Introducción
Fred Moseley en su libro de crítica a la interpretación de la teoría del valor de Michael Heinrich[1] se enreda en arenas movedizas y para intentar salir de ellas recurre a algunos párrafos de Rubin sacados de contexto. Tal como expuse en artículo anterior en Rebelión[2], Moseley enfrenta dos serias dificultades:
1. A lo largo de su libro insiste en que Heinrich está equivocado al decir que el valor de las mercancías solo se objetiva en el intercambio y señala reiteradamente que no hay evidencia textual que sustente dicha posición; sin embargo, encuentra una afirmación contundente de Marx que lo hace trastabillar, una frase en la cual afirma que solamente en el cambio se objetiva el valor. Para salir del enredo, recurre a una distinción planteada por Rubin en su libro Ensayos sobre la teoría marxista del valor de 1928[3], según la cual el cambio puede referirse a una fase del proceso de reproducción, que sigue a la producción directa, pero también a una forma de organización social de la producción, a un modo particular de producir dominado por el intercambio.
2. Moseley considera que el trabajo abstracto es el trabajo fisiológico, que es un trabajo general común a todos los trabajos concretos, el cual es gastado por los productores en el proceso de producción, junto al trabajo concreto, y se solidifica o congela en la mercancía; de acuerdo con esto, todo producto tiene incorporado trabajo abstracto y por tanto la sustancia del valor. Al encontrar que Heinrich objeta que, según esto, habría trabajo abstracto y, por tanto, valor, en todos los modos de producción, recula y hace algunas precisiones. Menciona, siguiendo una idea de Rubin, que el trabajo fisiológico es un prerrequisito del trabajo abstracto, con lo cual acepta que son diferentes. Pero luego, intentando aclarar, confunde aún más las cosas dado que establece una diferencia entre el trabajo fisiológico per se y el trabajo fisiológico en la producción mercantil, concluyendo simplemente que el primero no crea valor y el segundo no.
En estas arenas movedizas naufragan elementos esenciales de la interpretación de Moseley. Pero además resulta sorprendente, por decir lo menos, la utilización parcial que hace de Rubin para tratar de defender sus tesis, considerando que la interpretación de Rubin es contraria a la interpretación de Moseley y afín a la interpretación de Heinrich. Moseley buscó ayuda en un intérprete de El Capital que en lo fundamental lo refuta. Los dos asuntos que retomó de Rubin se encuentran en el capítulo 14 sobre el trabajo abstracto. Es conveniente dar una mirada a los planteamientos de Rubin.
El libro de Rubin, Ensayos sobre la teoría marxista del valor, fue publicado en 1928 y existe traducción al inglés desde hace varias décadas[4]. Moseley, aparentemente, solo vino a leerlo recientemente, quizá motivado por la mención que hace Heinrich en su libro. De haberlo conocido, quizá hubiera considerado también a Rubin una mala influencia para la juventud y le hubiera dedicado un libro completo a criticarlo. Heinrich en su libro sobre Cómo leer El Capital de Marx dice en nota a pie de página que Rubin todavía se lee con provecho[5]. Este comentario, en mi opinión, se queda corto. El texto de Rubin anticipa muchas de las tesis centrales en las “nuevas” interpretaciones de Marx incluyendo los libros de Heinrich.
El trabajo abstracto
El capítulo XIV, titulado el trabajo abstracto, del libro Ensayos sobre la teoría del valor, tiene en total en la edición en español 28 páginas, sin subdivisiones formales. El texto aborda los siguientes asuntos:
– La constatación de que la mayoría de los autores interpretaba el trabajo abstracto como trabajo fisiológico.
– La explicación de dicha posición debido a ciertos textos de Marx, por una parte, y la realización de una lectura incompleta y sin suficiente contexto de los planteamientos de Marx sobre el tema
– La necesidad de abordar el tema del trabajo abstracto en el marco del carácter social e histórico de la producción de mercancías.
– El proceso de derivación del valor y del trabajo abstracto en doble vía: del valor al trabajo y del trabajo al valor.
– Las modificaciones realizadas por Marx en los textos del capítulo 1 que pueden haber llevado a la confusión
– Una aproximación a la dimensión cuantitativa del trabajo abstracto y del valor
La revisión detallada del texto de Rubin nos ayuda a comprender el contenido del capítulo 1 (y por tanto también la forma de exposición o desarrollo de la materia) y también los elementos que pueden haber llevado a interpretaciones a su juicio equivocadas, como la de Moseley. Casi 100 años antes de la publicación del libro de Moseley ya Rubin le advertía de posibles errores y malas interpretaciones.
La mayoría de los autores interpretaba el trabajo abstracto como trabajo fisiológico.
