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La ciencia social cubana, Darío Machado y el Socialismo del Siglo XXI

Fuentes: Rebelión

El artículo del ex Director del Centro de Estudios sobre América (CEA), Darío Machado, publicado en rebelión.org el 14 de julio, contiene tantas distorsiones y falsedades que me obliga a aclarar algunas de las más notorias. 1. El status científico de las ciencias sociales cubanas 1. En Cuba hay, por supuesto, como en todas partes, […]


El artículo del ex Director del Centro de Estudios sobre América (CEA), Darío Machado, publicado en rebelión.org el 14 de julio, contiene tantas distorsiones y falsedades que me obliga a aclarar algunas de las más notorias.

1. El status científico de las ciencias sociales cubanas

1. En Cuba hay, por supuesto, como en todas partes, científicos sociales de talento y de ética. Algunos de ellos son amigos míos. Pero este no es el punto, porque se trata de una verdad evidente en cualquier país del mundo. El punto a explicar es porque en la medicina y biotecnología cubana se asimilaron y/o desarrollaron paradigmas de enorme importancia científica, como la operación estereotáxica contra el Parkinson, en el Ciren; la vacuna contra la meningitis meningococcica en el Instituto Finlay; el tratamiento de la retinosis pigmentaria por el Dr. Peláez; la vacuna contra la garrapata de ganado, del CIGB, entre múltiples otros, mientras que en las ciencias económicas, la teoría del estado, el marxismo y la sociología, no se conoce ni un solo paradigma que tenga este grado de excelencia científica. No es un problema de personas, sino de las relaciones de producción que imperan en las ciencias sociales y naturales cubanas.

2. Machado alega que mi (equivocada) opinión sobre la ciencia social cubana se debe a mi «prepotencia eurocentrista», mi arrogancia y mi falta de conocimiento sobre los trabajos de la ciencia social cubana: «Debería documentarse mejor, leer más.» En cuanto a los argumentos ad hominem —si soy eurocentrista y prepotente— lo juzgará cada una de las personas que conocen mi praxis política y mi obra teórica. El argumento de que no estoy documentado sobre los trabajos de la ciencia social cubana no viene al caso, porque la afirmación de que era necesario recuperar «el método científico» (sic) y la investigación teórica en las ciencias sociales, no era mía, sino de la Directora del Ministerio de Ciencia y Tecnología cubano, Rosa Elena Simeone.

Por lo tanto, la pregunta que Machado debe contestar es esta: ¿Cuál fue la causa de la afirmación de Rosa Elena Simeone? ¿También le faltaba «leer más»? ¿Tampoco estaba enterada, de «cuántas tesis de doctorado, cuántos estudios sociológicos, cuántos resultados de investigaciones sociopolíticas y económicas longitudinales cubanas… sobre los problemas fundamentales del socialismo», se habían elaborado en Cuba?

3. El 17 de noviembre del 2005, Fidel preguntó en su discurso en la Universidad de La Habana: ¿Después de la caída de la URSS, por qué no veíamos lo insostenible de nuestro sector azucarero? ¿Y porque «ningún economista» de los «muchos muchos… que el país tiene, al parecer se percató de eso»?

A esta pregunta hay solo dos respuestas posibles, tal como escribí en otro artículo: o los economistas cubanos son tan malos que no vieron lo obvio; o lo vieron y no se atrevieron o no tuvieron canales para hablar. Entre tantas «tesis de doctorado, estudios sociológicos, resultados de investigaciones sociopolíticas y económicas longitudinales cubanas…, libros, ensayos, investigaciones sobre los problemas fundamentales del socialismo», que se han producido en Cuba, según Machado, seguramente hay una multitud de ensayos de las ciencias sociales que respondieron a la pregunta de Fidel.

Estoy seguro que la comunidad cubana e internacional que sigue esta discusión, estaría encantada de conocer tales respuestas de las ciencias sociales cubanas a la pregunta del máximo líder de la Revolución. Le ruego al Profesor Machado que nos permita compartir esos trabajos publicando sus referencias bibliográficas en el Internet.

Ah, y como el Profesor Machado rechaza, y Cuba en general rechaza, nos asevera, «la práctica de… demostrar lo equivocados que estaban los otros» —en este caso los «muchos, muchos economistas» cubanos— seguramente escribió un ensayo propio sobre el tema y se lo mandó a Fidel, explicándole desde la ciencia social cubana las razones de la «ceguera» de los economistas del país. Debería compartir este ensayo también con la comunidad internacional, colocándolo en el Internet.

