Del socialismo en Venezuela se debate en distintos ámbitos, como polémica de unas u otras corrientes, como postura estratégica, como teorías socialistas, como futuro prometedor, pero irnos directamente a esos aspectos, por contradictorio que parezca, nos llevaría a reducir el espacio de este problema fundamental. Así que mil disculpas si no seguimos el hilo tradicional […]
Del socialismo en Venezuela se debate en distintos ámbitos, como polémica de unas u otras corrientes, como postura estratégica, como teorías socialistas, como futuro prometedor, pero irnos directamente a esos aspectos, por contradictorio que parezca, nos llevaría a reducir el espacio de este problema fundamental. Así que mil disculpas si no seguimos el hilo tradicional del discurso por el socialismo concentrado característicamente en «fijar posiciones ideológicas», que siendo necesarias, forman parte de la problemática socialista que se encuentra en la vida social. Todo cuanto implica el movimiento por el socialismo centra sus tareas en el acontecer de la lucha de clases a la que se deben y se supeditan sus expresiones. De esta manera es que la teoría adquiere su sentido, impidiendo que se nos tranque en un credo en sí mismo al tiempo que asegura se potencie un concepto más elevado de socialismo.
Lo inequívoco de la lucha por el socialismo está en la movilización revolucionaria de los pueblos desde que se está bajo relaciones de dominación burguesas hasta que se ascienda a una sociedad de tal formación. Si bien es cierto las circunstancias de la lucha no hacen una sociedad socialista, sí constituyen un pueblo alzado por el socialismo, con intrincadas tareas y acciones en pugna contra sus opresores y explotadores.
En medio de la realidad del capitalismo en Venezuela, las clases y sectores populares cuentan con grandes ventajas para esta lucha, se trata de condiciones formadas en escenarios caldeados de antagonismos y luchas de clases del proceso bolivariano, tales como:
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Medios de organización popular y clasista (frentes, organizaciones políticas, clasistas, sectoriales, barriales, comunitarias, espacios de formación, asambleas).
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Garantías sociales de impulso a sus acciones (debate amplio y abierto, manifestación, derecho a luchar por sus intereses).
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Condiciones y medidas gubernamentales, a través de la existencia del gobierno bolivariano, las políticas sociales, presupuestos, misiones y otros logros.
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Creación de nuevas relaciones económicas cooperativas con cierta relevancia en la vida social, mediante empresas públicas, trasmisión de recursos, proyectos productivos y otras formas de intercambio comunitario.
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Perspectivas amplísimas de conciencia, dignificación y aceptación de la lucha por el socialismo.
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Logros sociales y en matera de política estatal que infunden confianza en el socialismo (vivienda, detención del imperialismo, salud, detención del neoliberalismo, ley de educación, ley del trabajo, entre otras).
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Banderas orientadoras para hacer la revolución, ubicación del enemigo común representado en la gran burguesía y el imperialismo, lucha por la socialización de los medios de producción, democracia, soberanía nacional y latinoamericanismo.
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Instrumentos para edificar el poder económico, político y social, en el sentido de un plan socialista, recursos estatales, movilización popular, organización popular, entre otros.
Lógicamente cada aspecto de estas tendencias clasistas, tiene sus contra-tendencias, lo relevante es que existen en la vida social del pueblo venezolano como piso conquistado a fuerza de grandes esfuerzos, sufrimientos y tensiones, donde debe resaltarse el liderazgo unificador Hugo Chávez comandante y presidente.
Una polémica en torno a los términos radicalización o eficiencia da clara cuenta de las contra-tendencias. Hay consignas que apuntan a que el socialismo tendrá paso con la pura radicalización de los logros y acciones de gobierno, en tanto que otras se suman a que bastará un elevado esfuerzo de eficacia de los aparatos para que el socialismo venga por sí mismo; en ambos casos hay debilidad, o acomodos, de planteamiento con respecto de lo que implican dichos términos (radicalización o eficiencia), y respecto del rol de las clases y sectores populares en estos mismos. La radicalización acertada es revolucionaria y de masas en éste caso, de lo contrario puede verse envuelta en errores de extremismo fuera de contexto, radicalizar la revolución socialista es tarea del pueblo organizado para resolver definitivamente los problemas estructurales y sociales. Acerca de la eficiencia necesaria a todo proceso, debe observarse que se la está convirtiendo en un slogan -sorprendentemente de la propia burocracia ineficiente acomodaticia al concepto menos extremo- para impedir que el proceso de revolución y eficiencia socialista se cumplan en el argumento de que es ella (la eficiencia) la que falta únicamente para que toda la obra se realice. Téngase ahí una contra-tendencia.
