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Spielberg sobre Munich: la humanización de los asesinos israelíes y la deshumanización de civiles palestinos

La celebración de la máquina de matar israelí

Fuentes: Angryarab

Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Germán Leyens

La nueva cinta de Spielberg me recuerda una frase que George Carlin – sí, ése Carlin – solía utilizar en sus programas humorísticos y que decía algo como: «¿Por qué ‘nosotros’ llamamos comandos a los terroristas israelíes, y a los comandos palestinos terroristas?» La frase nunca provocó risas las dos veces que la escuché ante un público en vivo. La idea central de la película de Spielberg es simple, a pesar de toda la fanfarria: los asesinos israelíes son gente escrupulosa y humana, mientras que los palestinos son siempre – pase lo que pase – asesinos. Pero una película de Spielberg sobre temas actuales es como una columna de Thomas Friedman sobre… Emanuel Kant.

¿Qué otra cosa esperabas? ¿Te diste cuenta de que una solitaria opinión crítica sobre la cinta por parte de un diplomático israelí, que sólo criticó suavemente la película, obtuvo gran publicidad en USA? Era necesaria; e incluso ayudó a publicitar la película tratando de darle un matiz «equilibrado» a la narrativa, que por cierto no se merece. Esa opinión crítica en particular me recordó a O’Reilly; cómo cada noche encuentra un correo electrónico de alguien en Montana diciéndole que es demasiado liberal. Lo necesita para mantener una imagen inexistente, tal como Spielberg necesita mantener una imagen que no merece.
Esta cinta podría haber sido perfectamente un anuncio pagado israelí para su máquina de matar. En realidad, podría ser un filme de reclutamiento para escuadrones de la muerte israelíes. Lo digo en serio. En realidad, es una película de celebración del asesinato de palestinos por Israel. Los asesinatos israelíes son siempre morales, y siempre cuidadosos, y dan siempre en el blanco.
Hoy, otro crítico del New York Times, que también piensa que Spielberg no fue suficientemente comprensivo hacia los asesinos israelíes, llegó a tener la audacia de describir los asesinatos israelíes de la época como «asesinatos selectivos», a pesar de que Israel aún no había inventado ese término propagandístico. Debe haberse olvidado de recordar.
Eso es todo. ¿Por dónde comienzo? Quiero decir que sí. Sí, me enfurecí bastante al verla, y me enfurecí aún más cuando vi al público progresista de Berkeley que mostró su simpatía por la película, aclamando al jefe de los asesinos israelíes, cuando procedía a sus asesinatos ‘civilizados’. Observé al público que ovacionaba al equipo israelí de asesinos, y ESTAMOS HABLANDO DE UNA HISTORIA REAL, y las víctimas palestinas fueron gente real, con sangre real.
El movimiento más emotivo para Spielberg, y presumiblemente para los espectadores usamericanos, fue cuando el jefe de los asesinos habló con su hijita en Nueva York, a la que echaba tanto de menos. ¡Ay, sí! Era el momento indicado en el que se espera que viertas una o dos lágrimas; la música se torna particularmente sentimental en ese momento. Tenía que ser así.
Pero, ¿por dónde comenzar?: la película se basa en un libro que reprodujo la narrativa israelí tal como fue suministrada. Pero el libro fue honesto y más exacto por lo menos en un caso: en el libro de George Jonas intitulado «Venganza» (sólo los israelíes tienen derecho a la venganza, como sabes, mientras más violenta mejor para un cierto público usamericano), los asesinos no expresan ni pesar ni dudas. Ninguna. En el libro, pero no en la cinta, los asesinos, según Jonas, no tuvieron «absolutamente ningún escrúpulo en nada de lo que hicieron.» ¿Cómo pudo dejar de mencionarlo Spielberg? Bueno, se las arregló. Al fin y al cabo para eso era la película, y todo el proyecto político que la sustenta.
