Jorge Giordani, todopoderoso arquitecto de la política económica de Chávez, acaba de hacer pública una carta-testimonio que ha causado un gran revuelo en la opinión pública nacional, y muy particularmente en las bases del chavismo. Muchos compañeros honestos, que aún tienen alguna esperanza en el actual gobierno, nos han preguntado nuestra opinión al respecto. En […]
Jorge Giordani, todopoderoso arquitecto de la política económica de Chávez, acaba de hacer pública una carta-testimonio que ha causado un gran revuelo en la opinión pública nacional, y muy particularmente en las bases del chavismo. Muchos compañeros honestos, que aún tienen alguna esperanza en el actual gobierno, nos han preguntado nuestra opinión al respecto. En ese sentido debemos partir de afirmar que esta carta refleja la profunda crisis política que se desarrolla en el seno del partido de gobierno, generada por una parte, por el vacío político abierto con la muerte de Chávez, y por otra, por la severa crisis económica, con el trasfondo del próximo congreso del Psuv, en el que las distintas facciones existentes en su interior, se disputan a cuchillo el control del partido.
El momento escogido por Giordani para hacer públicas sus críticas a Maduro, está determinado no sólo por su salida precipitada de los cargos gubernamentales que detentaba, como ministro de Planificación, y director de Pdvsa y el BCV, sino fundamentalmente, por la grave crisis social existente en el país, engendrada por una política económica que a lo largo de 14 años a quienes más ha beneficiado es a las transnacionales petroleras, de telecomunicaciones, a la banca y al comercio importador, y en el último período ha desembocado en un aumento de la escasez de productos de primera necesidad, inflación y empleo precario.
Las declaraciones del exministro sólo son la punta del iceberg del crudo enfrentamiento que hay en el interior del gobierno.
Esto ha llevado a algunos parlamentarios del Psuv a plantear tras bastidores la inconveniencia de realizar el congreso de ese partido en este momento.
Los principales voceros del gobierno, comenzando por el mismo presidente Maduro, y otros como Diosdado Cabello, Elías Jaua y Jorge Rodríguez, han reaccionado con el típico método estalinista de descalificar, llamando egoísta, traidor y otras perlas del mismo tenor a quien hasta ayer respetaban como seguidor de Chávez desde la primera hora, y con actitud reverencial llamaban «el profesor». Exhortan a las bases a la disciplina y lealtad absolutas. Para escarmentar al chavismo, la dirigencia del Psuv suspendió al exministro Héctor Navarro de la dirección nacional del partido, por haber expresado su solidaridad con Giordani en un artículo de opinión. Esto sólo demuestra el nerviosismo e inseguridad de la «nomenklatura» chavista, como la denominara un articulista de Aporrea, quien cuestionó los desplantes de Maduro y sus aliados.
La responsabilidad de Giordani
Giordani fue durante más de una década el responsable de la política económica del gobierno, y el mentor político del presidente Chávez, desde los tiempos de la Agenda Alternativa Bolivariana, programa de gobierno elaborado por él en 1996, el cual, por cierto, no tenía nada que ver con el socialismo (por aquel entonces esta palabra no estaba en el vocabulario de Chávez, y por el contrario, era seguidor del ex primer ministro británico Tony Blair y su «tercera vía»). Ahora intenta echarle la culpa de la situación -por cierto, en su carta, ni siquiera menciona lo de la «guerra económica»- a Maduro, planteando que los problemas comienzan en diciembre de 2012, y adjudicándolos a la ausencia de Chávez.
La grave situación económica que atraviesa el país, no comenzó en enero del 2013, cuando Maduro era Presidente encargado. En rigor los males que hoy nos aquejan, acarreando inflación y escasez, comenzaron a fraguarse hace más de una década. En un documento que Giordani afirma haber entregado a Maduro a principios del 2013, se sintetizan algunos de los supuestos logros del modelo económico: «sacar del abandono» a grandes grupos marginados y «desmontar la máquina de poder que tenían instalados los grupos externos e internos y que les habían permitido manejar a su favor el Estado y … usufructuar en alta medida del excedente petrolero y crear un aparato público que en lo productivo dominara sectores claves de la estructura productiva». Todo supuestamente en la perspectiva de la construcción del socialismo. La realidad es completamente distinta a lo que dice Giordani. Ni se ha sacado del abandono a los sectores más pobres, ni se ha desmontado el capitalismo basado en la renta petrolera, y sus mecanismos de distribución de los recursos a favor del empresariado y los nuevos ricos. El supuesto socialismo es sólo una retórica hueca y vacía, difundida hábilmente por un inmenso dispositivo comunicacional y propagandístico para hacer creer a la población que estamos en transición al socialismo.