Rubin afirma que la teoría del trabajo abstracto es uno de los puntos centrales de la teoría del valor de Marx y transcribe algunas conocidas afirmaciones de Marx sobre el particular: “Nadie, hasta ahora, había puesto de relieve críticamente este doble carácter del trabajo representado en la mercancía. Y como este punto es el eje en torno al cual gira la comprensión de la economía política hemos de detenernos a examinarlo con todo cuidado.” Y además en carta a Engels le manifestó: “Lo mejor de mi libro es: 1) (en esto descansa toda la comprensión de los hechos) el doble carácter del trabajo, que se pone de relieve ya en el primer capítulo, según que se exprese en valor de uso o en valor de cambio; 2) el estudio de la plusvalía independiente de sus formas específicas, como son la ganancia, el interés, la renta del suelo, etc.” (p. 185). Estas frases, por cierto, las citan tanto Moseley como Heinrich en sus libros.
Pero, curiosamente, a pesar de estos mensajes de Marx, la teoría del trabajo abstracto no había recibido la atención que se merecía, según Rubin. Menciona algunos autores marxistas cuya interpretación apuntaba precisamente a considerar que el trabajo abstracto es el trabajo fisiológico, pero también esta posición era adoptada por autores antimarxistas, algunos de los cuales realizaban críticas a esta interpretación atribuida a Marx. En otros casos, los intérpretes se limitaban a parafrasear a Marx y terminaban interpretando erróneamente el concepto. Cita, entre otros, a Kautsky, quien afirma lo siguiente: “Por un lado, el trabajo se nos aparece como el gasto productivo de la fuerza de trabajo humana en general; por el otro, como una actividad específica humana para el logro de determinado objeto. El primer aspecto del trabajo constituye el elemento común de todas las actividades productivas realizadas por los hombres; el segundo varía según la naturaleza de la actividad.” (p. 186) (Kautsky, Las doctrinas económicas de Marx, 1926)[6].
Para Rubin, en esta exposición de Kautsky, el trabajo abstracto se considera como gasto de energía humana, independiente de las formas sociales y, por tanto, es un concepto fisiológico desprovisto de todo elemento social e histórico. (El subrayado es mío). Y señala que en este sentido el trabajo abstracto existiría en todas las épocas históricas (p. 186). Heinrich en su libro hace precisamente esta observación, que le resulta a Moseley difícil de objetar.
Esta interpretación del trabajo abstracto se encuentra también en autores no marxistas. Cita, por ejemplo, a Struve quien afirma que “Marx tomó de los fisiócratas y sus sucesores ingleses el punto de vista económico naturalista que es tan sorprendente en su teoría del trabajo como sustancia del valor. Esta teoría es la coronación de todas las teorías objetivas del valor. Directamente, materializa el valor, lo transforma en la sustancia económica de bienes económicos, similar a la materia física que es la sustancia de las cosas. Esta sustancia económica es algo material, porque el trabajo que crea valor es entendido por Marx en un sentido puramente físico, como un gasto abstracto de energía nerviosa y muscular, independientemente del contenido concreto intencional de este gasto, que se distingue por su infinita variedad. El trabajo abstracto de Marx es un concepto fisiológico…” (p. 186).
¿Por qué la mayoría de los autores entendieron el concepto de trabajo abstracto en sentido fisiológico?
Rubin plantea algunas explicaciones de esta tendencia de numerosos autores a considerar el trabajo abstracto como trabajo fisiológico: a) Marx afirma en algunas frases que el trabajo abstracto es el trabajo fisiológico y los autores se limitaron a una repetición literal; b) no examinaron la teoría del trabajo abstracto en su totalidad; c) no revisaron en detalle la sección sobre el fetichismo; d) tampoco revisaron la Contribución, donde Marx analizó en forma más completa el asunto.
Hay algunas frases de Marx, especial, aunque no exclusivamente, en la sección 2ª del capítulo 1 del tomo I de El Capital, que parecen brindar una base para la interpretación del trabajo abstracto en sentido fisiológico.
La primera frase dice “si prescindimos del carácter concreto de la actividad productiva y por tanto de la utilidad del trabajo, ¿qué queda en pie de él? Queda simplemente el de ser un gasto de fuerza humana de trabajo. El trabajo del sastre y el del tejedor aun representando actividades productivas cualitativamente distintas tienen en común el ser un gasto productivo de cerebro humano, de músculos, de nervios, de brazo, etc.” (Rubin, p. 188) Y luego refuerza esta idea al final de la sección segunda del capítulo 1: “Todo trabajo es de una parte, gasto de la fuerza humana de trabajo en el sentido fisiológico y como tal, como trabajo humano igual o trabajo humano abstracto, forma el valor de la mercancía. Pero todo trabajo es, de otra parte, gasto de la fuerza humana de trabajo bajo una forma especial y encaminada a un fin y, como tal, como trabajo concreto útil, produce valores de uso.” (Rubin, p.188).