Desde luego, no me fue fácil mirar esta película. Quiero decir, no sólo desde el punto de vista político e intelectual, sino también por motivos personales. Puedo relacionarme con la historia, en sus detalles y personalidades. La primera víctima de la película fue Wa’il Zu`aytir, y yo conocía a su sobrina; fui a la escuela con el hijo de Abu Hasan Salamah, él era más joven; y yo conocía la calle y el edificio en el que los tres líderes de la OLP fueron masacrados en Beirut. Y permítanme que les diga que NINGUNA de las cinco personas mencionadas tuvo algo que ver con Munich – pero de eso hablaré más adelante. NINGUNA.
¿Pero por qué se iba a preocupar por los hechos esta cinta, al fin y al cabo es una película de Spielberg, especialmente si se trata de una engañosa narrativa pro-
israelí? Pero esta película va dirigida a públicos masivos que no saben nada de los hechos del conflicto. Exactamente por eso logrará su objetivo, y por eso cumplirá con lo prometido (la propaganda).
Comenzaré diciendo que Munich no fue una operación tan planificada como se ha sostenido frecuentemente. No fue planificada con meses de antelación, como sostuvo Abu Iyad en su relato con Eric Rouleau (traducido al inglés, como «Mi hogar, mi patria» por la querida Linda Butler). Abu Iyad pasó años exagerando las afirmaciones sobre la operación «cuidadosamente planificada», y los medios de la OLP de la época mintieron sobre cómo los terroristas de la OLP lanzaron granadas a los helicópteros, para hacer que el último enfrentamiento se pareciera más a un combate de lo que fue en realidad.
Los palestinos encolerizados que eran atacados por cazas jet israelíes en sus campos de refugiados, deseaban héroes y heroísmo, y la OLP tenía que ofrecerles algunos, incluso si no eran héroes legítimos. Los soldados alemanes iban a liquidarlos, como sea, y sin importar en qué medida ellos, los alemanes en este caso, ponían en peligro las vidas de los rehenes, y presumiblemente lo hicieron con el consentimiento israelí.
El diplomático de la Liga Árabe habló de esto recientemente cuando rompió su silencio en una entrevista con Ziyarah Khassah en Al-Jazeera. Tiene que haberlo sabido: fue el negociador con el grupo palestino en Munich. Sí, ya sé que se puede argumentar que los atacantes palestinos pusieron en peligro las vidas de los rehenes al tomarlos, incluso si no tenían la intención de matarlos. Es verdad. Es como los secuestros: los secuestradores, cualquier secuestrador, es responsable, y tiene que ser responsabilizado por todo peligro para las vidas y la salud de las víctimas. Es verdad. Pero también es verdad que el Estado de Israel ha tomado como rehén a toda una nación, y ha estado poniendo en peligro las vidas de palestinos desde el inicio del Estado de Israel. Por eso, todo el asunto trata de quién es el que toma represalias contra quién.
Una de las numerosas premisas falsas de la película es que Israel sólo se lanzó a su frenesí asesino – y sólo contra «asesinos» palestinos – después de Munich. Que Munich fue un hito. No fue un hito, excepto en los folletos de propaganda israelí. Israel ha estado involucrado en frenéticos asesinatos sobre todo de civiles palestinos, desde antes de la creación del Estado de Israel.
¿Cómo es posible comenzar a hablar de Golda Meir y olvidar su cita más célebre: que «no existe ningún pueblo palestino?» A Spielberg se le debe haber escapado, porque tenía que mostrarla como la abuela bondadosa que fue empujada a la venganza por la crueldad palestina. Más humanización. Por eso teníamos que ver al líder asesino israelí con su niña: tenías que verlo como un ser humano. ¿Te das cuenta que ni un solo palestino en la película aparece sin armas? Todos eran terroristas, y había que justificar su asesinato, y al hacerlo Spielberg rindió un gran servicio al Estado de Israel. Deberían bautizar en su honor alguna propiedad palestina robada en Israel. Una calle, una aldea árabe destruida, un olivo robado. Cualquier cosa. Se lo merece.
