Cuando, en los albores del presente siglo, el recién elegido Presidente Chávez anunció la posibilidad de un mundo multipolar y plasmó su estrategia internacional bajo esta prognosis[1], el status quo de la arquitectura financiera internacional y la élite intelectual del pensamiento dominante, se burlaron descaradamente. Aún más cuando Hugo Chávez planteó la posibilidad de crear […]
Cuando, en los albores del presente siglo, el recién elegido Presidente Chávez anunció la posibilidad de un mundo multipolar y plasmó su estrategia internacional bajo esta prognosis[1], el status quo de la arquitectura financiera internacional y la élite intelectual del pensamiento dominante, se burlaron descaradamente. Aún más cuando Hugo Chávez planteó la posibilidad de crear un Banco del Sur de América Latina, les sonó a una irreverencia propia de un iconoclasta radical.
Los poderosos tenían argumentos a su favor: el complejo industrial-militar había tomado bajo dominio imperial gran parte del territorio productor de petróleo; los precios de petróleo habían sido menguados, en gran parte por el debilitamiento de la OPEP; el capital financiero mostraba su enorme poder, vestido con una «exuberancia irracional»; el poder fáctico de los agentes (tiburones) de la arquitectura financiera internacional (Banco Mundial, FMI, Bancos de Inversión, Calificadoras de riesgo) decidían el destino de las economías «emergentes». Lo que había emergido, a finales del siglo XX, del proceso de financiarización y de consolidación neoliberal era un mundo repartido por el poder de la tríada.
Más sin embargo, cuando avanzaron los tiempos de la Unión (más que la integración), del ALBA y se logró la victoria del ALCA en 2005, ya los tiburones del sistema financiero internacional habían prendido las señales de alerta y empezaron a mover sus piezas para boicotear la integración financiera.
A finales de 2005, el Presidente Chávez empezó hablar de «otro» Banco del Sur. Esta vez se refería a una geografía más amplia: el Sur de todos los países dependientes, periféricos y subdesarrollados. Además de América Latina, se sumaban África y parte importante de Asia.
En Washington, en las cómodas oficinas de los jerarcas del FMI, del BID y del FMI, los guardianes del Consenso Neoliberal, empezaron a murmurar como cuando el Sanedrín se sentía amenazado por un profeta blasfemo e irreverente.
La soberbia de los poderosos, a veces se convierte en una ventaja para las utopías porque, en un principio, éstas son subestimadas y despreciadas por aquellos. Eso nos da tiempo para construir conexiones y proyectos bajo la visión de la cooperación y la justicia.
La rebelión de las semiperiferias en un capitalismo-mundo cambiante
Es por eso que la cumbre de los BRICS[2], celebrada en la ciudad brasilera de Fortaleza, tiene una importancia histórica y estratégica. Como señala Jorge Marchini, tales iniciativas, y especialmente el Banco de Desarrollo de los BRICS, «debe ser observado con la perspectiva de los actuales enormes cambios económicos y geopolíticos mundiales. Hay nuevos actores y cambios de posicionamientos relativos inciertos aun en pleno desarrollo»[3].
Se podría afirmar, que los miembros de los BRICS forman parte de lo que los seguidores de Immanuel Wallenstein llaman semiperiferias. En el caso de China, India y Rusia son semi-periferias de rango superior. Estos países actualmente tienen un rol en la división internacional del trabajo que hacen posible que surjan estrategias con altos grados de autonomía y de desconexión.
Desde una perspectiva histórica, importa resaltar que el desarrollo económico logrado por algunos estos países BRICS fue posible, con diferentes matices, por la herencia histórica donde destaca la existencia de la planificación y la presencia estratégica del Estado. Eso fue claro en el caso de la China y Rusia, y en menor grado (no despreciable) de India y Brasil. Brasil, que puede considerarse parte de la semiperiferia baja, es actualmente producto de la existencia histórica de un Estado y un una clase dirigente con estrategias de largo plazo. Destaca también que, el papel de la planificación en la fortaleza de China y Rusia es -en gran parte- resultado de la experiencia socialista, que permitió que estas regiones, siendo sociedades sumergidas en un atraso feudal, a inicios del siglo XX, dieran un salto importante en cuanto al desarrollo de las fuerzas productivas. No se pretende ocultar la transición al capitalismo que, durante la década de 1990, sufrieron las ex -repúblicas soviéticas, ni la estrategia ecléctica del Partido Comunista Chino a partir de los años 1980, ni menos aún el estilo de desarrollo adoptado por tales sociedades. Pero, tampoco se puede negar el papel del ensayo socialista que se dio en esas regiones y lo que son hoy estas economías.
Indudablemente, que el poder acumulado por las periferias superiores de los BRICS (China, India y Rusia) es también resultado de los cambios estructurales del capitalismo mundial en los últimos cuarenta y cinco años. La nueva división del trabajo los ubica -en forma subordinada- en las fábricas mundiales, junto con Estados Unidos, Canadá, Alemania y Japón, donde se concentra tecnología y capital, además de fuerza de trabajo.
Ese capitalismo mundial entro en crisis profunda en 2008, esto implico ajustes macroeconómicos en los principales economías centrales. Los daños colaterales de este proceso de «consolidación fiscal» que llevó a una mayor concentración y centralización del capital financiero, tenían como testigo el desempleo y familias que eran arrojadas de sus casas. Europa se estremeció cuando la fantasía organizada por la ideología del capital se vino abajo.
