Una vieja consigna me asalta en los momentos de recorrer Tacagua Vieja: ¡Las calles son del pueblo, no de la oligarquía! Con dicha consigna, cuando marchábamos contra un sistema 4to republicano que sólo distribuía la renta petrolera a la oligarquía, lo que queríamos expresar es que al pueblo no se le podía negar el derecho […]
Una vieja consigna me asalta en los momentos de recorrer Tacagua Vieja: ¡Las calles son del pueblo, no de la oligarquía! Con dicha consigna, cuando marchábamos contra un sistema 4to republicano que sólo distribuía la renta petrolera a la oligarquía, lo que queríamos expresar es que al pueblo no se le podía negar el derecho legítimo a protestar con el fin de que la distribución de los beneficios de la renta petrolera llegaran a las mayorías y no a las minorías.
Pero cuando uno hoy, 15 años después del inicio de nuestro gobierno revolucionario, definido y ratificado permanentemente por vía electoral, democrático y participativo (aunque algunos dirigentes del proceso señalen a las elecciones como un problema «burgués metido en la cabeza»), toma algunas «fotografías de contraste» entre el antes y el después, lo único que queda por pensar es el sentido lógico que tiene el que hoy la crítica (a pesar de las afirmaciones de algunos con afán de descalificarla, colocándola detrás de los «teclados» y bajo los «aires acondicionados»), en realidad está en la calle, y es del pueblo, no de la oligarquía.
Un pueblo que sigue creyendo en una revolución, que sigue añorando a Chávez, pero que cuando hace cola en el MERCAL de Propatria o en el Bicentenario de La Vega, crítica la mala gestión pública que enfrenta una guerra económica, y que más de un año después de ser declarada, las colas son más largar y los anaqueles más vacíos.
Un pueblo que está claro que cuando decía «con hambre y desempleo con Chávez me resteo» era porque tenía una esperanza que fue satisfecha, la de salir de la crisis entre todos, enfrentando al verdadero enemigo: la derecha imperialista, y que hoy, después del Dakazo de noviembre del 2013 apostó por ratificar municipalmente al gobierno de Maduro con el fin de lograr precios justos, que hoy se traducen en precios flexibilizados, desmesurados, especulativos y apoyados por las instituciones de gobierno que salen declarando que más del 80% de los establecimientos y comercios cumplen con las regulaciones, lo que hace que el pueblo se sienta defraudado y critique en la calle que fue engañado con una ilusión de control de precios que se desvanece en los bolsillos.
Cuando el pueblo critica en una «camionetica» o en el Metro la campante corrupción que percibe y que ha sido ratificada con la denuncia reconocida hasta por el mismo presidente del robo de más de 22 mil millones de dólares del SITME, hoy sin un solo culpable.
Cuando el pueblo critica el abuso de funcionarios que por tener «chapa» y «pistola» se apropian de espacios comunes y cometen arbitrariedades, la mayor impunidad y con la gran impotencia de sentirse desprotegido para poder denunciar sin que esto implique poner en riesgo tu integridad.
Cuando el pueblo critica, ahí en la esquina, en el trabajo, en la casa, el grave problema de inseguridad, y apuesta por cada plan, misión, operativo, etc. que lanza el gobierno para acabar con el problema, pero simplemente el problema se agudiza.
Para ser más específico, cuando el pueblo critica en Tacagua Vieja, que en su principal escuela el comedor totalmente dotado no funciona por falta de suministros del PAE, o que el Centro de computadoras Canaimitas no está funcionando por qué se yo que problema técnico de hace años. Cuando Tacagua Vieja reclama la necesidad de una entrada digna para su comunidad, en lugar de un desaguadero convertido en túnel, donde convivir con las aguas negras, la vía destruida, los huecos y los vehículos dañados por las condiciones de la vía.
Una Tacagua Vieja que crítica que teniendo un centro de formación de Taekwondo que durante 3 años ha logrado sacar a decenas de niños de la tentación de la droga, la delincuencia y el ocio improductivo, ninguna institución pública ni de la oposición, ni del gobierno, con competencia municipal, metropolitana o deportiva ha aportado siquiera el aliento o la esperanza del apoyo a tal revolucionaria labor.
Un pueblo como Tacagua Vieja, que critica que uno de los grandes sueños del Comandante Chávez: La Comuna «Gual y España», experiencia piloto para la conformación de las comunas productivas urbanas, hoy, después de 5000 conejos, 10.000 gallinas ponedoras y no sabemos cuantos recursos para convertir ese espacio en un espacio productivo revolucionario, es un estacionamiento privado de transporte, según denuncia la misma comunidad.
Ese pueblo que critica, no está detrás de un teclado, pero el que está detrás de un teclado tiene la obligación de denunciar, tomar la critica del pueblo y hacerla pública, y pedir que si nuestro gobierno aún quiere dialogar con su pueblo en lugar de hacerlo con Fedecámaras, con Merril Lynch, Bank of America y Halliburton, entonces debe escuchar, así no le guste, la crítica que el pueblo en la calle esta diciendo a gritos, no para que caiga el gobierno, si no para que la revolución socialista y chavista crezca y satisfaga las expectativas que se han generado.
Fuente: http://www.aporrea.org/actualidad/a191104.html