Ciertamente, gracias a la movilización popular que derrotó el golpe y el paro entre el 2002 y el 2003, el gobierno desde este último año reorientó una parte de la renta petrolera hacia importantes sectores de la población más pobre, a través de las Misiones, sin embargo, estos programas sociales de carácter asistencialista, no han significado un cambio estructural en el nivel de vida de la población, sino más bien un recurso coyuntural para garantizarse los triunfos electorales. Al no ponerse en práctica medidas estructurales para romper con los límites del sistema capitalista, y continuar siendo un país altamente dependiente de la renta petrolera, los logros parciales en términos de reducción de la pobreza se han venido revirtiendo, tal y como lo demuestran las cifras oficiales. De acuerdo al Instituto Nacional de Estadísticas 737.364 personas pasaron a situación de pobreza extrema en 2013. Es decir que el índice de pobreza extrema pasó de 7,1% en el segundo semestre de 2012 a 9,8% en el mismo lapso de 2013. Por otra parte, la pobreza medida por los ingresos, muestra que en el segundo semestre del año pasado 9,8% de la población, es decir, 2.791.292 ciudadanos, no contaban con ingresos suficientes para satisfacer sus necesidades básicas de alimentación. Este evidente retroceso evidenciado en cifras oficiales, está determinado por el alza sistemática de los precios de los productos. Sólo el año pasado la inflación concluyó en 56,2%, mientras que el precio de los alimentos el pasado año llegó a un 73,8%. Lo cual es muy grave si se toma en cuenta que el 42% del ingreso familiar se destina a la compra de alimentos y bebidas no alcohólicas. Y todo hace presagiar que este año la inflación será más elevada.
El gobierno insiste en una supuesta transición al socialismo, pero en realidad la economía venezolana sigue siendo capitalista, basada en la renta petrolera, por lo menos desde mediados de la década de los años 20 del siglo pasado. No se ha desmontado la dinámica burguesa que permite al capital nacional y transnacional usufructuar la renta petrolera. Hoy los ingresos petroleros representan el 96% de las exportaciones del país. Situación que en muy poco se diferencia de la década del 70, aunque cuando Chávez asumió el poder, estos representaban cerca del 70%. Es decir, que en la última década ha aumentado la dependencia de la economía venezolana respecto al petróleo. Por otra parte, hasta finales de la década del 80 las exportaciones de productos refinados superaban el 30% del total de las exportaciones petroleras. Hoy sólo se exporta el 14%, e incluso Venezuela ha pasado a ser un importador neto de derivados del petróleo. Además de esto, el sector estatal ha retrocedido ante el privado en términos de participación en el PIB, mientras que la participación de los asalariados en la distribución de las ganancias ha retrocedido con respecto a la proporción que se apropian los patronos. De acuerdo a datos del Centro Internacional Miranda, la participación del sector privado en el PIB creció en una década, entre 1999 y 2009, del 65% al 70%, y la llamada «economía social», convertida en bandera por el gobierno, de un supuesto modelo alternativo, y representada por pequeñas empresas familiares y cooperativas, aporta apenas alrededor del 1%. En 1998, el conjunto de los asalariados participaban de un 39,7% de la riqueza creada, y los patronos se apropiaban del 36,2%, una década más tarde la participación de los trabajadores bajó al 32,8% y los patronos se apropiaron del 48,8% de la riqueza.
Otro aspecto de la carta de Giordani es que este reconoce que en la campaña electoral de 2012 se hizo un uso descontrolado e irresponsable de grandes recursos financieros, sólo para garantizar a fuerza de «realazos» el triunfo de Chávez en las elecciones de octubre de ese año, cuando ya este estaba enfermo y se hacía evidente el desgaste gubernamental. En su misiva afirma que la victoria electoral «se consiguió con un gran sacrificio y con un esfuerzo económico y financiero que llevó el acceso y uso de los recursos a niveles extremos que requerirán de una revisión». Lo que no dice es que el esfuerzo y el sacrificio lo estamos pagando hoy todos los asalariados con inflación, bajos salarios y escasez de productos básicos.
