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La defensa, el ataque y la economía política

Fuentes: Sin Permiso /Carta Maior

«Entre 1650 y 1950, Inglaterra participó en 110 guerras, aproximadamente, dentro y fuera de Europa, o sea, en promedio, una cada tres años. Y entre 1783 y 1991, los Estados Unidos participaron en cerca de 80 guerra, dentro y fuera de América, o sea, en promedio, también una cada tres años». J.L.F., O Valor Económico, […]

«Entre 1650 y 1950, Inglaterra participó en 110 guerras, aproximadamente, dentro y fuera de Europa, o sea, en promedio, una cada tres años. Y entre 1783 y 1991, los Estados Unidos participaron en cerca de 80 guerra, dentro y fuera de América, o sea, en promedio, también una cada tres años». J.L.F., O Valor Económico, 09-0-2009

El economista inglés William Petty (1623-1687) escribió dos pequeños textos que revolucionaron el pensamiento económico del Siglo XVII, y que están en el origen de la economía política clásica: el «Tratado sobre Impuestos y Contribuciones», publicado en 1662, y la «Aritmética Política», publicado en 1690, después de su muerte. En estos dos textos, William Petty desarrolla una teoría económica que da importancia central al papel del Estado y de las guerras en el funcionamiento de las sociedades. La teoría de Petty parte de la definición de las principales «responsabilidades públicas», y después propone una estrategia económica de multiplicación de los recursos necesarios para el cumplimiento de esas funciones. Para Petty, la primera obligación del Estado es la «defensa por tierra y por mar de su paz interna y externa, así como el honroso desquite ante las ofensas infligidas por otros Estados» (1), y la forma de obtener los recursos indispensables es a través de los tributos. Aunque, según Petty, el aumento de la tributación depende del aumento de la productividad y del «excedente económico» nacional. En el momento en que Petty publicó su obra, Inglaterra era una potencia de segundo orden, y se sentía amenazada por Francia y Holanda.

Petty regresaba de un breve exilio en París y Ámsterdam – en donde fue secretario particular de Thomas Hobbes -, y tenía una gran preocupación que se transformó en el punto de partida de toda su teoría: la necesidad de defender el territorio inglés, aumentando su productividad y su producto nacional. Por eso su economía política introdujo, por primera vez, el concepto de «excedente económico» como principal instrumento del poder del Estado, rompiendo definitivamente con la tradición del pensamiento mercantilista.

William Petty fue un gran economista político, aunque también se puede decir que fue un profeta. Porque después de su muerte, en 1687, la historia de Inglaterra, su país, dio sus primeros pasos para transformarse en la principal potencia del sistema mundial, hasta mediados del siglo XX. A pesar de su tamaño y de su inferioridad inicial, la pequeña isla comenzó a expandir su poder, su territorio y su riqueza de forma continua durante los tres siglos siguientes, en los que construyó el Imperio Británico y consolidó la supremacía mundial del capitalismo inglés. Pero a pesar de su anticipación profética, William Petty no previó dos cosas fundamentales: i) la transformación de Inglaterra en una potencia agresiva; ii) y la transformación de la agresión y del «ataque» en un mecanismo de acumulación de riqueza.

La preocupación política y la teoría de Petty apuntaban a aumentar el poder defensivo de Inglaterra. Y, desde el punto de vista estrictamente militar, el objetivo de la «defensa» será siempre la conservación de un determinado territorio. Pero es imposible creer que todas y cada una de las 110 guerras que libró Inglaterra entre 1650 y 1950 hayan sido «guerras defensivas», también porque la mayoría de ellas fueron entabladas fuera de territorio europeo. O sea, después de la muerte de Petty, Inglaterra terminó transformándose en una potencia agresiva y conquistadora. Y lo mismo se puede decir de su colonia norteamericana, que siguió los pasos de Inglaterra, hasta transformarse en la principal potencia del sistema mundial hacia la segunda mitad del siglo XX. El territorio norteamericano nunca fue atacado, pero, a pesar de ello, las «Trece Colonias» expandieron su territorio de forma continua, desde el momento de su Independencia. En los dos casos, por lo tanto, la propuesta defensiva de Petty, fue substituida por una estrategia agresiva de acumulación de poder. Pero además de eso, Petty no previó que el «ataque» pudiese transformarse en una forma de acumular la riqueza de manera más rápida que a través del aumento de la productividad. La expansión de Inglaterra comenzó mucho antes de su «revolución industrial», y fue financiada por el aumento de los tributos y de su «deuda pública», que creció de forma exponencial durante el siglo XVII, pasando de 17 millones de libras esterlinas en 1690, a 700 millones de libras en 1800. En esta trayectoria ascendente, la expansión inglesa terminó autofinanciándose gracias al aumento de su tributación nacional y extra-territorial y del sorprendente aumento de la «credibilidad» de su «deuda pública», que creció a pesar de las guerras y del desequilibrio fiscal de corto plazo. De la misma forma como ocurrió en los Estados Unidos, donde la capacidad de tributación y de endeudamiento del Estado también crecieron de la mano y en forma permanente. En los dos casos, por lo tanto, fue el «ataque» y no la «defensa», lo que permitió aumentar permanentemente el endeudamiento público de los dos Estados, junto con la acumulación rápida y exponencial de la riqueza privada, fuera de los  circuitos productivos y mercantiles. La teoría de Petty no previó esa «magia anglosajona», a pesar de que su secreto haya sido rebelado por Thomas Hobbes – gran amigo y mentor intelectual de William Petty – en su Leviatán, publicado en 1652: «los que se contenten con mantenerse tranquilamente dentro de modestos límites y no aumenten su poder por medio de invasiones, serán incapaces de subsistir durante mucho tiempo, por limitarse apenas a una actitud de defensa» (T. Hobbes, Leviatán, Victor Civita, 1983 pág. 72)

Ahora bien, esta «magia», ¿estará al alcance de todos los Estados y economías capitalistas? Sí y no, a un mismo tiempo, porque en este juego, si todos ganasen, nadie ganaría, y los que ya ganaron se atraviesan en el camino de los demás, reproduciendo dinámicamente las condiciones de la desigualdad. Además de eso, es posible concebir formas de acumulación de poder y riqueza que no pasen por los ataques territoriales. Pero con certeza, este no fue el camino seguido por Inglaterra y por Estados Unidos, las dos grandes potencia ganadoras que consiguieron transformar su «deuda pública» en instrumento de su poder, y al propio tiempo, en mecanismo de acumulación de su riqueza nacional.

NOTA: (1) W. Petty, 1983, Tratado de los Impuestos y Contribuciones, Abril Cultural, Pág. 15.

José Luis Fiori es miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO.

Traducción para www.sinpermiso.info: Carlos Abel Suárez

Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=2816