sola vez el poder de la clase trabajadora por medio de una huelga general. Pero, como vamos a ver internacionalmente, el obstáculo de los dirigentes sindicales, en algunos casos ‘amarillos’, no va a poder impedir la explosión de luchas sociales, tanto dentro como fuera del movimiento sindical.
Tan grande y extensa es la agenda de miseria de la Troïka (BCE, FMI y UE) y de los sucesivos gobiernos irlandeses (el gobierno actual está formado por una coalición entre los laboristas, es decir «PSOEistas» ó socioliberales, y el Fine Gael, uno de los dos grandes partidos más o menos «PPeros», o conservadores), que han necesitado una cierta cantidad de imaginación. Llegan a un punto en que no pueden rebajar más los salarios ni las prestaciones de desempleo. Y tienen que pensar en nuevas fórmulas, nuevas medidas para sangrar al máximo a los trabajadores. En Irlanda, entre otras cosas, eligieron inventar nuevos impuestos. Se crea el ‘impuesto de vivienda’ («household tax»), el ‘impuesto de tanque de agua’, ‘impuesto de residuos’ etc. Simplemente, se imponen tasas extra a todos aquellos que suelen utilizar estos servicios (que, por supuesto, son la amplia mayoría). Con el de vivienda, se intenta cobrar en principio unos 100 euros anuales, pero con la intención explícita (revelada en informes y recomendaciones oficiales) de aumentar el coste hasta los 700 euros con la mayor celeridad posible.
Sin embargo, ahora, parece que les han salido mal sus «ingeniosos» cálculos. En primer lugar, porque los trabajadores irlandeses tienen una historia importante de levantamientos contra la imposición de nuevos impuestos injustos. En los años 90, un intento de imponer un nuevo impuesto sobre el uso del agua fracasó, cuando una campaña masiva de no-pago lo derrumbó. Y ahora de nuevo, con el impulso extra de la rabia acumulada contra la miseria impuesta por la Troïka, nos toca obrar del mismo modo.
La revuelta popular que ha surgido en contra del impuesto de vivienda debería ser suficiente para aplastar el mito de un consenso popular sobre la «austeridad». Con esta lucha, la mayoría ha encontrado un camino que sobrepasa el obstáculo de las direcciones colaboracionistas de los sindicatos. La campaña de no-pago, que se ha construido desde las bases, en las comunidades, barrios y pueblos, planteando en reuniones públicas y abiertas la necesidad de construir un movimiento de masas alrededor de la táctica de rechazar el pago del impuesto, ha podido inspirar a centenares de miles de personas. En ciudades pequeñas, que no habían visto luchas sociales en décadas, la campaña ha podido agrupar a centenares de activistas. A pesar del aislamiento político y de una campaña profundísima de miedo, con la amenaza de juicios en masa, la campaña ha conseguido que una mayoría de contribuyentes se negaran a registrarse para el pago del impuesto dentro del plazo establecido. Ahora empieza la lucha decisiva, para hacer valer este rechazo y aumentar la presión hasta la victoria.
El papel de la izquierda
Esta campaña ha sido impulsada y liderada desde el principio por el «Socialist Party», organización hermana irlandesa de Socialismo Revolucionario en el C.I.T., y por otros dentro de la «United Left Alliance» (ULA) ó Alianza de Izquierda Unida*. Aprovechando la plataforma parlamentaria de la izquierda real y consecuente, que en las elecciones del año pasado pasaron de 0 a 5 diputados en el parlamento (2 de éstos son miembros del C.I.T.), la campaña ha logrado difundir su mensaje por todo el país. Para nosotros, esto representa el comportamiento idóneo por parte de los representantes políticos de la izquierda: poniendo sus cargos al servicio de las luchas, utilizando el parlamento como plataforma para difundir y popularizar ideas y medidas anticapitalistas para salir de la crisis a través de la transformación de la sociedad sobre una base socialista.
Junto con el chantaje de la coerción -jueces, penas de cárcel, etc.- el gobierno también utiliza un fuerte chantaje político. Cualquier cuestionamiento del programa de brutalidad y recortes se vincula automáticamente en el discurso de los partidos dominantes y la prensa, con el «apocalipsis» económico. Éste es un discurso capitalista que conocen bien los pueblos de Irlanda, Portugal, Grecia, etc., y que estamos empezando a conocer aquí también: «Acepta los recortes porque no hay alternativa. Si no, te echaremos del euro y la situación empeorará». En Irlanda, este discurso va en aumento, sobre todo en torno a la campaña del referéndum sobre el nuevo tratado Europeo, el ‘pacto fiscal’ que enraíza la austeridad, imponiendo ‘techos de gasto’, en todos los países. Al igual que la lucha para aplastar el impuesto de vivienda, la lucha por el ‘NO’ a este tratado, asume una gran importancia para la perspectiva de las luchas obreras y sociales, tanto en Irlanda como a nivel europeo, donde una victoria contra la austeridad tendría un fuerte impacto en la confianza y determinación para luchar. La izquierda alternativa tiene un papel clave en el desarrollo de dichas luchas, sobre todo en plantear y popularizar una alternativa contundente a las políticas de miseria y el pago de la deuda, basada en romper la dictadura de los mercados y los beneficios, y en la construcción de una sociedad socialista con los pilares económicos bajo propiedad pública y democrática. De allí podría arrancar una lucha para conseguir una confederación alternativa de países democráticos que reemplazase a la Unión Europea de los patronos y banqueros.
Danny Byrne, sección irlandesa del Comité por una Internacional de Trabajadores
* Nota del Editor: una coalición de izquierda radical, más o menos a la izquierda de IU en España