Veamos lo que Israel hizo antes de Munich. ANTES de Munich. No DESPUÉS – ¿está claro? Israel colocó una bomba bajo el asiento del coche del escritor/artista palestino Ghassan Kanafani y lo mató junto con su sobrina. La sobrina no estaba conspirando para realizar la operación de Munich cuando los israelíes la asesinaron; su tío tampoco. Fue ANTES de Munich. Kanafani era un excelente amigo de mi tío; los dos escribían en la revista Al-Hurriyyah durante sus días en el Movimiento de Nacionalistas Árabes.
Israel también – ANTES de Munich – envió una carta bomba a Bassam Abu Sharif (escritor y periodista del FPLP), y le causó cicatrices y daños físicos permanentes, y también enviaron una carta bomba a Anis Sayigh, erudito e investigador, que no era miembro de ningún grupo. Pero era un investigador verdaderamente diligente, e Israel no lo apreciaba – supongo.
No me resulta fácil; he estrechado las manos – o lo que quedaba de ellas – de ambos hombres, y Abu Sharif nunca tuvo un rol militar – lo digo aunque nunca me gustó Abu Sharif, ni lo respetaba (lea mi reseña de sus memorias en Journal of Palestine Studies de hace algunos años). Pero fueron víctimas inocentes de asesinatos israelíes. Nunca usaron armas esos dos, o esos tres, o cuatro. Para mí ésta es una historia personal, desde luego. Los veo como seres humanos, y no como los personajes armados y vengativos que aparecen en la película de Spielberg.
Y es típico de las cintas usamericanas en las que aparecen árabes. Los árabes cuando hablan árabe nunca necesitan subtítulos. Los necesitamos cuando la gente habla en francés y alemán, pero el árabe no es importante. No es importante que se sepa lo que dicen nativos baratos; sólo debemos saber lo que dice la gente valiosa: europeos e israelíes. ¿Y te das cuenta de que Hollywood sigue mostrando a los israelíes como si fueran europeos? Todavía no quieren aceptar que cerca de la mitad de todos los israelíes provienen de países asiáticos y africanos. Así le es más fácil al Hombre Blanco identificarse con ellos.
Y existe este elemento que nunca es mencionado cuando se trata de los ataques palestinos: y vale tanto para el presente y como para el pasado. No es que algunos líderes palestinos recluten u obliguen a palestinos a atacar a israelíes. Es al revés. Los palestinos, gente de a pie y a veces civiles, presionan a los líderes y comandantes palestinos para que los envíen a misiones militares o suicidas contra objetivos israelíes.
Exactamente así fue en Munich. Palestinos en los campos en Líbano, los que habían sido entrenados por Fatah y otros grupos, presionaban pidiendo «acción». ¿Por qué?, preguntarás. Bueno, no sólo por la pérdida de Palestina sino también porque Israel estaba ASESINANDO palestinos. En febrero del mismo año, ANTES de Munich, cazas jet israelíes bombardearon campos de refugiados palestinos, y mataron a docenas de inocentes. Es lo que no dice la película, entre muchas otras cosas. La mayoría de los palestinos que fueron muertos por israelíes no tenían armas y fueron muertos, no por asesinos concienzudos y sensibles – como los muestra descaradamente la película – sino por pilotos que bombardean campos de refugiados llenos de civiles desarmados. Los palestinos bombardeados desde el aire, mucho antes de Munich, eran ancianos y gente con niños en sus camas. Son las víctimas que jamás verás en una película de Spielberg. Así que Israel estaba asesinando palestinos, y ése fue el contexto anterior a Munich.
