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La confesión de «Curveball»

Fuentes: Público

La inexistencia de armas de destrucciónmasiva en Irak es la prueba material de que el motivo para desencadenar la guerra fue una falsedad. En su libro de memorias Known and Unknown(Lo conocido y lo desconocido) publicado la semana pasada, el exsecretario de Defensa Donald Rumsfeld sostiene, lógicamente, que la Administración Bush no mintió. «La mucho […]

La inexistencia de armas de destrucciónmasiva en Irak es la prueba material de que el motivo para desencadenar la guerra fue una falsedad. En su libro de memorias Known and Unknown(Lo conocido y lo desconocido) publicado la semana pasada, el exsecretario de Defensa Donald Rumsfeld sostiene, lógicamente, que la Administración Bush no mintió. «La mucho menos dramática verdad es que estábamos equivocados». No mentimos, viene a decir, es que fuimos unos mantas, incompetentes e indocumentados.

Mira por dónde, cuando este libro apenas lleva una semana en la calle, la principal fuente que fabricó las mentiras utilizadas por la Administración Bush en la campaña de propaganda, y que el Gobierno de Aznar repitió en España para justificar su respaldo incondicional a la invasión, ha dado un paso al frente y ha confesado la manipulación.

El periódico británico The Guardian localizó al ingeniero iraquí Rafid Ahmed Alwan al-Janabi en Alemania, donde reside desde 1999, año en el que tras llegar a dicho país comenzó a intoxicar al Servicio Federal de Inteligencia (BND) sobre las armas químicas y biológicas desarrolladas por Sadam Husein y los famosos laboratorios móviles.

Un término del béisbol

En ese periodo, la DIA norteamericana (Agencia de Inteligencia de Defensa) tuvo un breve contacto con el farsante iraquí, al que bautizó con el nombre de Curveball, término del béisbol que define la trayectoria de la bola según se le dé con la mano derecha o izquierda. El BND, a sabiendas de que Curveball mentía, a partir de las comprobaciones realizadas, ha pagado durante cinco años unos 3.000 euros mensuales y le facilitó a él y a su familia su estatus legal.

La Administración Bush, al comprobarse la inexistencia de las armas, en los primeros meses de la invasión, cambió el argumento y sostuvo que la guerra se justificaba totalmente, ya que había permitido acabar con la dictadura de Sadam Husein. Ahora, Curveballha declarado que se inventó las falsedades para inducir el derrocamiento de Sadam.

Pero lo esencial es esto: existen pruebas de que la CIA (Agencia Central de Inteligencia) fue advertida por los alemanes de que se trataba de una mentira. Uno de los responsables de la CIA, Tyler Drum-heller, encargado de los contactos con los servicios de inteligencia europeos, advirtió personalmente a John McLaughlin y a George Tenet, subdirector y director de la CIA, respectivamente, de que la información era falsa.

El discurso de Colin Powell

En su libro On the Brink (Ante el precipicio), Drumheller cuenta que, contra sus recomendaciones, la CIA aprobó que el presidente Bush mencionara en su discurso del estado de la Unión, el 28 de enero de 2003, la referencia a «desertores iraquíes» según los cuales «hay varios laboratorios de armas biológicas que pueden desplazarse de un lado a otro».

Poco después, al leer el borrador del discurso que preparaba el entonces secretario de Estado Colin Powell para la sesión del Consejo de Seguridad de la ONU del 5 de febrero de 2003, enviado a la CIA para expurgar posibles errores, no podía dar crédito. El principal informante, citado como una fuente de toda solvencia, era precisamente Curveball.

Drumheller no logró convencer a McLaughlin. La noche del 4 de febrero, el director de la CIA, Tenet, llamó por teléfono a Drumheller para pedirle una información. Y este aprovechó para sacar el tema.

«Ya que me llamas, perdona si te agobio, pero asegúrate de ver la última versión del discurso [de Powell] porque, sabes, hay problemas con la información de Alemania», dijo Drumheller. «Sí, sí, sí, no te preocupes por eso. Estoy agotado y me tengo que ir», respondió Tenet.

Mintieron en estas y en todas las demás informaciones. A sabiendas.

Fuente: http://www.publico.es/internacional/361771/la-confesion-de-curveball