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No hay solución en la guerra de los cambios (monetarios) entre EEUU y China

La crisis continúa

Fuentes: Il Manifesto

Traducido para Rebelión por Susana Merino

No se ha llegado este fin de semana en la reunión del Fondo Monetario Internacional a ningún acuerdo entre China y los EEUU. Con la política de Obama, hecha pedazos, con el euro que se está revaluando, y también con la nueva suba del yen, el fracaso de la reunión de Washington debería haber convulsionado las bolsas. Y sin embargo, por una razón muy simple, ha ocurrido lo contrario.

Nunca han estado los bancos y otras organizaciones afines tan fuertes en el plano político económico, lo que les permite a las bolsas apostar sobre seguro. La recuperación ha muerto anegada por los cortes de presupuesto, por la pérdida de empleos y de ingresos familiares y además es cierto que está por llegar a Washington el QE2, que significa «quantitative easing 2» o sea el regalo de una nueva oleada de dinero a los bancos y a las finanzas. Es obvio que cuanto más empeora la situación a causa de la economía y de la desocupación mayor es el entusiasmo de los mercados por la prevista llegada de nuevos fondos.

Mientras los incendiarios ya están festejando en la bolsa, el desencuentro sobre las tasas de cambio es la muestra del estado de desacuerdo de la economía mundial. Si se discute por las tasas de cambio quiere decir que es porque ya no se puede dialogar. Nadie puede creer seriamente que basta con revaluar el yen chino o el yen japonés para resolver los desequilibrios estructurales a nivel mundial.

La imposibilidad de los EEUU de limitar la dependencia del déficit exterior radica a su vez en el sistema económico estadounidense. Es la horma económica del capitalismo de Estados Unidos que se ha extendido envolviendo a China con el sistema del «outsourcing» y de las subcontrataciones. Una revaluación, aunque llegara al 30% del yen, no cambiaría este estado de cosas, porque como ha demostrado la literatura sobre «value chains» (cadenas de valorización), las fases de producción que se han extendido en China y en otras partes no se pueden volver a transferir a los EEUU.

Sólo en el falso y mítico mundo imaginado propiamente por los economistas del FMI existe la sustitución sistemática de las inversiones y de su localización. Una fuerte revaluación del yen aplastaría las ganancias y las inversiones de la producción que exporta China. Las empresas tipo Walmart y posiblemente muchas industrias militares estadounidenses -de una investigación del Congreso surge que han subcontratado ampliamente en China- se verían verdaderamente afectadas. No se puede decir nada más.

Además no se puede esperar tampoco una fuerte revaluación del yen por parte de la China. Recuerdo las lúcidas observaciones que me hizo Mario Seccareccia, profesor de economía de la Universidad de Otawa. China está sufriendo una enorme presión debido a la gran emigración campesina a las ciudades. Y se ve por lo tanto obligada a crecer sobre la base de las exportaciones porque con tanta inmigración los salarios solo pueden aumentar hasta cierto límite. El fenómeno se llama ejército industrial de reserva, sólo que en China es endémico. Además la burguesía china en expansión, que se halla asociada al Estado, no quiere que se produzca un crecimiento arrastrado por los salarios por razones de control político y social. Hay que agregar a estas observaciones el hecho de que Pekín está cambiando sus políticas en relación a las inversiones externas, que por largo tiempo tendrán que ir del brazo de las exportaciones. El activo de Pekín debe financiar las inversiones chinas en el exterior que tienen que contrarrestar las inversiones extranjeras en China, por otra parte fuertemente controladas por Pekín. Alemania y Japón hicieron exactamente lo mismo.

Por un lado Pekín está condenado a exportar y por el otro los EEUU utilizan una estructura basada en cadenas de valorización que terminan en el mercado estadounidense. Las variaciones en las tasas de cambio no pueden influir demasiado, a menos que se programaran junto a una radical reestructuración de la economía de Estados Unidos con el consenso de China. Imposible.

Fuente: http://www.ilmanifesto.it/il-manifesto/in-edicola/numero/20101012/pagina/03/pezzo/288805/