Por eso un pequeño grupo decidió hacer algo, pero no estaban seguros de qué, y eso fue sólo 3 meses antes de Munich. Y uno de ese puñado de personas que sabían algo al respecto, y eso jamás lo dirá la prensa, fue Abu Mazen – sí, ése Abu Mazen, el jefe de la Autoridad Palestina títere.
¿Te has dado cuenta de que USA/Israel siempre perdona el pasado de los que se someten a los dictados israelíes? Mira cómo USA e Israel perdonaron a Anwar Sadat por su pasado nazi antisemita. Abu Mazen era el hombre del dinero, y dispersó los fondos para Abu Dawud, que organizó la operación. Y el público usamericano en los medios y la cultura popular en USA está tan enamorado del Mossad, que la imagen del Mossad no corresponde a su genuina realidad.
La mejor evidencia es esta cinta: mira esa obsesión con Abu Hasan Salamah como el «cerebro» de Munich, siendo que no tuvo nada, absolutamente nada, que ver con Munich. Ciertamente, Abu Hasan fue un fanfarrón, y hablaba demasiado, y se vanagloriaba de cosas que no hacía, y se distanciaba de «operaciones» fracasadas que había planificado, como el secuestro fracasado del Sabena en 1972. Así era Abu Hasan: vivía la vida de un playboy, y era mimado indulgentemente de modo muy especial por Abu `Ammar [Arafat], que lo trataba como un hijo. Abu `Ammar nunca le dijo no a Abu Hasan, en nada. Pero Abu Hasan no tuvo nada que ver con Munich, y ese Mossad ostensiblemente sabelotodo no lo sabía, y probablemente todavía no lo sabe.
El ex director de la CIA, Stansfield Turner, dijo una vez que el Mossad es una organización mediocre, pero que es sobresaliente en las relaciones públicas – sólo en las relaciones públicas. El antiguo hombre de la CIA en Beirut, Robert Baer, dijo lo siguiente sobre el Mossad – y lo traduzco de una entrevista que dio a Al-Jazeera: «Quisiera decirle algo. En lo que la gente se equivoca más en Medio Oriente, y tomo la responsabilidad por mis palabras hasta el fin, tiene que ver con los servicios de inteligencia israelíes. Seguro, pueden matar a alguien en París o Roma o asesinar a la persona equivocada en Finlandia o donde sea que lo hicieron [quiso decir Noruega]. Seguro, conocen Europa y a los palestinos, y saben muchas cosas sobre los palestinos, pero cuando tiene que ver con el resto de Medio Oriente, no he visto nada de su parte que indique su conocimiento de esos países.»
Pero esto jamás se puede sostener en un país que quiere exagerar la destreza y los conocimientos de una agencia de inteligencia que no sólo ayuda a alimentar el mito de la propaganda israelí, sino que también prepara al público usamericano para tiempos y acciones aún más implacables. Así que sólo un pequeño número de personas estaba informado, y por cierto Abu Iyad era una de ellas. Y Abu Iyad es la persona más importante en la lista, y su nombre NO estuvo en la lista, sólo para mostrar cuánto – o cuán poco – sabía Israel.
Abu Iyad habló más de lo necesario no sólo porque quería enviar un mensaje al enemigo, sino también debido a las guerras de facciones «dentro de Fatah, Abu necesitaba de vez en cuando un juego para colocarse por encima de los demás, y mucha exageración. Y aunque Septiembre Negro fue un nombre de papel, y no tenía una existencia organizativa o estructura separada, varias facciones utilizaron ese nombre para sus propios fines. Nadie consultó a Abu Iyad sobre el uso del nombre por parte de Abu Hasan para el secuestro del avión de Sabena antes mencionado.