A juicio de Rubin, se ha interpretado literalmente y mal estos textos; además, algunos defensores de Marx los repiten sin analizarlos críticamente. Por su parte, los adversarios le dirigen una serie de objeciones y a veces lo toman como punto de partida para refutar la teoría del valor trabajo. Para Rubin, esta concepción simplificada del trabajo abstracto basada a primera vista en una interpretación literal de estos textos no puede ser compatible con la totalidad de la teoría del valor de Marx ni con una serie de otros pasajes. Marx planteó repetidamente que el valor es un fenómeno social, que la existencia del valor tiene una materialidad puramente social, que no contiene un solo átomo de materia. Por tanto, es necesario abordar esta presunta contradicción en la exposición de Marx en El Capital.
Marx tiene una teoría social, una teoría sociológica del trabajo abstracto
El trabajo abstracto es una categoría social y no fisiológica. Si se considera que el trabajo abstracto es un gasto de energía en forma fisiológica entonces el valor tiene un carácter material cosificado. Pero entonces “el gasto fisiológico de energía es el mismo para todas las épocas y podríamos concluir que esta energía creó valor en todas las épocas” (p. 189). Para Rubin, esta es una interpretación tosca que contradice de plano la teoría de Marx. Moseley asume esta interpretación en su libro. El concepto de valor tiene un carácter social e histórico, esta es precisamente la contribución de Marx y por tanto es necesario construir el concepto en esta perspectiva. Afirma que rastreando más allá de las primeras páginas se encuentran elementos suficientes para una teoría sociológica del trabajo abstracto. Marx relaciona de manera inseparable el concepto de trabajo abstracto con el concepto de valor, el trabajo abstracto crea valor, es el contenido o la sustancia del valor. Marx busca derivar “dialécticamente” el valor del trabajo abstracto, lo cual no es posible si el trabajo es entendido solo como trabajo fisiológico
Si el concepto de valor tiene un carácter social e histórico, es necesario construir el concepto de trabajo abstracto sobre la misma base. Es necesario ir más allá de unas frases en la sección segunda y rastrear el desarrollo de su pensamiento. Insiste Rubin en que la tarea de Marx fue “no reducir el valor analíticamente al trabajo abstracto, sino derivar dialécticamente el valor del trabajo abstracto.” (p. 190).
El trabajo abstracto no es trabajo fisiológico, pero es un prerrequisito necesario: “Pero esto no significa negar el hecho de que en toda forma social de la economía la actividad laboral de las personas se realiza mediante el gasto de energía fisiológica. El trabajo fisiológico es la presuposición del trabajo abstracto, en el sentido de que no podemos hablar de trabajo abstracto si no hay gasto de energía fisiológica por parte de los hombres. Pero este gasto de energía fisiológica sigue siendo una presuposición, y no el objeto de nuestro análisis.” (p. 190). Moseley retoma esta idea del trabajo fisiológico como prerrequisito del trabajo abstracto.
Dos características materiales del trabajo en toda sociedad
Dice Rubin que “en toda forma social de la economía, el trabajo humano es al mismo tiempo trabajo técnico-material y trabajo fisiológico.” (p. 190). Esto existe en toda sociedad y en el trabajo considerado en forma general: es siempre una presuposición técnico-material, tanto como biológica, de toda actividad económica (p. 190). Pero estos presupuestos no se transforman en el objeto del análisis: “el gasto de energía fisiológica como tal no es trabajo abstracto ni crea valor.” (p. 190). Este planteamiento de Rubin indica que el trabajo fisiológico tiene en común con el trabajo concreto, el trabajo técnico-material que produce valores de uso, el ser una característica presente en todo tipo de sociedad. El trabajo fisiológico es una abstracción mental en el sentido de que es un concepto construido a partir de la comparación entre todos los trabajos realmente existentes, identificando sus elementos comunes. Quizá el hecho de ser en este sentido también una abstracción de los trabajos concretos es otro elemento que lleva a la confusión con el trabajo abstracto propio de la sociedad capitalista mercantil.
Menciona Rubin que en capítulo anterior planteó la existencia de distintos tipos de trabajo igual:
a) trabajo fisiológicamente igual; b) trabajo socialmente igualado; c) trabajo abstracto o abstracto universal, es decir, trabajo socialmente igualado en la forma específica que adquiere en una economía mercantil (p. 193). La categoría de trabajo socialmente igualado existe en diversas sociedades. Todo trabajo abstracto es social y socialmente igualado, pero no todo trabajo socialmente igualado puede considerarse como trabajo abstracto (p. 193).
