¿Cómo se puede explicar que siendo los trabajadores de Invepal la punta de lanza del movimiento obrero en la lucha contra el capital en Venezuela, ahora ellos a través de Covinpa aparezcan en alguna medida como manifestación del reformismo, del oportunismo económico y utilicen en su lucha métodos y prácticas de tipo burgués? La respuesta […]
¿Cómo se puede explicar que siendo los trabajadores de Invepal la punta de lanza del movimiento obrero en la lucha contra el capital en Venezuela, ahora ellos a través de Covinpa aparezcan en alguna medida como manifestación del reformismo, del oportunismo económico y utilicen en su lucha métodos y prácticas de tipo burgués?
La respuesta puede estar en el modelo que se ha seleccionado desde el gobierno para desarrollar y conducir la lucha obrera. En el caso de Invepal, la Ministra Maria Cristina Iglesias ha planteado de la siguiente manera el asunto.
Ella afirma [1] , que tanto la decisión de expropiar, como de nacionalizar y avanzar hacia la cogestión son actos de gobierno, aunque reconoce la iniciativa de los trabajadores de la antigua Venepal, hoy en su mayoría agrupados en hoy en Covinpa. Define que la cogestión implica que los trabajadores tengan la co-responsabilidad de la gestión de la empresa, pero que en este caso se buscó que ellos además tuviesen la posibilidad de compartir la propiedad de la empresa. Lo anterior se concretó en la repartición de acciones del 49% y 51%, entre Covinpa y el Estado.
La Ministra plantea que esa repartición de la propiedad debe ser entendida como «propiedad social», en el marco de la Constitución , en «procura de que los trabajadores y el Estado tengan la posibilidad de definir hacia adonde se destinaban los excedentes», no «para beneficio de unos trabajadores, sino para benéfico de la sociedad». Agrega que el 49% que fue entregado y representa la Cooperativa es para los trabajadores como colectivo . Puntualiza que «el Estado se quedo con el control del 51% de las acciones» para evitar desviaciones respecto de ese propósito.
Desde la forma como se presenta el «modelo» de cogestión, se supone la existencia de un avance por cuanto los trabajadores ahora tienen representación accionaría, lo que les ha de posibilitar condiciones legales para intervenir en los asuntos de la empresa. Quienes diseñaron el «modelo», parecen esperar que se produzca una participación y tal vez un aprendizaje por parte de los trabajadores que pueda posibilitar formas protosocialistas. Sin embargo, desconfían del trabajador, y parecen pensar que como al menor de edad, hay que guardarlo de los errores, «de las desviaciones».
Se nos ocurre preguntar, ¿de cuando acá, se concibe que la clase obrera se libera de la dominación, de la explotación y de la alineación convirtiéndolo en poseedor accionario, es decir, en capitalista?. Hasta donde la escasa información y formación política de quien escribe estas líneas llega, le ha permitido saber y aprender que precisamente lo que hay que superar es el capital, comprendido como totalidad, como una relación social. Por lo tanto, el objetivo revolucionario es el de liberar a la sociedad en su conjunto de esa relación social que implica dominio y explotación del capital sobre el trabajo y alineación de todos los seres humanos, en la medida que las relaciones entre personas se median por el interés , lo que lleva a comprender a los otros seres como objetos de nuestra necesidad.
Es claro que la revolución requiere de inventar caminos y que es posible que muchas veces nos estrellemos con el muro, pero es necesario que quienes están al frente del gobierno se tomen la molestia de consultar la experiencia revolucionaria de otros países. Tal vez así, rápidamente descubrirían que la cogestión ha sido fácilmente incorporada por los países capitalistas, especialmente los europeos, como medio de frenar y controlar las luchas obreras, de frenar la revolución. Que por lo tanto no ha contribuido en mucho a hacer avanzar la organización y la conciencia de la clase trabajadora.