En este caso Abu Dawud es una persona clave. Y aunque su nombre fue mencionado de pasada, fue agregado posteriormente a los informes de la propaganda israelí. Abu Dawud fue arrestado en Francia por otro motivo en 1977, y fue liberado porque no existían mandatos de arresto alemanes o israelíes por su participación en Munich. Ya lo ves. Ahora, no describiré Munich golpe por golpe. Pero creo personalmente el relato de Abu Dawud más que el de Spielberg, es decir las afirmaciones de la propaganda israelí, o incluso las de la policía alemana. (La versión de Dawud se encuentra en Abu Dawud, Filastin: Mina-l-Quds Ila-Muikh (Beirut: Dar An-Nahar, 1999)).
La policía alemana mintió bastante sobre el caso; filtraron a la prensa versiones extravagantes de infiltración palestina en la fuerza laboral de la ciudad olímpica, en circunstancias de que no hubo nada semejante. Se sentían demasiado embarazados para decir la verdad. Del mismo modo, los israelíes quisieron reforzar el relato alemán, especialmente porque la violencia en Munich fue una mina de oro para los israelíes en Occidente, tal como Munich – lo que no se sabe en Occidente – fue una mina de oro propagandística para Fatah en Medio Oriente, por horrible que el resultado haya sido para todos. Y en ese sentido, los alemanes, los israelíes, y Abu Iyad (y ciertamente Abu Hasan) mintieron sobre Munich, pero no Abu Dawud, a mi juicio.
Abu Dawud es uno de los dirigentes de segundo nivel de la OLP que no se corrompieron en la turbulenta escena libanesa, y no permitió que lo afectara el dinero del Golfo que corrompió a tantos dirigentes de la OLP. Fue un hombre que estuvo a cargo de Beirut en la guerra civil libanesa, pero su nombre no aparece en ninguna crónica de la guerra porque era demasiado discreto, y porque nunca alardeó. (Diablos, nunca habló incluso cuando la brutal mukharabat [policía secreta] en Jordania lo forzó a estar de pie durante días, mientras lo torturaban. Los que lo vieron en la cárcel en esa época no lo reconocieron. Pero es sabido que esos fiables amigos «moderados» en Jordania son bastante «buenos» en la tortura. Probablemente son los mejores: ahora mismo están ayudando a sus amigos en ese terreno.)
La mayoría de los libaneses ni siquiera conocían su nombre. Pero esto también explica que haya sobrevivido, a diferencia de, digamos, Abu Hasan Salamah, que se casó con una ex Miss Universo libanesa que lo presentó a la sociedad burguesa de su país, y que gozaba de ese tipo de vida. Desarrolló una vida rutinaria, y vivía en un departamento lujoso en la calle Madame Curie en Beirut, y la rutina que desarrolló (iba al Gimnasio a la misma hora todos los días), lo convirtió en un blanco fácil. Abu Hasan podía conseguir todo el dinero de Arafat que quisiera para su propio grupo, y realizaba un buen trabajo manteniendo buenas relaciones no sólo con la CIA sino también con grupos derechistas libaneses. Llegó a ser buen amigo de algunos jefes de milicias derechistas. Lea la novela de David Ignatius, «Agents of Innocence»: trata de Abu Hasan, aunque el autor no lo admite.
Es interesante que en la película, el asesino jefe israelí (que en la película era Troy) fue elegido como el personaje más atractivo para el público: un personaje atractivo y carismático. Se puede decir cualquier cosa de Abu Hasan (y a muchos en la lucha palestina, como Abu Dawud, no les gustaba), pero era una persona atractiva y carismática en la vida real; no así el actor que tiene su papel en la cinta de Spielberg. Pero Spielberg no quería que el espectador se identificara con algún palestino en la película: era todo lo contrario de lo que perseguía personalmente y de su objetivo político. Sólo buscaba la identificación con seres humanos valiosos: los israelíes.
Los árabes aparecen peor que en la pintura de Renoir, La Mezquita, como un borrón inidentificable. Sólo tenían armas, sin humanidad. No debían evocar emociones, no debías verlos sangrar, y si lo veías, debías vitorear a sus asesinos. Debías sentir lástima sólo por los israelíes que morían, incluyendo a los asesinos cuando matan. La música que tocaban cuando morían los israelíes era diferente de la música que tocaban cuando morían palestinos.
