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La Casa de los Horrores: tortura y genocidio

Fuentes: Rebelión

Traducido para Rebelión por Marina Trillo

Cuando los historiadores futuros escriban sobre el imperio estadounidense, destacarán el proceso de construcción imperial, los métodos de gobierno, los ideólogos principales, y cómo en un momento específico en el tiempo, un Estado pequeño y dependiente -Israel- fue capaz de conformar la política bélica estadounidense de modo que se adecuara a sus necesidades.

Construcción imperial

La violencia militar, directa y por medio de subrogados, fue crucial para la expansión y consolidación del imperio en Sudamérica, Centroamérica y el Caribe – desde 1964 hasta 1990 regímenes militares subrogados apoyados por EEUU y fuerzas paramilitares tomaron el poder en Argentina, Brasil, Perú, Chile, Uruguay, Bolivia, República Dominicana – y más tarde en Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Panamá. Más de 500.000 personas fueron matadas para imponer el sistema de acumulación centrado en el impero (posteriormente llamado «neoliberalismo»). La estrategia imperial de invasión e intervención estableció los parámetros para la consolidación a largo plazo: Un sistema económico ‘abierto’ a la penetración y el control imperial («economías de libre mercado») y un aparato estatal (judicatura, ejército, banco central etc.) capaz de intensificar y consolidar la economía centrada en el imperio. Posteriormente los domesticados políticos electorales aceptaron los parámetros imperiales y Washington estimuló la competición política. En el caso de México, el fraude de votos aseguró la elección en 1988 del «Presidente» Salinas que continuó «integrando» a México por medio del NAFTA en el imperio estadounidense.

Un proceso similar ocurrió en África. Entre los años 1970 y 1990, la masiva intervención militar estadounidense y el apoyo a mercenarios «subrogados» ayudados por el aliado estratégico estadounidense, Sudáfrica, mataron a millones en Angola, Mozambique, Guinea Bissau y Congo, destruyendo las bases económicas y políticas para su desarrollo y estableciendo regímenes cliente. Estos países, ricos en minerales y petróleo, fueron incorporados al imperio. En el caso de Sudáfrica el liderazgo del Congreso Nacional africano fue coaccionado y luego cooptado y se convirtió en parte integral del sistema imperial Euro-Estadounidense. Procesos similares ocurrieron en Asia donde las guerras imperiales fueron seguidas de ‘aperturas’ económicas que extendieron el predominio imperial por toda la zona… a costa de más de siete millones de muertos Coreanos, Indochinos, Filipinos, Indonesios y Timoreses.

Desde los años 1990 hasta el presente el imperio estadounidense se expandió a los Balcanes, Europa Oriental, Países Bálticos, Asia Central y Cáucaso mediante una agresiva intervención ideológica ayudada por la corrupción y la profunda podredumbre de los partidos Comunistas dominantes que gobernaban en aquellos países. El Oriente Medio, Sudoeste de Asia y los Balcanes fueron los siguientes, en parte, porque son esenciales para la explotación de recursos petrolíferos, construyendo oleoductos y montando bases militares. Invadió Yugoslavia, Afganistán e Irak. Estableció regímenes satélite en Kosovo, Macedonia y Serbia. Un gobierno marioneta de EEUU en Kabul gobierna en alianza con mercenarios señores de la guerra financiados con opio. Irak fue invadido, ocupado y gobernado por un procónsul estadounidense. El imperio estadounidense se construye basándose en guerras, usando su propio ejército, mercenarios subrogados y fuerzas paramilitares.

Consolidación Imperial

Para sostener el poder ante la resistencia anti-imperial de las masas, el estado de EEUU ha violado repetidamente todas las convenciones y leyes internacionales: Tortura de prisioneros, matanzas en masa de civiles, destrucción de infraestructura y de sitios históricos, pillaje de recursos naturales, y establecimiento de un estado cliente colonial y una economía centrada en el imperio.

La conquista estadounidense de Irak es el último ejemplo de construcción imperial con sus propias particularidades. El rasgo más sobresaliente de la conquista imperialista de Irak es la exhibición de los brutales métodos de gobierno imperialista.

