El pasado día tres de agosto en curso el sociólogo Roland Denis en un artículo publicado en Aporrea bajo el título «Del Pueblo Bolivariano No Votante…»), inició su reflexiones en los términos siguientes (se copia textualmente): «Antes de que empiecen las acusaciones advertimos que este no es un mensaje abstencionista, por el contrario, manifestamos nuestro […]
El pasado día tres de agosto en curso el sociólogo Roland Denis en un artículo publicado en Aporrea bajo el título «Del Pueblo Bolivariano No Votante…»), inició su reflexiones en los términos siguientes (se copia textualmente): «Antes de que empiecen las acusaciones advertimos que este no es un mensaje abstencionista, por el contrario, manifestamos nuestro profundo respeto a los no pocos compañeros, compatriotas y camaradas que el 7 de Agosto van a salir a depositar su voto por cualquiera de los candidatos a concejales y juntas parroquiales en cualquiera de sus versiones partidistas. Tampoco está muy claro para el que escribe estas letras si va a votar o no, ya que si tengo el chance de darle mi voto desde la zona en que me toca (parroquia Coche en Caracas) al viejo Juvenal o a Juan Contreras, dos veteranos luchadores sociales caraqueños, posiblemente se lo doy. Reconocemos mas bien el heroísmo que supone al menos para el pueblo bolivariano luchador y honesto, aguantar los
dolores de hígado que vendrán ese día en el momento de tener que depositar su voto ante un universo de candidatos que al menos en un 90% no solamente fueron puestos a dedo por las camarillas de poder de los partidos llamados «oficiales» sino que en el momento de ser designados desplazaron descaradamente por tachón administrativo a los que fueron electos en elecciones de base (y que raro por cierto que un tolete grandísimo de estos señores -y señoras- impuestos no son más que adecos y copeyanos reencauchados y con rines envueltos en boina roja)….»
Aun cuando intente negar que su objetivo fue llamar a la abstención, se nos hace imposible entenderlo, pues como dirigente popular nato que, sabemos, que lo es, su decisión de no votar queda muy clara, a pesar de la duda que deja colar. Su estatus de conductor le prohibía, a nuestra manera de ver, haber manejado la duda en ese tipo de actividades militantes de tanta relevancia. De manera que para nosotros Denis sí envió en ese escrito el mensaje de no concurrir al acto eleccionario del pasado domingo y ello nos sorprendió porque él ha sido una persona que ha estado muy cercana al estamento mayor del gobierno de Hugo Chávez como viceministro del Ministerio de Planificación y Desarrollo y porque desde que se separó de esas funciones, lo hemos visto muy activo en las organizaciones populares impulsando, al parecer, posturas de un mayor radicalismo para avanzar hacia la consolidación del proceso de cambios bolivariano.
De manera que ello nos impone que encontremos una respuesta a esa estrategia que resolvió adoptar y estimular dentro del movimiento Bolivariano, dado que equivale en todo lo que ella presupone a la línea que le trazó Bush a la oposición venezolana a través de la organización Súmate, a la cual le ofreció, por conducto de su presidenta, María Corina Machado, a quien recibió con el mayor boato en el Salón Oval de la Casa Blanca, como lo fue del conocimiento público mundial (léase bien…), todo el apoyo financiero y logístico necesarios para el logro del objetivo que se ha trazado de acabar con Hugo Chávez y con su «maligna política» de querer darle poder al pueblo, así como desestabilizar a todos los gobiernos de Latinoamérica, entre los cuales no deja de insistir en que le suministra fondos a Evo Morales en Bolivia y armas a la guerrilla colombiana.
Allí es donde radica nuestra gran inquietud por esta postura de un dirigente del proceso, pues para nosotros nos es imposible digerirla y menos aún apuntalada en el argumento de que había que asumirla para protestar porque las fuerzas políticas y organizaciones aglutinadas en lo que se le conoce como Bloque del Cambio que apoyan el proceso, fueron infiltradas por personas escogidas a dedo, muchas de las cuales no eran más que quintas columnas salidas de AD y COPEY.