Tampoco era necesario incluir papeles hablados para los palestinos. No vale la pena. Dale una frase a uno, y has cumplido con tu deber «objetivo». Y la lista de prisioneros que los atacantes presentaron a las autoridades alemanas no contenía «200 prisioneros árabes», como dice la película. Tenía 234 nombres árabes y NO-árabes, incluyendo a prisioneros japoneses y alemanes, pero eso no está en la película. Y la declaración que fue publicada por los atacantes le puso un nombre a la «operación»: Bir`im e Ikrit, los
nombres de dos aldeas (predominantemente cristianas) en el norte de Palestina, cuyos habitantes fueron expulsados por las fuerzas de ocupación israelíes en 1948 por «razones de seguridad».
En 1972, la gente de esas aldeas solicitó a los tribunales su retorno a sus aldeas, y los tribunales, desde luego, lo rechazaron. Pero si mencionabas el nombre de la «operación» tendrías que explicar al público esos detalles molestos que podrían haber distraído de la celebración de la máquina de matar israelí. Lo que conduce a la pregunta: ¿Por qué es Munich más famoso que el salvaje bombardeo de campos de refugiados palestinos en febrero, ANTES de Munich? ¿Y por qué no recibieron ninguna atención en el mundo las cartas bomba a tres escritores palestinos? ¿Por qué los progresistas usamericanos y el PEN no se dieron cuenta en aquel entonces?
¿Podrías imaginar lo que ocurriría si un palestino lanzara algo, aunque fuera un rosa, a un escritor israelí? ¿Podrías imaginar lo que ocurriría entre los izquierdistas usamericanos si un palestino dijera aunque fuera una mala palabra a Amos Oz, por ejemplo? Ésa era la dimensión de Ghassan Kanafani entre palestinos y árabes.
Ahora bien, no mencionaré los antecedentes militares y de espionaje entre los rehenes israelíes como Abu Dawud hace en sus memorias, porque los atacantes no conocían esa información antes de la «operación». Abu Dawud proporciona muchos detalles sobre los antecedentes militares de algunos de los rehenes, pero no creo que sea adecuado porque incluso Abu Dawud no los conocía con anterioridad. No me ocuparé de lo que ocurrió realmente en el lugar, en el aeropuerto, cuando los rehenes eran transferidos por sus captores, no sólo porque los captores eran los responsables en virtud de la «operación» de toma de rehenes, sino también porque podrían aparecer dudas sobre la verdadera responsabilidad por la muerte de los rehenes.
Abu Dawud cita a periódicos israelíes de los años noventa en los que los autores formularon preguntas relacionadas con la responsabilidad alemana, y cómo el gobierno alemán nunca publicó informes de autopsia de los rehenes, etc. El gobierno israelí tampoco quiso examinar las balas que mataron a los rehenes israelíes. Eso, claro, habría resuelto el tema. Abu Dawud subrayó que los atacantes tenían instrucciones estrictas de no disparar a los rehenes, y se veía en la escena, incluso en la película, cuando estaban irrumpiendo en el complejo olímpico, como forcejearon con la puerta y evitaron los disparos, que habrían acortado el tiempo necesario para su entrada, y Abu Dawud dice que tenían instrucciones estrictas de no utilizar granadas de mano. Abu Dawud menciona la posibilidad de que el helicóptero podría haber estallado porque una bala dio en el tanque de combustible, pero no lo sé, y jamás he confiado en Spielberg o en el libro estúpido en el que basó su historia, en cuanto a la exactitud histórica.