Todos hemos leído y hemos visto las fotos de las torturas sistemáticas y a gran escala de miles de ciudadanos iraquíes, sospechosos de ser luchadores por la libertad. La tortura ha sido la fuente principal de «información» para reforzar el dominio colonial. El modelo de gobierno por medio de la tortura masiva y la violencia sexual está altamente influenciado por la experiencia israelí, donde casi la mitad de la población masculina adulta Palestina ha sido encarcelada y sujeta a la tortura «legalizada» israelí. Esta no es una coincidencia circunstancial. Entre los principales ideólogos que defienden la tortura se encuentran los más prestigiosos académicos sionistas y estrategas políticos de Estados Unidos. El catedrático de Derecho de Harvard Alan Dershowitz, el catedrático de Princeton Bernard Lewis, William Kristol, el catedrático de Yale Robert Kagan, el catedrático de la John Hopkins Eliot Cohen, por nombrar sólo a algunos de los ideólogos totalitarios sionistas que defienden el terrorismo israelí y el uso de la fuerza imperial estadounidense. La tortura masiva sistemática en Irak fue la primera, pero no la más importante revelación del gobierno imperial. Dentro del Pentágono los altos mandos, Rumsfeld, Wolfowitz y Feith ordenaron expresamente el uso de la tortura mientras los Departamentos de Justicia y de Defensa insistían en que el Presidente pudiera anular cualquier ley – internacional o nacional y la Constitución estadounidense- en defensa del imperio. En otras palabras, la tortura fue vista como un poder especial Presidencial más allá de cualquier barrera legislativa o legal. Gobernar un imperio no reconoce ningún freno legal. Los poderes dictatoriales de facto y de jure del Presidente son asumidos para garantizar la ‘Seguridad Imperial ‘.

La tercera revelación resultante de la exhibición de la tortura expuso a un imperio que está operando con una sumamente organizada red de asesinos por todo el mundo, matando, secuestrando y torturando a «sospechosos» y simpatizantes de los movimientos de resistencia. ‘Murder Incorporated’ (Asesinato S.A.) es como denominan al Programa de Agencia Especial (SAP) que está integrado por Fuerzas Especiales (del Ejército) sumamente entrenadas, SEALS (Marina), y DELTA Force. La SAP viola la soberanía de todos los países del mundo, está implicada en comportamiento criminal conducente a crímenes capitales que incluyen el frecuente asesinato arbitrario extrajudicial de «terroristas» sospechosos o simpatizantes. Su modelo es la política Mossad de «asesinatos selectivos » de sospechosos. A medida que se amplía el imperio y la resistencia anti-imperialista crece en todo el mundo, la SAP actúa como un batallón de la muerte internacional de la red de terror imperial estadounidense.

Ideólogos del Terror imperial/colonial

La destrucción de la existencia histórica de Irak como nación soberana – el pillaje de sus museos arqueológicos y sitios históricos, bibliotecas y archivos, las violentas intrusiones en santuarios sagrados, la humillación de su gente por medio de la tortura, el castigo colectivo y la violencia sexual están todos diseñados para destruir la identidad histórica del país como una nación Árabe. El objetivo es crear mini-estados basados en tribus, religión e identidad étnica, para dividir y vencer. El modelo es la política israelí hacia los Palestinos. La práctica de Israel de humillación sexual de los Palestinos (y Libaneses) ha sido rutinaria (violaciones, desnudado y encapuchado de prisioneros). El castigo colectivo y la toma de rehenes entre miembros de la familia están permitidos legalmente y son ampliamente practicados en Israel. Las recientes invasiones de Rafah/Jenin demuestran los extremos de salvajismo colonial e inhumanidad.

Los israelíes deniegan a los Palestinos su pasado como nación, su tierra como lugar donde vivir, y su derecho a gobernarse. Lo mismo hacen los gobernantes imperiales estadounidenses en Irak. Constantemente manipulan para etnificar el conflicto, niegan la existencia de la nación iraquí, el pueblo y su historia. EEUU, como Israel, se han apropiado la tierra, los recursos y han construido fortalezas y muros de segregación. Un grupo de intelectuales sionistas extremistas ha contribuido a la negación totalitaria de la cultura árabe, dirigidos por el virulento Bernard Lewis (ver From Babel to Dragomans). Recientemente Martin Wolf del Financial Times justificaba las guerras imperiales en todo el mundo, rechazando la soberanía nacional y defendiendo la conquista Euro-Estadounidense e Israelí de los «estados fallidos». (Financial Times, 9 junio 2004 p.5).

