Este 6 de noviembre de 2006 la universidad de Passau ha actualizado el indicador Corruption Perceptions Index (CPI), que mide el nivel de transparencia existente en las instituciones de cada uno de los 163 países que entran dentro del estudio. Este indicador puede oscilar entre un máximo de 10 (transparencia total) y un mínimo de […]
Este 6 de noviembre de 2006 la universidad de Passau ha actualizado el indicador Corruption Perceptions Index (CPI), que mide el nivel de transparencia existente en las instituciones de cada uno de los 163 países que entran dentro del estudio. Este indicador puede oscilar entre un máximo de 10 (transparencia total) y un mínimo de 0 (transparencia nula).
Al tratarse de datos que hacen referencia a los aspectos estructurales de cada país, apenas existen grandes variaciones anuales. Sin embargo, el informe comienza advirtiendo el deterioro en este sentido en Brasil, Cuba, Israel, Jordania, Túnez y EEUU entre otros, y haciendo notar el caso especial de Irak, en absoluto declive. España, sin mencionar en la nota introductoria, también muestra un descenso con respecto al año anterior, aunque logra permanecer en la posición 23 de la tabla completa.
En la primeras posiciones de ésta, para variar, los países nórdicos, con índices de transparencias envidiables. Así, Finlandia alcanza los 9’6 puntos sobre 10, mientras que Dinamarca y Suecia reciben una nota de 9’5 y 9’2 respectivamente. Noruega, algo más descolgada con respecto a sus vecinos, obtiene un nada despreciable 8’8.
España logra un mediocre resultado de 6’8, que si bien es un aprobado, revela que el sistema actual está carente de los aspectos mínimos y suficientes para considerarse democrático. Las últimas operaciones judiciales y policiales no son sino la parte más superficial de un proceso, el de la corrupción, que se integra plenamente en el sistema capitalista español.
Por encima de nuestro país se encuentran la mayoría de estados de la Eurozona, a excepción de nuestro vecino Portugal, de Grecia y de la corrupta Italia. Este último país, precisamente, se encuentra en una peor y más preocupante situación, y apareciendo en la posición 45 de la lista, no llega al aprobado; obtiene un 4’9.
Entrando un poco en las causas de estos datos tan reveladores, podemos hacer notar que la causa fundamental de la falta de transparencia en los países del mediterráneo se encuentra en la corrupción urbanística y en la especulación. Las increíbles cifras de capitales extranjeros que han entrado en estas tierras tienen como destino principal el mercado inmobiliario, que se ha convertido en el motor del crecimiento económico español. No podemos olvidar que el mediterráneo es el principal destino turístico del planeta, y que una considerable población inmigrante se establece en estos países con una segunda residencia.
Los ayuntamientos, muchas veces obligados por una financiación insuficiente, están continuamente obteniendo fondos de los procesos de recalificación y de gestión del suelo público en general . Todo esto no es canalizable a través del sistema legal, y la falta de transparencia se convierte así en un eficiente método para ocultar tantos procesos irregulares (1).
En el ámbito de la Unión Europea, y no sólo de la Eurozona, los países del Este se trasladan a las últimas posiciones de la lista. El sistema de mercado no ha logrado, diecisiete años después de la caída del muro de Berlín, estabilizar democráticamente aquellos países. Dramática, en este sentido, es la situación de todas aquellas repúblicas otrora asociadas a la URSS, ya que a excepción de Estonia, ninguna logra aprobar, y prácticamente todas se encuentran por debajo de los 3 puntos sobre 10.
En este caso parece que la causa se encuentra en un hecho histórico: la velocidad con la que el sistema económico de planificación central fue reemplazado por la economía de mercado. Los rápidos procesos de descentralización, liberalización y privatización provocaron que los oligarcas de la URSS se convirtieran en los nuevos multimillonarios capitalistas, y empujaron a la mayoría de la sociedad a una pobreza mucho más profunda. La economía se resintió profundamente y cayó hasta la mitad, mientras que el porcentaje de personas en la pobreza aumentó desde el 2% hasta el 50% (2).
Toda esta reestructuración radical de la sociedad generó nuevos desequilibrios, que el sistema de mercado no ha sabido, ni puede, solucionar. En el marco político las consecuencias están en las actitudes mafiosas y las demostraciones de fuerza de los políticos, siempre más pendientes de los intereses económicos propios que del bienestar de su población.
Alberto Garzón Espinosa
Notas:
(1): R. F. Durán, «El Tsunami urbanizador español y mundial» (2006)
(2): J. E. Stiglitz, Prólogo a La Gran Transformación, de K. Polanyi (2003)
Estudio completo: http://www.icgg.org/corruption.cpi_2006.html