La crisis de la deuda pública europea continúa agravándose sin que Angela Merkel, Sarkozy y demás jerifaltes de la Unión Europea sean capaces de ponerle freno. El pacto al que llegaron tan trabajosamente en julio, para «rescatar» por segunda vez a Grecia y «salvar al euro», hizo aguas en menos de una semana. El precio […]
La crisis de la deuda pública europea continúa agravándose sin que Angela Merkel, Sarkozy y demás jerifaltes de la Unión Europea sean capaces de ponerle freno. El pacto al que llegaron tan trabajosamente en julio, para «rescatar» por segunda vez a Grecia y «salvar al euro», hizo aguas en menos de una semana.
El precio de la deuda de la periferia se dispara, tocando de lleno a Italia y al Estado español, ambos en una situación cada vez más apurada (sin hablar ya de Grecia o Portugal). El problema afecta, además, a lo que más les preocupa: la gran banca europea. Hace 10 días quebró el banco franco-belga Dexia, del tamaño del BBVA. Pero no era éste un caso aislado, sino el que puso en evidencia que los bancos alemanes y franceses (y tras ellos los demás) se enfrentan a la amenaza de quiebra. La crisis se agrava porque alemanes y franceses están a la greña para ver cómo reparten los costes de esta crisis, sin que consigan alcanzar un acuerdo. Todo ello, además, en un momento en que se anuncia una recesión económica internacional. Es la propia zona euro y la Unión Europea, la Europa del capital, lo que está en cuestión.
A las puertas de un nuevo rescate masivo de la banca
Estamos a las puertas de un nuevo rescate masivo de la banca europea por parte de los gobiernos, a costa de generar otra montaña de deuda pública, que se añadirá a la actual y que será imposible de manejar. La salida que proponen es una espiral infernal sin solución, cuya base es el saqueo de la clase trabajadora y de los pueblos, a los que hunde cada vez más en la pobreza.
Prepararse para el 21-N
Grecia, que ya va en su quinto plan de ajuste, y Portugal, en el tercero, son el ejemplo de lo que prepara la UE para nosotros. Es el plan de choque que, apoyándose en el trabajo hecho por Zapatero, prepara Rajoy para después de las elecciones y que llevará adelante en combinación con los gobiernos autonómicos.
Vamos a encontrarnos con muchos despidos en la Administración, en especial en Ayuntamientos (muchos de ellos en quiebra) y en Autonomías. Van a imponer grandes recortes salariales a los empleados públicos y fuertes subidas de impuestos a la población trabajadora (mientras a los empresarios se les bonificará aún más). Van a lanzarse, siguiendo el ejemplo criminal de los gobiernos de Artur Mas y Esperanza Aguirre, a desmantelar la sanidad y la educación públicas y a cargarse los fondos de asistencia social. Con la reforma laboral de Zapatero y lo que aporte Rajoy, nos enfrentamos al cuestionamiento generalizado de los convenios y a una ofensiva patronal para echar atrás conquistas laborales arrancadas en décadas. Todos los analistas anuncian, por otra parte, que el paro superará pronto los 5 millones, mientras más y más trabajadores se quedan sin ningún ingreso y los desahucios se disparan.
NO PAGAR LA DEUDA PÚBLICA A LOS BANQUEROS Y ESPECULADORES
Los Zapatero, Rajoy y Artur Mas nos martillean día tras día diciendo que los recortes son inevitables porque, «nos guste o no», tenemos una Deuda y hay que pagarla. Todos repiten la misma cantinela, coreada por «expertos» a sueldo y amplificada por los medios de comunicación. Es como si fuera «palabra de Dios» que no puede ser puesta en duda. Incluso han hecho aprobar una reforma constitucional exprés que establece que el pago de la deuda es la «prioridad absoluta» de los poderes públicos.
Si aceptamos esta premisa, entonces la discusión queda ya reducida a si recortamos más o recortamos menos, si quitamos de aquí o quitamos de allá. Lo que ya no se discute es que es necesario recortar, «porque no hay más remedio».
La necesidad absoluta del pago de la deuda es una de sus grandes reglas de juego. Una regla que, si la aceptamos, ya no hay nada que hacer porque estaríamos derrotados de antemano. El pequeño problema es que toda su argumentación es una falacia, una trampa hecha con la única intención de engañar a la población.
En primer lugar, porque la Deuda ha sido decidida completamente a espaldas del pueblo. A nadie se nos ha consultado si teníamos que endeudarnos y porqué. Lo han decidido ellos, los diferentes gobiernos, en combinación con los grandes empresarios amigos y con los banqueros. El pueblo nunca ha sido informado ni ha decidido nada al respecto. ¿Por qué, entonces, ha de pagarla?
En segundo lugar, porque es una Deuda ilegítima que no responde en absoluto a las necesidades populares. La Deuda se ha creado porque se han gastado miles de millones para salvar a los banqueros. Porque han hecho enormes y deficitarias inversiones en el AVE, en beneficio de las grandes constructoras y los suministradores extranjeros y a costa de los trenes de cercanías y otros servicios ferroviarios populares. Porque han construido costosos aeropuertos donde no vuelan aviones. Porque han dedicado partidas enormes a comprar un carísimo armamento que no hace ninguna falta. Porque han gastado y gastan una millonada para financiar las aventuras militares en Afganistán o en Líbano. Porque han reducido los ingresos públicos en miles y miles de millones para rebajar los impuestos a los empresarios y a los ricos, que se han hecho cada vez más ricos.
En tercer lugar, porque el pago de la Deuda es a costa de un gravísimo deterioro de la vida colectiva provocado por el desmantelamiento y privatización de la sanidad y la educación públicas, los recortes de las pensiones…, todo con el único objetivo de asegurar los beneficios de una pequeña minoría parasitaria de banqueros que reciben dinero del Banco Central Europeo al 1% y lo prestan a los gobiernos al 5%, al 10% o más.
En cuarto lugar, porque la deuda no es sino un mecanismo de saqueo, convertido en una espiral sin fin. Grecia es la muestra más evidente. Cuanto más se paga, más se debe. Cuanto más se debe, más cara la deuda y más medidas de ajuste, más pobreza y más retroceso económico. Esta espiral criminal sólo puede pararse de una manera: dejando de pagar la deuda.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.