Si bien la cogestión puede ser una posible forma de organizar y construir conciencia colectiva en los trabajadores, es necesario antes que se definan claramente sus potencialidades y sus límites. En tanto ella sea resultado de la presión de los trabajadores contra el capital, por lograr la apertura de las cuentas, por socializar el conocimiento, por controlar el proceso de trabajo, aún en el estrecho marco de la fábrica, podrá contener avances organizativos y de conciencia. Pero no hay que perder de vista que en la medida que la cogestión se produzca en el marco de las relaciones sociales y métodos capitalistas, limita la conciencia de los trabajadores y su orientación política
Es evidente que a través de la cogestión el trabajador puede acceder o aprender algunos métodos de gestión, y que esto le puede educar, pero también es claro que los métodos que estará aprendiendo son los del capitalismo. Por ejemplo los de la administración de empresas, que como buena ciencia burguesa enseña a dirigir y manda, y sobre todo que hay que obtener ganancias para repartirlas entre los poseedores de las acciones, y que para que ese objetivo se cumpla habrá que hacerlo todo, así no sea éticamente correcto, mientras sea legal. De aquí que no resulte raro, que algunos trabajadores de Invepal agrupados en Covinpa, hagan uso de lo que les han proporcionado durante este año, y en los años de ser trabajadores al servicio del capital.
Quienes diseñaron este esquema accionario de la cogestión, el que al parecer se ha replicado a cerca de cincuenta empresas, debieron comprender que lo que exige un proceso revolucionario ante todo, es la gestación de unas nuevas relaciones sociales basadas en la cooperación voluntaria, consciente y solidaria [2] . Debieron reflexionar que ese tipo de cooperación queda frenado, obstaculizado cuando a la persona se la hace poseedora de la promesa de beneficiarse del trabajo de otros trabajadores , sea por la obtención de excedente económico de la propia unidad productiva o por el que se traslada a través del intercambio de productos en el proceso de igualación de la tasa de ganancia entre sectores, tal como se explicó hace ya casi ciento cincuenta años. Debieron comprender, que la gestación de esas nuevas relaciones sociales no se produce en lo abstracto, y que por esa razón es necesario producir o revolucionar los métodos y técnicas de producción heredadas del capitalismo, tarea urgente y necesaria en la construcción del socialismo.
El que ese «modelo» de cogestión se haya trasladado a miles de obreros, en un país en el que hay pocos, requiere plantearse la pregunta si efectivamente vamos rumbo al socialismo o si por el contrario llenos de supuestas buenas intenciones se refuerza el capitalismo. Tomemos un simple ejemplo, piénsese que PDVSA se traslada al «modelo» de cogestión ahora promocionado por algunas personas del gobierno. ¿Eso ayudaría a socializar los recursos que esta empresa maneja?, ¿Cuanto devengaría cada trabajador por concepto de repartición de excedentes?, ¿Qué le correspondería al resto de los venezolanos? ¿Sería este un paso socializante o una manera de privatizar la propiedad?.
Quienes diseñaron o defienden ese «modelo», pueden consultar la experiencia internacional y de seguro y con facilidad podrán darse cuenta que la construcción de una sociedad socialista ha de basarse en los siguientes elementos, los que consideramos necesarios más no suficientes.
· Nacionalización de los medios de producción y su uso como propiedad social.
· La dirección o control de las fábricas por parte de sus trabajadores y comunidad inmediata.
· La dirección y control general de todas las unidades productivas por parte de toda la sociedad a través del gobierno, basada en una planificación participativa que nace desde cada comunidad y fábrica organizada.
Bajo los elementos anteriores, el gobierno podría cumplir una función facilitadora de los procesos de control obrero, en lo productivo, en el intercambio, como en la orientación política a través de su participación directa en la gestión de una unidad productiva cuando ello sea necesario. Que este modelo sea más pleno, dependerá del grado de madurez política y organizativa del movimiento revolucionario de los trabajadores. La participación del gobierno revolucionario estará entonces determinada por la capacidad de hegemonía política que éste logre, comprendida la hegemonía en el sentido de ser síntesis de las diversas expresiones de organización y lucha de todo el pueblo, no como mera «autoridad» al estilo capitalista. En este marco, puede ser necesario el diseño de formas transitorias hacia el socialismo, evitando eso sí, reproducir las formas burguesas de relación social, producción, propiedad y dirección.
Notas
[1] Charla dada a los trabajadores de Invepal el día lunes 26 de junio.
[2] Entre muchos es el Che Guevara uno de los revolucionarios quien más insiste en este tema.