Conclusión

Nosotros, en los Estados Unidos, vivimos en una Casa de los Horrores – donde la construcción imperial por medio de la tortura y el asesinato es la política ejecutiva, donde la tortura aprobada por la Casa Blanca es expuesta en los medios de comunicación, pero sigue siendo práctica estatal. Los promotores de medios de comunicación y los publicistas de La Casa de los Horrores, cuentan con nuestra corta memoria: Elogian a Ronald Reagan, cuya infame presidencia marca una década de genocidio contra los Indios Mayas de Guatemala (300.000), Nicaragua (50.000), El Salvador (75.000), Honduras (varios miles). Fue Reagan quien defendió públicamente al General Rios Montt, el carnicero de Guatemala, de las críticas por violación de los derechos humanos («Está sufriendo una injusticia»), y quien elogió a los carniceros de la sociedad secular de Afganistán como «el equivalente moral de nuestros padres fundadores». La Casa Blanca, el Pentágono, el Departamento de Estado, la CIA, cada uno en su proceder tiene su propio «espectáculo paralelo» de horrores: Las ostensibles mentiras de Colin Powell en Naciones Unidas sobre las armas de destrucción masiva, el Pentágono promoviendo la tortura, la CIA practicando asesinatos.

La continuidad de la tortura y el asesinato masivo, del pasado régimen de Reagan al presente régimen de Bush no es debida simplemente a muchos de los mismos criminales políticos (Wolfowitz, Abrams, Cheney y Rumsfeld) sino a la política de conquista imperial, destrucción y exterminación.

La Casa de los Horrores no vuelve tan solo a representar antiguos guiones para los mismos intereses ideológicos y políticos. El espectáculo del horror actual cuenta con muchos del mismo reparto, pero con diferentes directores y productores. En Centroamérica y Sudáfrica, estaban al mando los anticomunistas fanáticos. Hoy son los extremistas militaristas sionistas del Pentágono los que dirigen el Espectáculo del Horror Estadounidense en Irak. A diferencia de los Guerreros Fríos de Reagan, hoy tenemos a prestigiosos catedráticos que proporcionan la justificación para el terrorismo estatal desenfrenado. Más que nunca en la historia reciente estadounidense hay una larga lista de distinguidos catedráticos que se alinean para defender la Casa de los Horrores, las Prisiones de Tortura, los Seminarios sobre la Deshumanización de los Árabes. Estos prestigiosos profesores convierten a millones de víctimas en terroristas, del mejor modo que justifique su brutalización. Todos ellos son partidarios incondicionales de Israel, de su política paranoide, de su tortura rutinaria, de sus amenazas nucleares a la humanidad, de sus asaltos salvajes a los Palestinos. Aparecen constantemente en todos los medios de comunicación, vomitando su veneno ideológico: Perle, Abrams, Wolfowitz, Stern, Dershowitz, Cohen, Kagan, Kristol, Rubin, Adelman, Lewis, Pollock y muchos más. Su lealtad primaria está en la conexión del imperialismo estadounidense con el colonialismo israelí en una maravillosa Casa de los Horrores, bajo la gran carpa de una «Iniciativa de Reforma Democrática del Oriente Medio». La influencia sionista sobre la política criminal de Washington en Oriente Medio a favor de Israel es transparente.

Deberíamos recordar, sin embargo, que la «Casa de los Horrores» tiene una historia que precedió el ascendiente sionista y seguramente seguirá después de que su influencia haya declinado. El problema más profundo es la construcción imperial -imperialismo-, que provoca resistencia popular a la cual el imperio responde con la tortura y el genocidio. Para acabar con la tortura y derrotar a las potencias coloniales en ultramar, debemos confrontar resueltamente a sus partidarios e ideólogos en casa, independientemente de sus afiliaciones étnicas o religiosas. No debemos permitir que su fanatismo ideológico y su agresión acallen nuestra voz para involucrar a una mayoría creciente de estadounidenses opuestos a la guerra y al terror sionista.

12 de Junio de 2004