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La cultura de la mezquindad

Fuentes:

Una sociedad fundamentada en la mezquindad es fácil presa de las élites dominantes para hacer lo que se les venga en gana: imponer sus criterios, establecer sus lógicas e imponer «su cultura»; sus costumbres son reflejo de esa «cultura», los conocimientos son dosificados en función de lo necesario para los sometidos, necesarios para sobrevivir, no […]

Una sociedad fundamentada en la mezquindad es fácil presa de las élites dominantes para hacer lo que se les venga en gana: imponer sus criterios, establecer sus lógicas e imponer «su cultura»; sus costumbres son reflejo de esa «cultura», los conocimientos son dosificados en función de lo necesario para los sometidos, necesarios para sobrevivir, no para vivir.

Veamos el ejemplo del pequeño burgués que lucha solo contra el mundo para «superarse», en medio de esa batalla aislada por la «superación» se lleva por delante lo que consiga, asume el reto de parecerse a quien le domina, copia su estilo, se llena de prejuicios y aunque sufre decepciones al no poder escalar a la élite burguesa, su odio lo dirige a quienes no tienen la culpa, hacia los más pobres que él. Maldice su origen, detesta sus antecesores, se muda del barrio donde nació, vive resentido y todo su talento lo ocupa en «diferenciarse» de lo popular: sus nuevos amigos son profesionales igual que el, con sus mismos traumas, que no comparten pero lo que viven: la casa, el apartamento, el carro, la tarjeta de crédito, la «vida social», el colegio privado de los hijos, las lolas de su mujer, etcétera, etcétera, pero en el fondo se identifican con el drama, aunque les apena discutir entre ellos lo que es un dolor de cabeza permanente, el querer ser burgués y no poder serlo, eso se torna en una permanente depresión.

El pequeño burgués ha sido víctima de una ideología extraña a lo humano; ve en su patrón el prototipo a seguir, se afana en serle fiel, odia inconscientemente lo que su patrón odia a plena consciencia, a los pobres. Estos personajes son los que forman el ejército electoral de la oposición venezolana, aquellos que les da rabia que exista barrio adentro, los mismos que aborrecen a la señora que hoy estudia en la UBV pero ayer les cuidaba los niños, ayudaba a la esposa, entre otras cosas. El odio en estos personajes es incubado por la mezquindad y la cultura hegemónica que la impone la ideología burguesa. El inmediatismo forma parte de sus vidas, el quince y el último son los momentos cruciales de sobrevivir aparentando lo que no son.

Como es natural, muchos de estos personajes están inmersos con sus habilidades en el estamento del viejo estado burgués…frases como: «Aproveche, usted tiene que ser el mejor, no sea igual al pobre diablo de fulano o de zutano», es tan frecuente oírlas en muchos hogares que se va formando una cultura de la mezquindad alrededor de la vida cotidiana de muchos y muchas.

¿Qué prototipos nos ha vendido la burguesía? Cada quien vale de acuerdo a su capacidad de consumo, pero además, cada quien vale de acuerdo a lo que aparenta. Por eso «la apariencia» es para esta pequeña burguesía lo más «importante» en sus atribuladas vidas. No importa que alcance para comer, pero si alcanza para la «vida social» en centros comerciales, usando productos de marca, en pocas palabras, viviendo «el sueño» burgués, lo demás no importa, todo «esta bien».

En esas mentes están las fortalezas de la burguesía y su ideología. Por eso el candidato majunche poco o nada se interesa en demostrar conocimientos, cultura y dominio de temas propios de un aspirante a estadista, para eso están los asesores, muy bien formados por el imperio y sus mecanismos de intervención, a fin de cuentas los opositores tienen un «piso duro» que manipulan a su antojo y de manera irracional en base a la ideología burguesa adaptado a los que creen ser burgueses y no lo son, los pequeño burgueses pues.

De esa manera vemos casos como: una señora humilde montada en una camioneta de pasajeros, o en el metro, o en cualquier parte que denota que no es burguesa despotricando del «tirano» Chávez por estar «apoyando la sinvergüenzura cuando lanza la misión Vivienda, Hijos de Venezuela o En Amor Mayor…, lo paradójico es que muchos de esos criticones son beneficiados por las grandes misiones, pero en el fondo ven a éstas como un castigo porque prefieren ser estafadas por una caterva de bandidos que especulan en todas partes que reconocer la acción social de un gobierno revolucionario que a pesar de sus fallas avanza colosalmente en el área social.

Siempre hemos dicho que la revolución venezolana está rompiendo con muchos paradigmas; es una verdadera escuela lo que tenemos en el país…escuela que nos lleva a plantearnos interrogantes que quizás otros procesos no lo vivieron. Ciertamente que los medios burgueses exacerban las pasiones, explotan el miedo y le achacan a Chávez todos los males del país, pero se raya en lo absurdo cuando observamos a integrantes de los sectores de clase media, profesionales en su gran mayoría, enfrentados a cualquier iniciativa de crecimiento social que involucre el concepto de otorgarle más a quien más necesita.