Otro ejemplo está en la consolidación de organizaciones, democracia interna, selección de candidatos y representaciones del pueblo, pero bajo formas de control y poder todavía distantes de una participación socialista; haciendo parte de las condiciones en que se encuentran las contradicciones sociales y las relaciones sociales fundamentales del país.
Así también, además de otras circunstancias en su seno, en la inversión de la política social, se encuentra un sector de la burguesía que se beneficia de los contratos del Estado, ha incrementado su poder económico, influencias y medios de allegarse nuevos favores, dicho sector en su acumulación de riquezas choca con los intereses populares y llegado el momento obstruye el acceso de los trabajadores en sus derechos generales y en su necesario posicionamiento de los medios de producción. Se nos hace suponer que ésta es la única forma de llevar adelante nuevos logros y construcciones, no cabe dudar de que esa sea parte de una posibilidad, mas no por ello se debe reducir la acción del pueblo, sus facultades, derechos y condiciones de tener una mayor intervención en tales asuntos en la marcha al socialismo.
La cuestión de la línea de impulsar el poder popular se topa con el ejercicio de poderes y jerarquías que tienden a liquidarla, el poder popular enfrenta presiones oficiales y extraoficiales para anular su ejercicio en el desarrollo de las relaciones populares y revolucionarias.
Entre avances y retrocesos, antagonismos y conciertos, tendencias y contra-tendencias al socialismo, sincretismos de las relaciones de dominación al ajuste de los tiempos, rejuegos burgués-burocráticos y de relaciones de poder; entre tantos amagues la lucha por el socialismo viene dependiendo con fuerza de la presión-acción organizada del proletariado y sectores populares. Generalmente se cree que es obra de la acción estatal regulada, pero mejor vista la cosa podemos percibir que ésta va llegando a un tope a partir del cual los controles, las limitaciones del sistema, y la disociación entre poder político burocrático y acción popular; no puede descongestionarse bajo el dominio de las actuales relaciones económicas, el modelo económico, estructuras establecidas y la propia naturaleza de esas nuevas trabas, dado que estas deben cuidar su orden creado en tanto la lucha de los pueblos simboliza inevitables rupturas. Es verdad que algunos de los nuevos problemas tienen su origen en que muchas de las viejas estructuras burocráticas con todo y personajes se han pintado de rojito, pero operan a la vieja usanza. En fin, esa existencia hace parte del hecho de que nos encontramos ante condiciones que posibilitan su juego funesto, se trasmiten a los nuevos entes e instrumentos y en conjunto se alimentan de las redes construidas en todo órgano piramidal y poder político alejado de la vigilancia y regulación desde abajo.
La burguesía venezolana y el imperialismo no han cambiado la esencia de su política con respecto de Venezuela, sólo de tácticas para recuperar el control del Estado y la sociedad; no hay que olvidar la rabia de los multimillonarios que como Lorenzo Mendoza cuestionan el control de precios, del mercado del dólar, la LOTT y que su ascenso en la lista de Forbes no sea vertiginoso para simbolizar su rango mundial; ni mucho menos a los imperialistas de todo el mundo que ven a Venezuela como botín petrolero, financiero, minero, alimentario y de saqueo de sus recursos humanos. Esta es una de las primeras alertas para la transformación revolucionaria, porque además del control económico mayoritario que poseen, los explotadores y sus relaciones de dominación saben filtrarse a fondo, incluso llegan a «integrarse» a parte de las estructuras que los pueblos aprenden a usar a su favor pero que todavía no han demolido ni cambiado de raíz. Tal es la condición de permeabilidad en que discurren las relaciones sociales del capitalismo.
