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Manifiesto de economistas brasileños por una Nueva Política Económica

La crisis de la República

Fuentes: ALAI

Manifiesto de los Economistas por una Nueva Política Económica Todos afirman que la República está en crisis. Nosotros también consideramos que la crisis es profunda. ¿Pero de cual crisis hablamos? Nosotros creemos que la Nueva República, nacida sobre los escombros de la dictadura en 1985 prometiendo un país mejor, finalmente sucumbió frente a los intereses […]

Manifiesto de los Economistas por una Nueva Política Económica

Todos afirman que la República está en crisis. Nosotros también consideramos que la crisis es profunda. ¿Pero de cual crisis hablamos? Nosotros creemos que la Nueva República, nacida sobre los escombros de la dictadura en 1985 prometiendo un país mejor, finalmente sucumbió frente a los intereses de las clases dominantes en el país, y murió. La crisis actual – política, económica, social y ética – solamente puede ser resuelta si los pilares del acuerdo que sostuvo la transición de la dictadura a la democracia, y que fueron protegidos y alimentados por todos los gobiernos posteriores a ella hasta el momento, fueren sustituidos por un programa que atienda las demandas más sentidas de la población y rescaten la soberanía nacional y popular que toda República digna de ese nombre debe poseer.

La estrategia económica, que eligió el combate a la inflación como principal objetivo político, fracasó por completo y está agotada, no obstante aún tiene muchos defensores dentro y fuera del gobierno. Después de incontables planes, el pueblo está más pobre: Brasil no es el país del mundo con mayor concentración de renta, porque un país africano nos supera (Sierra Leona). Solamente el año pasado, el número de millonarios – personas con activos superiores la U$ 1 millón de dólares – creció un 7%; actualmente, casi 100 mil personas controlan un 50% de la riqueza del país.

El programa económico y político concebido y aplicado inicialmente en el gobierno de Fernando Henrique Cardoso, y que aún comanda el país, requiere ser súbita y urgentemente sustituido. Este programa – conocido originalmente como Plan Real y que en la actualidad lleva el nombre de «estabilidad económica» – no solamente generó millones de pobres, sino que sigue comprometiendo el futuro de varias generaciones al alienar el territorio, multiplicar el endeudamiento estatal y profundizar la dependencia del país.

La austeridad aplicada sobre el pueblo, con cortes sistemáticos en la inversión social y crecientes recursos destinados al pago de las deudas – interna y externa – profundizó la relación parasitaria y expoliadora del empresario nacional y extranjero con el Estado brasileño. El aumento de impuestos es para pagar los intereses de la deuda y esta garantiza ganancias seguras a todos aquellos que invierten en los títulos de la deuda pública: banqueros, empresarios, rentistas de todo orden. La corrupción de partidos y políticos es sólo la faz más visible de un proceso más profundo que solamente puede ser corregido con eficacia si el Estado fuera fortalecido y desprivatizado. ¡La privatización y la debilidad del Estado son las principales fuentes de corrupción en Brasil!

Los dueños del poder afirman que las exportaciones pueden salvar el país, pero la verdad es que esta opción olvida la vitalidad del mercado interno y mantiene los salarios bajos como condición para competir en el mercado mundial. La dependencia tecnológica es creciente y las medidas tomadas en lo que va de este año para fortalecer el flujo exportador solamente aumentaron la vulnerabilidad externa, productiva, monetaria y financiera del Estado brasileño.

Pero nuestro principal enemigo es aquel que afirma la idea de que no existen alternativas. Abajo, estamos proponiendo un conjunto de medidas que indica el inicio de una alternativa nacional y popular para la crisis actual. Ellas pueden y deben ser tomadas en este momento en que amplias mayorías aún defienden cambios estructurales para nuestro país y apoyarían con valentía e intensa movilización un programa de naturaleza popular. Si aplicadas, ellas inauguran un nuevo tiempo para las mayorías que emprenderán sin vacilar una larga lucha para construir una República democrática, destinada a fortalecer la soberanía nacional y superar para siempre el subdesarrollo.

1 . Bajar los tipos de interés real (Selic) al mismo nivel practicado en Estados Unidos y en países vecinos de América del Sur, como Venezuela y Argentina, o sea, alrededor del 2,5% al año, y no al actual 19,75%. Controlar las tasas de intereses cobradas por los bancos a los comerciantes y consumidores que llegan a más del 100% al año.

2 . Cambiar la actual política de superávit primario en el presupuesto de la Unión, que destina abultados recursos públicos, sólo para pagar intereses. Destinar los 80 billones de reales, recogidos por el gobierno ese año, a inversiones que generen empleo, en educación, agricultura familiar, reforma agraria, salud y vivienda.

3 . Duplicar, este año de 2005, el valor del salario mínimo y el piso del valor de las jubilaciones a 454 reales mensuales, y ampliarlos a 566 reales, en mayo de 2006, apuntando a distribuir renta y mejorar las condiciones de vida de los más pobres, honrando así los compromisos asumidos por el Gobierno Lula en la campaña electoral.

4 . Recuperar el control gubernamental y público sobre el Banco Central y sobre la política monetaria. Impedir la autonomía del Banco Central, que ya está siendo adoptada por sus directores, en contubernio con los intereses de los banqueros y del capital financiero internacional.

5 . No suscribir el acuerdo de ALCA y no aceptar las reglas de la OMC (Organización Mundial del Comercio) que afecten la economía brasileña y los intereses del pueblo.

6 . Realizar una auditoría pública de la deuda externa, como determina la Constitución, y renegociar su valor, ya pagado varias veces. Usar los recursos enviados al exterior para su pago, para invertir en educación y derechos sociales.

7. Cambiar las actuales reglas de reajuste de las tarifas de servicios públicos fundamentales como energía eléctrica, agua, teléfono y transporte público. Revisar y reducir las actuales tarifas que alcanzaron valores prohibitivos y de despojo de todo el pueblo brasileño, en provecho de grupos oligopólicos que pasaron a dominar estos sectores después de la privatización.

8. Paralizar de inmediato las rondas de subastas de explotación de las áreas petroleras. Cambiar la ley 9478/97 y garantizar la nacionalización del petróleo con la exclusividad de la explotación por la Petrobrás.

9. Garantizar la participación de representantes de la sociedad brasileña y de los propios trabajadores en todos los consejos de administración de las empresas públicas y autarquías, en todos los niveles: federal, provinciales y municipales.

10. Adoptar una política que proteja la riqueza nacional, combatiendo la remesa de dólares hacia el exterior, en forma de transferencias, sobrefacturación de las transacciones, utilidades, royalties, etc., garantizando su inversión en Brasil. Promover la repatriación de los recursos enviados de forma legal, sin embargo ilegítima. Adoptar medidas que protejan nuestra economía de la vulnerabilidad externa. (Traducción ALAI)

Signatarios

1 . Sidney Pascotto – Presidente del COFECON.

2 . João Pedro Stedile – MST, Vía Campesina Brasil.

3 . Reinaldo Gonçalves – Profesor UFRJ, consejero Corecon/RJ

4 . Paulo Pajarito – Coordinador General del Sindicato de los Economistas del Estado de Río de Janeiro.

5 . Nildo Ouriques – Universidad Federal Santa Catarina

6 . Dirlene Marques – Presidente del Sindicato de los Economistas de Minas Gerais y Coordinación del Comité Minero del Fórum Social Mundial