De acuerdo con esto, el trabajo abstracto al cual se refiere Marx es un tipo de trabajo socialmente igualado; para que el trabajo socialmente igualado adopte la forma del trabajo abstracto hay dos requisitos:
– Primer requisito: la igualdad de diferentes tipos de trabajo e individuos debe expresar el carácter social específico del trabajo privado realizado independientemente, es decir, que el trabajo se convierta en trabajo social solo como trabajo igual.
– Segundo requisito: que esta igualación del trabajo se realice en una forma material, es decir, asuma en el producto la forma de valor. (p. 193).
¿Qué entender por trabajo abstracto que crea valor y se expresa en el valor, de acuerdo con la teoría de Marx?
Marx no solo quería reducir de manera analítica el valor al trabajo, sino también derivar analíticamente el valor del trabajo (p. 194). Este es un punto clave para no quedarse en la observación de que Marx deduce el trabajo solamente de la comparación entre dos mercancías. Ni el trabajo fisiológicamente homogéneo, ni el trabajo socialmente igualado, como tales, crean valor. El trabajo abstracto no es solo socialmente igualado, sino trabajo socialmente igualado de una forma específica que es característica de la economía mercantil. “En el esquema de Marx el concepto de trabajo abstracto se halla inseparablemente relacionado con las características básicas de una economía mercantil.” (p. 194). Esto implica que para comprender el trabajo abstracto es necesario entender la naturaleza específica del modo de producción en el cual aparece este tipo de trabajo.
El trabajo concreto existe en todo tipo de sociedad. El trabajo abstracto solo en determinada sociedad. El trabajo concreto se refiere al proceso técnico material, el trabajo abstracto al contexto social. El trabajo abstracto expresa determinadas relaciones entre los seres humanos en el proceso de producción. “El concepto de trabajo abstracto expresa las características de la organización social del trabajo en una sociedad mercantil capitalista” (p. 195). En esta sociedad hay una relación particular entre el trabajo privado y el trabajo social y la contraposición entre trabajo concreto y trabajo abstracto se basa precisamente en esta oposición, que es diferente en otro tipo de sociedades.
En una sociedad socialista el trabajo concreto (de un carpintero, por ejemplo), es directamente social, está incluido directamente dentro del proceso laboral de conjunto de la sociedad. En su forma concreta el trabajo es directamente social. En una economía mercantil el trabajo concreto no es directamente social, es un trabajo privado, es el trabajo de un productor privado de mercancías, un propietario privado de medios de producción.
Este trabajo privado solo puede llegar a ser social mediante su igualación con todos los demás trabajos concretos y esto solo ocurre mediante la igualación de sus productos, lo cual solo sucede en el cambio (p. 195). Al igualarse los productos concretos en el cambio, se igualan también los trabajos concretos, que se convierten en trabajo impersonal y además en una partícula del trabajo social homogéneo y total.
Por tanto, la transformación del trabajo privado en trabajo social solo puede ocurrir mediante la transformación del trabajo concreto en trabajo abstracto; en esta transformación el trabajo privado se convierte en parte del trabajo conjunto de la sociedad. El trabajo que se manifiesta en el valor de cambio es el trabajo del individuo aislado. En la sociedad mercantil la única relación social entre unidades económicas independientes y privadas se realiza a través de un múltiple intercambio y la igualación de los productos, mediante la transformación de trabajo concreto en trabajo abstracto. (p. 197).
La abstracción mental y la abstracción real
Heinrich en su libro afirma que en el capitalismo se produce una abstracción real de los trabajos concretos mediante el intercambio de los productos y sostiene que quien por primera vez destacó esta característica fue Sohn-Rethel[7]. Sin embargo, ya Rubín lo había planteado.
El trabajo abstracto no es una abstracción teórica: “En la teoría del valor de Marx, la transformación del trabajo concreto en trabajo abstracto no es un acto teórico de abstracción efectuado con el propósito de hallar una unidad general de medida. Tal transformación constituye un suceso social real. La expresión teórica de este suceso, a saber, la igualación social de diferentes formas de trabajo, y no su igualdad fisiológica, es la categoría del trabajo abstracto.” (p. 198). Aquí Rubin expone claramente que en el proceso de intercambio se produce una abstracción real, fenómeno que se expresa conceptualmente mediante la categoría de trabajo abstracto.