Por otra parte, de la especulación y la guerra económica deliberada se llega a creer que son el núcleo de toda la política burguesa cuando éstas son posibles en el marco de concurrencia de las leyes y relaciones mercantilistas todavía por desmontar, a la vez que el conjunto de relaciones capitalistas siguen operando a favor del viejo sistema. Si lo traemos a colación es porque cabe reconsiderar que a través de éstas y las acciones conjuntas de la llamada oposición sigue perfilándose la manufactura de una «crisis política» que tome por sorpresa al pueblo venezolano para consolidar posiciones de predominio oligárquico -no es de extrañarse que en los grandes medios del magnate Gustavo Cisneros cada vez que se hace alusión al gobierno bolivariano, se ligue la idea de una crisis ingobernabilidad e inmediatamente se hable de Siria, declaraciones yanquis contra Venezuela o sobre alguna dictadura desmontada, aunque como se dice por ahí deseos no empreñan. Cabe conceder alguna atención al hecho de que siendo correcta la denuncia a la guerra económica y financiera, como obligada la respuesta puntual a sus acciones; debe cuidarse que esto no se traduzca en parálisis, concesión o abandono de las tareas centrales del proceso revolucionario en la hipótesis infundada de que las urgencias obligan a postergar la línea.
De ahí la importancia de una política proletaria y popular de envergadura nacional, ésta resulta trascendental si observamos la forma en que algunos actos de administración pública se desarrollan sin consulta ni «gobernando de la mano del pueblo» ahora que otras medidas espinosas puedan ser necesarias por lo menos de evaluar -como el caso del precio de la gasolina y la forja de maquinarias políticas avasallantes-, la cuadratura del círculo en materia de optar por blindar el gobierno no va a ser una opción, porque en medio de la incertidumbre la burguesía y su oposición tienen condiciones de arrastrar a la provocación, envolver a sectores aislados en sus políticas para que se ejerza una represión de éstos, que no es exactamente lo mismo al control o represión de la burguesía, a cualquier error le va a suceder el asedio de la burguesía con todos sus medios.
Detengámonos por ejemplo en el problema de la especulación, ya se palpa que los instrumentos de gobierno han sido insuficientes, por decir lo menos. A pesar de los resultados no se llama a la acción del pueblo y sus formas de organización, a crear frente contra esta, a efecto de parar la especulación y tomar el monopolio comercial interior y exterior en sus manos, como tampoco se permite que el pueblo recupere su papel activo, se le relega a una condición pasiva en esta y otras cuestiones como el control obrero. Por ello la burguesía y la oposición encuentran una arena favorable a sus maniobras, sólo se le amenaza con «soltar» al pueblo, pero de esa manera es poco lo que se consigue. Respecto del control obrero, las burocracias, oportunistas y grupos de poder han sabido trabajar su línea de predominio asegurándonos que en el plano más elevado de la dirección empresarial sólo se es eficiente con administradores profesionales, meticulosamente descomponen los esfuerzos desde abajo al tiempo que destacan los errores inevitables, pero sobre todo, echan tierra a los ojos del proletariado y sus liderazgos para que no se perciba la naturaleza de clase diferente entre una y otra forma de controlar las relaciones de producción en particular. ¡Cuán vigentes siguen las palabras del profesor Vladimir Acosta!, en lugar de poner manos a la obra se busca silenciar de mil modos toda inquietud en los problemas.
Es verdad que la oposición parece un espantajo, que ha sido golpeada por la realidad, y sobre todo, que es el pueblo quien le da los golpes en cada intentona de levantar sus viejas estructuras. Pero ese espantajo es la sombra de poderes reales y macabros, que mientras subsista y se reproduzca aprovechará desmoralizaciones, derechizaciones e inconsecuencias. Ahora esta oposición sabe que al no contar con el respaldo del pueblo, le toca dividirlo, sembrar desconfianzas y descontento para alentar acciones desde fuera y desde dentro a fin de forjar la subyugación económica. La oposición sabe que si bien no le permiten recuperar sus controles, puede poner al país en el camino de la maquinación política imperialista como se le ordena.
¿Dónde está la cuestión fundamental del socialismo en estos momentos? Es evidente que no se desarrolla en los marcos de una guerra abierta con la burguesía, pero sí de confrontar el conjunto de sus bases económicas y relaciones de dominación, que toca encabezar la clase obrera, los campesinos, trabajadoras y trabajadores de la enseñanza, estudiantes y sectores populares apoyándose (y rescatando) en las estructuras de gobierno que han conquistado y sus organizaciones independientes.