Obviamente que esto no es un fenómeno aislado de la sociedad venezolana, de alguna manera permea hacia un lado y hacia otro, pero esta situación penetra toda la estructura social y política. Es decir, la revolución da para todo, incluso para que los opositores se aglutinen en contra de Chávez, afortunadamente en una minoría cada vez más reducida, pero sin duda, lo que algunos rimbombantes cronistas catalogaron de «la materia gris del país», para referirse a un número importante de profesionales e intelectuales, está carcomida por esa cultura de la mezquindad capitalista. Es así como observamos a «intelectuales de izquierda», ahora hablando de las «virtudes» de Capriles…virtudes en lo absoluto, Capriles solo es un instrumento para canalizar un sentimiento sembrado en la sociedad por la cultura de la mezquindad capitalista.

Los opositores se queman el coco tratando de hacer digerible al majunche en la base chavista; ya anteriormente lograron penetrar algunos sectores populares, aunque de manera muy mínima, sin embargo, cuando presentan al candidato éste no da para más sino para su sector disociado que temeroso se aferra a que le «expropiarán» nada, porque más de lo que cargan encima y perciben 15 y último, lo único que se les puede expropiar son las deudas.

La respuesta de la revolución ha intentado penetrar esa barrera infranqueable de la clase media venezolana…cuando fueron estafados por burgueses del área inmobiliaria se les prestó todo el apoyo, la inversión en educación, salud, cultura, etcétera; en comparación a los gobiernos de la IV son abismales. La revolución ha invertido en lo social como jamás nadie lo hizo en siglos en Venezuela, no obstante, el héroe para estos sectores sigue siendo la lumbrera de Capriles, o llámese como se llame, el héroe anti-chavista.

La ideología burguesa penetró en estos sectores sociales de una manera terrible…los ejemplos más palpables se vieron cuando el paro petrolero… más de 18 mil trabajadores de PDVSA fueron despedidos. La cúpula que manipuló y actuó consciente a lo mejor no llega a las 500 personas, y creo que exagero, sin embargo hubo la necesidad de despedir a 18 mil. Aplicando una simple fórmula matemática estaríamos hablando de 17.500 trabajadores que no son esa cúpula corrupta, pero que fueron capaces de llevar a cabo una locura de esa naturaleza como lo fue la intención de arrodillar al país atacando el corazón económico de la patria.

Los jefes del saboteo viven «exiliados» en Miami, pero los pela bola que los apoyaron no pudieron irse del país, por allí andan. Pero lo extraño es que en su gran mayoría siguen odiando la revolución, le achacan a Chávez «su desgracia», para nada recuerdan a los burócratas golpistas que los llevaron a un abismo, se creen el cuento de «la desobediencia», y a pesar de sabotear la vida de todo un país creen poseer la razón. Muchos han sido reintegrados a otras labores, se dice que al sector eléctrico, pero sería bueno hacer reflexiones sobre aquellos eventos ¿Cómo es posible que esta gente adore a sus verdugos?

La respuesta no se encuentra en otro lado sino en la ideología burguesa, muy efectiva convirtiendo a gente inteligente, capaz y profesional en una especie de autómata…no he visto a ninguno de esos saboteadores reconociendo sus fallas y pidiéndole perdón al país. Tampoco se trata de humillarlos, eso no sería revolucionario, pero al menos manifestando públicamente su error.

Obviamente que la clase hegemónica impone su «cultura»; la cultura humana es solapada por la cultura dominante, se expone como «el éxito» los valores consumistas. El reconocimiento es fundamentado en el odio y el desprecio por los demás y esto permea a toda la sociedad. Tan fuerte es su influencia que también afecta al pueblo, a sus organizaciones y de alguna manera se irradia la ideología dominante en quienes dicen apoyar la revolución…este es un tema que la revolución debe estudiar a profundidad, sin complejos pequeño burgueses, sin «revolucionarómetros» de quienes se creen dueños de la verdad. Pero sin duda que la ideología socialista y revolucionaria es necesario seguirla abonando en las bases de nuestro pueblo.

Por esa razón estamos de acuerdo con quienes plantean la necesidad de construir una nueva hegemonía, la hegemonía revolucionaria: esto pasa por la cultura, la educación, las costumbres, las visiones conque se interpreta el proceso. La hegemonía revolucionaria es la hegemonía del amor, la hegemonía de la solidaridad y hermandad, la hegemonía de la armonía. Esto no puede estar desparramado, necesita cohesión, necesita orientación y guía…por ello el PSUV debe marchar hacia esa hegemonía, apartar las acciones de la ideología pequeño burguesa que nos subyuga y liberar la mente y el espíritu para conquistar la nueva sociedad.

La batalla del 7 de Octubre es de aquellas que marca un antes y un después; el segundo plan socialista de la nación debe acrisolar los éxitos y fracasos del primero para descartar el error y las fallas, la raíz histórica del proceso debe alcanzar dimensiones de absoluto altruismo… cuando pongamos por encima de todo el gesto humano de amor, hermandad y solidaridad, y condenemos la falsa «felicidad» que genera en las mentes la ideología burguesa, basada en la mezquindad, entonces estaremos encausando la revolución hacia su necesaria irreversibilidad.

Fuente: http://aporrea.org/actualidad/a144828.html