Considera, sin embargo, que los productores de mercancías realizan una igualación mental del trabajo previamente al intercambio: “La igualación del trabajo puede realizarse en el proceso de producción directa, antes del acto de intercambio, pero solo mentalmente y como previsión.” (p. 196). En la realidad, la igualación solo se produce en el acto de cambio, en la igualación del producto del trabajo con una suma de dinero.
No puede haber trabajo abstracto sin cambio. El trabajo abstracto aparece en la medida en que se desarrolla la producción mercantil: “En ausencia del cambio como forma social de la producción no puede haber trabajo abstracto.” (p. 198). Con el desarrollo de la economía mercantil y de la economía mundial, el trabajo abstracto se refuerza. Todos estos son planteamientos de Marx que Rubin destaca.
La derivación del valor a partir del trabajo
Por lo anterior, Rubin insiste en que lógicamente Marx deriva el valor del trabajo. En su exposición en los primeros párrafos queda la impresión de que Marx deriva el trabajo del valor de cambio de múltiples mercancías, primero, y luego entre dos mercancías. Al dejar de lado las características concretas de los valores de uso (físicas, químicas, geométricas, etc.) solo queda en común el ser productos del trabajo. Pero resulta que esta no es la lógica de fondo. Marx parte del trabajo en la medida en que está analizando un producto del trabajo (la mercancía). Lo que encuentra es que un determinado tipo de organización del trabajo (producción por parte de productores privados formalmente autónomos e independientes) se basa en el intercambio de los productos, y que en este intercambio se conforma el trabajo social y el trabajo abstracto, que es la sustancia del valor. De acuerdo con lo anterior, el valor se deriva del trabajo, entendiendo por trabajo aquel trabajo organizado en la forma social determinada que existe en una economía mercantil (p. 200).
Aquí Rubin esboza una explicación de la derivación contraria, es decir, de la derivación analítica del trabajo a partir del valor que se encuentra en la sección 1 del capítulo 1 del tomo I de El Capital. Si se parte del valor como una forma social acabada y determinada del producto del trabajo, y se formula la pregunta de a qué trabajo puede reducirse este valor, se responde a trabajo homogéneo. Esta derivación es distinta de la derivación dialéctica del valor a partir del trabajo. La derivación a partir del valor puede limitarse a la derivación del carácter del trabajo como trabajo socialmente igualado o incluso como trabajo fisiológicamente homogéneo (p. 201).
Rubin menciona que Marx tenía una redacción más clara en la primera edición, que la modificó en la segunda, dejando la frase tal como se conoce usualmente, pero que en la edición francesa insertó nuevamente un texto para mostrar que no era solamente el trabajo fisiológico.[8]
Este procedimiento puede ayudar a entender por qué Marx en esta sección al realizar la reducción analítica del valor al trabajo, subrayó el carácter del trabajo como fisiológicamente homogéneo, sin detenerse en la forma social de la organización del trabajo en la economía mercantil. Afirma Rubin que cuando Marx quiere derivar dialécticamente el valor del trabajo abstracto siempre subraya la forma social del trabajo en la economía mercantil.
¿El trabajo abstracto y el valor se originan solo en el cambio? Las dos nociones del cambio
Rubin señala que algunos críticos han planteado que su concepción puede conducir a la conclusión de que “el trabajo abstracto solo se origina en el acto de intercambio, de lo cual se sigue que el valor también se origina solo en el cambio.” (p. 201). Esta es precisamente una de las críticas centrales que hace Moseley a Heinrich y sobre las cuales reitera, incansablemente, que el trabajo abstracto y el valor ya existen en la producción y en el producto aislado antes de ser vendido.