Ese argumento es, en nuestro criterio, falaz y sobre todo si viene de gente que ha tenido responsabilidades de gobierno, pues desde que asumió Hugo Chávez la presidencia en 1.998, personajes de ese perfil inundan todos los niveles gubernamentales del Estado y, peor aún, hasta las mismas instituciones que fueron creadas luego de aprobada la Constitución Bolivariana. Por otra parte, y he allí lo grave del problema, es que esos farsantes que han logrado disfrazarse de chavistas vienen ocupando cargos, inclusive, de jerarquía gerencial de la más absoluta confianza y han sido muy pocos o inexistentes los esfuerzos que se han adelantado para sustituirlos por gente que cree en la revolución y a la chita callando trabaja para su consolidación, sin pedir nada a cambio.
No conocemos personalmente a Rolan Denis. Lo hemos visto sólo en programas de TV, cuando fue alto funcionario del gobierno Bolivariano y en alguno que otro evento político de fuerte sabor popular de los muchos que suelen verse en los canales del Estado, pero me ha llegado información de distintas fuentes que nos llevan a observar que habiendo él ocupado la alta posición de viceministro en la cartera de Planificación y Desarrollo, no asumió la importante tarea de sustituir a quienes allí desempeñaban cargos gerenciales de decisión y que abiertamente no escondían sus veleidades cuartorepublicanas, así como sus claras posturas antirrevolucionarias, los que, según nos lo han asegurado, aún se mantienen inamovibles en sus posiciones.
¿Qué le ocurrió a este compatriota entonces que hoy reclama mayor radicalismo revolucionario frente a eventos donde él coincide con el imperialismo yanqui? Es esa nuestra única pregunta, a la cual le tenemos como respuesta y ojalá nos equivoquemos (lo digo con toda sinceridad), que es simplemente una forma habilidosa para ir desprendiéndose del proyecto de cambios, tal y como lo hemos visto que ha ocurrido, al menos, con un centenar de «revolucionarios», al estilo de José Luis Farías, Ernesto Alvarenga, Rafael Simón Jiménez y paremos de contar.
No creo equivocarme al decir de manera muy clara y contundente que al imperialismo no se le puede dar cuartel, pues ello es inaceptable desde todo punto de vista, así como igualmente lo es que quienes han asumido responsabilidades conductoras de pueblo en las luchas revolucionarias hacia la conquista de una sociedad de justicia y de equidad, coincidan en sus estrategias de control y dominio de nuestros países. Haber aupado la abstención es, en nuestra modesta opinión, una demostración muy clara de que se incurrió en un gravísimo error, al margen de que igual lo hicieron aquellos que, teniendo responsabilidades de liderazgo político en las bases del chavismo, muy poco hicieron para articular esfuerzos que hubieran permitido que éstas salieran a votar en masa en las elecciones del domingo pasado, con lo que, sin la menor duda, hubieran enviado el claro mensaje al país todo de que la revolución bolivariana cuenta con una invencible y cohesionada organización política. Sobre esto último y aun cuando las cifras del CNE indican que se logró el domingo incrementar la participación en un 7,02% con relación a las anteriores elecciones regionales de 2000, en lo absoluto ello nos debe consolar, sino por el contrario obligarnos a ser auto críticos para llegar a admitir que muchos cuadros de la dirigencia del Bloque del Cambio fallaron, porque a la altura en que nos encontramos, con un amplio e innegable respaldo popular, esa participación debió haber estado muy cercana al referéndum de agosto/04.
Ambas conductas hay que examinarlas con rigurosidad y eso hay hacerlo dentro de la mayor urgencia, porque de lo contrario se pone en peligro cierto el avance del proceso revolucionario que lidera Hugo Chávez, quien no es Dios y que, por tanto, no puede estar en todas partes diciéndole a los dirigentes políticos que respaldan su proyecto de país todo cuanto deban hacer en beneficio de consolidarlo y menos aún enderezando entuertos…