La batalla contra la burguesía y su oligarquía financiera puede seguir una línea más amplia que responda a todas sus provocaciones, que sacuda su tendencia golpista pero requiere del concurso del pueblo en su diseño, organización y ejecución. Grandes ventajas se tienen con respecto del pasado: manejo de importantes áreas económicas, recursos y resultados concretos, pero deben ponerse en atención del proceso. La pasividad o la defensiva en momentos de provocación y desestabilización pueden golpear seriamente a la revolución bolivariana, el socialismo desde arriba no es posible, topará continua y multifacéticamente con la resistencia de las relaciones sociales de dominación estructuradas en poderes, jerarquías, controles, intereses, grupos y acuerdos hasta con el capital, además de que el Estado capitalista no ha sido desmontado.
Así entonces, las particularidades de la vida sociopolítica y de estado que trata de afincarse son las que entrañan la lucha por el socialismo, y en esta lucha se tienen importantes ejes práctico-programáticos. Para que el programa de la patria sea posible y abarque toda la actividad social, dichos ejes deben atenderse resueltamente, porque corresponden a la situación de las clases y sus luchas por encima de todos los obstáculos y límites de las relaciones sociales hoy imperantes.
Es en éste momento cuando nos toca hacer un recuento de la correlación de fuerzas y las tendencias que se desarrollan en Venezuela:
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La oligarquía venezolana, los monopolios y los imperialistas, están recuperando terreno en la dirección hegemónica del grueso de la clase burguesa y la mediana burguesía. La concentración de sus capitales, el apetito por el acrecentamiento de los recursos del país, las promesas yanquis de llevar tajada en el negocio, junto a las ambiciones de ganancias máximas les animan. Impulsan la integración económica con sus socios externos y asumen el rol de desmantelar los logros del gobierno bolivariano, así como el de disponer particularmente de los grandes recursos petroleros, mineros, presupuestarios y del manejo de las alianzas regionales a su conveniencia.
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La forma actual del gobierno bolivariano ha traído aparejado el establecimiento de una red burocrática de privilegios ligada íntimamente al manejo para sí de la estructura estatal y social, abriendo brechas con respecto de los intereses populares, y difundiendo hacia abajo mediante el empleo del sistema de jerarquías, clientelismos, métodos y relaciones de poder consecuentes con sus intereses y el desarrollo de nuevos sectores burgueses.
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Tiene lugar el desarrollo de un discurso perentorio de línea unidireccional de arriba hacia abajo, de elite, de «rectoría» del Estado central para «hacer el socialismo» según criterios propios. Ese discurso se permite manejar los intereses populares en el marco de intereses para la manutención-estructuración de un poder político sin alteraciones en sus premisas y jerarquías al punto que es unilateral hasta en sus más sanas autocorrecciones, y se hace generalizada la práctica de atribuir al pueblo algunos problemas nacionales como la presencia de la oposición en gobernaciones, asambleas y otros espacios públicos.
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La organización popular enfrenta problemas de reducción en sus atribuciones al desviársele a problemas menores en el marco de lo cotidiano, la gestoría ante las autoridades y el seguimiento de patrones de conducta estatutaria. Reduciendo creatividad, empuje y presión popular contra las posiciones y acciones burguesas, de los lastres sistémicos (violencia, inseguridad, especulación) y del oportunismo. Al igual se expanden los males de luchas de poder, grupos y relaciones de fuerzas que en los niveles intermedios pugnan por asegurar para sí el control popular y de espacios públicos. Resolver esos problemas y los de las unidades en el interior de cada organización, en el plano de los frentes, sectores, clases y de todo el pueblo debe subirse en el tono de conciencia-acción. La unidad reviste particularidades de acuerdo con los planos en que se desarrolla, deben creársele todas sus condiciones, propiciársele todos los encuentros, no puede traspasarse de unos a otros escenarios sin considerar sus particularidades, por ejemplo al interno de un grupo o partido político, se diferencia de la que ocurre en el plano de toda una clase, sector o frente, aunque mantenga principios generales, siempre tendrá formas y contenidos específicos.