Me viene a la mente otro aspecto: Los palestinos también han logrado asesinar a dirigentes militares y del espionaje israelíes, pero eso nunca recibe atención alguna porque la tendencia en los medios y la cultura popular usamericanos es que sólo debes mostrar a los palestinos cuando matan civiles. Y no es verdad que la reacción israelí se haya limitado a asesinar a los 11 palestinos que muestran en la película: Israel también mató a otros palestinos. La «reacción» israelí, o mejor dicho iniciativa, fue más masiva y brutal que la operación del equipo secreto.
Tres días después de Munich, Israel ordenó un ataque aéreo que necesitó el uso de unos 75 aviones israelíes (el mayor ataque desde 1967) y los ataques contra campos de refugiados palestinos en Siria y Líbano resultaron en la muerte de más de 200, sobre todo civiles. Y no es porque los israelíes hayan sabido que un campo al norte de Sidón fue utilizado para entrenar a los atacantes de Munich. Ese campo ni siquiera fue alcanzado (otro signo de que los israelíes no tenían información sobre los verdaderos culpables de Munich) y atacaron otros campos con civiles. Y entonces, mientras tenían lugar los asesinatos, los bombardeos israelíes continuaron ininterrumpidamente.
Y la omisión más flagrante en la película, que muestra que el equipo israelí no sólo fue salvaje sino que ignoraba sus objetivos, fue lo que ocurrió el 21 de julio de 1973, cuando `Ali Bushiki, un camarero marroquí que descansaba con su mujer embarazada cerca de una piscina en Noruega, fue asesinado por ese equipo de asesinos sólo porque ‘Ali se parecía a como el equipo de asesinos pensaba que se veía Abu Hasan Salamah.
(La policía noruega persiguió y arrestó a los asesinos, pero todos fueron liberados gracias a un acuerdo secreto con el gobierno israelí – ¿lindo no?) ¿No deberían haberlo mostrado en la película? Pero eso habría hecho que se vieran aún más brutalmente torpes de lo que deseaba Spielberg.
E incluso Wa’il Zu`yatir, el representante de la OLP en Roma. No sabía nada de Munich, y era un académico con estrechos vínculos con círculos socialistas en Italia. A Zu`ytir le pegaron 14 tiros. Nunca tuvo un arma en su mano en toda su vida. Los miembros del equipo israelí eran asesinos que realmente se deleitaban matando, y no parecían susceptibles a dudas morales como la cinta afirma una y otra vez. Zu`ytir estaba más interesado en literatura que en asuntos militares, de los que no sabía nada. Y el representante de la OLP en Francia, Mahmud Hamshari, tampoco tuvo nada que ver con Munich: La propaganda israelí después tuvo que encarar este hecho, y afirmó, después de matarlo, que los atacantes pasaron por Francia camino a Munich. En realidad, los atacantes nunca pisaron suelo francés cuando iban a Alemania.
Y la película, parece haber disfrutado verdaderamente al mostrar la masacre en Beirut en 1973. Spielberg, estoy seguro, gozó realmente cuando supo y cubrió esa matanza por escuadrones terroristas israelíes. ¿Pero quienes fueron las tres personalidades de la OLP que fueron asesinadas en esa «operación»? ¿Y a quién le interesan los detalles? Kamal `Udwan era el dirigente de Fatah/OLP responsable por Cisjordania y Gaza. No sólo no tenía responsabilidades en Europa, también se opuso a «operaciones» en Europa, e incluso a las de Septiembre Negro. Más aún, ‘Udwan era uno de los dirigentes más moderados de Fatah, que aceptó la solución de dos Estados en 1970, antes que ninguno de sus colegas en Fatah.
Abu Yusuf An-Najjar estaba a cargo de los servicios de inteligencia en Líbano – Líbano, no Europa. Aunque `Udwan no sabía de Munich, Abu Yusuf puede haber oído hablar del asunto, pero no jugó ningún papel. La tercera persona era un poeta: y ya sabes como los israelíes gustan de asesinar a poetas, artistas y escritores palestinos.