Pero, sostiene Rubin, “desde el punto de vista de Marx, el valor, y por ende también el trabajo abstracto, debe ya existir en el proceso de producción.” (p. 201). “Esto toca a una cuestión sumamente seria y profunda acerca de la relación entre la producción y el cambio. ¿Cómo resolvemos este problema? Por un lado, el valor y el trabajo abstracto ya deben existir en el proceso de producción; pero, por otro lado, Marx en varios pasajes dice que el trabajo abstracto presupone el proceso de cambio.” (p. 201). Afirma Rubin que “…Marx subrayó, con creciente agudeza, la idea de que en una economía mercantil solo el cambio transforma el trabajo concreto en trabajo abstracto.” (p. 202)
Aquí se remite Rubin a la famosa frase de Marx en el apartado 4 sobre el fetichismo de la mercancía, en la cual afirma que los seres humanos al cambiar sus productos equiparan sus trabajos, pero no lo saben. En la primera edición había planteado lo contrario: “Los hombres relacionan sus productos como valores en la medida en que estas cosas son para ellos solamente envolturas materiales de trabajo humano homogéneo.” (p. 202
Para evitar que se interpretara esto como que los seres humanos igualan conscientemente su trabajo, Marx modificó totalmente el significado en la segunda edición y destacó que “la igualación del trabajo como trabajo abstracto solo se produce mediante el cambio de los productos del trabajo” (p. 202). Es un cambio significativo. En la edición francesa de 1875 hizo también modificaciones. Allí aparece la conocida frase: “Para encontrar la igualdad toto coelo de diversos trabajos hay que hacer forzosamente abstracción de su desigualdad real, reducirlos al carácter común a todos ellos como desgaste de fuerza humana de trabajo, como trabajo humano abstracto.” (C., I, p,39). En la edición francesa, Marx, al final de esta frase reemplazó el punto por una coma y agregó: “y solo el cambio realiza esta reducción, al oponer los productos de diferentes formas de trabajo unos a otros sobre la base de la igualdad” (edición francesa de El Capital, 1875, p. 29). (Rubin, pp. 201-202)[9]. Sobre lo anterior dice Rubin: “Este agregado es significativo y muestra claramente hasta qué punto Marx estaba lejos de la interpretación fisiológica del trabajo abstracto. ¿Cómo podemos reconciliar estas declaraciones de Marx, que podríamos multiplicar, con su concepción básica de que el valor es creado en la producción?” (p. 203)
Solución de Rubin: dos conceptos del cambio
Dice Rubin que no es difícil la reconciliación. Plantea que el problema es que no se ha distinguido claramente entre dos conceptos del cambio: a) el cambio es una forma social del proceso de reproducción; b) el cambio es una fase particular de este proceso de reproducción, que alterna con la fase de la producción directa. (p. 203).
El cambio como fase particular del proceso de reproducción. Esto es lo que se ve a primera vista: el proceso de producción directa es primero y luego viene la fase del cambio (p. 203). El cambio como forma social del proceso de reproducción: “es una forma social particular del proceso social de la reproducción. Producción basada en el cambio privado: tales son las palabras con las que Marx caracteriza frecuentemente a una economía mercantil. Desde este punto de vista “el cambio de productos como mercancías es una forma determinada del trabajo social o producción social.”” (p. 203) En esta perspectiva, el cambio deja su sello en el propio proceso de producción social.
Lo anterior sirve para aclarar algunas de las afirmaciones de Marx. “Cuando Marx repite constantemente que el trabajo abstracto solo es el resultado el cambio, esto significa que es el resultado de una forma social dada del proceso de producción. Solo en la medida en que el proceso de producción adquiere la forma de producción mercantil, es decir, producción basada en el cambio, el trabajo adquiere la forma de trabajo abstracto, y los productos del trabajo la forma del valor.” (p. 203). Este es el punto clave.
Continua: “…el cambio es sobre todo una forma del proceso de producción, o una forma del trabajo social. Puesto que el cambio es realmente la forma dominante del proceso de producción imprime su sello sobre la fase de la producción directa. En otras palabras, puesto que una persona produce después de haber entrado en el acto de cambio, y antes de entrar en el siguiente acto de cambio, el proceso de producción directa adquiere determinadas propiedades sociales que corresponden a la organización de la economía mercantil basada en el cambio.” (pp. 203-204).
El productor de mercancías en su taller está inmerso en este contexto y siente la presión de todas las personas con las cuales entra en contacto en el mercado. Y afirma: “Ya en el proceso mismo de la producción directa, el productor aparece como un productor de mercancías, su trabajo tiene el carácter de trabajo abstracto y su producto el de valor.” (p. 204).
Pero aquí advierte Rubin sobre los riesgos de interpretar inadecuadamente lo anterior: a) el hecho de que el proceso de producción directa ya tenga determinadas propiedades sociales no implica que los productos del trabajo y el trabajo, en la fase de la producción directa, estén caracterizados en todos sus detalles por todas las propiedades sociales que los caracterizan en la fase del cambio; b) Es erróneo concluir lo anterior, porque la fase de producción no se ha convertido en la fase del cambio; mantienen diferencias; c) Pero reconoce que en esta forma social de producción se anticipa el carácter del producto: “…desde el momento en que el cambio se convierte en la forma dominante del trabajo social y las personas producen especialmente para el cambio, el carácter del producto del trabajo como valor es tomado en consideración en la fase de producción directa. Pero este carácter del producto del trabajo como valor no es aún ese carácter que adquiere cuando es de hecho cambiado por dinero, cuando, con palabras de Marx, su valor ideal se transforma en valor real y la forma social de las mercancías es sustituida por la forma social del dinero.” (p. 204).