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Movilización de la juventud en todos sus sectores populares para la revolución y el socialismo, dar paso a que sea la juventud ligada a los intereses populares y no por controles burocráticos la que desarrolle todo su potencial revolucionario para salir al paso a incontables acciones de la burguesía, la oposición y sus minorías estudiantiles. El factor juvenil con su celo y capacidad de movilización tiene un importante rol qué jugar para la reorganización clasista y del chavismo de calle en el objetivo de lubricar la perspectiva socialista, aplastar los sabotajes, desabastecimientos y otros problemas que surgen a diario donde ni las policías han avanzado, y que la burguesía intenta aprovechar.
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Al mismo tiempo se manifiestan formas de dependencia y control de las clases explotadas y oprimidas hacia la burocracia y sus ritmos políticos, desarrollándose clientelismos, subordinaciones y comparsas. De esta suerte ocurre la declinación de una parte del discurso socialista a su fetichización y trivialidad. No es tarea fácil separar el conjunto de relaciones e influencias en éste ámbito, pues muchas dirigencias populares que son arrastradas a estas circunstancias pueden ser corregidas por las clases populares dado que siguen confrontadas contra la burguesía y su rectificación no está del todo cerrada si además se refuerza la condición clasista de los liderazgos.
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Superar la ilusión de corte reformista en cuanto a que la revolución es pacifista, observando mejor que cada uno de los escenarios en que la violencia y la acción resuelta de unas u otras clases queda marcada la historia reciente y la necesidad de beligerancia revolucionaria. La burguesía y el imperialismo no tienen límites en sus acciones para recuperar lo que suponen eternamente de su propiedad, el pueblo tiene que ejercer todo su potencial revolucionario, si bien hasta el momento es claro que no enfrenta la misma condición que puede y deben ejercer los pueblos hermanos en otros países ante las hegemonías capitalistas.
La renovación de la práctica y discurso socialistas se hacen necesarias en el seno del pueblo, no va a ser cuestión de proclamar ultrismos fuera de contexto, sino de que en observancia de los hechos se levante la lucha por la democracia popular por encima de sus adjetivos . El golpe de timón anunciado a finales de 2012 es ya indispensable, la burguesía le teme, sabe que las hijas e hijos de Bolívar tienen posibilidades de ponerlo en marcha, las acciones de la burguesía y el imperialismo en estos momentos tienen mucho que ver con esos temores, temen a un Chávez de regreso, temen al desarrollo de una vanguardia revolucionaria, temen a un pueblo en lucha, temen al ejemplo venezolano en Latinoamérica, temen la solidaridad de nuestros pueblos; quieren adelantarse al cambio revolucionario, la presión y acumulación de fuerzas del pueblo, se empeñan en paralizar nuestras acciones y doblegar toda campaña de lucha revolucionaria.
Será bajo el golpe de timón socialista por la democracia popular y relaciones sociales revolucionarias que la superación de los problemas actuales, la derrota aplastante de las relaciones burguesas y sus clases representativas puedan tener lugar.
Ya no cabe soñar con un tránsito sin sobresaltos en torno al sistema social, o traspasos de poderes para que las cosas sigan un curso de estancamientos, las asambleas, los liderazgos de todos los niveles, los frentes, los consejos, las comunas y obviamente todas las formas organizativas constituidas tendrían que probarse y enfocarse a esta lucha interior-exterior, dar el poder al pueblo e inclinar sus posiciones a la revolución.
En éste contexto, la transición al socialismo implica entonces entre otras cuestiones el desarrollo de las facultades políticas del pueblo, el poder en manos de las clases explotadas y oprimidas, la más amplia democracia proletaria y popular, la dictadura contra la burguesía, superación de las relaciones generales de dominación, superación del reformismo y oportunismo, socialización de los medios de producción, transformación de la base económica del país y su modelo, posesión colectiva de éstos a través de la comuna y el aparato de Estado, relaciones revolucionarias de vida y trabajo, independencia y soberanía popular, alianza con los pueblos del mundo, igualdad social y de género, desarrollo de formas políticas y organizativas clasistas, libertades sociales, emancipación del yugo capitalista y sus relaciones mercantiles, política económica acorde con los intereses generales, control obrero-popular sobre la economía y la política, unidad y acción en torno a los intereses populares, dirección proletaria y popular, unidad patriótica, debate abierto de las ideas, programas, teorías de la emancipación y el socialismo en el seno del pueblo, sus clases, sectores, organizaciones, espacios y medios de actividad, planificación popular de la sociedad en todos sus ámbitos, ejercicio directo del poder popular desde abajo.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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