Kamal Nasir era poeta y fue asesinado en su cama. La película no nos dice que cuando los terroristas israelíes terminaron con su «misión», unos 100 palestinos y libaneses habían sido asesinados durante ese día en abril de 1973.
También me hizo gracia – para nada, en realidad – como Spielberg muestra el vecindario en el que dirigentes de la OLP y otros fueron asesinados: tenía todas las características de la imaginación orientalista. Era tradicional y las casas eran de estilos antiguos, con arcos, y el sitio estaba protegido como una base militar. En realidad, los dirigentes de la OLP vivían en edificios residenciales en el vecindario más moderno y de clase alta, Verdun, en Beirut. Pero para qué ocuparse de un detalle más…
Y el representante de Fatah en Chipre tampoco tenía algo que ver con Munich; era el enviado de inteligencia de Abu Yusuf An-Najjar. Y algunos en la lista del equipo de asesinos israelíes no sólo no tenían que ver con Septiembre Negro, sino que varios ni siquiera eran miembros de la organización Fatah. Basil Al-Kubaysi era un erudito palestino que acaba de completar su doctorado en ciencias políticas. Recientemente cené con el mejor amigo de Basil en la universidad en Canadá. Kubaysi estaba en el FPLP y no en la organización Fatah.
Lo mismo vale para Muhammad Budia: estaba con Wadi` Haddad, y no con Septiembre Negro. Pero, de nuevo: leo que Spielberg presentó su guión a Dennis Ross y a Bill Clinton para verificar la «exactitud» de las referencias políticas e históricas a Medio Oriente. Los dos son expertos en Medio Oriente, por si no lo hubieses oído. Más que eso, la película no te contó que el 16 y el 17 de septiembre, Israel lanzó una salvaje invasión del sur de Líbano, arrasando el campo de refugiados de Nabatiyyah, y los periódicos libaneses de la época (incluso recuerdo eso aunque tenía 12 años) pusieron en su primera plana esa famosa foto de un coche civil destrozado con siete civiles libaneses destrozados en su interior después de que un tanque israelí pasó por encima del coche cerca de Jwayya en el sur de Líbano.
Debe haber sido demasiado desagradable para que Spielberg lo incluyera. ¿Para qué? El coche se había detenido en el punto de control israelí establecido a la entrada a la aldea. ¿Tuvieron que ver con Munich esos civiles en el coche? Más tarde, al terminar la película, escriben en la pantalla que Abu Hasan Salamah fue «asesinado» más tarde por una inmensa bomba en una calle repleta en Beirut, que mató e hirió a decenas de personas – ¡Ah!, y esas personas no tenían que ver con Munich.
Las críticas de la película en los medios de USA casi expresaron su frustración porque Spielberg no expresó suficiente simpatía por los asesinos israelíes. Sólo Michelle Goldberg de Salon, dicho sea en su honor (excelente crítica, Michelle), señaló que, contrariamente a la pésima reseña de Leon Wieseltier en New Republic, «muchos de esos [israelíes] en Munich son, en todo caso, ligeramente increíbles en sus constantes dudas y su humanismo extremadamente comedido.»
Pensé después de la película que la ignorancia pública sobre Medio Oriente ayuda enormemente a la propaganda israelí; esto explica el motivo por el cual las organizaciones sionistas expresan desdén y cólera ante conocimientos y especialización sobre Medio Oriente (como en MESA), porque los que llegan a saber y conocer algo sobre Medio Oriente consideran abrumadoramente difícil, si no imposible, tragarse las increíbles dosis de propaganda israelí suministrada a través de los medios y las culturas popular y política usamericanas.
«Tres de los atacantes palestinos de Munich sobrevivieron. Uno murió de un ataque al corazón; los otros dos están… en alguna parte en Medio Oriente.
http://angryarab.blogspot.com/2005/12/spielberg-on-munich-humanization-of.html
Traducido del inglés al castellano por Germán Leyens, miembro de Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística ([email protected]). Esta traducción es copyleft. «