Igualmente, los individuos producen para el mercado y buscan transformar su producto en dinero, y su trabajo privado y concreto en trabajo social y abstracto. Pero “…la actividad laboral de los productores de mercancías en la fase de la producción es directamente trabajo privado y concreto, y solo indirectamente, o de manera latente, como dice Marx, trabajo social.” (p. 205).
Recomendación de Rubin: al leer a Marx es necesario tener en cuenta esta distinción y fijarse si se está refiriendo al cambio como fase del proceso de reproducción o al cambio como forma de producción social. No hay trabajo abstracto sin cambio: “En la medida en que trata del cambio como una forma del proceso de producción, Marx dice claramente que sin el cambio no hay trabajo abstracto ni valor. El trabajo adquiere el carácter de abstracto solo en la medida en que se desarrolla el cambio.” (p. 205)
De otra parte, “Cuando Marx habla del cambio como de una fase separada que está en oposición a la fase de la producción, dice que aún antes del proceso del cambio el trabajo y el producto del trabajo poseen determinadas características sociales, pero que estas características deben realizarse en el proceso de cambio.” (p. 205). “En el proceso de producción directa, el trabajo no es aún trabajo abstracto en el pleno sentido de la palabra: aún debe convertirse en trabajo abstracto.” (p. 205).
Cita algunas frases de Marx en la Contribución a la crítica: “En realidad, los trabajos individuales que se manifiestan en estos valores de uso particulares devienen trabajo general, y, bajo esta forma, trabajo social solo intercambiándose realmente de modo recíproco en forma proporcional a la duración del tiempo de trabajo que contienen esos valores de uso. El tiempo de trabajo social general no existe, por así decir, más que en estado latente en estas mercancías, y solo se revela en su proceso de cambio.” (p. 205). Otra frase: “las mercancías que se enfrentan tienen ahora un doble modo de existencia: real, como valores de uso, e ideal, como valores de cambio. Ahora expresan las unas por las otras la doble forma del trabajo que contienen, el trabajo concreto particular realmente existente en su valor de uso, mientras que el tiempo de trabajo abstracto general reviste en sus precios una existencia figurada.” (pp. 205-206).
El trabajo no es inmediatamente social. El trabajo de los productores de mercancías es directamente privado y concreto, pero adquiere una propiedad social suplementaria, ideal o latente, en la forma de trabajo general abstracto y social. (p. 206).
Como puede verse, Rubin es tajante en señalar que, a pesar de algunas frases de Marx en tal sentido, el trabajo abstracto no puede ser equiparado al trabajo fisiológico, al gasto de fuerza humana de trabajo en general. Rubin muestra además que Marx fue consciente de una posible mala exposición y que intentó aclarar el asunto en la edición francesa. Heinrich considera que no se trata solamente de problemas de exposición, sino principalmente de ambivalencias de Marx. Adicionalmente Rubin reconoce el papel del trabajo fisiológico como condición del trabajo humano abstracto, pero en ningún momento acepta que sea el objeto de la investigación de Marx, con lo cual refuta claramente a Moseley. De otra parte, en este capítulo Rubin es enfático en señalar que el valor y el trabajo abstracto solamente existen en un tipo de sociedad en la cual es dominante el intercambio, en la cual la producción se hace por productores privados formalmente autónomos e independientes. Por tanto, el valor y el trabajo abstracto como su sustancia solo aparecen en este tipo de sociedad, en esta forma específica de producción y reproducción social.
Adicionalmente, si se interpreta el cambio como una fase del proceso de reproducción, para Rubin es claro que los resultados del proceso de trabajo son productos, valores de uso, pero no son todavía mercancía ni valores; son el resultado de un trabajo concreto y útil particular. Solamente en el momento en que se pasa a la fase del cambio adquieren el carácter de mercancías, esto es, adquieren la propiedad objetiva del valor y los trabajos concretos se reducen a trabajo humano abstracto, mediante lo cual el trabajo privado se transforma en trabajo social, en parte del trabajo total de la sociedad. Lo que ocurre es que una vez consolidada la producción mercantil, los productores producen para el cambio, y por tanto antes de vender sus productos, ya en su mente tienen establecido un valor de cambio, y por tanto un valor; es decir, desde el mismo proceso de producción consideran ya el resultado del cambio. Pero esta consideración no significa que sean ya realidad, el valor y el trabajo abstracto existen en el producto solamente en potencia.
En mi opinión, una lectura juiciosa de Rubin, así como una lectura sin prejuicios de Heinrich, le hubiera aclarado muchas cosas a Moseley.
Notas:
[1] Moseley, Fred, “Marx´s Theory of Value in Chapter 1 of Capital. A Critique of Heinrich´s Value-Form Interpretation”, Palgrave Macmillan, 2023.