La llamada arquitectura financiera internacional mostró su verdadero rostro tras las máscaras. Los tiburones mostraron sus propósitos y los buitres su vocación. Las calificadoras de riesgo (Fitch Ratings, Standard and Poor’s y Moody’s) ocultaron información, manipularon sus evaluaciones en un abierto conflicto de intereses donde conspiraron con los bancos de inversión (Caso Lehman Brothers y caso Grecia); el Fondo Monetario Internacional, se convirtió en un escenario lo más parecido a la decadencia del imperio romano, dados los affaires y conspiraciones develadas, perdió una credibilidad que nunca tuvo; el Banco Central de Estados Unidos, la Reserva Federal, no dudo en financiar monetariamente a los dueños del poder, el capital financiero y las grandes empresas trasnacionales, rompiendo con uno de los dogmas más preciados de la liturgia neoliberal; los trabajadores europeos despertaron con el gobierno de la troika (Banco Central Europeo, Fondo Monetario Internacional y Comisión Europea) encima de sus espaldas, poderes fácticos que no dejan de pedir que los costos laborales continúen ajustándose a la baja. Esto hace posible que emerjan nuevas instituciones y nuevos arreglos, frente a los monopolios del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional surgen nuevas instancias de financiamiento como el Banco de Desarrollo y el fondo de contingencia de los países BRICS y el Banco del Sur de Suramérica. Frente a la hegemonía del dólar, se empieza a tejer la plataforma que permita debilitarla, con la circulación internacional de renmimbi Chino y el rublo ruso. La participación de Brasil, hace que esta estrategia se exprese en un vasto espacio mundial. Tales países concentran una masa poblacional, tecnología, instituciones, recursos financieros e importantes recursos naturales. Por suerte, todos estos cambios encontraron a América Latina y el Caribe, y especialmente América del Sur, con experiencias de integración regional como el ALBA, la Unasur y la Celac. Estos espacios de la periferia, le dan -de arranque- un tremendo posicionamiento institucional en las grandes negociaciones que traman los poderes mundiales.
En este último sentido, los países agrupados en la Unasur y en la CELAC tienen el reto de jugar en conjunto, defendiendo el derecho a manejar en forma soberana sus políticas económicas (buscando alternativas a los condicionamientos del banco Mundial, del FMI y de la Banca de Inversión), negociando en bloque, enfrentando la tendencia a la reprimarización y a la extracción depredadora de sus recursos naturales, promoviendo una integración productiva que diversifique e integre las matrices productivas. Todo esto teniendo como prioridad la continuidad de las estrategias orientadas a mejorar las condiciones de vida de la población.
Es por eso que, la región debe sentirse identificada plenamente con la declaración de la cumbre de los países miembros del grupo BRICS que expresa: «la necesidad de alcanzar simultáneamente crecimiento, inclusión, protección y preservación».
Por supuesto que algunas personas pensarán que esto puede ser retórica, pero los declarantes se verán atados a sus palabras cuando creen un Banco de Desarrollo que aspira tener 100 mil millones de dólares de capital. Por supuesto que los poderes financieros internacionales, que al principio descalificaron la posibilidad de crear un Banco de Desarrollo de los BRICS, luego tratarán de cooptarlo. De hecho, en 2012, el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, afirmó que un «banco de los BRICS tendría dificultades para concretarse e igualar la destreza de su institución».
Sin duda alguna, una mirada retrospectiva que nos lleve a principios de este siglo, no dejará de sorprendernos al ver cómo han cambiado las cosas en este mundo, desde que Hugo Chávez se atrevió a mirar el futuro con la pupila cargada de historia, y a proponer una expedición por la utopía con los pies en la tierra madre de Nuestra América.
Notas
[1] En los Lineamientos del Plan de Desarrollo Económico y Social 2001-2007, el mundo multipolar y la integración regional se ubican como un objetivo estratégico dentro de uno de los cinco (5) equilibrios, el equilibrio internacional. Los objetivos estratégicos de este equilibrio eran, a saber: 1) Impulsar la multipolaridad de la sociedad internacional; 2) promover la integración latinoamericana y caribeña; 3) Consolidar y diversificar las relaciones internacionales; y, 4) Fortalecer el posicionamiento de Venezuela en la economía internacional. En el primer Plan Socialista 2007-2013 los objetivos de la multipolaridad, la integración regional y la diversificación de las relaciones internacionales forman parte de la directriz VII, La nueva geopolítica internacional. En el Segundo Plan Socialista 2013-2019, se plantea en el objetivo histórico IV, «Contribuir al desarrollo de una nueva geopolítica internacional en la cual tome cuerpo un mundo multicéntrico y pluripolar…».
[2] BRICS es el acrónimo de los países que inicialmente formaron parte del grupo, Brasil, Rusia, India, China y luego se integró Suráfrica. Actualmente Argentina está promoviendo su inclusión en este bloque.
[3] Ver artículo de Marchini en http://tiempo.infonews.com/2014/07/13/editorial-128095-del-anuncio-hacia-las-definiciones-y-la-realidad.php
*Economista venezolano
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