Igualmente justifica el fuerte ajuste que el gobierno de Chávez descargó sobre los hombros de pueblo trabajador en el año 2009, como consecuencia de la crisis económica capitalista, pese a que el propio Chávez había dicho que el precio del petróleo podía bajar a 0 dólares y estábamos «blindados». Es importante notar que Giordani reivindica ese terrible ajuste pero ahora se lava las manos con respecto al ajuste madurista, planteando que perjudica a los sectores más vulnerables de la sociedad.
En rigor, lo que pone de presente la carta de Giordani, es el fracaso estrepitoso de un modelo económico que en un primer momento favoreció una redistribución de los ingresos petroleros a favor de los sectores más pobres, a través de las Misiones, pero el cual, al no avanzar hacia el socialismo, ni colocar el 100% de la renta petrolera al servicio de las principales necesidades del pueblo, se ha traducido en alta inflación, desabastecimiento, empleo precario y bajos salarios, mientras los banqueros, las trasnacionales petroleras y de telecomunicaciones y el comercio importador, obtienen jugosas ganancias mes tras mes, y empresarios nuevos y viejos se apropiaron de más de 25 mil millones de dólares con importaciones ficticias y fraudulentas.
Por una salida obrera y popular a la crisis
Hoy el pueblo venezolano atraviesa por una muy difícil situación. Alta inflación, escasez, empleo precario, cortes continuos de luz, falta de agua en muchas comunidades, serios problemas de distribución de gas en algunas regiones, pésimos servicios públicos, inseguridad, ese es el pan nuestro de cada día para millones de trabajadores y habitantes de las zonas populares del país.
Es necesario seguir movilizados y luchando unitariamente para enfrentar esta situación, y evitar que el gobierno en acuerdo con los empresarios descargue la crisis sobre el pueblo. Ya se anuncia el aumento de la gasolina, medida que agravará el encarecimiento del costo de la vida, y que debemos enfrentar en la calle con nuestra movilización.
Nuestro partido ha venido planteando la necesidad de luchar por un aumento general de salarios, que el salario mínimo se iguale a la canasta básica, y que se ajuste cada 3 meses de acuerdo a la inflación. Debemos rechazar la criminalización de la protesta y exigir que se libere a todos los detenidos por luchar. En la perspectiva de que el petróleo sea 100% venezolano, sin empresas mixtas ni transnacionales, y que Pdvsa sea gestionada democráticamente por sus profesionales, trabajadores y técnicos. Y que sus cuantiosos recursos se destinen a salud, educación, empleo productivo, salario, contratos colectivos dignos, reforma agraria, inversión en las empresas básicas, entre otras necesidades urgentes.
Hay que construir un verdadero partido socialista revolucionario
El debate que se ha suscitado en el seno del chavismo de base, replantea la necesidad de que sus activistas y luchadores honestos debatan sin prejuicios, ni lugares comunes, la situación real que atraviesa el pueblo venezolano, después de 14 años de esperanzas frustradas, de engaño, de retórica y utilización dispendiosa de los cuantiosos recursos con los que este gobierno ha contado en más de una década.
Es claro que no hay ninguna revolución en curso, aunque los trabajadores y el pueblo siguen mostrando su disposición a movilizarse y luchar por sus derechos. Es perentorio que el pueblo chavista se saque de encima la loza burocrática que los oprime y engaña con una utilización hábil de los recursos mediáticos y propagandísticos, con el chantaje y la estigmatización a los que critican y cuestionan los abusos de los funcionarios enriquecidos desde el Estado. La alternativa, indudablemente, tampoco puede ser la oposición de derecha aglutinada en la MUD, completamente descompuesta y heredera política del nefasto período puntofijista.
Llamamos al chavismo de base, honesto, que sigue luchando en fábricas, comunidades urbanas y rurales, a los jóvenes, a romper con la dirección burocrática del Psuv y el Gran Polo Patriótico, y a organizarse de manera independiente respecto del gobierno y de la MUD.
El Psuv es un partido burocrático, dirigido por empresarios, militares y caudillos que se han enriquecido desde el Estado, usufructuando la renta petrolera. Para luchar por las reivindicaciones antes planteadas, en la perspectiva del socialismo, es necesario que los militantes honestos de dicho partido converjan con otros revolucionarios en la tarea de construir un verdadero partido socialista. En esa tarea estamos empeñados los militantes y activistas del Partido Socialismo y Libertad.
* Miguel Ángel Hernández Profesor de la UCV y secretario general del Partido Socialismo y Libertad, PSL
@UcvMiguelangel
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Fuente: http://laclase.info/nacionales/la-carta-de-la-discordia-y-la-crisis-del-psuv