2. ¿Es Cuba socialista?

Dieterich «se refiere a nuestro país como a la única nación de la Patria Grande que se define como socialista… No dice que Cuba es socialista, sino que ´se define como socialista´… Dieterich pudo haber sido más explícito». No hay necesidad de ser más explícito. Un poco de lógica es suficiente para entender el argumento.

El enunciado «Cuba es socialista» —o «no es socialista»— es un juicio que, como en todos los juicios de este tipo, se deriva de la comparación entre un fenómeno empírico y un paradigma referencial. El juicio resultante depende del paradigma que se seleccione. Si el paradigma es el socialismo histórico, entonces Cuba sí es socialista. Si el paradigma es la democracia participativa de Karl Marx, Rosa Luxemburg y del Socialismo del Siglo XXI, no lo es.

3. La tergiversación de los hechos

El exdirector del CEA afirma que se me ha publicado en Cuba sobre mi «concepción del socialismo», mediante el libro Fin del capitalismo global. El Nuevo Proyecto Histórico (1998). No quiero contar la peculiar historia de este libro en Cuba, pero la afirmación es falsa. El libro citado es un precursor de la obra en cuestión, que no utiliza el concepto Socialismo del Siglo XXI ni profundiza sobre su institucionalidad.

Nuevamente, Machado evade la pregunta central: ¿Por qué las dos propuestas científicas principales del Socialismo del Siglo XXI se publican en China, la India, Rusia, Turquía, Alemania, Inglaterra, Italia, España y en casi todos los países de la Patria Grande, menos en el único país latinoamericano que lleva cincuenta años de socialismo histórico?

Igualmente distorsiona la realidad cuando dice: (Dieterich) «fue invitado por nosotros, hace ya unos 6 años, siendo el que suscribe director del Centro de Estudios sobre América…y él acudió a nuestra invitación». La verdad es otra. Después de un gran congreso sobre la sociedad global, que organicé con el Secretario General de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), Pedro Ross y Jorge Risquet del Comité Central del Partido, en la CTC en La Habana, acordamos Pedro, Darío Machado y yo, el seminario sobre el Fin del capitalismo global…». No acudí a «nuestra invitación», sino consensuamos organizar un evento que, al igual que el anterior, fue costeado por fondos que conseguí con la solidaridad alemana; lo que es una cosa muy diferente a lo que dice Machado.

4. Darío Machado y el pluralis maiestatis

Machado habla de mi supuesta «prepotencia eurocentrista» y arrogancia. Lo hace, publicando su texto con el título: «En Cuba rechazamos la práctica de escribir artículos prepotentes dedicados a demostrar lo equivocados que estaban los otros». Machado juzga que el artículo es «prepotente» y se arroga el derecho de hablar en nombre de 11.2 millones de cubanos, cuya opinión desconoce y quienes nunca lo autorizaron para hablar por ellos.

Ante este brillante ejemplo de modestia intelectual habría que preguntarle: ¿Puede ser tan iluso de creer que su inarticulada pedantería represente a los científicos de los polos de biotecnología? ¿A los sectores no-estalinistas de las ciencias sociales cubanas? ¿A la juventud, los trabajadores, la gente común? ¿Al Fidel de la «Autocrítica de Cuba» o al Raúl de «Basta de Excusas»?

En el feudalismo se conocía esa forma de hablar como pluralis maiestatis (the royal we), la referencia a la propia persona en plural como expresión del poder. Reyes absolutos y el Sumo Sacerdote de la Iglesia Católica suelen usarlo. ¿Es posible que después de cincuenta años de socialismo y educación socialista en Cuba el Doctor en Filosofía, Darío Machado, todavía no haya salido de las tinieblas del feudalismo mental?

O, dado que se precia de científico social que ha realizado muchas encuestas para el Partido, cuando era Jefe de su Departamento de Opinión Pública: ¿Aun no le ha quedado claro la noción estadística de la representatividad?

5. Una nueva preocupación

Es difícil debatir con alguien que ostenta una formación intelectual tan efímera que, como evidencia su texto, se le hace imposible diferenciar entre una pregunta y una acusación; una premisa y su sequitur lógico; un argumento pertinente y un argumentum ad hominem; el «yo» y el «nosotros».

Pero, nuevamente, no es un problema de persona, sino de las relaciones de producción. ¿Cómo es posible que alguien con tan precaria formación científica como Darío Machado pudo llegar a ser Director del Centro de Estudios sobre América?