[2] https://rebelion.org/la-critica-de-moseley-a-heinrich-sobre-la-interpretacion-de-la-teoria-del-valor/
[3] Rubin, Isaak Illich, Ensayos sobre la teoría marxista del valor, Cuadernos de Pasado y Presente, Ediciones Pasado y Presente, 1974.
[4] Rubin, Isaak Illich, Ensayos sobre la teoría marxista del valor, Cuadernos de Pasado y Presente, Ediciones Pasado y Presente, Buenos Aires, Septiembre de 1974 (traducción de Néstor Miguez); Rubin, Isaak Illich, Essays on Marx´s Theory of Value, Black and Red, Detroit, 1972 (Translators Miloš Samardžija and Fredy Perlman)
[5] “El autor ruso Isaac I. Rubin llamó la atención ya en la década de 1920, en una obra sobre la teoría del valor que todavía hoy se lee con provecho, sobre la diferencia entre una determinación “social” y una determinación “fisiológica” del trabajo abstracto. Pero el veía aquí fundamentalmente un problema de exposición (Rubin, 1973, p. 96 y ss. El hecho de que en la crítica marxiana de la economía política no se trata solo de un problema de exposición, sino que también hay ambivalencias fundamentales, lo he mostrado en Heinrich (1999).” (Heinrich, ¿Cómo leer El Capital de Marx?, página 105, Nota a pie de página No 6).
[6] En la edición en español dice Kautsky lo siguiente: “Por un lado el trabajo se nos presenta como un desgaste productivo de fuerza humana de trabajo en general; por el otro como una actividad humana determinada que persigue un fin determinado. El primer aspecto del trabajo representa el fundamento común de cualquier actividad productiva de los hombres. El segundo aspecto, en cambio, es distinto en las diversas actividades productivas.” (p. 30), Kautsky, El pensamiento económico de Carlos Marx, Editorial La Oveja Negra, abril de 1972).
[7] “Una abstracción semejante, que no se funda en un proceso de pensamiento consciente, sino en una determinada relación (aquí la relación de intercambio de las mercancías), se designa, a diferencia de la abstracción mental, como “abstracción real”. Sohn-Rethel (1973) fue el primero en hacer fructífera esta diferenciación para la interpretación de la teoría marxiana del valor.” (Heinrich, ¿Cómo leer El Capital de Marx?, p. 73, Nota a pie de página No 4).
[8] En la nota a final de página No 26 Rubin afirma lo siguiente: “En la primera edición alemana de El Capital, Marx resume la diferencia entre el trabajo concreto y el trabajo abstracto del siguiente modo: “De lo que se ha dicho, se desprende que una mercancía no posee dos formas diferentes de trabajo, sino que uno y el mismo trabajo es definido de maneras diferentes y hasta opuestas según se relacione con el valor de uso de las mercancías como con su producto, o con el valor mercantil como su expresión material” (Kapital, I, 1867, p.13; las bastardillas son de Marx). El valor no es el producto del trabajo, sino que es una expresión material, fetiche, de la actividad laboral de los hombres. Infortunadamente en la segunda edición, Marx remplazó este resumen que subraya el carácter social del trabajo social por la conocida oración final de la sección 2 del capítulo I, que ha suministrado a muchos comentadores una base para entender el trabajo abstracto en un sentido fisiológico: “todo trabajo es, de una parte, gasto de la fuerza humana de trabajo en el sentido fisiológico” (C., I, p.13). Al parecer, el mismo Marx se percató de la inexactitud de la caracterización preliminar del trabajo abstracto que dio en la segunda edición de El Capital. Una prueba notable de esto es que en la edición francesa del tomo I de El Capital (1875), Marx juzgó necesario completar esta caracterización. Allí, en la página 18, Marx dio simultáneamente ambas definiciones del trabajo abstracto; ante todo repite la definición citada de la primera edición de El Capital, después de la cual sigue la definición de la segunda edición. No debe olvidarse que, por regla general, en la edición francesa de El Capital, Marx simplificó y, en algunos lugares, abrevió su exposición. Sin embargo, en este punto consideró necesario completar y complejizar la caracterización del trabajo abstracto, reconociendo así al parecer, la insuficiencia de la definición dada en la segunda edición.” (pp. 347-348).
[9] La traducción de Floreal Mazia en la Edición de Cartago, incluye la frase agregada en la siguiente forma: “y solo el intercambio provoca esa reducción al enfrentar entre sí, en un pie de igualdad, los productos de los trabajos más diversos.” (p. 88, Editorial Cartago, 1973, Buenos Aires).
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